jueves, 27 de enero de 2011

Universidad Liberadora








Universidad liberadora
Pablo Mora


Frente a los signos de la actual coyuntura nacional y a la luz de las modernas perspectivas educacionales de Aprender a Crear, que suponen la progresiva nacionalización del Poder del Saber -y del saber ético-, hemos de proponemos analizar un Curriculum Integral para la futura Universidad Venezolana, bajo el perfil de una Universidad Creativa, capaz de profundizar en las raíces de su misión y de su visión con una clara conciencia de una Filosofía Educativa que afiance sus principios en la idea de hombre, ciencia y sociedad, al tiempo que responda por la formación del perfil cívico-político profesional de los venezolanos por venir.

La Razón Poética se confronta con la Razón Científica en cuanto un modo de ver el mundo, que abra las compuertas a la sensibilidad, la creación y la vocación individual-organizacional a través de la interdisciplinariedad como vehículo de sinérgica dinámica de convergencia; como Metodología de Acción digna de un proceso de enseñanza-aprendizaje en interomnicomprensividad significativa. A partir de estos postulados se define la Creatividad como razón de ser de la Universidad por venir, en cuanto Principio Educativo por antonomasia. Razón de ser que equivale a una Lectura del Mundo como opción de elección de una Educación Liberadora a la luz del Humanismo Científico Integral, al interior de un Proyecto Histórico Creador en sintonía con nuestra atmósfera cultural.

Trátase de asumir una lectura andragógico-creadora sobre nuestro hábitat, visto como proceso ecológico a partir de la búsqueda de la completitud humano-social; de optar por un profesional capacitado para afrontar los problemas interdisciplinariamente, con clara visión crítico-participativa; apuntando a la gestación de una Nueva Universidad, cuyo rol mayor es el de ser árbitro de los conflictos y perspectivas del desarrollo social venezolano, para afrontar los desafíos del mundo moderno y jugar un papel fundamental en la creación de un estilo integracionista en la Academia latinoamericana mediante la construcción de una verdadera globalidad solidaria.

Trátase de buscar aportes globales significativos capaces de enfrentar las manifestaciones esquizoides reflejadas en la conducta de la Planificación Nacional y Latinoamericana, desde una clave de lectura donde nuestra complejidad social nos permita una tolerancia positiva, donde cada quien pueda hablar su mejor lenguaje en el más amplio marco, en función de una comprensiva diversidad enriquecedora, delante de la vorágine de las presiones del capitalismo "salvaje" dependiente, donde interdisciplinar, interactuar solidariamente, constituya el mayor alerta de la presente y futura hora nacional-continental.

Ante la avalancha de situaciones inesperadas que aguardan detrás del nuevo milenio; en medio de los críticos avatares socio-político-económicos que la circundan, la Universidad es objeto de interrogantes acerca de si está suministrando eficaz y eficientemente, con éxito, las respuestas que el mundo de hoy le exige. Llamada a la producción de conocimientos, a la comunicación del saber; a propiciar la formación y enriquecimiento de los seres humanos, nuestra Universidad se halla ante un desafío que la obliga a repensar seriamente su misión y responsabilidad.

pablumbre@hotmail.com







Como el toro






Como el toro
Pablo Mora

Bravíamente con su suerte al hombro, fundiendo arrestos, desafiando soles, larga su recital de naturales, toro, César, torero en torería. Sol en la plaza de manzana y oro, encandilaba ruedo, traje, lance, y paraba y templaba y mandaba, arena, sombra, casta y señorío. César Girón, girando en girondina, titán entre titanes, torerazo, gira que gira, eterna faenaza. Con remate de pecho escalofriante, en natural largueza interminable, vive con su estocada entre la gloria.

Arena tras arena por la vida, polvo entre polvo, polvo en el camino, jugándole a la gloria su destino, hombre y torero, pulsan la embestida. Asisten a la feria de la vida de nazareno y oro clandestino, ofreciendo al astado peregrino la furia de su dulce bienvenida. Hombro, toro y torero, banderillas en el lomo crispado de la tarde arrancan a la estrella maravillas. Sin reposo, sin prisa, sin alarde, morlacos, nazarenos, de rodillas, floridos, apamates, soles, tarde.

Jugándole al destino dados tiernos, se desboca la furia por la herida, se encabrita la sangre en la embestida frente a las luces de los claros ternos. En lidia plenamente sempiternos, réplica batallante de esta vida, huracanes de sangre en la corrida, ellos son ángeles que llevan cuernos. Ángel ante la vida, al sol se aferra, hasta que llega un día que lo nombra pasatiempo del hombre que lo encierra. Y nada de la noche los asombra, ángeles en el cielo y en la tierra, hermanos de los hombres y su sombra.

Jugándole el destino al dado eterno, voy como el toro hacia la muerte a ciegas, la barca en la que tú también navegas, removiendo las ascuas de este averno. Por culpa del pecado sempiterno, vas entre llamas donde siempre llegas al borde del abismo en que despliegas las luces con que afrontas tanto invierno. Vamos los dos de frente hacia la tumba, gemelos en la vida que retumba, cuando el látigo llama en la mañana. Vamos derecho hacia el final a tientas a pesar de la vida en que revientas, de manos de la muerte soberana.

Como el toro me crezco en el castigo, con la pena escondida en el costado, el grito en el capote iluminado y la alegría abierta en el postigo. Como el toro en la vida sólo sigo la esperanza del hombre enamorado, la furia del amor desgaritado y esta ilusión en llanto que persigo. Como el toro me voy a la corrida, jugándole a la muerte mi montera, huyéndole a los monstruos de esta vida. Como el toro en la tarde pasajera espero el huracán de la caída, como el toro me voy a otra ribera.

Por la puerta de arrastre que me espera entré esta tarde con mi propia vida, entré seguro en portentosa lidia, seguro de esta puerta y su quejido. Por la puerta de arrastre me convido a la lucha del hombre, a su corrida, a la vida que a ciegas me sostiene entre tercios y pases justifieros. Por la puerta de arrastre me sostengo junto a mi sombra y mi fugaz latido, junto al velón, junto al feliz lucero. Por la puerta de arrastre alguna noche saldrá la sombra de mi propia sombra, la que se irá al final será la vida.


pablumbre@hotmail.com




martes, 25 de enero de 2011

¿Por qué escribir?




¿Por qué escribir?

Pablo Mora*

¿Por qué escribimos?

Mario Vargas Llosa: Escribo porque aprendí a leer de niño y la lectura me produjo tanto placer, me hizo vivir experiencias tan ricas, transformó mi vida de una manera tan maravillosa que supongo que mi vocación literaria fue como una transpiración, un desprendimiento de esa enorme felicidad que me daba la lectura. En cierta forma la escritura ha sido como el reverso o el complemento indispensable de esa lectura, que para mí sigue siendo la experiencia máxima, la más enriquecedora, la que más me ayuda a enfrentar cualquier tipo de adversidad o frustración. Por otra parte, escribir, que al principio es una actividad que incorporas a tu vida con otros, con el ejercicio se va convirtiendo en tu manera de vivir, en la actividad central, la que organiza absolutamente tu vida. La famosa frase de Flaubert que siempre cito: "Escribir es una manera de vivir". En mi caso ha sido exactamente eso. Se ha convertido en el centro de todo lo que yo hago, de tal manera que no concebiría una vida sin la escritura y, por supuesto, sin su complemento indispensable, la lectura.

Jorge Semprún: Si lo supiera, tal vez no escribiría. Quiero decir, si lo supiera con certeza, si a cada momento pudiese proclamar taxativamente, sin vacilar, por qué escribo, y para qué, para quién o quiénes; si así fuera, tal vez no escribiría. O sea que escribo, en cierta medida, para encontrar respuestas al porqué. Escribir no es un acto reflejo, ni una función natural. No se escribe como se come o se ama. No se agota en el hecho de escribir el portentoso, o doloroso, o lo uno y lo otro, milagro de la escritura. No se agota, al escribir, el deseo inagotable de la escritura. Tal vez porque sea ésta la mejor forma de sobrevivir. ¿Por qué escribo? Tal vez para sobrevivir a la muerte, la necesaria muerte que me nombra cada día.

Nélida Piñón: Yo escribo porque el verbo provoca en mí desasosiego, afila los mil instrumentos de la vida. Y porque, para narrar, dependo de mi creencia en la mortalidad. Con la fe en que una historia bien contada me arrebate las lágrimas. Sobre todo cuando, en medio de la exaltación narrativa, menciona amores contrariados, despedidas hirientes, sentimientos ambiguos, despojados de lógica. Escribo, en conclusión, para ganar un salvoconducto con el que deambular por el laberinto humano.

Rosa Montero: Escribo porque no puedo detener el constante torbellino de imágenes que me cruza la cabeza, y algunas de esas imágenes me emocionan tanto que siento la imperiosa necesidad de compartirlas. Escribo para tener algo en qué pensar cuando, en la soledad tenebrosa de la duermevela, por la noche, en la cama, antes de dormir, me asaltan los miedos y las angustias. Escribo porque mientras lo hago estoy tan llena de vida que mi muerte no existe: mientras escribo, soy intocable y eterna.

Javier Marías: Escribo para no tener jefe ni verme obligado a madrugar. También porque no hay muchas más cosas que sepa hacer, y lo prefiero y me divierte más que traducir o dar clases, que al parecer sí sé hacer. O sabía, son actividades del pasado. También escribo para no deberle casi nada a casi nadie ni tener que saludar a quienes no deseo saludar. Porque creo que pienso mejor mientras estoy ante la máquina que en cualquier otro lugar y circunstancia. ( Jesús Ruiz Mantilla / EL PAIS – GDA).

¿Por qué escribir?

“Porque el arte insufla vida a lo que no tiene vida, muerte a lo que es eterno. Porque en realidad el arte es preferible al maravilloso terror de la vida. Porque el mundo se vuelve a inventar cada día. Porque escribir, en la inmensidad inimaginable de todos los espacios, es todavía la mayor de las aventuras.” (Robert Coover). “Escribo para mí mismo, para comprenderme mejor o incluso para liberarme de un peso que me agobia. Escribo a veces como si fuera un juego, sí, como si fuera verdaderamente un juego. Cuando el amor, la patria, el tiempo o la belleza se me escapan, es a través de la escritura como los reencuentro... como restablezco la unión con las paredes del mundo que se derrumban en mi interior.” (Mamad Darwix).

“No sólo por la capacidad de maravillarse y por el gozo estético que la satisfacción de tal necesidad puede procurar. Sino para romper con la banalidad de los actos corrientes y así tomar conciencia de que algo se agita en mi interior, de que la emoción está ahí y de que a través mío puede ser creadora. Escribo para ser yo misma y para hacer que mi pueblo exista.” (Mircea Dinescu).

“Porque el fantasma porque ayer porque hoy: / porque mañana porque sí porque no/ Porque el principio porque la bestia porque el fin:/ porque la bomba porque el medio porque el jardín/ Porque góngora porque la tierra porque el sol: / porque san juan porque la luna porque rimbaud / Porque el claro porque la sangre porque el papel: / porque la carne porque la tinta porque la piel / Porque la noche porque me odio porque la luz: / porque el infierno porque el cielo porque tú / Porque casi porque nada porque la sed / porque el amor porque el grito porque no sé / Porque la muerte porque apenas porque más / porque algún día porque todos porque quizás” (Oscar Hahn).

“Escribir es comenzar a zapar subterráneamente la lógica que sustenta el tejido discursivo del mundo. Se escribe para mostrar un desacuerdo fundamental con lo instituido. Escribimos para poner en evidencia una contradicción que precede al ser; incluso a todo lo que respira. La escritura como disidencia, como contradiscurso heterodoxo; pensar la escritura como doxografía que enmienda el texto del mundo y descoloca la palabra oficial recusando sus aristas más encandilantes, no iluminadoras. Sí, porque toda palabra oficial "encandila pero no ilumina", lo cual quiere decir que la palabra cuando se instituye y se hace gubernativa pierde su eficacia redentora y conviértese, ipso facto, en bambalina huera y desteñida, inflada de eufemismos y retóricas vacuas.“ (Rafael Rattia).

«¡Para escribir mejor!» (Max Jacob). «Escribo para ser rico y para ser estimado» (Paul Morand). «Escribo para no pensar» (André Doderet). «Escribo para acortar el tiempo». (Knut Hamsun). “Porque uno siente el deseo o la necesidad. Para divertir o divertirse. Para enseñar algo a alguien. Para mejorar el mundo. Para dar a conocer sus ideas. Para liberarse de la angustia. Para ser famoso. Para ser rico. Por costumbre.” (Primo Levi). «Lo que me empuja (y me ha empujado) a escribir es esa necesidad de hacer que siente todo hombre». (Claude Simon).

Escribir

«En los tiempos y en las condiciones en que vivimos, creo que la creación artística (musical, poética, etc.) continúa siendo uno de los últimos refugios que existen». (Andrzej Kusniewicz). «En nuestros días el arte es sin duda el único refugio, así como el único campo de experimentación para llegar a una imagen del ser humano no desgarrada». (Crista Wolf) “Escribo porque no aprendí a atarme los cordones de los zapatos.” (Giorgio Manganelli).

“¿Por qué el hombre siente la necesidad de la literatura? Necesita a la literatura para barrer la basura de nuestros espíritus. La necesita porque nos aporta esperanza, coraje, fuerza. ¿Por qué siento yo la necesidad de la literatura? La utilizo para transformar mi vida, mi entorno, mi mundo mental. Cincuenta años de vida literaria me permiten decir que nunca me he reído de la vida, que nunca he travestido la vida, ni tampoco he embellecido la vida. He vivido a través de mis obras, he combatido a través de mis obras.” (Ba Jin).

“Porque nunca estoy completamente satisfecho con lo que he escrito, y me gustaría, de una forma u otra, corregirlo, completarlo, proponer otras soluciones. La necesidad de escribir siempre ha sido para mí lo mismo que borrar, sustituir algo de lo escrito por algo aún por escribir. Pienso en el libro que no escribiré jamás, pero que me gustaría poder leer, poder colocar junto a otros libros amados. Es en ese libro en el que pienso, ese libro que no ha sido escrito por nadie y que podría ser mi libro.” (Italo Calvino).

“Porque la escritura, en definitiva, es la más libre de las ocupaciones: sólo se necesita un bolígrafo, papel y soledad. Por último, porque yo me agarro a esta idea arcaica de que el Hombre, por definición, es un animal que cuenta historias, que esta facultad le salvó una vez, hace mucho tiempo, de la extinción y que es posible imaginar que ella puede ayudarlo en el impasse en el que se encuentra hoy.” (Bruce Chatwin).

“Muchas veces me he visto obligado a contestar a la pregunta de por qué escribo Al principio, cuando era muy joven y tímido, utilizaba la breve respuesta que daba André Gide a esa pregunta y contestaba: «Escribo para que me lean.» Si bien es cierto que escribo para que me lean, con el tiempo he aprendido a completar con otras verdades mi sincera respuesta a la pregunta de por qué escribo. Ahora, cuando me hacen la inefable pregunta, explico que me hice escritor porque 1) quería ser libre, no deseaba ir a una oficina cada mañana, 2) porque vi a Mastroianni en La noche de Antonioni; en esa película —que se estrenó en Barcelona cuando tenía yo dieciséis años— Mastroianni era escritor y tenía una mujer (nada menos que Jeanne Moreau) estupenda: las dos cosas que yo más anhelaba ser y tener

Casarse con una Jeanne Moreau no es fácil, tampoco lo es ser realmente un escritor. Por aquellos días, yo tenía una vaga idea de que no era sencillo ni una cosa ni la otra, pero no sabia hasta qué punto eran dos cosas muy complicadas, sobre todo la de ser escritor. (Enrique Vila-Matas).

Dejar de ser escritor

Escribir vale la pena, no conozco nada más atractivo que la actividad de escribir, aunque al mismo tiempo haya que pagar cierto tributo por ese placer. Porque es un placer y es —como decía Danilo Kis— elevación: «La literatura es elevación. No inspiración, les ruego. Elevación. Epifanía joyceana. Es el instante en que se tiene la impresión de que, en toda la nulidad del hombre y de la vida, hay de todos modos unos cuantos momentos privilegiados, que hay que aprovechar. Es un don de Dios o del diablo, poco importa, pero un don supremo.»

Un escritor debe tener la máxima ambición y saber que lo importante no es la fama o el ser escritor sino escribir, encadenarse de por vida a un noble pero implacable amo, un amo que no hace concesiones y que a los verdaderos escritores los lleva por el camino de la amargura, como muy bien se aprecia en frases como esta de Marguerite Duras: «Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos.»

Plantearse escribir es adentrarse en un espacio peligroso, porque se entra en un oscuro túnel sin final, porque jamás se llega a la satisfacción plena, nunca se llega a escribir la obra perfecta o genial, y eso produce la más grande de las desazones. Antes se aprende a morir que a escribir. Y es que (como dice Justo Navarro) ser escritor, cuando ya se sabe escribir, es convertirse en un extraño, en un extranjero: tienes que empezar a traducirte a ti mismo. Escribir es hacerse pasar por otro, escribir es dejar de ser escritor o de querer parecerte a Mastroianni para simplemente escribir, escribir lo que escribirías si escribieras. Es algo terrible pero que recomiendo a todo el mundo, porque escribir es corregir la vida —aunque sólo corrijamos una sola coma al día—, es lo único que nos protege de las heridas insensatas y golpes absurdos que nos da la horrenda vida auténtica (debido a su carácter de horrenda, el tributo que debemos pagar para escribir y renunciar a parte de la vida auténtica no es pues tan duro como podría pensarse) o bien, como decía Italo Svevo, es lo mejor que podemos hacer en esta vida y, precisamente por ser lo mejor, deberíamos desear que lo hiciera todo el mundo: «Cuando todos comprendan con la claridad con que yo lo hago, todos escribirán. La vida será literaturizada. La mitad de la humanidad se dedicará a leer y a estudiar lo que la otra mitad de la humanidad habrá escrito. Y el recogimiento ocupará la mayor parte del tiempo que será así arrebatado a la horrible vida verdadera. Y si una parte de la humanidad se rebelase y se negase a leer las lucubraciones de los demás, mucho mejor. Cada uno se leería a sí mismo.»

Leyendo a los otros o a nosotros mismos, poco margen veo yo para estallidos bélicos y mucho en cambio para la capacidad de un hombre para respetar los derechos de otro hombre, y viceversa. Nada menos agresivo que un hombre que baja la vista para leer un libro que tiene en sus manos. Habría que partir a la búsqueda de ese recogimiento universal. Se me dirá que se trata de una utopía, pero sólo en el futuro todo es posible.

(Escribió: Enrique Vila-Matas.)




domingo, 23 de enero de 2011

Por qué escribir






Por qué escribir

Pablo Mora

“Porque el arte insufla vida a lo que no tiene vida, muerte a lo que es eterno. Porque en realidad el arte es preferible al maravilloso terror de la vida. Porque el mundo se vuelve a inventar cada día. Porque escribir, en la inmensidad inimaginable de todos los espacios, es todavía la mayor de las aventuras.” (Robert Coover). “Escribo para mí mismo, para comprenderme mejor o incluso para liberarme de un peso que me agobia. Escribo a veces como si fuera un juego, sí, como si fuera verdaderamente un juego. Cuando el amor, la patria, el tiempo o la belleza se me escapan, es a través de la escritura como los reencuentro... como restablezco la unión con las paredes del mundo que se derrumban en mi interior.” (Mamad Darwix).

“No sólo por la capacidad de maravillarse y por el gozo estético que la satisfacción de tal necesidad puede procurar. Sino para romper con la banalidad de los actos corrientes y así tomar conciencia de que algo se agita en mi interior, de que la emoción está ahí y de que a través mío puede ser creadora. Escribo para ser yo misma y para hacer que mi pueblo exista.” (Mircea Dinescu).

“Porque el fantasma porque ayer porque hoy: / porque mañana porque sí porque no/ Porque el principio porque la bestia porque el fin:/ porque la bomba porque el medio porque el jardín/ Porque góngora porque la tierra porque el sol: / porque san juan porque la luna porque rimbaud / Porque el claro porque la sangre porque el papel: / porque la carne porque la tinta porque la piel / Porque la noche porque me odio porque la luz: / porque el infierno porque el cielo porque tú / Porque casi porque nada porque la sed / porque el amor porque el grito porque no sé / Porque la muerte porque apenas porque más / porque algún día porque todos porque quizás” (Oscar Hahn).

“Escribir es comenzar a zapar subterráneamente la lógica que sustenta el tejido discursivo del mundo. Se escribe para mostrar un desacuerdo fundamental con lo instituido. Escribimos para poner en evidencia una contradicción que precede al ser; incluso a todo lo que respira. La escritura como disidencia, como contradiscurso heterodoxo; pensar la escritura como doxografía que enmienda el texto del mundo y descoloca la palabra oficial recusando sus aristas más encandilantes, no iluminadoras. Sí, porque toda palabra oficial "encandila pero no ilumina", lo cual quiere decir que la palabra cuando se instituye y se hace gubernativa pierde su eficacia redentora y conviértese, ipso facto, en bambalina huera y desteñida, inflada de eufemismos y retóricas vacuas.“ (Rafael Rattia).

«¡Para escribir mejor!» (Max Jacob). «Escribo para ser rico y para ser estimado» (Paul Morand). «Escribo para no pensar» (André Doderet). «Escribo para acortar el tiempo». (Knut Hamsun). “Porque uno siente el deseo o la necesidad. Para divertir o divertirse. Para enseñar algo a alguien. Para mejorar el mundo. Para dar a conocer sus ideas. Para liberarse de la angustia. Para ser famoso. Para ser rico. Por costumbre.” (Primo Levi). «Lo que me empuja (y me ha empujado) a escribir es esa necesidad de hacer que siente todo hombre». (Claude Simon). «En los tiempos y en las condiciones en que vivimos, creo que la creación artística (musical, poética, etc.) continúa siendo uno de los últimos refugios que existen». (Andrzej Kusniewicz). «En nuestros días el arte es sin duda el único refugio, así como el único campo de experimentación para llegar a una imagen del ser humano no desgarrada». (Crista Wolf) “Escribo porque no aprendí a atarse los cordones de los zapatos.” (Giorgio Manganelli).

“¿Por qué el hombre siente la necesidad de la literatura? Necesita a la literatura para barrer la basura de nuestros espíritus. La necesita porque nos aporta esperanza, coraje, fuerza. ¿Por qué siento yo la necesidad de la literatura? La utilizo para transformar mi vida, mi entorno, mi mundo mental. Cincuenta años de vida literaria me permiten decir que nunca me he reído de la vida, que nunca he travestido la vida, ni tampoco he embellecido la vida. He vivido a través de mis obras, he combatido a través de mis obras.” (Ba Jin).

“Porque nunca estoy completamente satisfecho con lo que he escrito, y me gustaría, de una forma u otra, corregirlo, completarlo, proponer otras soluciones. La necesidad de escribir siempre ha sido para mí lo mismo que borrar, sustituir algo de lo escrito por algo aún por escribir. Pienso en el libro que no escribiré jamás, pero que me gustaría poder leer, poder colocar junto a otros libros amados. Es en ese libro en el que pienso, ese libro que no ha sido escrito por nadie y que podría ser mi libro.” (Italo Calvino).

“Porque la escritura, en definitiva, es la más libre de las ocupaciones: sólo se necesita un bolígrafo, papel y soledad. Por último, porque yo me agarro a esta idea arcaica de que el Hombre, por definición, es un animal que cuenta historias, que esta facultad le salvó una vez, hace mucho tiempo, de la extinción y que es posible imaginar que ella puede ayudarlo en el impasse en el que se encuentra hoy.” (Bruce Chatwin).

pablumbre@hotmail.com






viernes, 21 de enero de 2011

Vivir es...








Vivir es...

Pablo Mora


Vivir es saber del canto y la palabra. Es saber dónde duermen las sombras. Cuál es el camino de los gatos, el reverso del asombro, el sentido de las tardes. Vivir es oír el lamento de las rosas. Es descubrir el secreto a las semillas. Pulsar el muñón purulento de la esquina. La sombra de la muerte que persigue. Vivir es tropezarnos con la aurora. Es pulsar el acento a la penumbra. Gritar cuando la vida se acurruca. Templarle el horizonte a los tejados. Oírle los recados a la noche. Saber que el tiempo como el sol no para, que la muerte no cesa de esperar como la lluvia a veces se exaspera.

Vivir es más que respirar, más que durar. Es presentir. Vivir es saber que nada nos limita. Es sentir en nuestros órganos, los órganos ajenos, esa hambre, la del otro, esa tortura, la del otro. Es tener al otro tan presente como a uno. Es cuidar de lo sagrado, que está adentro y que está afuera. Adentro en las entrañas, en el sueño y el ensueño. Afuera en ese infinito espacio que queda entre nosotros y los otros.

Vivir es encontrar absurda la distancia. Es dormitar sobre la alfombra del destino. Es entregarse al tsunami, la pasión, como a un amante. Vivir es entender la eternidad. Es entender la vida como propia. Es tomar las riendas de la aurora y viajar hacia la nada. Es también, amar la revolución del día como única alternativa, la subversión de la palabra como sendero y la anarquía interior como filosofía.

Vivir es llenar el alma de pasiones. Pasiones vivas, que valgan la pena, que valgan la alegría, que valgan el dolor y el desengaño. Vivir es tener presente todo instante. Es no morir de olvido. Es estremecer al mar con nuestro grito. Vivir es meditar sobre el hallazgo. Vivir es no ignorar los subterfugios, es entrometernos en las cosas. Es destrozar las palabras. Vivir es leer lo que no ha sido escrito, lo que figura en los anales de la historia no contada. Es imaginar todas las cosas, no olvidarnos de ninguna.

Vivir es amar hasta que arda. Es odiar mercados, bolsa y capitales. Vivir es ver, saborear, gozar, sufrir, arder, temer, soñar. Vivir es riesgo, es tener la tormenta entre las manos, morder los puñales que nos amenazan. Es disparar a fuego vivo contra la avaricia y la ambición. Vivir es desear ser un zorrino, es entender que dicen los aromos, es escuchar la voz de la arena, es tratar con las estrellas. Es no darle la espalda a la esperanza, es beberla, beberla hasta vivir. Es diversificar los sentidos, ver el aroma de la vida, palpar lo amargo del dolor, escuchar la torturada voz del odio.

Vivir es pre vivir y post vivir. Es sabernos vivos, enteros o partidos, pero vivos. Es saber dónde están todas nuestras partes. Es conocer quien se las ha llevado e ir a buscarlas. Vivir es intentar recuperar el cuerpo, para devolverlo al alma. Vivir es indecisión, duda, miedo, espanto, tormento, embriaguez, ansiedad, angustia, peripecia. Vivir es entregarse a las lágrimas, suspiros y temblores. Es orgasmo visual. Es éxtasis en la piel. Es llanto en la montaña. Es mar de incertidumbre. Es gramilla crecida. Es molestia, compromiso fatal. Es resistir, resarcir, es reintentar. Es reinventar, recubrir y resonar. Vivir es ser amigo de la muerte. Amigo de las sombras y las penas. Amigo de la vida sempiterna.




VIVIR LAS HORAS








VIVIR LAS HORAS

Vivir las horas
Pulsarlas
Sentirlas
Acuñarlas
Aguardarlas
Oírlas
Entenderlas
Regarlas
Refrescarlas
Escucharlas
Desplegarlas
Liberarlas
Danzarlas
Fraguarlas
Fundirlas
Soñarlas
Caminarlas
Crearlas
Alegrarlas
Seguirlas
Gozarlas
Columpiarlas
Trabajarlas
Activarlas
Imprimirlas
Juntarlas
Dormirlas
Acariciarlas


Vivir las horas
Hablarles
Desnudarlas
Incensarlas
Construirlas
Recibirlas
Saludarlas
Erigirlas
Agitarlas
Enseñarlas
Descubrirlas
Revelarlas
Sembrarlas
Buscarlas
Encontrarlas
Desearlas
Esparcirlas
Amarlas
Hallarlas
Rociarlas
Enraizarlas
Madrugarlas
Fortalecerlas
Arrullarlas
Recordarlas
Llamarlas
Cantarlas
Reclinarlas


Vivir las horas
Sembrarlas
Segarlas
Cultivarlas
Crearlas
Cincelarlas
Ocuparlas
Contemplarlas
Comprenderlas
Corretearlas
Labrarlas
Pensarlas
Sentarlas
Tocarlas
Guardarlas
Llamarlas
Reconocerlas
Encenderlas
Apagarlas
Madurarlas
Pasearlas
Guardarlas
Vigilarlas
Leerlas
Mirarlas
Fertilizarlas
Vaciarlas
Soltarlas
Hallarlas
Acumularlas
Elevarlas
Respetarlas
Compartirlas
Gobernarlas
Multiplicarlas
Acostarlas
Levantarlas


Pablo Mora






Un vaso de bon vino





In memoriam Pedro Pablo Paredes


Un vaso de bon vino
en sus 94 años

Pablo Mora



Nació en Trujillo, La Mesa de Esnujaque. Creció en Mérida, Timotes. Se formó, realizó en el Táchira, San Cristóbal. Huelga decir que es trujillano de nacimiento, merideño de crecimiento y tachirense de sentimiento. Si brindó tantas veces ¡Por los Andes! hoy son ellos quienes brindan por él, en sus noventa años de mundo íntimo construido a pulso de júbilo.
Ni alto, ni bajo, es de tamaño mediano. Ni fuerte, ni débil, su complexión es regular. Lo distinguen un mentón anodino, unos maxilares recios, cuadrados; unos pómulos chinescos; una nariz decididamente socrática; unas cejas sin solución de continuidad; una frente amplia; un pelo que ya poco cuenta; una nuca como despeñadero; la clásica cabeza del andino. Porta en sus actitudes, palabras, ademanes, acentos, el sello definitivo de su tierra. Hoy con paso sereno de estantigua, asendereado caballero, junto al Torbes a sus pies, ve pasar la niebla sobre sus cuarteles, sobre su ciudad, en tanto un cristofué da razón de su soñaje.
De Nación, tímido, perviven, en su alma, rincones de sombra, miedos que no han podido vencer los años. Más retraído que sociable, más apartadizo que contertulio. Un tanto hosco, resulta siempre cordialísimo. Con José Ortega y Gasset, sabe que "todo verdadero poeta nos plagia".
Serio casi siempre, gusta, sin embargo, de ir poniendo una notita, mínima pero certera, de humor en la vida. Sin explicarse ni la maldad, ni la tristeza, en las gentes, así sean las del Ateneo o la mera plaza. La alegría, dice, es el único bien que, repartiéndolo, aumenta siempre.
Carente de compromisos religiosos, pobre en negocios, apenas si se le vio sacando cuentas. Adicto a la justicia, está con los más. Cree, catador de emociones y de gozos, en la belleza. El sueño, el asombro, explican su vida, sus puntos y comas de poeta. La emoción es la razón suprema, capital, de su vida. Le redimen, de pronto, los instantes, con igual eficacia enjubiladora: el trino de un pájaro, la luz del campo después que pasa la lluvia, el sol de los venados, la alta candidez de la nieve, el pueblo prendido a su ladera, una bella mujer que se pierde entre la niebla, el camino que ya nadie transita. La soledad. El humo dormido. El camino viejo. Los pequeños misterios. El cafetal en flor. La ciudad espiritual. Una velada. El bucare encendido. Una hoja seca. Un ave insomne. Un día azul. Todo. Por ello, orgullosamente, proclama: En cuanto a arte, solamente nos mueve la belleza, dondequiera que aparezca. En punto a política, solo nos compromete el hombre, el mismo en todas partes: siempre, como nosotros, eso sí, de cara al porvenir.
Sacamos a Pedro Pablo Paredes a vista de ojos, ponemos en limpio unas cuantas emociones suyas, obedeciendo a su ideal de que la belleza debe ser rescatada. Él se percatará, con toda probabilidad, de estas notas. Enorme tal vez su sorpresa. Si negativa, lo satisfará, cuando menos, lo fieles que somos a su desdén por el énfasis, a su indiferencia por la originalidad. Su ciudad espiritual, su Patria del sueño, de alegre cielo y apacible temple, se llena de silbos y nostalgia debajo de la sien memoriosa. La dulce curva de sus colinas se afina en la niebla de nácar. La emoción nos indica que existimos. De gozo tiembla la comarca en indefinible azulidad. Porque toda dicha verdadera inspira unánime respeto: es amor, enigma, triunfo, plena vida, levantemos un vaso de bon vino por su júbilo, su vida, por la empresa gallardamente cumplida, al pie de la alegría. ¡Ad multos annos!





jueves, 20 de enero de 2011

Larga travesía





Larga travesía
Pablo Mora



Proviene de una despeñadura enloquecida. Insinúa una suave sonrisa divinal. Respira la celeste mirada de su sol. Consume la agónica tristeza de las hojas. Interpreta la silenciosa huracandad del tiempo. Cavila debajo de la noche y la tormenta. Desangra en las cinco parcelas de la Tierra. Navega entre borrasca, grito y alborada. Agoniza en la nieve, en el llanto y en el plato. Cabalga con toda la tristumbre de los montes. Transita en tempestades mundanal miseria. Maldice las horrendas torturas del hermano. Consagra la levadura eterna de los panes. Conoce los pasos permanentes de la sombra. Despliega temores, ramalazos y portentos.
Se agita en el fuego bravío de la mar. Se afinca en la locura en lucha con su pena. Mendiga la lumbre de la gota en el alambre. Quisiera recuperar el curricán perdido. Tritura las indómitas fieras que lo acosan. Renace de entre la podredumbre de la fosa. Se entrega en las redes de un tiempo submarino. Violenta volcánico la luz de otras estrellas. Arremete contra la infancia alada de las rosas. Se enrumba delirante al acecho de otra aurora. Se astilla ante el antiguo malecón del puerto. Desgarra el alma fulgurante de la flor. Se inclina sobre los fogonazos de sus huesos. Se aferra a las entrañas de su viejo pan. Llovizna sobre la polvareda de sus sueños. Desguaza furente el huracán en alta mar. Desgaja las indomables fauces de la sombra. Se eterniza sepultado en la fragua de la guerra. Se esfuma entre las ventanuras del azul. Nos acusa, nos grita y nos reclama.
Uno y diverso, de perfil, sobre sus sombras, acaba el hombre, empieza, palpitando entre su sangre, llega; naciendo, renaciendo, melodía in crescendo, su locura, su fe, sus osadías lo acosan. Poseso de su angustia, el hombre cavila, proyecta; enervante se sostiene, avanza, se defiende; desenfunda la paz contra la guerra. Enarbola los sueños de los árboles, la lluvia seminal de su plantío, el centro genital de su coraje, el canto forestal de sus costumbres. Camina noche, sueño, vida. Amanece en horizonte, desplegado, tendido en la playa de su antigua pena. Frente al largo espesor de su quejido, se reconoce, salta, se levanta; se sorprende, vivifica y lanza, enhiesto, sonreído. Relumbra, se decide, se esperanza. Arde de furia en la trinchera, eleva sus puños mal herido, cuenta salud, aire, olvido, quitándole la cara al miedo.
Dialoga en alto con las horas. Canta, se desborda, multiplica, de nuevo cuenta. A pecho descubierto, ofrece cuerpo, vida, alma y suerte. Aloja su rabia luminosa en las esquinas. Sostiene la mirada de los árboles. Bendice los salmos de las sombras, los imponentes secretos de la niebla, la silenciosa castidad de los cordones, mientras avienta duro el corazón del sueño. Desmenuzando las horas de su vida: luz, sombra, sangre, trigo, repulsión, dulzura. Barco de larga, larga travesía, ola lenta de fuertes resonancias, cabalga el hombre a pelo sobre el mar; el hombre en el Pegaso de la mar cabalga que cabalga las estrellas a caballo en las crines de la mar… “El río es como un viaje para el sueño del hombre / y el hombre es, como el río, un gran dolor en viaje.” (José Ángel Buesa).




Josefa Teresa







Josefa Teresa

Pablo Mora



El limonero henchido de recuerdos de la primera casa perdida entre la fronda. La tristeza de las piedras que hospedaron las recuas de la aldea. La siempreviva, el amor ardiente, los caminos, las veredas. Los borbollones del río crecido en la cintura de los sueños. La calle donde la vida se quebrara en dos, de viaje hacia la nieve. Las locuras mayores de la infancia. Las golondrinas, arrendajos, gonzalitos y turpiales. El primer barquito echado en la quebrada. Las cinco de la tarde, cuando nos guindamos de una estrella. La sopa de frijoles o el picadillo de pescado.
El primer llanto anudado en la garganta. El latido emergiendo del postigo. La lluvia, la floresta, la neblina. La orfandad, la sombra, los zarzales. El fogón tiznado del olvido. Los místicos rebaños. Los riscos, los soles, las madejas, los regresos. El abrazo bañado por la luz del candelabro. La soledad de nuestro sino. La vieja casa, refugio de penas y alegrías. El mundo y sus caprichos. Su caspiroleta, su risa, su sonrisa y coscorrones. Su ceño donde escondía su gracia y su fiereza niña, la infinita lejura, el horizonte. Su celo para que nadie llegara a contagiarnos. Su usted sí es. Váyase a dormir temprano. Mucho cuidado. Que Dios lo bendiga y lo haga bueno. No regrese tan tarde. Córtese ese pelo, esa barba, esos bigotes.
Sus repisas, aderezos y corotos. Sus materos, sus flores, sus almohadas y pañuelos. Sus eternas colchas. La joven pareja estampada en el tendido, sobrecama o cubrecama. Su alma, sus besos, su gracia, su alegría y su tristeza. La hermana de la lumbre en su ternura, desmoronando la angustia de los hombres, manteniendo su pulso en plena llama ante la dura ramazón del odio. Camarada de siempre, jornalera.
La plana primera con que apostabas con el tiempo tus cabellos; la clineja que arropaba tu garganta niña y el aire despeinando el sueño. Tu ternura, tu donaire, tu mirada en lontananza en busca del lucero. El carriel, las zapatillas y la canastica tricolor, multicolor, guindando oronda en tu cintura. La niña que contigo anduvo, el padre que te compró el primer anillo, los tantos besos que te brindó el Sol, las tantas lágrimas que te largó la vida. El niño que te hizo madre, el pobre que apiadó tu gracia, el lirio que alzaste en tu jardín. Josefa Teresa sin que casi los jardines te advirtieran.
El pobre, el alba, el niño, el hambre, el hombre que gime entre la guerra, que muere en el desierto o tirita en la trinchera; que a tientas busca el pan; que roba entre los hombres, que grita Libertad; que tiene hambre, maldice, se ahoga y se arrepiente; respira, se abotona y se santigua. El Hambre, el Hombre… el hombre que te trajo para que conocieras a tu madre por la risa. El niño que estuvo en tu mirada y ahora navega por el mundo vuelto trizas. Entre la noche de la guerra, del hambre y de la muerte, como gota de lluvia deshojada, al pie de un árbol encendido en llanto, la sombra antigua de la madre, desde la lejanía, nos mira, nos aguarda, a las costas de la divina antigüedad nos ata. Entre el trémulo salmo de la aldea, errante, quejumbroso, solitario entre la noche, zigzagueando sombra, vendaval, tras la muda paloma de los lejanos terebintos, largo dolor en viaje confortado, prosigue el hombre a solas con su sombra.





Universidad Liberadora








Universidad Liberadora

Pablo Mora


Frente a los signos de la actual coyuntura nacional y a la luz de las modernas perspectivas educacionales de Aprender a Crear, que suponen la progresiva nacionalización del Poder del Saber —y del saber ético—, hemos de proponemos analizar un Curriculum Integral para la futura Universidad Venezolana, bajo el perfil de una Universidad Creativa, capaz de profundizar en las raíces de su misión y de su visión con una clara conciencia de una Filosofía Educativa que afiance sus principios en la idea de hombre, ciencia y sociedad, al tiempo que responda por la formación del perfil cívico-político profesional de los venezolanos por venir.

La Razón Poética se confronta con la Razón Científica en cuanto un modo de ver el mundo, que abra las compuertas a la sensibilidad, la creación y la vocación individual-organizacional a través de la interdisciplinariedad como vehículo de sinérgica dinámica de convergencia; como Metodología de Acción digna de un proceso de enseñanza-aprendizaje en interomnicomprensividad significativa. A partir de estos postulados se define la Creatividad como razón de ser de la Universidad por venir, en cuanto Principio Educativo por antonomasia. Razón de ser que equivale a una Lectura del Mundo como opción de elección de una Educación Liberadora a la luz del Humanismo Científico Integral, al interior de un Proyecto Histórico Creador en sintonía con nuestra atmósfera cultural.

Trátase de asumir una lectura andragógico-creadora sobre nuestro hábitat, visto como proceso ecológico a partir de la búsqueda de la completitud humano-social; de optar por un profesional capacitado para afrontar los problemas interdisciplinariamente, con clara visión crítico-participativa; apuntando a la gestación de una Nueva Universidad, cuyo rol mayor es el de ser árbitro de los conflictos y perspectivas del desarrollo social venezolano, para afrontar los desafíos del mundo moderno y jugar un papel fundamental en la creación de un estilo integracionista en la Academia latinoamericana mediante la construcción de una verdadera globalidad solidaria.

Trátase de buscar aportes globales significativos capaces de enfrentar las manifestaciones ezquizoides reflejadas en la conducta de la Planificación Nacional y Latinoamericana, desde una clave de lectura donde nuestra complejidad social nos permita una tolerancia positiva, donde cada quien pueda hablar su mejor lenguaje en el más amplio marco, en función de una comprensiva diversidad enriquecedora, delante de la vorágine de las presiones del capitalismo "salvaje" dependiente, donde interdisciplinar, interactuar solidariamente, constituya el mayor alerta de la presente y futura hora nacional-continental.

Ante la avalancha de situaciones inesperadas que aguardan detrás del nuevo milenio; en medio de los críticos avatares socio-político-económicos que la circundan, la Universidad es objeto de interrogantes acerca de si está suministrando eficaz y eficientemente, con éxito, las respuestas que el mundo de hoy le exige. Llamada a la producción de conocimientos, a la comunicación del saber; a propiciar la formación y enriquecimiento de los seres humanos, nuestra Universidad se halla ante un desafío que la obliga a repensar seriamente su misión y responsabilidad.







lunes, 17 de enero de 2011






A

OMAR CONTRERAS

q. e. p. d.

Sabrán que fui de nieves y laderas,

de lagunas y cielos despejados,

de retos, de riberas y hondonadas,

de triunfos, brisas, glorias y esperanzas.

Sabrán que fui de cumbres soñador,

de vientos, portachuelos, lontananzas,

de vuelos, de crepúsculos, de auroras,

de glaciares, de azules y de mares.

Sabrán de mis montañas y mis llanos,

de mis azules sueños victoriosos,

del pabellón de besos amarillos.

Sabrán que fui meciéndome en la luz

hasta que El Chimborazo dio en mis manos

mientras yo me asomaba a sus entrañas.

Pablo Mora

Las Acacias, 17 de enero de 2011




martes, 11 de enero de 2011

La terredad de un pàjaro es su canto





La terredad de un pájaro es su canto...

La terredad de un pájaro es su canto,
lo que en su pecho vuelve al mundo
con los ecos de un coro invisible
desde un bosque ya muerto.
Su terredad es el sueño de encontrarse
en los ausentes,
de repetir hasta el final la melodía
mientras crucen abiertas los aires
sus alas pasajeras,
aunque no sepa a quién le canta
ni por qué,
ni si podrá escucharse en otros algún día
como cada minuto quiso ser:
más inocente.
Desde que nace nada ya lo aparta
de su deber terrestre,
trabaja al sol, procrea, busca sus migas
y es sólo su voz lo que defiende
porque en el tiempo no es un pájaro
sino un rayo en la noche de su especie,
una persecución sin tregua de la vida
para que el canto permanezca.

EUGENIO MONTEJO
Venezuela


lunes, 3 de enero de 2011

Regreso al mar







Regreso al mar


Siempre es el mar donde mejor se quiere,

fue siempre el mar donde mejor te quise;

al amor, como al mar, no hay quien lo alise

ni al mar , como al amor, quien lo modere.


No hay quien como la mar familiarice

ni quien como la ola persevere,

ni el que más diga en lo que vive y muere

nos dice más de lo que el mar nos dice.


Vamos de nuevo al mar; quiero encontrarte

la hora más azul para besarte

y el lugar más allá para quererte,


donde el agua es al par agua y abismo,

en la alta mar, en donde el aire mismo

se da un aire al amor y otro a la muerte.



Andrés Eloy Blanco





domingo, 2 de enero de 2011

Horas nuevas







Horas nuevas


Pablo Mora

¡Oh tiempo, llegado de las grandes praderías! Giras. Nos acabas. Nos estragas. Nos malgastas. No eres el que pasa. No eres el que se va. Somos nosotros los que nos alejamos. Somos nosotros los andantes, nómadas, ermitaños de un alba sin nombre todavía. Eres el silencio que se sienta a escuchar las pomarrosas. El arroyo que escucha el piafar, la turbulencia. La nueva edad, la de las flores distantes de la guerra —estandartes en la fronda—. La del viento que entona su victoria. La del amante dormido junto al mar. La del sol que se duerme sobre el monte. La del grito guerrillero, planetario, jugando por fin y solamente a la palabra. La de la montaña que ha de libertarnos. La del alma despojada de odios para que la vida sea siempre mañana.¡Oh tiempo, cósmico movimiento, según el antes y el después! ¡Imagen móvil de la eternidad! ¡Orden de las sucesiones! ¡Devenir! ¡Invención! ¡Creación! El de crear, el de crecer, el de engendrar. ¡Oh tiempo, el de las grandes galerías! Pasado el huracán, el torbellino, el desespero, torna, apacible, el rostro de las aguas. La tierra muda de corteza. Salvaje, nómada, la lluvia vuelve a sus trigales. Y el tiempo silba a ras de vida, a ras de suelo, a ras de huerta, a ras de siglo. En el perfil del siglo medita la esperanza o la espesura.¡Oh tiempo inmensurable, benignas sean las horas nuevas! Benigno el campo, los hogares. Benignos los arados. Benigno el pan multiplicado en paz y en libertad. Benigna la sierra, la arboleda. Un pueblo hambriento confía en tus pasos. Es tiempo de escribir con mayúscula el amor. Es tiempo de que el prado sea más verde. De que aminore el mal, el miedo, la prisión. De que en medio del océano resplandezca Paz. De que aparezca otra ley, otro campo, otra ciudad. Otro pueblo, otro trabajo, otra razón. Otro palacio, vida y dignidad.“¡Oh tiempo, llegado de las grandes herejías!”. ¡Oh formas de la noche intemporales! ¡Oh ausencias insepultas! ¡Oh distancias! ¡Paso del tiempo. Paso de las cosas! ¡Paso del hombre a solas con su sombra! ¡Oh tiempo, no absoluto, atado al cambio, al movimiento! Somos “un fue, y un será y un es cansado”. ¡Oh tiempo planetario, cósmico, secular, eterno, danos tiempo para el tiempo. Senos mensurable, cómplice, propicio, camarada, salvador!Inmensa nuestra noche. Nuestra vigilia, inmensa. Nuestra huida de la muerte. Nuestro asombro o noche sepulcral. Donde tanto fue diezmado, desguazado, consumido, arrebatado. ¡Salva, Oh tiempo, nuestra Paz! ¡Aconseja nuestro viaje, nuestro adiós! ¡Oh tiempo, tú que huyes, talas, rompes, tú que estragas, acabas y malgastas, danos tiempo, tiempo simplemente, para buscarle tiempos a los tiempos, para ponerle trampas a la muerte.Vivos todavía. Bajo el granado trigal de la noche insomne, rumorosa de viento alto y de luceros. Bajo la sombra de la noche, mensajera de misterios. Cabe la lumbre de un amanecer repleto de luciérnagas. Vivos todavía en enero. Al compás de un mismo sueño. Dispuestos a alcanzar el horizonte. Desde estas alboradas soñolientas. Desde el relente de este portachuelo. Vivos bajo el caudal enloquecido.

pablumbre@hotmail.com