viernes, 24 de septiembre de 2010








CARTA ABIERTA

Pablo Mora


al alimón con la Esperanza



Esta tierra sobre los ojos, sobre el alma, este aprieto, esta noche continua, este desasosiego, esta derrota que comienza, se aleja, se recuerda, viene y va. Te quiero, país, tirado abajo del mar, coronado de soles y neblinas, sombra de la guerra, lleno de vientos, puteando y sacudiendo banderitas, repartiendo escarapelas en las calles. Te estás quemando a fuego lento. Qué carajo si la casita era un sueño. Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía. En cada casa, cafetín, taguara o plaza, hay alguien que nació haciendo discurso para algún otro que nació para escucharlos y pelarse las manos. Te quiero, país tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado en lo mejor de la sonrisa, tan grifo en la hora de la autopsia. Te quiero, a pesar de la sangrienta demencia que de antiguo atenta con la tribu, a pesar del águila rapaz y su avaricia loca, toda espumeante de historia, tragedias y misterios, exhalando el vaho putrefacto de los siglos, sorbiendo la polvareda de las necias apetencias, alcantarilla de los grandes asesinos en el desesperado despresamiento de los siglos, en el despellejamiento abismal de las brechas, trojes o caminos.



Te quiero a pesar del cómplice silencio para distraer el hambre de los humildes o arrancarle el fruto de sus sienes. Te quiero en las largas, confusas llanuras, serranías, en las que levanta, amasa y cuece el hombre su pan escaso, esparcido por el viento, buscando la pulpa ausente de los frutos idos. Te quiero a pesar de las babeantes, incompletas verdades, vertiendo su estiércol, retrasando nuestra marcha hacia el pan de cada día. Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo ha de salir de este sentir. Te quiero, país desnudo que sueña; país insomne que lucha; país despierto que grita; país resuelto que espera; país de sol y de brega; país de siembra y cosecha; país de pulso y de fuego; país de barranco, de lumbre y de gloria; de palabra, pueblo y pólvora; de béisbol, ringside, furia y sampablera.


Me acuerdo de un amanecer alpino, en pleno invierno, soñándote despierto, entre la noche de la guerra, del hambre y de la lluvia, alzándote en los brazos, ofreciéndote a la vida, a punta de herejías, fabricándote, llevándote. Tapándome la cara, me acuerdo de la primera luna allá en Palermo, bajando del Amparo, camino de la aldea. Tapándome la cara, te imagino, desperezado, después de esta avalancha, calmada la borrasca, con zapatos rotos o nuevos, cuesta arriba, fuerte el corazón y el brazo, victorioso, desafiando porvenires, conquistando soles. Te quiero, país, pañuelo arrugado, maltratado, de estrellas impasibles, con sus calles cubiertas de carteles. Te quiero, sin vuelta, sin derecho, sin remedio, nada más que de cerca y amargado. Y de noche, insomne. Vámonos, patria, a caminar, yo te acompaño.


(Poesía, Sociedad Anónima) Pablo Mora



martes, 21 de septiembre de 2010

INVOCACIÓN A LA PAZ





INVOCACIÓN A LA PAZ

Pablo Mora


En el Día Internacional de la Paz


ANCHA SOLEDAD de los desiertos. Sol en los tejados. Silenciosa frescura del aljibe. Vellón azul rondando por el aire. Voz en alta llamarada. Milagro para el rayo en muerte de la guerra. Canto de la brisa, el sol y las quebradas. Amor que no puede caminar como una hoja.
Una hoja entre el viento que camina o un camino entre el vientre de la hoja que se va. Hoja y camino. Camino caminando con el viento. Incógnita en el tiempo. Una pregunta en pie para los hombres. Colina para otear a Dios. Hondonada para hallar la luz. La cresta de un lucero, por el postigo corazón mirando.
Susurro de los árboles, tu sueño. Tu corazón, del tamaño del mar que conocemos. Tu cabellera, los ríos, las quebradas, los riachuelos. Diminuta, te escondes en los sauces que duermen a los lagos, en los cipreses de la tumba ajena, en los aljibes de las casas solas; en los zaguanes del amor del viento o en las pestañas de la madre pobre.
Hojarasca entre la noche de los pájaros. Tronco fatigado por el tiempo y la tormenta. Latido de fogata crepitando entre la fronda.
Lumbre y mujer para la misma sombra. Sueño y silbido para el mismo abismo. Amanecer y tarde florecidos, floreciendo en las sienes de la flora. Lucero y arrebol, azules horas. Cocuyo entre rastrojos vespertinos, iluminando el resplandor tardío, las noches de vigilia arrobadora.
Júbilo, alumbramiento, bienvenida. Ara en fulgor para el altar del tiempo, para elevar el corazón festivo. Trino con que cantamos a la vida, cuando la suerte nos ofrece el huerto para sembrar de estrellas el camino.
El pan, el oro, la solemne sombra en esplendor divino, la alegría. Infancia en llama, en canto, en lejanía que el transparente corazón la nombra. La soledad que en la vereda asombra al trigo, al viento, al lirio en noche fría. Ardiente claridad la poesía que el huracán del corazón alfombra.
Encanto de la luz, la Navidad que alumbra el triunfo matinal del hombre y el silencioso arroyo del deseo. En glorias del amor, la huracandad con que la brisa de la luna asombre la encantadora música de Orfeo.
Conoces nuestra locura como nadie más conoce. Nos visitas muy de madrugada o cuando cae el sol sobre el tejado. Contigo "supimos los misterios de las cosas como si fuéramos espías de los dioses". Sus secretos descubrimos.
Conoces todas las nieves, todos los riscos, todos los gestos de los hombres, todo el espesor del viento, la justa medida de la espera junto a la luz total de nuestras cosas. Fabricas los sueños del jardín. Doblegas la furia de la guerra. En cada atrinchera nos proteges; nos cubres en cada retirada y avanzas con nosotros, la primera.
Has asistido a mil batallas y tienes otras mil por combatir. Ilesa saldrás en cada portachuelo. Ninguna polvareda nublará tu paso, menos las luces de tus blancos senos.
Mientras seamos capaces de asistir a un terremoto sobre un rayo de luna o a una tempestad en una gota de sol, crecerá tu sombra, Hilandera Majestuosa, la de todos los hilos de los sueños.
Desde los Decretos de Belén y de la Sala de Actos del Smolni, con el mundo entero por testigo, tranquilidad no del orden existente, sino la de un orden nuevo, en busca de una humanidad nueva.
La de elevar al hombre nuestro sueño.
La de tan amarte y tan morirte, P A Z.





domingo, 19 de septiembre de 2010

ALBADA






ALBADA



Adiós a los que se quedany a los que se van también.Adiós a Huesca y provinciaa Zaragoza y Teruel.
Esta es la albada del vientola albada del que se fueque quiso volver un díapero eso no pudo ser.
Las albadas de mi tierrase entonan por la mañanapara animar a las gentesa comenzar la jornada.
Arriba los compañerosque ya ha llegado la horade tener en nuestras manoslo que nos quitan de fuera.
Esta albada que yo cantoes una albada guerreraque lucha porque regresenlos que dejaron su tierra.
(Cantata para un país)









viernes, 17 de septiembre de 2010

Llamamiento




Llamamiento

Pablo Mora




oír el llamamiento y presentarse en el patio de honor tomar el arma —la lumbre genital en la batalla— celarla antes después y en la faena alistarse entrenarse permanentemente partir de madrugada irse al frente a primera línea o retaguardia con trinchera o sin trinchera enfrentando al enemigo fuego a fuego defendiendo atacando resistiendo calada en el fusil la bayoneta empuñar la destreza necesaria sentir el apoyo del certero impacto de los misiles los ángeles custodios de la justa oír rumores nunca divulgarlos saber que el arte es una guerra en grande
hablar de vez en cuando de temas menores ir formando gestos lentamente usar la propia mano como almohada trasplantar los recuerdos hacer correr un pedazo de oscuridad sobre otro recortar el espacio que queda entre las cosas sacar de circulación nuestra imagen cambiar la propia imagen periódicamente cambiar de imagen cada tanto como se cambia de sueño cada noche
saber lo estrictamente indispensable participar en el engaño en el ardid la situación o la apariencia llevar la astucia al máximo posible adaptarse a la situación sobre todo a la situación ajena avanzar por caminos tan insólitos que nunca el adversario logre descubrir dar con el más vulnerable de los puntos batirse en retirada o perseguirla contar con la moral el ánimo el terreno el clima el mando la ocasión y la doctrina
descubrir el esquema general del enemigo como el agua adaptarse a las formas nuevas usar ataques directos e indirectos pulsar la ventaja y desventaja de la hazaña protegerse del árbol que se agita del pájaro que se espanta del polvo alborotado del llanto de la bandera en el contrario frente
distinguir claramente entre terreno accesible deleznable angosto accidentado fronterizo clave convergente difícil o mortal conocer al enemigo como a sí mismo para que nunca la victoria sea amenazada conocer las fuerzas naturales el fuego el risco el agua por la escarpa contar con el agente secreto inevitable administrar pertrecho y proyectil
oírle los crujidos a las horas palpar la inofensiva algarabía sumarse a la marea la insurgencia ataque o contraataque necesarios ponderar las armas de los perros y los pájaros el diapasón del bosque del silencio los pozos de las rosas y los muertos la rosa que nos lleve a las estrellas recobrar el derecho de las piedras conjugar sueño polvo soledades al paso de los soles que nos resten que el sueño siempre cumpla su promesa advertir que el rumor de un pueblo almado es más bello más puro que el rocío hallarle el pan a quien lo pierda o sueñe concurrir al llamado de las flores cuando sangre el costado de la rosa pendientes del clamor de las palomas cuando aceche penumbra horror borrasca de noche retroceden los relojes
crear un marco para cada cosa cuidarse de poseer características ajenas a nuestro destino oír todas las verdades y todas las mentiras descifrar cuidadosamente cada una de las sorpresas vespertinas o de fines de semana fin de año o fin de siglo cambiar de voz de nombre y de oficio para averiguar lo imposible comprender la semiótica de las iguanas y las lagartijas
subir a la locura por la parte más accesible reparar el pensamiento para a los escamoteos de las cosas escapar de las miradas de los otros después de la propia mirada luego de la mirada de las cosas aprender a olvidarse del recuerdo desmadejar las líneas de la mano entremezclar los ojos y las cosas desencajar el silencio del sueño
quebrar el hipnotismo de las cosas desenfrentarse de la vida y mirar hacia un ojo que no nos hipnotice inventar respiraciones nuevas inventar el regreso del mundo después de su desaparición llevar una mirada de repuesto o comprar alguna en el mercado inventar otra mirada y si aún faltare algo inventar también otra forma más concreta del hombre
aprender a afinar la guitarra con la puntería exacta del fusil para marchar al combate con el pueblo recoger lo poco que existe y crear lo que no existe empezar a no reflejarnos ya en los charcos disolver para siempre nuestro grotesco oficio de encuadernar la nada adorar hasta la demencia la rebelión de Adán y Eva tomar en cuenta las notables diferencias entre un Pontífice y un Poeta de la Liberación valerse de la ocasión para renovar las seguridades de alta y distinguida consideración
despertar al silencio de la vida abrir el oído al ojo o echarle ojo al oído hacer silencio para darle paso a la luz colocar acento al tiempo antes de las palmadas de la muerte escuchar el aplauso de los pájaros cuando revienta en diapasón el día a pesar del estruendo de las hambres tentar medir pulsar darle tiempo al camino a que regrese
reconquistar nuestro origen reconocer que no hay quejido mayor que el del amor estar atento al parte de guerra saber que existen caminos que no hay que seguir ciudades que no hay que asediar o atacar ejércitos que no conviene hostigar preguntas que no hay que contestar y hasta órdenes que no hay por qué cumplir dejarse ser dejar que toda cosa sea a pesar de tener que competir partir andar luchar llegar vivir auscultarse encontrarse y aceptarse hundirse hurgarse ser sentirse serse
adelantar vivir sobrevivir resistir hasta el último combate huir de frente atacar de retirada volver caras triunfar en la derrota ir entre escaramuza y sorpresivo encuentro halando la explosión del lauro rechazar la sentencia de la muerte asumir alto el triunfo de la vida
blandiendo diapasones subversivos llevar hasta la cima la bandera y desplegarla en rancho en cada aldea hasta colmar la lágrima del pueblo coronada la lucha asegurar la militancia plena por la belleza y la verdad del hombre como un golpe de amor en cada miedo como un claro de tierra en la mirada
desentrañar los secretos al asombro grabar el sueño entre los árboles estar en el centro de la vida de por vida tener mucha imaginación para ver la realidad asumir absurdos enigmas laberintos y zozobras perpetuar la gloria del mundo en un grano de maíz mantener la espada en la trocha que corresponda abrir compartir la luz al mismo tiempo que la noche oscura encender lámparas en el túnel de la infamia enloquecida empuñar las manceras del arado en el lugar apropiado en el momento apropiado y en la circunstancia apropiada
dejar crecer el verso la vigilia el abrazo el amor la vida el juego no hay que podar la paz tal vez la rosa extasiarse asombrarse ser lumbre vino juego trashumancia ver a Dios desnudo sin hacerle caso uno no sabe si lo oyen las estrellas las piedras por la noche a solas vuelan en cada cuarto oscuro sombra insomne habrá algún árbol donde nadie llegue un horizonte que el hombre no alcance un hombre encuandecido un frailejón en niebla entelerido una ceiba una sombra envejecida donde viva la lejanía
saber del hospedaje del silencio mirar atentamente el horizonte mientras la muerte nos espera un rato mientras la tarde se despide lenta mientras la selva hacia la noche viaja
saber de la escritura de las piedras del colosal silencio de los grillos abrirle los postigos al crepúsculo tantearle a los sueños sus luceros fundir los versos en tenaz acero
hacer caber a Dios en un dedal al Sol en el ojo de una hormiga al mar en los labios de una perla mientras la luz ensimismada duerme
ser lámpara en la noche de la aldea sin aldaba sin llave sin silbido reconocer el sueño entre la luz hasta bajarnos de la sombra in albis y encontrar otro insomne en el camino
recoger las preguntas de los niños para que nunca el hombre pierda asombro nombrar la libertad la vida el fuego la fuerza de los sueños de los ríos las canciones las hierbas de la tarde morir cantando sacudir asombros darle vida a la tierra la alegría a la lluvia color al arco iris romper cercas sembrar enredaderas amanecer con nuevos alumbrajes preparar un manjar que a todos sacie a la gacela bajo el tamarindo
conocer las entrañas de las hojas el corazón del bosque y sus vitrales el páramo sus cuitas y plegarias desenterrar el misterio de la rosa ahuyentar la sombra y sus reveses escapar del ladrido de la calle del hosco muñón del peregrino del puñal que en la acera nos espera o del barco que acecha nuestras costas dar con el ámbar del primer arroyo traspapelar la terquedad del lunes aullar juntos delante de los cielos escucharle al pobre su alarido compartir esperanzas con el árbol expulsar el despojo mutilado ser libres así el fuego nos cercene quitar algunas comas al crepúsculo ver la noche sin que nadie contradiga eludir la risa ensangrentada dar con una migaja de soledad marina atravesar tragedias agonías alero interrogante incertidumbre
dar forma al vacío ojos al poema para que pueda cruzar la calle alas a Dios para que llegue al hombre robarle sin que sepa una sonrisa al sol en la arboleda cruzar no la aurora sino el alma en que ampara su soñar aupar asolear la eternidad escuchar la soledad y dirigirle la palabra llegar con los ojos abiertos a la mirada final pedirle a la luz que nos espere reprocharle al alba su tardanza correr con el peligro de la vida
acercarse a los que sueñan o sollozan o tienen hambre y sed bajo el cielo verse en el que tiene más de mil años de pedir pan y sueño en el que no tiene camino que seguir detenerse a la orilla sangrante de una pena adentro de las pequeñas casas de cartón escuchar el sonido de las lágrimas
acordarse del viaje hacia la sombra alumbrar la maravilla encender relámpagos asombrar al tiempo sentir las sombras fundar los sueños amar al viento limpiar el poder cuando corrompa unir lo posible con lo imposible llevar el infinito a cuestas sentarse en el lugar del hambre llevar a peso las palabras reinar sobre la muerte salvarse juntos saber cuándo con qué fuerza de qué modo asumir nuestro destino
salvaguardar al hombre que florece la lumbre lubricante de la piedra descargar nuestros almácigos vivir mientras el alma nos suene morir cuando la hora nos llegue ver regresar la primavera pasar a tiempo la palabra abrirse desgarrarse con el otro
pronunciar la palabra decisiva confirmar que la civilización no es más que una injusticia armada que la poesía es una insurrección que el poeta no se ofende porque le llaman subversivo cuando le dicen insurgente decidirnos por la libertad de la palabra hasta hacerla timón en nuestras manos para el hombre que empina su bravura
rebelarse en la muerte bochornosa ir tras la flora del variado enigma llegar a la mejilla de la tarde amar la tierra amar al monte al hombre los cangilones de hambre a la intemperie rescatar las preguntas de los otros preguntar por la rosa por el hombre
recobrar la palabra germinal su legendaria esquina memoriosa la pródiga semilla sobre el campo las claras madrugadas fornicantes transgredir lo decible y permisible frente a una palabra enmascarada fantasiosa una clave articulada lujuriosa pertinente una palabra activa digna apasionada certera cruda furente fehaciente empuñada insomne verdadera una palabra que golpee al mundo y acompañe al hombre urgida llameante inextinguible adecuada al enigma universal y al majestuoso corazón del hombre a pulso de vinagre vino y júbilo dejar que asome la palabra el hombre
toparse acompañarse entusiasmarse adherirse juntarse desaislarse asociarse zurcirse reunirse llevar en el pañuelo una granada ya pase lo que pase por si acaso alumbrarle el sendero a las luciérnagas alzar al sol la lluvia las fogatas velar por el camino de la aurora andar con el hermano que nos quede a la huerta perdida de la aldea para ver qué semillas recoger es tiempo de arrumbar los macundales de encontrarse de nuevo con las topias usar el cielo en caso necesario a la tierra en ausencia de sus manos emborronar de lluvia los poemas de lidia en lidia al alimón al quiebro en busca de la obranza volar sobre el misterio de la arena labrar el día rasguñar el cielo dejar en batallón nuestros silencios deslindar terredad de abatimiento legado salvación andaje velas darle de beber a las botellas darle tiempo al camino a que regrese porque a las noches también les da sueño
hacer esto o aquello hacerlo todo a tiempo hacer reír así sea con una sonrisa de gato el problema radica en la sonrisa todos entienden menos los idiotas se castigan las costumbres riendo o con la fuerza de un artículo de fondo bajo un paraguas toda duda cabe todos los besos ecos y jadeos todos los escenarios de Broadway todos los alaridos todos los cuernos de las fotos todos los zapatos de la lluvia importante saber en qué guerra estamos dónde fuimos o estuvimos esto es imprescindible y por supuesto entender muy bien al mar nadie sabe qué hacer con tanta lluvia

De: Sangre Zurcida




domingo, 12 de septiembre de 2010

Benarés







Benarés

Jorge Luis Borges


Falsa y tupidacomo un jardín calcado en un espejo,la imaginada urbeque no han visto nunca mis ojosentreteje distanciasy repite casas inalcanzables.El brusco sol,desgarra la compleja oscuridadde templos, muladares, cárceles, patiosy escalará los murosy resplandecerá en un río sagrado.Jadeante la ciudad que oprimió un follaje de estrellasdesborda el horizontey en la mañana llenade pasos y de sueñola luz va abriendo como ramas las calles.Juntamente amaneceen todas las persianas que miran al orientey la voz de un almuédano apesadumbra desde su alta torreel aire de este díay anuncia a la ciudad de los muchos diosesla soledad de Dios.(Y pensarque mientras juego con dudosas imágenes,la ciudad que canto, persisteen un lugar predestinado del mundo,con su topografía precisa,poblada como un sueño,con hospitales y cuartelesy lentas alamedasy hombres de labios podridosque sienten frío en los dientes.)


De: Fervor de Buenos Aires



sábado, 4 de septiembre de 2010

Así hablaba Nietzsche









Pablo Mora



(A 6.000 pies sobre el nivel del hombre y del tiempo. A 100 años de la muerte de Federico Nietzsche, el filósofo siempre póstumo, el mayor huracán en el horizonte humano, apostando por las posibilidades del pensamiento en esta deshumana encrucijada emputecida).



1. Nosotros, hijos del futuro, sonámbulos del día, los que aún vivimos, aún pensamos, aún tenemos que vivir, tenemos que pensar, tenemos que vivir y vivir peligrosamente con voluntad de eternizar, tomando por asalto el cielo, bajo la sombra, tras el sol.
2. Iluminados por la nueva aurora, con el viejo Dios muerto, zarparemos hacia cualquier peligro, con el mar nunca más abierto, rumiando por entre la noche, por mucho tiempo.

3. Alrededor de cada aquí gira la bola del allá. El centro está en todas partes. La senda de la eternidad es tortuosa. ¡Ya viene, ya se acerca el Gran Mediodía! Llegó nuestra hora, nuestra alborada. Nuestro día empieza. ¡Sube, sube, Gran Mediodía!

4. Tendremos que improvisar. Improvisar nuestro día. ¡Perder el suelo por alguna vez! ¡Flotar! ¡Errar! ¡Estar locos! Debemos añadir a la virtud un grano de locura. Nuestro asombro: la dignidad de la locura.

5. Penuria, temor, terror, miedo. ¡La soledad! Lo que sabemos de nosotros mismos. Lo que otros saben de nosotros. Mantener en pie la duración del sueño. Imponerse la ley de la coincidencia. Se requiere de la más virtuosa estupidez. Los que somos diferentes somos la excepción y el peligro

6. Luces y sombras. Prosa y poesía. Crecimiento después de la muerte. Aprender a rendir homenaje. Dios, el viejo Dios ha muerto. ¡Tenemos que vencer todavía su sombra! El mayor reproche a la existencia es Dios. ¿Qué habría de crearse si existieran los dioses? ¿De qué extraño lugar brotó la poesía? ¡Mucho mienten los poetas! ¡Ser cada uno su propio sacerdote! Reflexionar acerca de la necesidad de nuevos órdenes. Providencia personal, divina. ¡Ir hacia el sol! ¡Traer la luz a la tierra!

7. Alejarse de las cosas. Desfigurarlas. Darles superficie, piel. Nunca más guerreros, orgullosos, que cuando se cierne la tormenta. Crearse su propio sol. La vida es un medio del conocimiento. No reír, no llorar, no odiar, sino entender.

8. Aprender a oír. También el amor se tiene que aprender. ¡La alegría compartida! ¡La vida es una mujer! No dejarse engañar, no engañar, no engañarnos. ¿Dios mismo nuestra más larga mentira? ¿Será el hombre una equivocación de Dios? ¿O Dios una equivocación del hombre?

9. El fin de la tragedia es ser uno mismo, por encima del miedo y de la compasión, es la eterna alegría que lleva en sí el júbilo del aniquilamiento. Empéñate en ser tú mismo y lo serás.

10. No hay nada que ofenda tanto como el brusco convencimiento de las distancias... en inmensa soledad azulada... contra porvenires que aún no se han podido adivinar... Soy luz... Mi soledad nace de estar envuelto en luz. ¡Oh, soledad de todos los que dan! ¡Oh, silencio de todos los que lucen! Como huracanes, los soles vuelven a lo largo de su ruta...

El hombre, una cosa informe, una materia, un pedrusco que necesita la mano del escultor.

Ardiente voluntad de crear me empuja inmensamente hacia los hombres. Mi martillo golpea cruelmente contra esa prisión... ¡No arrojes lejos de ti al héroe que hay en tu alma! He aquí que el día viene... El hombre es una cosa que debe ser superada: el cómo es cosa tuya... Profundo es el dolor, pero la alegría es más profunda que la pena... ¡Sube, pues, sube, Gran Mediodía!.



Ecce Homo. Dionisios enfrente del crucificado.


pablumbre@hotmail.com