domingo, 29 de abril de 2012

Hay Pablo Mora
In memoriam: José Saramago Hay un retrato de agua y de quebranto palabras de entre casa y las de cambio un juntar de palabras escondido una cuerda más tensa y resonante la amenaza de muerte o de esperanza hay sombras y luciérnagas hay vida ese olor de mujer que nos persigue o ese clamor de patria que nos reta o con el alma de la patria en ascuas una vena sangrando de pavor la nocturna memoria sofocada el murmullo del día amanecido la jaula de locura enfurecida hay mentiras de más y compromisos la vida inesperada descubierta la promesa escondida en la semilla aguas blancas secretas reunidas lo amargo de las sombras y las penas Hay el grito solar como protesta el infierno el martirio de los hombres un río una promesa el mar dormido un juego de demencia una ventana el íntimo rumor que abre las rosas el camino del perro su pupila señales de estar vivo y en peligro la noche y su recado a la intemperie altos troncos y en lo alto el claro canto la palabra y el llanto y sus hogueras el mar su llamarada sus confines grandes secretos todos escondidos hay un terror de manos en el alba un rechinar de puerta una sospecha un grito que horada como una espada un ojo desorbitado que te espía hay un fragor de fin y de derrumbe un enfermo que rompe una receta hay un niño que llora medio ahogado hay un juramento que nadie acepta una esquina que salta en emboscada un trazo negro un brazo que repele un resto de comida masticada una mujer atada que se acuesta Hay flores que navegan en azul hay la antigua memoria de las aguas un árbol que conozco de memoria hay un hombre velando desatado hay una noche insomne rebelada la lumbre del asombro al descubierto el fondo más lejano de los vasos hay un viento que danza hay una calle un cielo hay unos árboles en fila hay una soledad ciertos recuerdos hay una atmósfera de hollín cargada de asombro de pavor de escarapela hay un viento que danza enloquecido hay un reloj de tiempo detenido hay un reloj paralizado ahora una calle un rencor hay alguien solo hay hambre junta en oleada atroz hay hambre antigua nueva y a montones la miseria el luto otra vez el hambre al hombre lo cobija el hambre antigua en el umbral del tiempo se acurruca sólo comemos soledad y pena seguimos con el hambre todavía en el ruedo del hambre y de la guerra se agiganta la sombra de la muerte la lluvia Dios el hombre tienen hambre Hay un paso dos muros escondidos hay un batir de remo acompasado el silencio que ahoga y amordaza de pie la cuerda tensa del orgasmo la sombra de la muerte que reúne el peso de la noche y el gemido el reverso del trono el rudimento la promesa dormida en la semilla hay el grito solar como protesta el grito la amenaza el perro malo la pena del silencio el sinsentido hay un terror de manos en el alba el aullido del pan acá en la puerta la pólvora y el pueblo y la palabra hay la esquina del tiempo que resurge el destino del hombre su sollozo hay un pobre que llora en el barranco un niño que entre lluvias llanto apaña hay un dolor de huecos por el aire hay una luna canjeada en muerte —miserable torpeza de la noche— hay divinos almácigos en guardia hay un hombre que lucha con su hambre hay mil pruebas mortales que vencer hay que amar con horror para salvarse ¡Hay hermanos muchísimo qué hacer! (PSA). pablumbre@hotmail.com

viernes, 27 de abril de 2012

Catorce lustros Pablo Mora
A catorce lustros de luz, cargo entre mis ojos el primer reverbero, todavía azulando mis insomnios. También el corredor desde donde veía pasar las recuas camino a las haciendas. El camino real donde, pajarito entumecido, escondía mis nervios mientras pasaba el toro desgaritado hacia el matadero. La rueda con que acortaba el tiempo en los mandados. El animalito que espanté en alguna de mis veredas. El tremendo susto cuando salí corriendo por las calles de mi pueblo, creyendo haber contraído enfermedad mortal. El atrio de la Iglesia donde barajaba mi destino entre milicia o sacerdocio. La tarde en que cogí camino con mi madre para nunca más tornar a casa apenas a los doce años. Las locuras, letanías y latines del Seminario. La monjita española que lucía tanto camino del altar. La noche en que me sugirieron colgar los hábitos por muy enamorado. Los doce años bajo el mismo techo descubriéndole a la sombra su abecedario. El Martes Santo, por la Calle 4, cuando de tarde me fui en busca del amor y me encontré el Monumento de la Francia. La estela vespertina, cuando dejé a mi novia y a mi madre camino del mar para alcanzar la nieve. Los dos años en el Alpe, allá en Turín, templándole la cuerda a la esperanza. El grito del Mayo Francés 68 junto a mi puerta. Los dos años nevados en Monza. El encuentro con Teresa de Jesús, haciendo el amor con Dios —o a Dios— gracias a Bernini. María quinceañera, Virgen, haciendo el amor con Jesús —o a Jesús— a los ojos de la tarde, gracias al piadoso Miguel Ángel. Giulio Girardi queriendo encuadrar a creyentes y no creyentes desde una y otra fábrica, haciendo brotar la fe de la praxis revolucionaria. Ernesto, el Che, desfilando como Pedro por su casa en calles italianas. Fidel, “el que encendió la historia y se lanzó de cabeza contra el dolor contra la muerte”. Simón, el tal Bolívar, un nudo más en el alambre de la historia. El burundés, enseñándome que el campo es el rey. El camerunés, que el campo no es de uno solo y el gol, de todos. Un junio sentí pasar el tiempo a ras de piel. Otro día oí que sollozaba mi lamento. Fui amaneciendo en muchos puertos. Lejos de los bajeles de la infancia. En medio de hojarascas y desiertos. Cerca de la tristeza trashumante. Bajo un trémulo sol de cafetales. Oí amanecer el Mediterráneo. Vi gatear al Sol sobre las aguas. Supe de maldad, locura y mezquindad humanas. Con pavor, por cinco lustros, entré y salí de muchas aulas, donde el canibalismo torpedeaba a cada instante; donde incertidumbre, inseguridad, desconcierto, apremio, sumisión, a sus anchas galopaban. Tan sólo en un gracioso, apacible bosque mis morrales, mis versos, escondí por un par de años. Libre ya de ataduras, de horarios, presiones y prisiones, conmigo voy arreando sueños, horas, “pasando el tiempo a la orilla del mundo”. La aldea sigue guindando en mi conciencia como la música del Alpe en mi nochura. Las notas del camino persiguiendo asombros. El amor acurrucado estruja el mediodía que falta. La lluvia sabe mi tristeza. La muerte no ha inventado nada. Sólo marcha la guerra por los lados. Un vaivén de enredos sepulta la victoria. La guerra agazapada reta la esperanza. En grito eterno el hombre implora Paz tras los pálidos ojos de los dioses. Sigo en abril, seguro de que existo. En Sombra Antigua. En Sangre Zurcida. Limito por el norte con mi madre. Por el sur con la luz de mis luceros. Por el oriente azul con mi mujer. Por el oeste con el mundo entero. Y no he podido limitar conmigo. Sólo sé que en cinco formas verbales cabe el trajín del hombre sobre tierra: hundirse, hurgarse, ser, sentirse, serse... más eso de los meses y aquello que regresa de los años. pablumbre@hotmail.com
Catorce lustros
Pablo Mora A doce lustros de luz, cargo entre mis ojos el primer reverbero, todavía azulando mis insomnios. También el corredor desde donde veía pasar las recuas camino a las haciendas. El camino real donde, pajarito entumecido, escondía mis nervios mientras pasaba el toro desgaritado hacia el matadero. La rueda con que acortaba el tiempo en los mandados. El animalito que espanté en alguna de mis veredas. El tremendo susto cuando salí corriendo por las calles de mi pueblo, creyendo haber contraído enfermedad mortal. El atrio de la Iglesia donde barajaba mi destino entre milicia o sacerdocio. La tarde en que cogí camino con mi madre para nunca más tornar a casa apenas a los doce años. Las locuras, letanías y latines del Seminario. La monjita española que lucía tanto camino del altar. La noche en que me sugirieron colgar los hábitos por muy enamorado. Los doce años bajo el mismo techo descubriéndole a la sombra su abecedario. El Martes Santo, por la Calle 4, cuando de tarde me fui en busca del amor y me encontré el Monumento de la Francia. La estela vespertina, cuando dejé a mi novia y a mi madre camino del mar para alcanzar la nieve. Los dos años en el Alpe, allá en Turín, templándole la cuerda a la esperanza. El grito del Mayo Francés 68 junto a mi puerta. Los dos años nevados en Monza. El encuentro con Teresa de Jesús, haciendo el amor con Dios —o a Dios— gracias a Bernini. María quinceañera, Virgen, haciendo el amor con Jesús —o a Jesús— a los ojos de la tarde, gracias al piadoso Miguel Ángel. Giulio Girardi queriendo encuadrar a creyentes y no creyentes desde una y otra fábrica, haciendo brotar la fe de la praxis revolucionaria. Ernesto, el Che, desfilando como Pedro por su casa en calles italianas. Fidel, “el que encendió la historia y se lanzó de cabeza contra el dolor contra la muerte”. Simón, el tal Bolívar, un nudo más en el alambre de la historia. El burundés, enseñándome que el campo es el rey. El camerunés, que el campo no es de uno solo y el gol, de todos. Un junio sentí pasar el tiempo a ras de piel. Otro día oí que sollozaba mi lamento. Fui amaneciendo en muchos puertos. Lejos de los bajeles de la infancia. En medio de hojarascas y desiertos. Cerca de la tristeza trashumante. Bajo un trémulo sol de cafetales. Oí amanecer el Mediterráneo. Vi gatear al Sol sobre las aguas. Supe de maldad, locura y mezquindad humanas. Con pavor, por cinco lustros, entré y salí de muchas aulas, donde el canibalismo torpedeaba a cada instante; donde incertidumbre, inseguridad, desconcierto, apremio, sumisión, a sus anchas galopaban. Tan sólo en un gracioso, apacible bosque mis morrales, mis versos, escondí por un par de años. Libre ya de ataduras, de horarios, presiones y prisiones, conmigo voy arreando sueños, horas, “pasando el tiempo a la orilla del mundo”. La aldea sigue guindando en mi conciencia como la música del Alpe en mi nochura. Las notas del camino persiguiendo asombros. El amor acurrucado estruja el mediodía que falta. La lluvia sabe mi tristeza. La muerte no ha inventado nada. Sólo marcha la guerra por los lados. Un vaivén de enredos sepulta la victoria. La guerra agazapada reta la esperanza. En grito eterno el hombre implora Paz tras los pálidos ojos de los dioses. Sigo en abril, seguro de que existo. En Sombra Antigua. En Sangre Zurcida. Limito por el norte con mi madre. Por el sur con la luz de mis luceros. Por el oriente azul con mi mujer. Por el oeste con el mundo entero. Y no he podido limitar conmigo. Sólo sé que en cinco formas verbales cabe el trajín del hombre sobre tierra: hundirse, hurgarse, ser, sentirse, serse... más eso de los meses y aquello que regresa de los años. pablumbre@hotmail.com pablumbre@hotmail.com
ensayo continuas eternidades P. M.
Abrilerías Pablo Mora Vivos todavía bajo el granado trigal de la noche insomne rumorosa de viento alto y de luceros Aire de abril para mi luz andina para mi cafetal para mi aldea florida de tristeza y conticinio de soledad de musgo y de vereda Abril amor para el tejado azul para el zaguán también adormecido de esperar tu presencia azul marina y las fugas de amor en primavera Desde niño anhelaba tu color el de mi cerro y mi colina azul cabalgando risueño por el cielo Aire de abril amor para la lluvia trenzada de neblina aquí en mi aldea Abril por fin para nacer contigo Voy en abril, seguro de que existo desde que un viento largo allá en mi aldea —sin saber la colina de mi sombra— dejó mi sueño andando por la vida Creo en abril en su reinado eterno en su ancho pedestal de sombra verde en la audacia taurina de su cielo en su leve y dulcífera armonía Abril contigo va mi corazón mi sueño mi dolor y mi tardanza contigo abril me alcanzará la aurora cuando lejano ya de aquella aldea te encuentre abril en plena primavera durmiendo el corazón a alguna rosa Me moriré en abril con aguacero un día que la lluvia ya recuerda aunque nunca escuchemos las campanas irán aquella tarde a nuestro entierro Seguro un viernes como es hoy de abril un día de este siglo que amanece seguramente un día a la intemperie o sábado o domingo un día de estos Pablo ha muerto dirán las pomarrosas la aldea lo sabrá sus cafetales el limonero y el amor ardiente También los cangilones y Vallejo almácigos insomnios aspavientos la soledad la lluvia los caminos... Cierto no hablan nunca de muerte las pomarrosas Ni los aguaceros de abril cobijan ausencias En primavera los jueves tienen sabor a miércoles Y los cafetales los limoneros los inventarios y los insomnios no son otra cosa que rituales en los que la vida borda sus más hermosos designios Si algún día hemos de marcharnos se irá nuestra sombra no el rayo solar que se posa en el corazón de las rosas Y los paisajes lejos de entristecerse sonreirán para darnos la bienvenida al solar de su reino florecido Lo dice el abril que nos pertenece “En abril la tarde tiene sabor a gajitos de agua escribiendo su canto sobre los aleros. En abril las pomarrosas deletrean sobre los árboles gajitos de eternidad las chicharras con su silbo iluminan el largo túnel de donde vienen los sapitos dibujan sobre los charcos una infinita canción de amor las siemprevivas se encienden como linternitas de la mañana los caminitos de agua hacen alianza con los guijarros para escribir un diálogo con el río las arbolas se ponen su floreado traje de primavera para transmutar los inviernos en el verde infinito de la vida que no cesa… abril es el andén solar donde la lluvia fabrica arco iris las hojas se orillan en las ramas las semillas consagran su travesía hacia el azucarado confite de las frutas tiempo azul de azulejos territorio en vuelo de mariposas almácigo de sepias y jazmín quien arriba al continente de la vida desde sus abrilerías queda poblado por siempre entre sus hierbas aromado de amanecer y eternidad” (Mery Sananes).

miércoles, 25 de abril de 2012

rayo Cuando en verdad comiencen nuestras sombras no habrá tiempo para montar un terremoto sobre un rayo de luna pablo mora
Orilla
El portamonedas la cartera la banca apenas inventados perpetuaron la esclavitud en el mundo - entre los hombres digo – ¡Eso sí es vedad! El banquero sentado sobre su sueño rompe la silla de los atardeceres Sólo la hierba nos hará soñar la fuente de los sueños de la luz Apacentarse ir correr tras el viento acaso tiempo fuego resplandor el paso de un celaje nuestra vida La noche no comprende el rugido de la soledad Vivimos a la sombra de una orilla Detrás de una tarde puede estar esperándonos la muerte Pablo Mora
AL ALIMON Pedro Salinas - Pablo Mora Mientras haya en el mundo alguna puerta, una gota en el alambre o una lágrima en la estrella. Mientras haya alguna ventana abierta, ojos que vuelven del sueño, otra mañana que empieza. Mientras haya mar con olas trajineras, trajinando en alegrías, llevándolas o trayéndolas. Mientras haya un hombre asomado al tiempo, en orfandad encendido, alejándose y viniendo. Mientras haya lino para la hilandera, árboles que se aventuren y vientos para la vela. Mientras haya bosques que sueñen en árboles, cielos en sueño hombrecitos y amores en los amores. Mientras haya tanta fronda en la alameda, tanto pájaro en las ramas, tanto canto en la oropéndola. Mientras haya un colibrí mañanero, un suspiro, un alarido, un relámpago, un acecho. Mientras haya un mediodía que acepta alegremente su sino de ser la tarde que llega. Mientras haya un par de versos descalzos tras una luna desnuda al pie de un sol de venados. Mientras haya jazmines, claveles, rosas, que se marchen al ocaso y regresen a la aurora. Mientras haya polvo, barricada, fuego, turpiales de medio luto y soldados por el suelo. Mientras haya una mirada serena, un día que se va yendo y un recuerdo que se queda. Mientras haya celadas contra la muerte, delfines surcando el mar o un niño que el hambre lleve. Mientras haya lances, clarines, laureles, timbales y clarinadas, monteras sorteando muertes. Mientras haya pasos y pasos que dejan tan seguros como en mármol en la memoria sus huellas. Mientras haya trajes de luces, de seda, jardines en las vocales y gritos entre las piedras. Mientras haya amor, y amor que le quiera, vida que pide más vida o algún poema que vela. Mientras haya esperanzas y recuerdos, alguien buscando imposibles, enigmas bajo el misterio. Mientras haya en el mundo primavera, una nube que se va y un arrebol que se encienda. Mientras haya soles que al mundo lo alienten, trajines para el ensueño y amores para quien quiere. Mientras haya la querencia del poema, unos versos que amanecen, muchas palabras que esperan. Mientras haya un camino, una faena, un mugido, una luciérnaga, una palabra, una espera. Mientras haya memoria que le convenza a esta tarde que se muere e que nunca estará muerta. Mientras haya trasluces en las tinieblas, claridades en secreto, noches que lo son apenas. Mientras haya susurros por las estrellas, atardecer que pregunta, anochecer que contesta. Mientras haya tantas palabras que esperan, invenciones, clareando, amanecer de poema. Mientras haya alguien por la noche insomne, siendo el insomne el delirio, siendo la noche la insomne. Mientras haya alguien, diestro, toro, ruedo, una capa, una muleta, un capote, un burladero. Mientras haya un bramido, un rejoneo, lidia, muletazo, vara, algo nada más que siendo. Mientras haya ángeles que lleven cuernos, volcanes, rayos, tormentas, soles que afilen destellos. Mientras haya un camino para el tiempo, una lumbre para el hombre, una cuna para el viento. Mientras haya una brizna a todo ruedo, una arena a sol y sombra, un indulto en el pañuelo. Mientras haya sombras, sombras inventoras, penumbras en las barreras que hacen y deshacen formas. Mientras haya un Camborio, bien gitano, juego de sombra y arena, bajo una luna soñando. Mientras haya dos hacia el final a tientas, dos de frente hacia la tumba, dos hacia la muerte a ciegas. Mientras haya pena limpia, negra y sola, hermana de sueño ajeno, bajo el piafar de las horas. Mientras haya embestidas de la guerra, lirio crecido en castigo, madrugadas nazarenas. Mientras haya Albricias, Aldebaranes y Arturos para elevar Altaires en los mares. Mientras haya al alimón en corridas, al alimón con la noche, al alimón con la vida. Mientras haya alguien nada más que yendo al alimón, al quiebro, al cuarteo. Mientras haya lo que hubo ayer, lo que hay hoy, lo que venga. Pedro Salinas - Pablo Mora

MARIELENA - Pablo Mora

Marielena es una india con un lunar más grande que la luna Marielena es luna llena A Marielena la descubrí a media noche en la espesura con estos ojos que no eran míos Marielena es una yegua descalza entre la espuma Tiene palmas tiene lunas Me recuerda el nombre de la noche de la copa de los vinos de la América Marielena se levanta a la hora de los vientos en medio de mis ojos Marielena se agiganta se recuesta se acurruca cada noche en los rastrojos de mi alma Marielena puede ser la noche puede ser la muerte puede ser la calle puede ser el sueño puede ser la estrella Marielena no tiene ausencia no tiene casa no tiene nada no tiene raza En este instante huele a Marielena Marielena el universo Marielena casi yo y yo casi Marielena Marielena mi garganta mi ronquera lo que ha sido lo que era Marielena casi gruta casi era todo y nada dulce entrega Marielena fuiste mía fuiste pura fuiste huella Marielena en esta grada siempre sube siempre baja siempre sabe siempre nada Marielena Marielena cada noche cada cuadra cada pena cada nada cada rato cada plaza ¿Marielena? ¿Marielena? ¿Marielena dónde estabas? ¿Marielena tu cobija? ¿Marielena tu mirada? Marielena amor ardiente siempreviva margarita madrugada Marielena silla y cuero pasto y barro la que escucha lo que canto Marielena es una máscara una adivinanza casi todo toda ella Marielena solitaria casi llena casi nada siembra toda Marielena este vaso esta plaza cuesta arriba nunca baja Marielena es este bote rema y rema Marielena una cualquiera Marielena capitana de este sueño y este barco de hojalata Marielena chubasco lluvia seca sol mojado primavera Marielena crudo invierno dura espera allá a lo lejos en mi vera Marielena es este César este Pablo este pasto esta estera Marielena esta angustia esta arena este trago esta pena Marielena es esta tarde Esta tarde es Marielena Esta tarde es esta tarde Marielena es Marielena Marielena es lo que quiero Marielena es lo que quieras Marielena es un pedazo Marielena es Marielena Marielena es lo que grita Marielena polvo y agua Marielena la que ensancha el cielo de su enagua Marielena no es la india no es la luna Marielena es una niña simple espuma Marielena es un descubrimiento una mina un invento una puta una diosa vagabunda Marielena está durmiendo está soñando está creando Marielena está marielenando Marielena es tuya mía nuestra Marielena tarde y siempre Marielena está distinta y sigue siendo nuestra Marielena está aquí donde el río inunda donde Marielena está todo es yunta Marielena no está aquí donde estuvo donde no supe conocerla Marielena está donde la espera la acompaña y yo con ella

lunes, 16 de abril de 2012

Libros electrónicos de Gabriel García Márquez











Libros electrónicos de Gabriel García Márquez


Carta a Bush
Chile el golpe y los gringos
Cien anos de soledad
Crónica de una muerte anunciada
Del Amor y otros Demonios
Doce cuentos peregrinos
El ahogado mas hermoso del mundo
El Amor en los Tiempos del Cólera
El avión de la bella durmiente
El coronel no tiene quien le escriba
El otoño del Patriarca
El rastro de tu sangre en la nieve
El ultimo Viaje del Buque Fantasma
En agosto nos vemos
Espantos de agosto
La triste historia de la Candida Eréndira y su Abuela Desalmada
La Hojarasca
La luz es como el agua
La santa
La siesta de los martes
La Soledad de America Latina
Muerte constante mas allá del amor
Noticia de un secuestro
Ojos de perro azul
Relato de un naufrago
Reseña biográfica
Solo vine a llamar por teléfono
Tramontana
Un día de estos
Un señor muy viejo con unas alas enormes
Vivir para contarla



http://misebooks.110mb.com/gmarquez/

domingo, 15 de abril de 2012

Poesía de Pablo Mora




Poesía de Pablo Mora

Ibar Varas


Estimado Pablo: Te felicito una vez más. Me alegra que tu trabajo poético llegue a tantos ojos y potreros donde tu palabra puede pastar y reverdecer sin necesidad de llamar a la primavera. Yo no sé qué es la poesía, solo me limito a escuchar su voz que me estremece como si besara todo mi ser. Esa voz yo la trasmito. Creo que siempre nos falta buen oído aunque la emoción nos ponga al borde del llanto cuando escucho el Quinteto en Do Mayor de Schubert o la Séptima, la Quinta Sinfonía y otras maravillas de Beethoven. A mí las palabras me despiertan a veces y tengo que levantarme para escribir lo que escucho en la soledad y el silencio del mundo. También se me anticipan y yo no sé si está bien que coloque una palabra aquí o allá o si lo que digo tiene significado. No importa, la poesía no es una teoría del conocimiento ni una variante del psicoanálisis para que alguien que nos lea constate nuestro estado de salud mental. La poesía es el pan que compartimos, el vino que nos vuelve transparentes, el crepúsculo que lucha por ser eterno, el relámpago que ilumina el sendero y nos evita caer en la soledad, es la bala contra el silencio, la puerta que detiene la nevazón, el alerce que vive millares de años para constatar cuan precarios son los arreos con que los átomos nos designan. La poesía altera el lenguaje, lo vuelve transparente, pero su afán no es convertir al lenguaje en el ser mismo de la poesía, como en filosofía pensaban los filósofos del lenguaje. La poesía torna alegre el trabajo y nos concede la vida eterna cuando nuestros ojos se reflejan en otros ojos y a ese pasmo y estremecimiento lo llamamos amor. La poesía es un acto de amor.

¿Cómo camina una mujer?









¿Cómo camina una mujer?

¿Cómo camina una mujer que recién ha hecho el amor?
¿En qué piensa una mujer que recién ha hecho el amor?
¿Cómo ve el rostro de los demás y los demás cómo ven el rostro de ella?
¿De qué color es la piel de una mujer que recién ha hecho el amor?
¿De qué modo se sienta una mujer que recién ha hecho el amor?
Saludará a sus amistades
Pensará que en otros países está nevando
Encenderá y consumirá un cigarrillo
Desnuda, en el baño dará vuelta a la llave
del agua fría o del agua caliente
Dará vuelta a las dos a la vez
¿Cómo se arrodilla una mujer que recién ha hecho el amor?
Soñará que la felicidad es un viaje por barco
Regresará a la niñez o más allá de la niñez
Cruzará ríos, montañas, llanuras, noches domésticas
Dormirá con el sol sobre los ojos
Amanecerá triste, alegre, vertiginosa
Bello cuerpo de mujer
que no fue dócil ni amable ni sabio.

“Oficio puro” Víctor Valera Mora (1935-1984)

Cuba sigue andando





Cuba sigue andando


Pablo Mora



Reivindicando la memoria del Apóstol José Martí, el 26 de Julio de 1953 sigue andando. La Revolución, fincada en la concepción independentista de Martí, ha ido yendo, mirando lejos y actuando en consecuencia, puesto que un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército. El verdadero hombre, el verdadero pueblo, no miran de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber, de qué lado el devenir de la utopía, es decir, del sueño. De este modo, la Revolución Cubana ha despertado la conciencia latinoamericana y la del mundo, ha enseñado a ver, a pulsar las grandes injusticias, los grandes ideales, a considerar las grandes patrañas o mentiras.

A punta de limpia resistencia, Cuba ha sido capaz de vencer el bloqueo genocida y la guerra económica a partir del histórico aldabonazo de aquella célebre mañana de Santa Ana, con el asalto al Moncada. A pesar de que el oportunismo imperial pretendió propinar el golpe de gracia a la Revolución, apoyado en su rapaz legislación, luego del derrumbe del campo socialista en Europa y la desintegración de la URSS, Cuba, faro que traza porvenires, profundizó aceleradamente los conocimientos, la cultura general y la conciencia pública de puertas adentro y de cara al mundo, siendo su mayor aporte a la humanidad su propia Revolución, claro ejemplo de defensa de los valores humanos para los seres más humildes en su justiciero afán de libertad.

Cuba ha confirmado, desde estas tempestades del Caribe, entre la furia del viento y del mar, que sabe que es posible soñar, que el sueño forma parte de nuestra realidad tropical, consecuencia legítima de la genuina utopía concreta. En su permanente defensa de la cubanía, enarbola, profundiza y perfecciona el respeto y la comunicación con el pueblo de modo participativo, la convicción de que la transformación social radica en la capacidad del hombre para transformarse a sí mismo, transformando su entorno.

Su continua solidaridad mundial es más que ejemplar. Incontables las tierras adonde los cubanos a tiempo han acudido a hacerle frente a una peste, un huracán, un terremoto, un agravio, una sinrazón, una agresión, un abuso, una usurpación. Viet Nam, el Congo, Bolivia, Mozambique, Tanzania, Armenia, Angola, Nicaragua, Granada, Zimbabwe, Gambia, Nigeria, nuestro Vargas, bien lo saben.

La alfabetización abrió su desarrollo cultural. Allí, cultura y nación forman binomio indisoluble. Su ámbito artístico revela el mundo mágico latente en su cotidianidad. La tradición popular refleja su acendrado mestizaje sustancial. El milagro de la isla delata su destino proyectado hacia la futuridad. Totales los vínculos con los sueños amerindios, con la dimensión humana de nuestra (su) espiritualidad. De amanecer a amanecer, Cuba investiga, crea, produce, absorbe lo mejor, mientras, en esperanza abierta, defiende sus conquistas, sus sueños e ideales.


Que sea Frei Betto quien concluya este apunte: “Hablar de Cuba, hablar de Fidel, es hablar de cómo vamos a ayudar a este país, a reinventar el socialismo, después del desplome del Muro de Berlín, de la Unión Soviética, después de los caminos muy raros que China ha abrazado. Lo que se plantea para nosotros, es cómo reinventar el socialismo. En el sentido de que el socialismo, antes que ser un proyecto de desarrollo, tiene que ser un proyecto de humanidad, de civilización, de virtudes humanas. Creo que Fidel se ha adelantado en la historia. Va a ser siempre una persona que va a servir de ejemplo, como el Che, que ha dado su vida por los más pobres. Estaba ya en el poder, podría haberse quedado tranquilo, pero ha abierto mano de todas sus funciones y privilegios, para de nuevo empezar desde cero como un hombre clandestino primero en el Congo y después en la selva de Bolivia, para servir a la liberación de Bolivia y de América Latina.

Me explico mejor. Yo creo que uno de los errores de la revolución soviética, fue cambiar el sistema, sin cambiar el modelo. El modelo soviético, era un modelo zarista. Los carruajes del zar, fueron sustituidos por los coches lujosos del Kremlin. Y la nomenclatura era como la corte. Entonces, lamentablemente, ésta es una tendencia que hay en la historia, que cuando un grupo llega al poder, como ha pasado en la Revolución Francesa y en otros lugares, tiene la tendencia de mimetizar a su antecesor, con nuevo lenguaje, nuevas intenciones, pero las estructuras básicas son los restos políticos, la reproducción de su antecesor. En Cuba no hubo esto. Cuba pudo crear una revolución original, que mantuvo incluso la religiosidad de su pueblo.

Acá no hubo una represión a la religión por ser religión. Siempre hay un respeto al sincretismo religioso cubano, que es muy parecido con el que hay en Brasil, sobre todo en Bahía. Toda la vena poética, musical, humorística de la cubanidad, todo eso ha sido valorado por la revolución. Eso explica por qué, a pesar de todas las presiones y dificultades, Cuba queda como un ejemplo. A pesar de que hoy Cuba es una cuádruple isla: una isla geográfica, una isla por ser el único país socialista de Occidente, una isla por estar bloqueada por los EE.UU., y una isla por tener un modelo de sociedad que al mismo tiempo es único, y es solidario con todos los pobres del mundo. Cuba tiene maestros y médicos en más de 40 países del mundo. Creo que esto crea un ejemplo y una esperanza para nosotros, que queremos construir un nuevo proyecto civilizatorio.”

pablumbre@hotmail.com

sábado, 14 de abril de 2012

Uu colibrí convoca a una marcha por la paz









Marcha por la paz

Pablo Mora

Un colibrí convoca a una marcha por la paz.

Cuando el aire huele a pólvora la guerra envejece el corazón. En la noche de la guerra, del hambre y de la lluvia, aparece, gigante, la sombra de la muerte. Habrá de haber tiempo para la Poesía, si no quieren pueblos y hombres sucumbir antes de tiempo. Por los niños perdidos en la guerra ¡Señor, danos menos fuerza para la guerra y más valor para la paz!

Una leve sospecha nos consume: al borde de esta nueva primavera van los hombres derecho hacia la guerra dispuestos a acabar con la alborada. Amigos y enemigos se confunden con los mismos presagios de la muerte; no bastan los sollozos de las flores para calmar las furias de los vientos.

Definitivamente se pelea. La sangre de los hombres se derrama. Cada vez son más altas las hogueras. La pavura del hombre se agiganta. Al verse codo a codo en la trinchera ni dueño de su sombra ya se siente. Un colibrí convoca a una marcha por la paz.

Hablamos de la muerte, compañero, la misma que nos tiene sin cuidado, la que ha perdido el precio entre nosotros, la muerte, la infalible compañera. Pensamos en los campos de batalla, en ellos se nos funde la esperanza. Pensamos en mejores madrugadas para el pan amasado con la aurora.

Pisoteada está la primavera. Son pocas las mañanas que nos quedan. No está quedando tiempo para el sueño. Cuidemos entretanto a nuestros hijos mientras trenzan sus sueños lentamente. Sigamos con la vida que nos resta. Por los niños perdidos en la guerra: ¡Señor, danos menos fuerza para la guerra y más valor para la paz!

Es tiempo de velar por la esperanza, por los nuevos caminos de la aurora. Es tiempo de acercarnos a la madre, a pedirle el aliento de la vida. Es tiempo de mirar a las estrellas, de andar con el hermano que nos queda a la huerta perdida entre la aldea para ver qué semillas recoger.

Es tiempo de arrumbar los macundales, de encontrarnos de nuevo con la vida para invocar la aurora del vidente. Es tiempo del mejor amanecer, de esperar, bien armados de paciencia, acampar en espléndidas ciudades. Un colibrí convoca a una marcha por la paz.

pablumbre@hotmail.com

marcha por la paz










Un colibrí convoca a una marcha por la paz.

Pablo mora

jueves, 12 de abril de 2012

Había una vez








Había una vez

Érase una vez
La primera vez
La segunda vez
Cada vez
Alguna vez
Cierta vez
Esta vez

Había una vez
Por esta vez
Aquella vez
Una vez
A su vez
Una que otra vez
Ninguna vez

Hubo una vez
A la vez
A su vez
Tal vez
Tal cual vez
Otra vez
Rara vez

Era una vez
De cuando en vez
De una sola vez
De vez en vez
De una vez
Una vez
La última vez


Pablo Mora

lunes, 9 de abril de 2012

mochila en mano





mochila en mano


a Pablo Mora -mochila en mano-


llueve azul abril
poesíasociedadanónima
asombroso devenir
entre susurros y llanto
mochila en mano
recala llovizna entre las fuentes
mares y acantilados
néctar de miel bajo las farolas
retoza volcánico sobre la roca
y el coral extra galáctico es
como el sueño de un colibrí amanecido
una flor que se mece en las espigas
un tiempo sin medida ni fronteras
mágica escarcha que
ilumina la noche
y con sus arcoíris de ámbar
le teje siemprevivas al alma

como una luna enamorada
en su ola
nos transporta

como un geranio en flor
nos deletrea el alba

llueve
llueve y llueve
y sigue lloviendo


F. Bellido




http://poesia-nos-queda-la-palabra.blogspot.com.es/2012/04/llueve-y-llueve.html

Fernando Bellido
http://nosquedalapalabra-fer-blog.blogspot.com/

domingo, 8 de abril de 2012

soledad






me quedo
con la arruga
y el amor

Rada


me quedo con mi soledad afín con mi soledad azul con mi soledad atroz con mi soledad felina me quedo con mi soledad arena con mi soledad arruga con mi soledad amiga con mi soledad severa me quedo con mi soledad lunada con mi soledad salvaje con mi soledad gemida me quedo con la arruga del amor

me quedo con mi soledad espuma con mi soledad antigua con mi soledad bendita con mi soledad adentro me quedo con mi soledad añeja con mi soledad futura con mi soledad soñada con mi soledad florida me quedo con mi soledad eterna con mi soledad dorada con mi soledad trapera me quedo con mi soledad a secas

me quedo con mi soledad gaviota con mi soledad ansiada con mi soledad genuina me quedo con mi soledad preñada me quedo con mi soledad alada con mi soledad a pie con mi soledad francisca con mi soledad cristiana me quedo con mi soledad dormida desnuda presente descalza me quedo con mi soledad insomne despierta con mi soledad ahumada me quedo con mi soledad al hombro me quedo con la soledad sin mí


A Freddy Ñáñez


Pablo Mora
De: Sombra Antigua

sábado, 7 de abril de 2012

A mis soledades voy






A mis soledades voy...

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.

¡No sé qué tiene la aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo
no puedo venir más lejos!

Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.

Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.

De cuantas cosas me cansan,
fácimente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.

El dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento,
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.

La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo,
su locura en su arrogancia,
mi humildad en su desprecio.

O sabe naturaleza
más que supo en otro tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.

Sólo sé que no sé nada,
dixo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.

No me precio de entendido,
de desdichado me precio,
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?

No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.

Señales son del jüicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más
otros por cartas de menos.

Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres
que desde entonces no ha vuelto.

En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los extraños
y la de cobre los nuestros.

¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?

Dixo Dios que comería
su pan el hombre primero
con el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento,

y algunos inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.

Virtud y filosofía
peregrina como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.

Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento;
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.

Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.

Mirando estoy los sepulcros
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.

¡Oh, bien haya quien los hizo,
porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños!

Fea pintan a la envidia,
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.

Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir
piden prestado el tintero.

Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones, ni pleitos.

Ni mumuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, afirmaron
parabién, ni pascua dieron.

Con esta envidia que digo
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.

Lope de Vega

martes, 3 de abril de 2012

Jesús en su trinchera guerrillero










Jesús en su trinchera guerrillero

Pablo Mora

Jesús, volcado sobre el mundo, injerto entre los continentes y los mares, sobrepasa el fragor de los azares y acampa en el confín de cada puerto. Jesús, con el mensaje al descubierto, despliega su bondad entre los lares y apacigua el dolor, los avatares, con hondo afán entre su amor despierto. Artífice de paz y sobrehumano bastión por su evangelio altivo, ardiente, fragua la hermandad en cada hermano. Y es símbolo de amor incandescente, para el mundo Patriarca Soberano, con veinte siglos en su enhiesta frente.
Jesús, en el zaguán contemplativo, le señala al mendigo su sendero; le acompaña en su duro derrotero y prodiga el milagro, compasivo. Jesús, el incansable, pensativo, escándalo, abatido, prisionero; Jesús, la encarnación del misionero, entre la historia un punto suspensivo. Jesús, en cada amanecer presente, convierte las tinieblas en aurora y expande por el orbe su simiente. Jesús, con su mirada abrasadora, al desgranar perdón al penitente eternízase en su obra redentora.

Jesús, radiante péndulo del mundo, precisa cada horario de la historia y surca los solares de la gloria con claro acento y con compás rotundo. Jesús, paciente, fraternal, fecundo, enclavado en la cruz de la victoria, martilla al peregrino la memoria con ancha paz y con amor profundo. Jesús, en el pesebre, en el Calvario, Jesús, pastor, hermano, misionero, Jesús, inconfundible visionario. Jesús, en los olivos, prisionero. Jesús, el del proverbio lapidario. Jesús, en su trinchera, guerrillero.
Cristo de las Trincheras, el que reposa en el Mosteiro da Batalha – Portugal -. Sin una mano, sin pies, después de haber estado en el frente, de sol a sol, entre borrasca, plomo y lluvia, en una y otra guerra, a ras de guerra, hoy, permanente lámpara votiva en la ruinosa oscuridad de un vetusto monasterio, espeluznando al mundo en fantasmal plegaria. Cristo, el hombre, eternamente, un gran dolor en viaje, en esta ominosa hora menguada, humosa, que en sombras nos envuelve. Sed de mundo, cerviz de noche, contrito, solitario y muerto. Cristo pobre del pobre… buen hermano, colérico cordero al descubierto, nuevamente con látigo inclemente arrojando a los nuevos mercaderes, tan pierna arriba en su agonía, al aire el brazo, en ademán resuelto y justiciero, combatiente, insurgente, fiel miliciano… Tú —el revolucionario más valiente—. Tú —el más rebelde y noble montonero—.
Cristo de las Trincheras, Cristo ahumado, al frente de la guerra, guerrillero, frente al hambre, pedazo de madero, entre la guerra con color tostado. Al descubierto, roto, desolado, fuego encendido, fuego prisionero; en la trinchera, siempre de primero, de la batalla el Cristo mutilado. De trinchera en trinchera, chispa, lumbre, encendido en amor, enfogarado, en sangre, en ruego, en alba y mansedumbre. Cristo de La Batalha, iluminado, en lanza, en ristre, en cruz, en muchedumbre, al hombre ruega en llamarada alzado.
Tú que sin duda fuiste el más valiente de los hombres. El revolucionario que prefirió morir en el Calvario antes que doblegarse mansamente. ¡Sal de tu Iglesia! ¡Coge la montaña! ¡Y a quienes luchan rige y acompaña en tan heroica y santa rebeldía!

lunes, 2 de abril de 2012

ABRIL






ABRIL

Aire de abril para mi luz andina
para mi cafetal para mi aldea
florida de tristeza y conticinio
de soledad de musgo y de vereda
Abril amor para el tejado azul
para el zaguán también adormecido
de esperar tu presencia azulmarina
y las fugas de amor en primavera
Desde niño anhelaba tu color
el de mi cerro y mi colina azul
cabalgando risueño por el cielo
Aire de abril amor para la lluvia
trenzada de neblina aquí en mi aldea
Abril por fin para nacer contigo

Voy en abril, seguro de que existo
desde que un viento largo allá en mi aldea
—sin saber la colina de mi sombra—
dejó mi sueño andando por la vida
Creo en abril en su reinado eterno
en su ancho pedestal de sombra verde
en la audacia taurina de su cielo
en su leve y dulcífera armonía
Abril contigo va mi corazón
mi sueño mi dolor y mi tardanza
contigo abril me alcanzará la aurora
cuando lejano ya de aquella aldea
te encuentre abril en plena primavera
durmiendo el corazón a alguna rosa

Me moriré en abril con aguacero
un día que la lluvia ya recuerda
aunque nunca escuchemos las campanas
irán aquella tarde a nuestro entierro
Seguro un jueves como es hoy de abril
un día de este siglo que amanece
seguramente un día a la intemperie
o sábado o domingo un día de estos
Pablo ha muerto dirán las pomarrosas
la aldea lo sabrá sus cafetales
el limonero y el amor ardiente
También los cangilones y Vallejo
almácigos insomnios aspavientos
la soledad la lluvia los caminos...

Pablo Mora

rosa del mar






rosa del mar al pie de la tormenta
rosada desnudez ola suspiro
en las manos del mar silencio alado
la engendra el mar la arena su oleaje


la sombra primigenia de la luna
los zumbidos del alba la interrogan
la tarde el sol la lluvia las albadas
la insomne noche el cielo la locura


la piedra junto al mar de queja asombra
cavila el mar como la ola empina
de pronto al mar cobija y oye al mar


camino de las alas de la noche
en ella cabe el mar en piedra viva
en noche en cielo en tierra en sombra en sueño



a sonia muñoz

pablo mora

domingo, 1 de abril de 2012

llueve








esta noche

rufo llueve

pues se acaban de llevar

a su último hermanito

weimaranner todos

weimaranneritos

la tierra llueve

el hombre llueve

Goethe llueve

llueven

llueven

llueven

solos

solos

solos



todos marchan con la lluvia enfrente

sólo la lluvia los enfoca



las lágrimas la lluvia se las seca




pablo mora