sábado, 30 de enero de 2010

DE ALA HERIDA








De ala herida
quedó la azuleja
a ras de rama
a ras de tierra
sin viento para el vuelo
sin vuelo para la vida
a ras de todo
a ras de nada
Disparo de escopeta
de cazador furtivo
en busca de presa
mayor
cascajo sobre
la pluma inerme
guijarro
en honda de niño
que no conoció sonrisas
Herida de ala
cayó la azuleja
sobre un pasto azul
que no será cielo
bajo el agujero
que dejó la chicharra
para remontar
su canto
en el pozo hondo
donde se cuajan
los suspiros
De ala herida
quedó la azuleja
de tanto querer treparse
en las palabras
los aleros
los acantilados
ascendiendo por pie de montes
hasta donde el hilo
de agua retoña en río
hasta el paisaje astral
de un tiempo
que aún no ha sido
Herida de ala
la azuleja
se posó en el interior
de una pomarrosa
a dialogar sobre el norte
a dinamitar los geranios
a pedirle al tucusito
que con su pico
deshilvane el metal
que tira la pluma
le quiebra el alba
le duerme los sueños
De ala herida
la azuleja
hizo del horizonte
una escalera sin peldaños
un ventana cerrada
un tiempo sin hazañas
Reposa la azuleja
en hora de estruendo
y aguarda y seguirá
aguardando
una hora de convites
de jazmines florecidos
de mesa esparcida
de humanidad azulejada
en vuelo colectivo
hacia el centro del alma
Entonces de ala volandera
vestirá de nuevo
su traje azul
de verde pasto
de encendida crineja
iridiscente
para remontarse
a las ramas más altas
a cantar la canción
del amanecer del hombre

ms / 2003




jueves, 28 de enero de 2010

César Girón





César Girón

Bravíamente con su suerte al hombro,
fundiendo arrestos, desafiando soles,
larga su recital de naturales,
toro, César, torero en torería.

Sol en la plaza de manzana y oro,
encandilaba ruedo, traje, lance,
y paraba y templaba y mandaba,
arena, sombra, casta y señorío.

César Girón, girando en girondina,
titán entre titanes, torerazo,
gira que gira, eterna faenaza.

Con remate de pecho escalofriante,
en natural largueza interminable,
duerme con su estocada entre la gloria.


Pablo Mora




Arena tras arena




Arena tras arena


Arena tras arena por la vida,
polvo entre polvo, polvo en el camino,
jugándole a la gloria su destino,
hombre y torero, pulsan la embestida.

Asisten a la feria de la vida
de nazareno y oro clandestino,
ofreciendo al astado peregrino
la furia de su dulce bienvenida.

Hombro, toro y torero, banderillas
en el lomo crispado de la tarde
arrancan a la estrella maravillas.

Sin reposo, sin prisa, sin alarde,
morlacos, nazarenos, de rodillas,
floridos, apamates, soles, tarde.


Pablo Mora


Poesía comprometida




Poesía comprometida
Pablo Mora

La camarada argentina Cristina Castello, escritora, periodista, comprometida contra las injusticias sociales y políticas y, sobre todo, enamorada de la literatura, sostenía en reciente entrevista: “La poesía es la revolución de Dios. Es un compromiso con la vida. Es reveladora y develadora. Es un secreto que se hace camino en un mundo brutal, para abrir mentes y corazones. La escritura toda es revolucionaria, cuando es literatura y no vacío, porque es resistencia y es persistencia de auroras; es conciencia crítica para el mundo, motor para la imaginación y expansión del espíritu. Es un arma. Para el bien y la libertad, y tiene poder para transformar el mundo. Por eso tantos poetas azules padecieron y fueron asesinados en campos de concentración; porque la poesía como todas las manifestaciones del arte verdadero, es muy peligrosa para el Poder. El Poder quiere esclavos y el arte es un horizonte definitivo de libertad.” Al respecto, David Ferranti nos recuerda a John Kennedy, quien al aludir a cierta analogía entre la poesía y el poder elaborada por el poeta Robert Frost, sostiene: "Cuando el poder conduce al hombre hacia la arrogancia, la poesía le recuerda sus limitaciones. Cuando el poder empequeñece los intereses del hombre, la poesía le recuerda la riqueza y la diversidad de su existencia. Cuando el poder corrompe, la poesía limpia. El artista que es fiel a su visión personal de la realidad se convierte en el campeón ultimo de lo individual y de la sensibilidad contra una sociedad opresiva y un estado interventor".

La poesía es un viaje hacia adentro, una interioridad, una manera de conocimiento. Intento por encontrar lo verdadero y la medida del amor hacia la humanidad. Una ventana hacia el germen de la protesta y del silencio. Una ventana a la plenitud. Sed eterna. La poesía “es” —Castello dixit—. Insaciable sed. Supone un estado de alerta, de vigilia, de anhelo, de disponibilidad. Una promesa. No se trata de que el poder use a los hombres o los hombres usen el poder, sino que quienes usan el lenguaje, la palabra escrita —la poesía— se constituyan, se transformen en la fuerza que salva al poder de sí mismo, en salvadores del poder, máxime en caso de que el poder corrompa. Recordando la diversidad de la existencia, denunciando la corrupción, limpiándola, exigiéndole al poder el cumplimiento de su misión al servicio de sus ciudadanos.

La poesía ha de estar en función del hombre. Se realiza al realizar al hombre. Podría escribirse para ángeles, planetas, pero no se reflejaría el acto humano, la misión del hombre. La poesía es y debe darse entre humanos. Es comunicar de modo tal que la palabra se devuelva sin casi darnos cuenta. La poesía es para sentirla. Debe estar al servicio de la vida, cargada de la trashumancia humana. La poesía, de mano con el hombre, debe estar: en los embates, chaparrones, vendavales, en las horas procelosas, entre la angustia y la esperanza, tras la albada que nos lleve al día. De resto no tendría forma, función trascendental sino meramente existencial.

Poesía de la experiencia, comprometida —littérature engagée—, de la conciencia, de nuevo compromiso, de mirada colectiva, en resistencia, la poesía ha de convocar una mayor presencia del hecho social, ha de hablarnos de nuestra vida, nombrando nuestra realidad, hasta sernos útil. La poesía cumple la misma función social que todo arte, en la medida en que el artista es un ser social, que parte de un medio dado y se dirige a él; por abstracto que sea un arte, jamás podrá hacer referencia a otra cosa que no sea la problemática del hombre. Igual, la conciencia social del poeta relaciónase con los conflictos de un sistema político y no con la poesía como oficio artístico. El poeta, aún el más comprometido socialmente, prepara la conciencia de solución, mas no la solución misma, porque el hecho poético no es el hecho sociológico. (Helena Sassone).




domingo, 24 de enero de 2010

Ángeles con cuernos






Ángeles con cuernos
Pablo Mora

Los toros son ángeles que llevan cuernos.

Pablo Picasso

Jugándole al destino dados tiernos, se desboca la furia por la herida, se encabrita la sangre en la embestida frente a las luces de los claros ternos. En lidia plenamente sempiternos, réplica batallante de esta vida, huracanes de sangre en la corrida, ellos son ángeles que llevan cuernos. Ángel ante la vida, al sol se aferra, hasta que llega un día que lo nombra pasatiempo del hombre que lo encierra. Y nada de la noche los asombra, ángeles en el cielo y en la tierra, hermanos de los hombres y su sombra.

Jugándole el destino al dado eterno, voy como el toro hacia la muerte a ciegas, la barca en la que tú también navegas, removiendo las ascuas de este averno. Por culpa del pecado sempiterno, vas entre llamas donde siempre llegas al borde del abismo en que despliegas las luces con que afrontas tanto invierno. Vamos los dos de frente hacia la tumba, gemelos en la vida que retumba, cuando el látigo llama en la mañana. Vamos derecho hacia el final a tientas a pesar de la vida en que revientas, de manos de la muerte soberana.

Como el toro me crezco en el castigo, con la pena escondida en el costado, el grito en el capote iluminado y la alegría abierta en el postigo. Como el toro en la vida sólo sigo la esperanza del hombre enamorado, la furia del amor desgaritado y esta ilusión en llanto que persigo. Como el toro me voy a la corrida, jugándole a la muerte mi montera, huyéndole a los monstruos de esta vida. Como el toro en la tarde pasajera espero el huracán de la caída, como el toro me voy a otra ribera.

Bravíamente con su suerte al hombro, fundiendo arrestos, desafiando soles, larga su recital de naturales, toro, César, torero en torería. Sol en la plaza de manzana y oro, encandilaba ruedo, traje, lance, y paraba y templaba y mandaba, arena, sombra, casta y señorío. César Girón, girando en girondina, titán entre titanes, torerazo, gira que gira, eterna faenaza. Con remate de pecho escalofriante, en natural largueza interminable, duerme con su estocada entre la gloria.

Por la puerta de arrastre que me espera entré esta noche con mi propia vida, entré seguro en portentosa lidia, seguro de esta puerta y su quejido. Por la puerta de arrastre me convido a la lucha del hombre, a su corrida, a la vida que a tientas me sostiene entre tercios y pases justifieros. Por la puerta de arrastre me sostengo junto a mi sombra y mi fugaz latido, junto al velón, junto al feliz lucero. Por la puerta de arrastre alguna noche saldrá la sombra de mi propia sombra, la que se irá al final será la vida.

Mientras haya alguien por la noche insomne, siendo el insomne el delirio, siendo la noche la insomne. Mientras haya alguien, diestro, toro, ruedo, una capa, una muleta, un capote, un burladero. Mientras haya dos hacia el final a tientas, dos de frente hacia la tumba, dos hacia la muerte a ciegas. Mientras haya pena limpia, negra y sola, hermana de sueño ajeno, bajo el piafar de las horas. Mientras haya embestidas de la guerra, lirio crecido en castigo, madrugadas nazarenas. Mientras haya lo que hubo ayer, lo que hay, lo que venga.




domingo, 17 de enero de 2010

ensayo






ensayo

continuas

eternidades





pablo mora



viernes, 8 de enero de 2010

Apostemos a la poesía


Apostemos a la poesía
Pablo Mora


Cuando algún turpial no encuentre hijo o alguna alondra no halle nido. Cuando penda la raíz de algún árbol. Cuando en procesión vaya un manojo de hongos por el bosque. Cuando comience a llenarse de pájaros el sueño. Ante el supremo aplauso de los pájaros. Cuando algún mendigo el pan envidie. Cuando nadie quiera al perro o al gato de la casa. Cuando tengamos que mirar de frente a Dios. Cada vez que la patria a misa llame. Cuando se cubra de niebla la pobreza. Cuando haya que velar la mochila sudorosa. Mientras el dado esté de nuestra parte. Cuando pase el tiempo a ras de piel. Al oír las pisadas de los días. El sonido de la tarde o de la noche. El sonido forestal del mundo. La desbotonadura de la rosa. Al subir al horizonte. Al partir en trozos el silencio.
Cuando queramos encontrarnos con los ojos del primer lucero. O dar -engrifados, por supuesto- con la línea aquella que delate nuestro insomne garabato. Cuando un libro se acuerde de nosotros. Apostemos a la poesía, al amor, a la rosa, a la vigilia. Apostemos a la lluvia, a la sombra y al silencio. Apostemos a la inocencia de la rosa. Al hombre, a la palabra y a la vida. Apostemos al sueño y al regreso. Al juego, al abrazo y a la danza. Al mar, a la ternura y a la risa. Al regreso apostemos sobre todo. A la revancha. A la esperanza desnuda. A la belleza que se expande. Al orgasmo del mundo, al que hace cauce en las vertientes locas. A la noche en que juntamos orgasmo con orgasmo. A la luna que recuerde la miel de nuestra sombra.
No se vive una sola vez. Estamos aquí para vivir en voz alta. ¡Si alguna vez te vieras en la rosa! ¡Si el universo entre la rosa viéramos! ¡Si el universo vieras... tal vez te entenderías! Olvidado del tiempo y de su ropa, viene y va el hombre, insomne y asombrado. Los árboles lo miran —el sol, la sombra— fruto no más del árbol. Lo más del hombre, el asombro. De asombro en asombro, se encuentra con su sombra insomne. Camino de la nueva aurora, halando al mundo. Tendrá tiempo de llegar a ser un hombre. Luego, no habrá más qué hacer. Tal vez a Dios con sus modales o resabios.
Sabe que bajo un paraguas toda brisa cabe; todos los zapatos de la lluvia. El problema radica en la sonrisa. Importante saber en qué parte estamos, dónde fuimos, suspiramos o estuvimos. Y entender muy bien al mar, al hombre, a la palabra y a la vida. Al sol, mejor a la palabra, quererla al alimón, a montones, a secas, a morir. A diestra y siniestra, a brazo partido, a paso largo. A cielo abierto, a cada rato, hasta las cejas. El asunto es acompañar la vida. A sol y sombra, donde sea preciso. Estar donde la vida misma quiso: al lado de la vida de por vida. Oír el amanecer. Oírle. Ir al amanecer. Amanecer, oír, nacer.



martes, 5 de enero de 2010

Poiesología






Poiesología
Pablo Mora propone la instauración de una nueva disciplina que venga a cubrir los vacíos en el estudio de la razón poética: la poiesología, “estudiaría los signos de la creatividad y las leyes que la regulan en relación con la naturaleza, el hombre y el arte; al interior de la ciencia, la técnica y la tecnología”.
Marcos Taracido 13/03/2002 Artículos Poesía