sábado, 27 de junio de 2009

Libertad

¿Desfilará en el aire tu tragedia? ¿Hacia qué lado tus canciones fueron? ¿Quién canjeó tu nombre por los cheques? ¿Quién hasta cuándo quiere ser tu dueño? ¿Hasta cuándo tu sombra por los puertos? ¿A qué culpar de robo al sol, al tiempo? ¿Encenderás la patria con tus manos? ¿Qué ojo te persigue, acecha o quiere? ¿Eres ojo de Dios a la intemperie? ¿Eres el hombre liberando a Dios? ¿Eres la sombra antigua del insomnio? ¿Canción para franquear la sombra eterna? ¿La araña hilando muerte para el pueblo o el monstruo contagiado de gangrena? ¿La paz, por ti, la paz sobre la tierra? ¿Qué sangre correrá que no te nombre? ¿De dónde viene tu alma acalorada? ¿Tus altas soledades corredoras? ¿La gracia de tu gracia es resistirte? ¿Tu canto es una lumbre evanescente? ¿Vives desde que existe el universo? ¿Está tu paz de parte de la guerra? ¿Del presagio, del miedo, del peligro? ¿Del otro lado de la sombra en sueño? ¿En qué alcancía escondes tus graneros? ¿Conoces tú los hombros de esta América? ¿Huyes acaso del clamor del pueblo? ¿Sabes tú de aquel nombre, aquella gesta? ¿Quién sostendrá tu espalda en las arenas? ¿Qué quedará del puerto sin tu sombra? ¿Quiénes te esconden, dinos, quién te engrilla? ¿Quién te corta las alas, quién tu vuelo? ¿De tu alma sólo quedan unas huellas? ¿Tu vida acaso sea un relámpago? ¿Tus placeres el mundo los ignora? ¿Cuándo serán barridos los bribones? ¿Cuándo los traficantes de la guerra? ¿Cuándo la enhiesta sombra de la escoria? ¿Cuándo el horror, la desazón, el miedo? ¿Cuándo el llanto, el dolor, el atropello? ¿Cuándo los duros goznes saltaremos? ¿Cuándo en tu nombre se alzarán los sueños? ¿En qué sueña la lámpara del pobre? ¿En quién el frente donde ruge el fuego? ¿Por qué parece más rabioso el cielo? ¿Cómo dejarte sola en el peligro? ¿Por qué tu paso vacilante, mudo? ¿Por qué este sueño apenas concebido? ¿Cuándo podremos poseer la tierra? ¿Cuánto dolor tu corazón soporta? ¿En qué trinchera escondes tu bravura? ¿Donde es aniquilado el enemigo o donde surge la esperanza ciega? ¿A quién confiarle cielo, patria y sueño? ¿A quién confiar la pena en adelante? ¿Qué quedará después del ventisquero? ¿Cómo amarrar el viento a tu cintura? ¿Cómo pasarse la palabra entera? ¿Cómo aprender el arte de morir? ¿Dónde están las auroras de los árboles? ¿Dónde se hallan tus días parisinos? ¿Tus sueños, tempestades, horizontes? ¿Tus enormes caminos en acecho? ¿El pulso de tus bosques soñolientos? ¿El abrasado borde de tu cuerpo? ¿Hacia dónde cogieron tus clarines? ¿Cuánta la soledad de tu alborada? ¿Dónde están tus caminos recorridos? ¿Qué sembrados añoran tu vigilia? ¿Por qué no ha vuelto tu canción al río? ¿Por fin entenderemos el enlace? ¿Quién puede precisar a la luciérnaga? ¿De quién será la suerte de las piedras? ¿Nadie podría ahora arrebatarte? ¿Seguirás tú encarnando el viento nuevo? ¿Cambiarás tú la espada por poema? ¿Volverás a los patios de la escuela? ¿Nos iremos pudriendo de impotencia? ¿Llama de Dios, nos caerás del cielo? ¿Inundarás algún día la tierra?

Pablo Mora

El mar nos piensa

¿Qué signo, qué mensaje, qué advertencia en los rizos de la achicoria, el asfalto de los musgos, la geometría de la pomarrosa?

Alejo Carpentier

En esta noche aciaga que cruzamos, en esta encrucijada de mísiles y de cruces, soñemos junto al sueño de la mar. Testigos de asombros, insomnios, tristezas y esperanzas, pulsemos el tamaño del dolor ajeno. Preguntémoselo al mar que el mar lo sabe. En esta noche fría, tristísima, en que andamos, noche propicia, noche creadora, noche amiga, contamos con dos alas: con la noche y con el mar. Mientras la llama roja de la fe flamea, mientras el fuego azul del horizonte espera, la bandera nos invita a batallar.
La muerte, esa forma oculta de la vida, nos enseña que la vida no tiene muerte para el que entiende a tiempo su sentido. Entendamos y hagamos entender a quien lo dude que la Libertad es la religión definitiva; la poesía de la libertad, el culto nuevo; mientras, nosotros, los hombres, todos, los nuevos sacerdotes. Que los pobres, las estrellas y el Pontífice lo entiendan: la Libertad es la religión definitiva. Pidamos todo el corazón del mar para la paz.
Al Sol amemos porque no se cansa. A los animales porque no se quejan. A los hombres cuando al fin se alcen y traigan las estrellas hasta el suelo. Hijos de la mar, del mar que sitúa vértigos y aspiraciones. Hijos del mar, testigo de guerras, sueños e invasiones, una el mar el ritmo, la música, las mitras, los fusiles, el mundo, la idea, la ocasión. Comuniquémonos a través del mar, que es como decir a través del sueño. Lamentémonos ahora, de que la gran obra nos falte, no porque nos falte ella, sino porque ésa es señal de que nos falta aún el pueblo magno de que ha de ser reflejo - que ha de reflejar - (de que ha de ser reflejo).
Renazca, entonces, la cena que recrea y enamora, lejos de la antigua cena miserable. Tirémonos al mundo. Añadamos, por fin, algo al mundo. Acerquémonos todos a la vida, al parentesco que a las costas de la divina antigüedad nos ata.
Alejémonos de las cosas, pongamos un mar de por medio, para ver las cosas de cerca... Porque, ya sabemos, el mar lo comienza todo una y otra vez, lo une, lo disocia, lo aleja, lo transforma, lo acrece, o lo vence y nos trae asimismo la esperanza, la dicha o la desilusión.
Sobre la cresta de la ola a merced del mar bogamos todavía, cumpliendo tiempos, soles irreales, espejismos. A pedirle a la luz que nos espere. A reprocharle al alba su tardanza. A correr el peligro de la vida. A abrazar el asombro de la muerte. Hasta sabernos vivos sobre el mar. A preguntar si la palabra sirve, si sirve para algo la alegría, si en el mundo no quieren a los tristes, si creen las espigas en el hombre, si tienen los milagros descendencia, si es cuestión de vivir contra morir.
Barco de larga travesía, ola lenta de fuertes resonancias, cabalga el hombre a pelo sobre el mar, el hombre en el Pegaso de la mar, cabalga que cabalga las estrellas a caballo en las crines de la mar.
El mar rodea la ceniza del hombre, golpea, solloza, canta, reclama lo suyo; con terrible bramido lo ciñe y espera su regreso. Toda madera tiene color a miel marina. Hay peces que navegan en el aire, olas que fulgen en las sementeras. El mar no está en la orilla, está en el hombre, en el paladar, en la mirada, en la pisada de molusco y ola. Pájaro de sol, de sal, escapado de un sitiado fervor, de las extrañas islas de la noche.
Tiempo azul, la tierra es sólo mar, el mar la piensa. Fúndete con la tierra. Fúndete con el mar. Eres sólo mar. El mar te piensa. Somos sólo mar. El mar nos piensa, nos piensa y nos sostiene. Nos ciñe simplemente, nos espera.
Es preciso sentir la muerte girando en los talones, sentirla girando en los Guantánamos, sentirla cagando en los hambrones. Es el momento de hacernos solidarios. Una tempestad de fusiles nos acecha, pero aún quedan brazos para izar banderas. Llegó el momento de morir de asombros. La hora de descargar nuestros almácigos. De cargar con los sueños que inventamos. A vivir mientras el alma nos suene. A morir cuando la hora nos llegue que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles, por debajo de la muerte... Porque varios tragos es la vida y un solo trago la muerte.

viernes, 26 de junio de 2009

ALABADA

ALBADA

Adiós a los que se quedan
y a los que se van también.
Adiós a Huesca y provinciaa
Zaragoza y Teruel.


Esta es la albada del viento
la albada del que se fue
que quiso volver un día
pero eso no pudo ser.

Las albadas de mi tierra
se entonan por la mañana
para animar a las gentes
a comenzar la jornada.

Arriba los compañeros
que ya ha llegado la hora
de tener en nuestras manos
lo que nos quitan de fuera.

Esta albada que yo canto
es una albada guerrera
que lucha porque regresen
los que dejaron su tierra.


(Cantata para un país)
José Antonio Labordeta


http://www.youtube.com/watch?v=P6-e664FZ3M&feature=related

ALBADA

Cancion de Labordeta, en compañía de Carbonell y Eduardo Paz.


Adiós a los que se quedan y a los que se van también. Adiós a Huesca y provincia a Zaragoza y Teruel. Esta es la albada del viento la albada del que se fue que quiso volver un día pero eso no pudo ser...

http://www.youtube.com/watch?v=P6-e664FZ3M&feature=related

Tras una nueva historia

Pablo Mora*


A pesar de que nunca hemos sido y que ya no somos lo que somos; ya no hablamos por nosotros mismos; pensamos como ellos; tenemos la libertad que ellos nos permiten o nos dan. A pesar de que en sus manos está el salvoconducto, está la muerte; que nuestra palabra la detendrá la maquinaria de los imperios; que ya no somos lo que somos; somos lo que ellos quieren que seamos. A pesar de que “hoy, la historia de los otros, de los dominadores, los sobreexplotadores, los masacradores, ha invadido hasta tal punto nuestros más recónditos recintos, que se acuestan y levantan con nosotros, sin que nos demos cuenta de ello. Hablamos sus palabras, aun cuando estemos en su contra. Utilizamos sus mismas armas, aun cuando nuestros combatientes se atrincheren del lado opuesto. Proponemos sus mismas soluciones aunque el lenguaje se disfrace de porvenir. Habitamos sus recintos, creyendo que son nuestros. Estamos entrampados por ellos. Y hasta el verso sigue la ruta que nos dejaron señalada.” A pesar de que desde las orillas del mundo, nuestra palabra corre el riesgo de no ser, el gran dilema: hundirse, hurgarse, ser, sentirse, serse. A pesar del maremágnum de devastación, desconcierto y desesperanza, no queda sino volcarse al rescate de la conciencia del hombre, sus potencialidades, su humanidad que aún no florece. A pesar de que nuestra conciencia nos la crearon y crean otros, no resta sino construir una nueva palabra, un nuevo camino. Tomarle la palabra a la esperanza. Definir quiénes somos, qué queremos, hacia dónde vamos. Historia, palabra, camino, con sabor a cosecha colectiva, a soplo de viento cósmico, a mañana andina esclarecida, a razón de ser con horizonte redimido. Coautores de una historia nueva, testigos de una alborada que se asoma.

“Más que nunca la palabra ha de convertirse en una saeta y ha de recuperar su poder de creación, su condición dinamitera, su dimensión planetaria. De lo que se trata, hoy, es de construir una nueva historia. Una historia que no tiene sabor a nombre, a héroe, a caudillo, a divinidad, sino a colectivo, a hombre a secas, a hombre íntegro, a hombre solidario y fraterno, a hombre hermano del hombre, a hombre cosechador de estrellas, sembrador de huertos, pájaro de un bosque de alegrías. A hombre con conciencia de su esencia de hombre. Es la conciencia de la complementariedad de todo lo que vive, que hace posible un hombre con sabor a universo, poblador de estrellas, expedicionario de las sombras, gigante hacedor del milagro de la vida, en ese estadio exacto en el que le corresponde actuar, como intermediario del infinito.”

Entre magia, gozo y guerra, hacer lo que nos falta sin cortarle la cabeza a la nueva, vieja Libertad. Esquivar ruinas, rendijas y tragedias, por la puerta grande entrar al futuro. Procurar que no se desvanezca más la Fraternidad, la legalidad de nuestras cosas y modales entre la humana bruma. Reconocer, entre lluvias, quebrantos y derrotas, la Igualdad que todavía no conocen las palomas. Sujetos de la historia, en la corriente, entre desierto y lumbre, construir la nueva levadura, el nuevo pan: la paz, el lauro, la memoria. Despiertos con el despertar del viento nuevo. ¡A libertad por todos los caminos!

Tras un periodismo inteligente, competente, comprometido y moderno, dispuesto a forjar el mejor tejido social en aras de la trama y el diseño de la sociedad futura; lejos de una “terrífica imagen de una monolítica industria de la consciencia”, fruto de una visión adialéctica y obsoleta, se ha de configurar un mensaje estrictamente positivo: lenguaje, palabra, proyectiles de paz en busca de un consenso socio-político, surgido de la emoción-razón del colectivo, donde emerja la “verdad” de la suma-mosaico de las tantas verdades, diversas, contradictorias, en concomitante sinergia constructiva.

Encuentro de dos o más subjetividades, la objetividad se desplaza entre la libertad, la complejidad y la completitud de la “verdad”. Si de “máquina de la verdad” hemos de hablar para referirnos a los mass-media, igualmente hemos de indignarnos ante las continuas humillaciones que, hoy, padece el hombre, hasta descubrir el sentido de la vida personal dentro de la realización o construcción colectiva.

Aunque se ha dicho que el periodismo constituye “una ciencia que trata de algo falso en la medida que es real”, en cuanto verdadero reflejo del real mismo, coautor de la nueva historia, testigo de la humana faena, fija la mirada en la vorágine, en las inclemencias cotidianas, ha de ocuparse de la racionalización de las voces locales, nacionales, mundiales, de cara a su existencia, sobrevivencia, devenir, más acá de la paz, de la belleza, la justicia, la fraternidad y la certeza de la vida humana.


*Profesor Titular, Jubilado, Universidad Nacional Experimental del Táchira.

jueves, 25 de junio de 2009

La dialéctica de la cruz

Pablo Mora


“La teología de la liberación es una suerte de Galileo colectivo, y, en consecuencia, no es tarea fácil borrarla del mapa eclesial. Si Galileo padeció la soledad, y aún así salvó su honor para la historia con el eppur si muove, los teólogos de la liberación disponen en cambio de la solidaridad y no tienen necesidad de acuñar ningún adagio para afirmar que la Iglesia de los pobres se mueve. El brasileño Rubem Alves, al subrayar el compromiso de Cristo con la causa de la libertad, ha destacado "el carácter dialéctico y conflictivo de la cruz". Es justamente en esa dialéctica de la cruz donde se cruzan el verticalismo de la autoridad pontificia y el horizontalismo democrático de la TL. En su libro Iglesia: carisma y poder, Leonardo Boff critica la pirámide jerárquica de la Iglesia y propone reemplazarla por una Iglesia del pueblo de Dios.Es verdaderamente estimulante hallar a todo un equipo de teólogos que, en vez de repetir los fatigantes y anacrónicos veredictos contra el aborto, el divorcio y los métodos anticonceptivos, nos dice que "si esta teología habla de opresión y de liberación (...), necesita saber de qué está hablando (...), necesita de los análisis de las ciencias sociales y de todo lo que ilumine la verdad de la realidad concreta". "No es suficiente que la TL hable en nombre de los pobres, sino que ha de conseguir que los pobres recuperen el uso de la palabra y que el lenguaje de Dios deje de ser propiedad de las castas privilegia-das". (Joseph Comblin).No es improbable que la teología de la liberación sea la última oportunidad que tiene la Iglesia para volver a ser la Iglesia de los pobres. Un viejo experto en el lema, Antidio Cabal, escribió en 1976 que "ha llegado el momento de que los cristianos se cristianicen o desaparecerán". Aunque al cardenal Ratzinger pueda sonarle a blasfemia, hay quienes suponen (y no son precisamente teólogos de la liberación) que el concepto de Dios nace en la mente del hombre y va transformándose con los cambios del hombre. Como señala Iniesta, "ni la computadora mas perfecta podría evaluar la cifra exacta de la riqueza que la TL ha aportado a la Iglesia de nuestro tiempo".Todo un continente, crucificado por el Norte opulento y vaciado por los hierofantes de la banca internacional, respalda a estos nuevos Galileos (no olvidemos que el genio de Pisa defendía el compromiso del científico con su sociedad) que por primera vez están logrando que los no religiosos, los no católicos, los agnósticos, los ateos, nos sintamos aludidos y, por ende, convocados para un proyecto de vida digna, liberada. Siempre han existido sectores eclesiales, y sobre todo eclesiásticos, que han manipulado a Jesús como si fuera un latifundio. Hijo de Dios o -pese al mismo Marx- precursor de Marx, Jesús de Nazareth trajo un mensaje de justicia, una propuesta de respeto hacia el hombre y hacia la mujer, una actitud solidaria con los pobres del mundo, rasgos que después de todo no son propiedad privada de la Iglesia. La figura y la trascendencia humanas de Jesús pertenecen a la humanidad. En cierta manera, con su apertura y su inserción popular, la teología de la liberación ha expropiado simbólicamente a Jesús, no para quitárselo a una particular feligresía, sino para brindarlo al pueblo todo.” (De: Mario Benedetti: “La dialéctica de la cruz”. Diario El País de Madrid. 24, 25/09/1984.)

http://www.lanacion.com.ve/noticias.php?IdArticulo=119536&XR=1

martes, 23 de junio de 2009

proviene de una despeñadura enloquecida

proviene de una despeñadura enloquecida insinúa una suave sonrisa divinal respira la celeste mirada de su sol consume la agónica tristeza de las hojas interpreta la silenciosa huracandad del tiempo cavila debajo de la noche y la tormenta desangra en las cinco parcelas de la Tierra navega entre borrasca grito y alborada agoniza en la nieve en el llanto y en el plato cabalga con toda la tristumbre de los montes transita en tempestades mundanal miseria maldice las horrendas torturas del hermano consagra la levadura eterna de los panes conoce los pasos permanentes de la sombra despliega temores ramalazos y portentos se agita en el fuego bravío de la mar se afinca en la locura en lucha con su pena mendiga la lumbre de la gota en el alambre quisiera recuperar el curricán perdido tritura las indómitas fieras que lo acosan renace de entre la podredumbre de la fosa se entrega en las redes de un tiempo submarino violenta volcánico la luz de otras estrellas arremete contra la infancia alada de las rosas se enrumba delirante al acecho de otra aurora se astilla ante el antiguo malecón del puerto desgarra el alma fulgurante de la flor se inclina sobre los fogonazos de sus huesos se aferra a las entrañas de su viejo pan llovizna sobre la polvareda de sus sueños desguaza furente el huracán en alta mar desgaja las indomables fauces de la sombra se eterniza sepultado en la fragua de la guerra se esfuma entre las ventanuras del azul nos acusa nos grita y nos reclama


http://www.youtube.com/watch?v=I22bgj_sPps

domingo, 21 de junio de 2009

Acercamiento a confieso que he vivido

Pablo Mora
Profesor Titular, Jubilado, UNETSan Cristóbal, Táchira,
http://www.poiesologia.com




… somos arrojados a la vida y luchamos para llegar a salvo hasta el final… Escribir es como lanzar botellas con mensajes al mar: no sabes si alguien las encontrará, pero las escribes para mantener la esperanza en el rescate.
Joaquín Mª Aguirre

La única certeza, lo más alto: el asombro, el estupor, el clamor del hombre, su alarido, su asombro inextinguible, el vino, el himno de la vida: itinerario, término, confín. El olvidado asombro de estar vivos. Sabernos arpegio en la garganta de la vida, silencio acurrucado en el camino. Asombro eternamente corredor, en solidaria soledad.
Pablo Mora


El autor
Pablo Neruda (1904-1973), nacido en Parral, muerto en Santiago de Chile, una de las voces mayores de la poesía mundial de todos los tiempos. Desde el combate directo o desde la persecución y el desarraigo o exilio valerosamente arrostrados, la trayectoria de Neruda, Premio Nobel en 1971, encarna, a la vez que a un intelectual orgánico, militante, una de las principales aventuras expresivas de la lírica en lengua castellana, sustentada en un poderío verbal descomunal, inigualable, a partir de una premeditada inmersión en el mundo de las fuerzas telúricas originarias, fincadas en el suelo natal americano.
Progresivamente, entretejió su cantar con el himno amoroso, puesta su mirada en lo cósmico, sin olvidar en ningún momento la opresión y el tiempo encendido e incendiario de la lucha.
De modo que, abanderado de un superior e inconfundible lenguaje, abarca en plenitud los dolores y esperanzas de la vastedad del hombre, hasta consagrarse a la tradición más viva de nuestra suprema poesía.

Prosaísmo
Neruda siempre se propuso ser un poeta cíclico -poeta que abracara en su obra una unidad mayor- que pasara de la emoción o de la visión de un momento a una unidad más amplia. Así, fue su obra discurriendo, desde el primer intento de Crepusculario, pasando de seguidas por El hondero entusiasta -intensa pasión amorosa, insistente voluntad cíclica de poesía-.
Su ambición cíclica de una ancha poesía, que englobara no sólo al hombre, sino a la naturaleza, a las fuerzas escondidas, una poesía epopéyica que se enfrentara y conjugara, en galopante correspondencia, con el gran misterio del universo y también con las posibilidades del hombre, abre un paréntesis, de aparente reducción estilística, que da paso a Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Sin embargo, Neruda está consciente de que este libro apenas si alcanzó para él el secreto, ambicioso deseo de lograr una poesía aglomerativa en que todas las fuerzas del orbe se juntaran, fusionaran. Es cuando se lanza a Tentativa del hombre infinito donde aflora con mayor énfasis tanto la claridad como el humano enigma: el misterio, el abordaje de la oscuridad del ser que va paso a paso encontrando obstáculos para elaborar en ellos su camino.
Andando, andando, Neruda escribe su libro más ferviente y más vasto: el Canto General que tenía como propósito dar una gran unidad al mundo que él quería expresar. Fue este libro la coronación de su tentativa ambiciosa. Sin embargo, sin hacer referencia a los méritos de obras clásicas nerudianas como Residencia en la tierra (1933 - 1935 - 1947), Las uvas y el viento, Odas elementales, Memorial de Isla Negra, Estravagario, Cien sonetos de amor, Plenos poderes, Las manos del día, Las piedras del cielo, hemos de recordar que es Neruda mismo quien en algunas reflexiones improvisadas sobre sus trabajos, en ocasión de inaugurarse el Seminario de Estudios sobre su Obra, en la Biblioteca Nacional de Santiago, entre agosto y septiembre de 1964, con motivo del sexagésimo aniversario de su vida, alude al p r o s a í s m o que muchos le reprochan en relación al Canto General “como si tal procedimiento manchara o empañara esta obra”.
Es cuando se permite auto-reflexionar:
“Este prosaísmo está íntimamente ligado a mi concepción de CRÓNICA. El poeta debe ser, parcialmente, el CRONISTA de su época. La crónica no debe ser quintaesencia, ni refinada, ni cultivista. Debe ser pedregosa, polvorienta, lluviosa y cotidiana. Debe tener la huella miserable de los días inútiles y la execraciones y lamentaciones del hombre.”

Prosaización
Leo Ospavat, crítico literario, ensayista soviético, de quien dijera Neruda le dio a su poesía una perspectiva venidera aplicándole la luz boreal de su mundo, alude a cierta “prosaización” en estos términos:
“Sin embargo, la renovación tan decidida del género poético encierra una amenaza determinada: conduce inevitablemente a que desaparezcan los límites del género, a una sensible ‘prosaización’ de la poesía. Esta tendencia se manifiesta y desarrolla ostensiblemente en la obra de Neruda, al igual que en toda la poesía contemporánea de América Latina, en la que él tuvo una enorme influencia y que, de acuerdo a un testimonio reciente de Cortázar, está hoy más cerca de la prosa que hace un medio siglo. No hay una división exacta. La poesía empezó a irrumpir en el relato, lo que es indiscutible… y hay, además, el proceso inverso, poesías y poemas, desde un punto de vista determinado, pueden denominarse trozos de prosa. Pero, y a pesar de todo, siguen siendo poesías”.

Prosas de Pablo Neruda
Si en algún momento a su poesía propiamente dicha se le tildó de prosaísmo, de prosaización, la obra general de Neruda a medida que transcurría y sorprendía al mundo, vino a ser en realidad “una poesía de la sensación de cada día.” Como justamente la adelanta en Memorial de Isla Negra. Empapada de un marcado hilo biográfico, la poética nerudiana nos subraya la expresión venturosa o sombría de cada día, el rendimiento de cuentas espirituales-existenciales que en ella se propusiera.
Los cinco volúmenes de Memorial de Isla Negra vienen siendo el anticipo, la antesala de sus posteriores Prosas Mayores representadas en Confieso que he vivido - Memorias, Para nacer he nacido y El río invisible -Poesía y prosa de juventud-. Textos fundamentales para una decodificación integral del fenómeno Neruda.

Confieso que he vivido
Confieso que he vivido, Memorias, -Primera edición: 3. V. 1974- obra póstuma ordenada y preparada por Matilde Urrutia, viuda del poeta, y Miguel Otero Silva, escritor venezolano, entrañable amigo de Neruda, para la Editorial Losada, S.A. de Buenos Aires, constituye junto con Para nacer he nacido un extraordinario manojo de prosas de Pablo Neruda, que en su gran mayoría nunca habían sido recogidas en libro, al tiempo que revelan aspectos desconocidos de la rica y compleja personalidad del poeta.

Idea principal
Confieso que he vivido constituye un verdadero autorretrato de Pablo Neruda a partir de 12 Cuadernos esculpidos en una de las más esclarecedoras prosas de las letras hispanoamericanas. El lector asiste, jubiloso, de mano de Neruda, al itinerario vital que signó su vida, al viaje literario que desde el bosque chileno amparó al joven provinciano. Perdido entre ciudades, caminos, soledades luminosas, pasando por la España en el corazón, por la patria en tinieblas, nos conduce al eterno oficio de la poesía, al poder de la poesía, hasta desembocar en la Patria dulce y dura, en la utopía político-poética, rubricada desgraciadamente por las dolorosas y rápidas líneas escritas para las memorias a solo tres días de los hechos incalificables que llevaron a la muerte a su gran compañero, el camarada presidente Allende.
Las memorias implícitas en Confieso que he vivido, cuasi novela para algunos críticos, -quizás doce cuentos náufragos-, vívida hurganza, confidencia espiritual, nos brindan una visión pormenorizada de la vida y la obra del autor, quien, cargado de las lluvias torrenciales de los largos inviernos del sur de Chile, nos hace partícipe de sus largos viajes al Oriente, Europa y Asia; nos explica algunas de sus principales obras, vivencias, encuentros y reencuentros, hasta llegar su querencia eterna, Isla Negra, nublada con la turbulenta política que da muerte a su entrañable camarada, Allende, asesinado por los eternos enemigos del pueblo.

Orden estructural del libro
La obra está dividida en doce cuadernos o capítulos, que parecieran ser títulos de verdaderos cuentos, a saber:
EL JOVEN PROVINCIANOPERDIDO EN LA CIUDADLOS CAMINOS DEL MUNDOLA SOLEDAD LUMINOSAESPAÑA EN EL CORAZÓNSALÍ A BUSCAR CAÍDOSMÉXICO FLORIDO Y ESPINUDOLA PATRIA EN TINIEBLASPRINCIPIO Y FIN DE UN DESTIERRONAVEGACIÓN CON REGRESOLA POESÍA ES UN OFICIOPATRIA DULCE Y DURA
Estilo
Escrita con incomparable gracia, Confieso que he vivido nos entrega, paso a paso, una galería de fantasmas sacudidos por el fuego y la sombra de una vida discurrida a la luz de otras vidas en una dolorosa época compartida.
Se trata de dar razón de una vida hecha de todas las vidas: las vidas del poeta. Como decir que todo poeta requiriese de un par de vidas para rememorar o reconstruir la propia.
Sin intelectualismo alguno, con natural sabiduría, en un lenguaje en prosa único e inconfundible, Neruda nos revela su propia búsqueda, su camino esplendoroso tras la diaria y permanente creatividad que lo entusiasma.
Su vasta experiencia del universo, su rico bagaje experiencial, poético-vital, los refleja en continuo renacer de palabra, revelación y testimonio, de acento, denuncia y esperanza.
En estilo definido y definitorio, nos corrobora que para nacer ha nacido, para volver a ser, para tejer los altos besos del follaje, como una vieja lágrima enterrada que, nacida de la ceniza terrestre, vuelve a ser semilla. Para encerrar el paso de cuanto se aproxima, de cuanto a su pecho golpea como un nuevo corazón tembloroso.
Haciendo honor al título que se propuso, confiesa plenamente que ha vivido, bajo el granado trigal de la herida insomne de un común dolor humano; de la conciencia de ser hombres y de creer en un destino común.
Confieso que he vivido no es más que un atento examen de la vida de Neruda, un extraordinario encuentro con su sombra.
Verdadera comunicación entre su alma, entre su poesía, los caminos, la soledad luminosa, la fraternidad desconocida, la belleza que florece en la oscuridad… o en el camino poblado antes que de luces, de cruces.

Riquísima red de humor
En homenaje que la revista Araucaria rindiera a Neruda, en 1984, Hernán Castellano Girón, aborda el tema de “Neruda humorista”, donde expresa:
“Cabe comentar aquí la riquísima red de humor que cruza y sostiene Confieso que he vivido, la autobiografía de Neruda cuya lectura precisamente nos sugirió la idea de estas notas, hace ya mucho tiempo. Las memorias nerudianas se abren con la descripción de su infancia austral, y el humor tiene aquí primerísima importancia. Cómo no recordar -solo como un ejemplo entre tantos- la descripción de los objetos de la agreste Frontera de esos años (“un candado ciclópeo, una cuchara antártica”), de los insectos deslumbrantes o titánicos como la “Madre de la culebra”, y visiones mágicas como “muchos zapatos echando vapor, como pequeñas locomotoras”, estampas bruñidas en una memoria expresionista del Sur. Este humor toca su ápice cuando, llegado el poeta a Santiago, convive con los protagonistas de la bohemia de aquellos años, astros deslumbrantes como Alberto Rojas Jiménez, Alirio Oyarzún, Romeo Murga y el “Cadáver” Alberto Valdivia. Estos capítulos usan el humor en alto nivel (“Locos de invierno”) como así mismo el episodio del escritor argentino Omar Vignole, con su vaca literaria y sempiterna. Neruda supo guardar la memoria de lejanas risas en lejanas vidas, como rasgos de su propio humor y su propia cosmogonía.”

Las capas arcaicas del idioma
Según lo apunta Lev Ospovat, al señalar algunas claves del itinerario poético de Pablo Neruda, en cuanto hombre infinito que lo es, nuestro poeta debía en mucho su tensa expresividad al uso de las capas arcaicas del idioma, a su anhelo por revivir lo que el poeta ruso Mandelshtam denominaba “naturaleza prima”, “independencia prima del lenguaje poético”.
Viviendo con el idioma, fundamenta su apelación a las fuentes del español, deduciéndola de las necesidades del hombre de América Latina:
“Entre americanos y españoles el idioma nos separa algunas veces. Pero sobre todo es la ideología del idioma la que se parte en dos. La belleza congelada de Góngora no conviene a nuestras latitudes… Nuestra capa americana es de piedra polvorienta, de lava triturada, de arcilla con sangre…
El idioma español se hizo dorado después de Cervantes, adquirió una elegancia cortesana, perdió la fuerza salvaje que traía de Gonzalo de Berceo, del Arcipreste, perdió la pasión genital que aún ardía en Quevedo. Igual pasó en Inglaterra, en Francia, en Italia. La desmesura de Chaucer, de Rabelais, fueron castradas; la petrarquización preciosista hizo brillar las esmeraldas, los diamantes, pero la fuente de la grandeza comenzó a extinguirse.
Este manantial anterior tenía que ver con el hombre entero, con su anchura, su abundancia y su desborde…
Si mi poesía tiene algún significado, es esa tendencia espacial, ilimitada… Yo tenía que ser yo mismo, esforzándome por extenderme como las propias tierras en donde me tocó nacer”.

Páginas modélicas
La apertura del primer cuaderno no puede ser más definitiva: El bosque chileno.
Verdadero poema en prosa, con conjunción de planos poético-existenciales de gran vibracionalidad, nos remonta a la categórica pregunta de Tercera Residencia, donde encontramos de pie al poeta “naciendo en los bosques”:
¿Hasta cuándo la mano del bosque en la lluvia
nos avecina con todas sus agujas
para tejer los altos besos del follaje?
Para concluir más categóricamente aún:
Quien no conoce el bosque chileno, no conoce a este planeta.

El bosque chileno
"...Bajo los volcanes, junto a los ventisqueros, entre los grandes lagos, el fragante, el silencioso, el enmarañado bosque chileno…. Se hunden los pies en el follaje muerto, crepitó una rama quebradiza, los gigantescos raulíes levantan su encrespada estatura, un pájaro de la selva fría cruza, aletea, se detiene entre los sombríos ramajes. Y luego desde su escondite suena como un oboe... Me entra por las narices hasta el alma el aroma salvaje del laurel, el aroma oscuro del boldo... El ciprés de las guaitecas intercepta mi paso... Es un mundo vertical: una nación de pájaros, una muchedumbre de hojas... Tropiezo en una piedra, escarbo la cavidad descubierta, una inmensa araña de cabellera roja me mira con ojos fijos, inmóvil, grande como un cangrejo... Un cárabo dorado me lanza su emanación mefítica, mientras desaparece como un relámpago su radiante arco iris... Al pasar cruzo un bosque de helechos mucho más alto que mi persona: se me dejan caer en la cara sesenta lágrimas desde sus verdes ojos fríos, y detrás de mí quedan por mucho tiempo temblando sus abanicos... Un tronco podrido: ¡qué tesoro!... Hongos negros y azules le han dado orejas, rojas plantas parásitas lo han colmado de rubíes, otras plantas perezosas le han prestado sus barbas y brota, veloz, una culebra desde sus entrañas podridas, como una emanación, como que al tronco muerto se le escapara el alma... Más lejos cada árbol se separó de sus semejantes... Se yerguen sobre la alfombra de la selva secreta, y cada uno de los follajes, lineal, encrespado, ramoso, lanceolado, tiene un estilo diferente, como cortado por una tijera de movimientos infinitos... Una barranca; abajo el agua transparente se desliza sobre el granito y el jaspe... Vuela una mariposa pura como un limón, danzando entre el agua y la luz... A mi lado me saludan con sus cabecitas amarillas las infinitas calceolarias... En la altura, como gotas arteriales de la selva mágica se cimbran los copihues rojos (Lapageria Rosea)... El copihue rojo es la flor de la sangre, el copihue blanco es la flor de la nieve... En un temblor de hojas atravesó el silencio la velocidad de un zorro, pero el silencio es la ley de estos follajes... Apenas el grito lejano de un animal confuso... La intersección penetrante de un pájaro escondido... El universo vegetal susurra apenas hasta que una tempestad ponga en acción toda la música terrestre.
Quien no conoce el bosque chileno, no conoce este planeta.
De aquellas tierras, de aquel barro, de aquel silencio, he salido yo a andar, a cantar por el mundo”.

El arte de la lluvia
Ciertamente, nos convence Neruda que su único personaje inolvidable fue la lluvia, en los días y años de su infancia. La lluvia austral, la que tiene paciencia y continúa, sin término, cayendo desde el cielo gris.
El pacto con la lluvia, con el espacio natural de sus primeros días, perdurará en su vida. Hasta llevarla en su corazón a Estocolmo, en ocasión de la recepción del Premio Nobel de Literatura, 1971:
Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre confianza en el hombre.

La palabra
De pronto, perdidos en la ciudad, entre pensiones, inviernos, libros y negocios, irrumpe la palabra. Las palabras… las que cantan, las que suben y bajan… Las inesperadas…
En enorme concesión histórica, define, delimita, deslinda:
“... Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció...Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos lo dejaron todo... Nos dejaron las palabras”.

Quiere ser un alquimista
Con Mery Sananes diríamos que el poeta siempre quiere ser un alquimista:
“¿Y con qué toca el poeta el universo? Porque cuando los ojos ven y son vistos, es como si los ojos tocaran. ¿Y cómo no va a tocar el poeta al universo, si está sentado en su silla de oro, con ojos que nadie ve? El poeta toca el universo simplemente con la marea que roza, labio a labio, los infinitos rayos de luz de que está hecho el ojo que ve el universo, mientras afina su flauta con la ley de los pájaros. El poeta nos ofrenda, así en tan poquitas palabras, todo el universo, a través del sonido de una flauta, afinada con la ley de los pájaros, de las alas, del viento, de todo lo que se extiende desde el ojo hasta el universo que lo ve, con la marea que roza, labio a labio, la vida…
¿Juego de palabras? El poeta juega con las palabras porque está apostando a darles vida, a convertirlas en mágicos talismanes que le devuelvan al ojo su capacidad para ver y al corazón la hondura para escuchar el código de los pájaros, afinando las flautas del universo. El poeta siempre quiere ser un alquimista. Porque el hombre, que lo es, ha dejado en el camino o le han arrebatado su capacidad de ser creador, de ser un engranaje único en la estructura infinita del universo. El poeta se la quiere devolver, o señalar, o advertir, para que tenga ojos que alguien vea, y para que tenga una silla para mirar el universo a través de si mismo”.

La vida en Colombo
Entre ciudad y ciudad, tropieza, tropezamos con los hermosos clubes de Colombo (Ceilán), donde Neruda se desempeñase como cónsul. Allí termina de escribir el primer volumen de Residencia en la Tierra. Uno de sus apuntes no puede ser más esclarecedor:
“Mi libro recogía como episodios naturales los resultados de mi vida suspendida en el vacío: ‘Más cerca de la sangre que de la tinta’. Pero mi estilo se hizo más acendrado y me di alas en la repetición de una melancolía frenética, Insistí por verdad y por retórica (porque esas harinas hacen el pan de la poesía) en un estilo amargo que porfió sistemáticamente en mi propia destrucción. El estilo no es solo el hombre. Es también lo que lo rodea, y si la atmósfera no entra dentro del poema, el poema está muerto: muerto porque nunca ha podido respirar”.
Indudablemente que señalamientos críticos como estos abundan en Confieso que he vivido, los que indiscutiblemente arrojan luces y claves de lectura crítica ante una de las más variadas y pletóricas vidas, oscilante siempre entre el lirismo más subjetivo y el descubrimiento asombrado e incesante del mundo y su circunstancia.

Cómo era Federico
Capítulo especial dedica al ingente gitano de todos los tiempos, cuando la vida le brindó ocasión de pronunciar un famoso discurso al alimón entre Federico García Lorca y él, delante de cien escritores argentinos.
Dos toreros líricos para un mismo discurso. Dos genios fundidos en una misma hora. Rubén Darío -uno de los grandes creadores del lenguaje poético en el idioma español- entre ellos, máximo protagonista.
Dos toreros toreando al mismo tiempo el mismo toro y con una única palabra; levantando su vaso en homenaje y gloria al gran nicaragüense, como decir a la Gran Palabra.

España en el corazón
De mano de Federico, Neruda se hace encontradizo, entre otros, con Miguel Hernández, de quien afirma: “… la vida no me ha dado contemplar un fenómeno igual de vocación y de eléctrica sabiduría verbal”.
Recuerda los encuentros diarios en casas y cafés con Alberti, Altolaguirre, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre. Con el árbol viejo de España, Antonio Machado. De Juan Ramón Jiménez -viejo niño diabólico de la poesía- sostiene que fue el encargado de hacerle conocer la legendaria envidia española.
A España en el corazón (1938) -su libro sobre España- le dedica históricas líneas. Impreso por Manuel Altolaguirre, en un desafío a la muerte, cerca de Gerona, en un viejo monasterio, apenas vio la luz, se precipitó la derrota de la República. En una hoguera-concluye Neruda- fueron inmolados los últimos ejemplares de aquel libro ardiente que nació y murió en plena batalla.
Con el tiempo, este Himno a las Glorias del Pueblo en la Guerra -canto inmenso de un metal que recoge guerra y desnuda sangre- formaría parte de TERCERA RESIDENCIA (1947) con todo el esplendor, en ramalazo en fogarada, explicando por qué su poesía no nos habla del sueño de las hojas:
EXPLICO ALGUNAS COSAS
Preguntaréis: ¿Y dónde están las lilas?¿Y la metafísica cubierta de amapolas?¿Y la lluvia que a menudo golpeabasus palabras llenándolasde agujeros y pájaros?
Os voy a contar todo lo que me pasa.
Yo vivía en un barriode Madrid, con campanas, con relojes, con árboles.
Desde allí se veíael rostro seco de Castilla como un océano de cuero.
Mi casa era llamadala casa de las flores, porque por todas partes estallaban geranios: erauna bella casacon perros y chiquillos.
¿Raúl, te acuerdas?¿Te acuerdas, Rafael? ¿Federico, te acuerdasdebajo de la tierra,te acuerdas de mi casa con balcones en dondela luz de junio ahogaba flores en tu boca?
¡Hermano, hermano!
Todoeran grandes voces, sal de mercaderías,aglomeraciones de pan palpitante…
Y una mañana todo estaba ardiendo,y una mañana las hoguerassalían de la tierradevorando seres,y desde entonces fuego,pólvora desde entonces,y desde entonces sangre…
…mirad mi casa muerta, mirad España rota…
Preguntaréis ¿ por qué su poesía no nos habla del sueño, de las hojas, de los grandes volcanes de su país natal?
Venid a ver la sangre por las calles,venid a verla sangre por las calles,venid a ver la sangrepor las calles!

El laurel de mi poesía
Página de antología la que dedica en el Cuaderno 8 a la pampa salitrera, donde retorna al oficio de su vida: la Poesía.
Mi poesía y mi vida han transcurrido como un río americano, como un torrente de aguas de Chile, nacidas en la profundidad secreta de las montañas australes, dirigiendo sin cesar hacia una salida marina el movimiento de sus corrientes. Mi poesía no rechazó nada de lo que pudo traer en su caudal; aceptó la pasión, desarrolló el misterio, y se abrió paso entre los corazones del pueblo.
Me tocó padecer y luchar, amar y cantar; me tocaron en el reparto del mundo, el triunfo y la derrota, probé el gusto del pan y el de la sangre ¿Qué más quiere un poeta? … He llegado a través de una dura lección de estética y de búsqueda, a través de los laberintos de la palabra escrita, a ser poeta de mi pueblo. Mi premio es ese momento grave de mi vida cuando en el fondo del carbón de Lota, a pleno sol en la calichera abrasada, desde el socavón del pique ha subido un hombre como si ascendiera desde el infierno, con la cara transformada por el trabajo terrible, con los ojos enrojecidos por el polvo y, alargándome la mano endurecida, esa mano que lleva el mapa de la pampa en sus durezas y en sus arrugas, me ha dicho, con ojos brillantes: “te conocía, desde hace mucho tiempo, hermano”. Ése es el laurel de mi poesía, ese agujero en la pampa terrible, de donde sale un obrero a quien el viento y la noche y las estrellas de Chile le han dicho muchas veces: “no estás solo, hay un poeta que piensa en tus dolores”.

La poesía es un oficio
Nunca pensó, cuando escribió sus primeros solitarios libros, que al correr de los años se encontraría en plazas, calles, fábricas, aulas, teatros y jardines, diciendo sus versos, recorriendo prácticamente todos los rincones de Chile, desparramando su poesía entre la gente de su pueblo, entre el mundo entero que conoció hasta las arrugas de sus versos.
En torno a la poesía como oficio, al poder de la poesía, nos dejó este canto:
LA POESÍA
...Cuánta obra de arte... Ya no caben en el mundo... Hay que colgarlas fuera de las habitaciones ... Cuánto libro... Cuánto librito... Quién es capaz de leerlos? ... Si fueran comestibles... Si en una ola de gran apetito los hiciéramos ensalada, los picáramos, los aliñáramos... Ya no se puede más... Nos tienen hasta la coronilla... Se ahoga el mundo en la marea... Reverdy me decía: "Avisé al correo que no me los mandara. No podía abrirlos. No tenía sitio. Trepaban por los muros, temí una catástrofe, se desplomarían sobre mi cabeza"... Todos conocen a Eliot... Antes de ser pintor, de dirigir teatros, de escribir luminosas críticas, leía mis versos... Yo me sentía halagado... Nadie los comprendía mejor... Hasta que un día comenzó a leerme los suyos y yo, egoísticamente, corrí protestando: "No me los lea, no me los lea"... Me encerré en el baño, pero Eliot, a través de la puerta, me los leía... Me sentí muy triste... El poeta Frazer, de Escocia, estaba presente... Me increpó: "Por qué tratas así a Eliot?"... Le respondí: "No quiero perder mi lector. Lo he cultivado. Ha conocido hasta las arrugas de mi poesía... Tiene tanto talento... Puede hacer cuadros... Puede escribir ensayos... Pero quiero guardar este lector, conservarlo, regarlo como planta exótica... Tú me comprendes, Frazer"... Porque la verdad, si esto sigue, los poetas publicarán sólo para otros poetas ... Cada uno sacará su plaquette y la meterá en el bolsillo del otro ... su poema... y lo dejará en el plato del otro... Quevedo lo dejó un día bajo la servilleta de un rey... eso sí valía la pena... O a pleno sol, la poesía en una plaza... O que los libros se desgasten, se despedacen en los dedos de la humana multitud... Pero esta publicación de poeta a poeta no me tienta, no me provoca, no me incita sino a emboscarme en la naturaleza, frente a una roca y a una ola, lejos de las editoriales, del papel impreso... La poesía ha perdido su vínculo con el lejano lector... Tiene que recobrarlo... Tiene que caminar en la oscuridad y encontrarse con el corazón del hombre, con los ojos de la mujer, con los desconocidos de las calles, de los que a cierta hora crepuscular, o en plena noche estrellada, necesitan aunque sea no más que un solo verso... Esa visita a lo imprevisto vale todo lo andado, todo lo leído, todo lo aprendido... Hay que perderse entre los que no conocemos para que de pronto recojan lo nuestro de la calle, de la arena, de las hojas caídas mil años en el mismo bosque... y tomen tiernamente ese objeto que hicimos nosotros... Solo entonces seremos verdaderamente poetas... En ese objeto vivirá la poesía...”.

La primavera es insurreccional
La crítica y la autocrítica, lo llevan a hilvanar un himno a los deberes de la poesía y del poeta.
“Tal vez los deberes del poeta fueron siempre los mismos en la historia. El honor de la poesía fue salir a la calle, fue tomar parte en éste y en el otro combate. No se asustó el poeta cuando le dijeron insurgente. La poesía es una insurrección. No se ofendió el poeta porque lo llamaron subversivo. La vida sobrepasa las estructuras y hay nuevos códigos para el alma. De todas partes salta la semilla; todas las ideas son exóticas; esperamos cada día cambios inmensos; vivimos con entusiasmo la mutación del orden humano: la primavera es insurreccional.
Yo he dado cuanto tenía. He lanzado mi poesía a la arena, y a menudo me he desangrado con ella, sufriendo las agonías y exaltando las glorias que me ha tocado presenciar y vivir. Por una cosa o por otra fui incomprendido, y esto no está mal del todo”.

Allende
Neruda sabía perfectamente que su pueblo ha sido el más traicionado de este tiempo. Que aquel presidente estaba condenado a conducirse como un iluminado, como un soñador, quedándose su sueño de grandeza en sueño… Que las obras y los hechos de Allende, de imborrable valor nacional, enfurecieron a los enemigos de nuestra liberación.
“Mi Pueblo ha sido el más traicionado de este tiempo. De los desiertos del salitre, de las minas submarinas del carbón, de las alturas terribles donde yace el cobre y lo extraen con trabajos inhumanos las manos de mi pueblo, surgió un movimiento liberador de magnitud grandiosa. Ese movimiento llevó a la presidencia de Chile a un hombre llamado Salvador Allende para que realizara reformas y medidas de justicia inaplazables, para que rescatara nuestras riquezas nacionales de las garras extranjeras.
… Escribo estas rápidas líneas para mis memorias a sólo tres días de los hechos incalificables que llevaron a la muerte a mi gran compañero el presidente Allende. Su asesinato se mantuvo en silencio; fue enterrado secretamente; solo a su viuda le fue permitido acompañar aquel inmortal cadáver. La versión de los agresores es que hallaron su cuerpo inerte, con muestras visibles de suicidio. La versión que ha sido publicada en el extranjero es diferente. A renglón seguido del bombardeó aéreo entraron en acción los tanques, muchos tanques, a luchar intrépidamente contra un solo hombre: el presidente de la república de Chile, Salvador Allende, que los esperaba en su gabinete, sin más compañía que su gran corazón, envuelto en humo y llamas.
Tenían que aprovechar una ocasión tan bella. Había que ametrallarlo porque jamás renunciaría a su cargo. Aquel cuerpo fue enterrado secretamente en un sitio cualquiera. Aquel cadáver que marchó a la sepultura acompañado por una sola mujer que llevaba en sí misma todo el dolor del mundo, aquella gloriosa figura muerta iba acribillada y despedazada por las balas de las ametralladoras de los soldados de Chile, que otra vez habían traicionado a Chile”.

Vivo todavía
Ése, Pablo Neruda, vivo todavía bajo el granado trigal de la herida insomne de un común dolor humano; de la conciencia de ser hombres y de creer en un destino común.
Quien cree con Nazim Hikmet en el futuro de la poesía como la exigencia más indispensable.
Quien suscribe que “habrá de haber lugar para la poesía, si no quieren pueblos y hombres sucumbir antes de tiempo”.
Quien confía en Matilde Urrutia, su mujer, provinciana como él, a quien le dedica cuanto escribe y cuanto tiene…La que trajo para él de la tierra, con pies y manos y ojos y voz, todas las raíces, todas las flores, todos los frutos fragantes de la dicha.
Quien atestigua que Vallejo sobrevive y que a pesar de toda guerra literaria, sufre de aquel amigo que murió y que era como él buen carpintero con derecho al honor, a la muerte y a la vida, rubricando que los próximos años serán de color azul.
Quien a Gabriela Mistral besa su noble frente y reverencia su extensa poesía.
Quien añora libros sin escuelas y sin clasificar, como la vida.
Quien piensa que al poeta debemos exigirle sitio en la calle y en el combate, así como en la luz y en la sombra.
Quien sabe que el honor de la poesía fue salir a la calle, fue tomar parte en éste y en el otro combate. Y que no se asustó el poeta cuando le dijeron insurgente.
Quien sostiene que tanto Residencia en la tierra como Las uvas y el viento, libros de grandes espacios y mucha luz, tienen derecho a existir en alguna parte… Y que de todos sus libros, Estravagario no es el que canta más, sino el que salta mejor. Libro morrocotudo, con sabor a sal que tiene la verdad.
Quien se enteró después de estar haciéndolo, que lo que él escribía se llamaba poesía. Y que es memorable y desgarrador para el poeta haber encarnado para muchos hombres, durante un minuto, la esperanza.

CODA
Definitivamente, Confieso que he vivido es una de las obras de Neruda en las que vida y poesía se iluminan recíprocamente, a la luz de la historia de una conciencia en su enfrentamiento con el mundo. Junto con Para nacer he nacido y El río invisible, abarcan en plenitud los dolores y esperanzas de la vastedad del hombre, hasta consagrarse a la tradición más viva de nuestra suprema poesía.
Al tiempo que ser una aproximación autobiográfica, es un reflejo de la aspiración humana por confesarse el hombre ante el olvidado asombro de estar vivo.
En Confieso que he vivido el autor, dejando escurrir entre sus dedos la arena del tiempo, conjuntamente toma el pulso a su propia vida como a su entorno epocal. Las vicisitudes de un hombre se entrecruzan paralelamente con las llagaduras, lamentaciones y esperanzas del hombre. Verdadera galería de fantasmas sacudidos por el fuego y la sombra de su época.
Espléndido viaje espiritual, Confieso que he vivido viene a ser referencia obligada, texto fundamental para la comprensiva decodificación del hormigón Neruda. La vida de un hombre poeta que tal vez no vivió en sí mismo, tal vez vivió la vida de los otros: una vida hecha de todas las vidas: las vidas del poeta. Poesía, Sociedad Anónima, en luminosa solidaridad
Pablo Neruda, Padre otoñabundo, Catatumbo de sangre americana, Camarada, araucano obligatorio, relámpago en fulgor esclarecido, con todas las buenas intenciones, regando por el orbe su semilla, iluminando por dentro y por fuera al mundo en su destino.
Pablo Neruda, desde que saliera a andar, a cantar por el mundo, vivo, confeso y convencido de que la Poesía -esposa, hermana o madre- lo acompañó; de que juntos fueron al combate, a la huelga, al desfile, a los puertos, a la mina, desde la más enrarecida altura hasta la simple mesa de los pobres, hasta la bandera insigne de los hombres comunes… mientras se fue gastando y ahora nos confiesa que ha vivido y vive mientras el tiempo va dejando correr eternamente las aguas de su canto, la eternidad en vuelo victorioso.

BIBLIOGRAFÍA
CASTELLANO GIRÓN, Hernán: "Neruda humorista". En: Revista Araucaria. No. 26 - 1984.
ESPINO BARAHONA, Erasto Antonio: "El río invisible". En: Espéculo. Revista de estudios literarios, Universidad Complutense de Madrid. No. 27http://www.ucm.es/info/especulo/numero27/neru_rio.html
MORA, Pablo: "A la sombra de un canelo". En: Espéculo. Revista de estudios literarios, Universidad Complutense de Madrid. No. 21. http://www.ucm.es/info/especulo/numero21/canelo.html
____________ "Eco nerudiano". En: Espéculo. Revista de estudios literarios, Universidad Complutense de Madrid. No. 27.http://www.ucm.es/info/especulo/numero27/neru_eco.html
___________ "El asombro". En: Venezuela Analítica. Opinión y Análisis. Lunes, 25 de septiembre de 2006. http://www.analitica.com/va/arte/oya/2158476.asp
___________ Poiesología, San Cristóbal, Táchira, Venezuela, FEUNET, 2005.
NERUDA, Pablo: Antología esencial, Buenos Aires, Editorial Losada, S.A., 1971.
___________ Confieso que he vivido -Memorias-, Buenos Aires, Editorial Losada, S.A., 1974.
____________ Para nacer he nacido, Barcelona, Editorial Seix Barral, S.A., 1977.
____________ Poesie d’amore. A cura di Giuseppe Bellini. Milano, Nuova Accademia Editrice, 1963.
OSPOVAT, Lev: "El hombre es infinito". En: Revista Araucaria. No. 29 - 1984.
RIVERA, Maica: "Joaquín Mª Aguirre: 'Mis relatos son mensajes lanzados al mar con la esperanza de un rescate'”. En: Espéculo. Revista de estudios literarios, Universidad Complutense de Madrid. http://www.ucm.es/info/especulo/numero32/cnaufrag.html
SANANES, Mery: "De la palabra, la cultura y el conocimiento". Revista Intento Nº 3, órgano de difusión del Doctorado en Ciencias Sociales de la FACES/UCV. http://www.poesia.org.ve/poema.php?codigo=1172

© Pablo Mora 2006
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero34/confieso.html

PADRE

(1906-1993)



También mi padre fue un caballo viejo.
Muchas veces durmió a la intemperie.
Anduvo con la vida desde lejos
hasta que dio la muerte en su querencia.

Madrugaba temprano a los corrales,
la noche lo encontraba de regreso.
Cuando apenas soltábanle las riendas
la nueva madrugada lo enlazaba.

Muy orondo cruzaba las corrientes.
¡Mire si hubo torrentes en su vida!
Su brida nunca le brindó descanso.

Mi padre guindó el tiempo en sus aperos.
Con casi ochenta y siete galopazos,
logró alcanzar a Dios en su carrera.


Pablo Mora
San Cristóbal, agosto, 1993.

miércoles, 17 de junio de 2009

A propósito de la obra de Pablo Mora

Aunque nativo de Santa Ana del Táchira (1942) buena parte de la existencia de Pablo Mora ha transcurrido en San Cristóbal. Una afortunada frase de Heidegger en El ser y el tiempo permite explicar la actitud ódica de Pablo Mora: “El mundo es a la par suelo y escenario”. Este bardo no sólo ha captado la pulsión del vivir histórico y del vivir cotidiano de la polis sino ubicado con propiedad en medio de la rosa de los vientos de las corrientes estéticas e ideológicas, entrantes de manera continua por la gran puerta internacional de esa ciudad fronteriza, irguió en certeza sensible una obra lírica de interpretación y actuación sobre su entorno, de gran significancia y alcance. Heredero de la tradición en la gaya ciencia de la juglería de un Manuel Felipe Rugeles o de un Juan Beroes sus composiciones contribuyen a enriquecer el patrimonio literario de los Andes venezolanos. A partir de una actitud ódica de identificación con su mundanidad inmediata y a la vez de apertura al pensamiento artístico universal de estas décadas, Pablo Mora ofrenda su poesía a sus contemporáneos. En ella ha aposentado el registro de sus vivencias, las intuiciones de su corazón, las cogitaciones de su talento, la firmeza de su exigencia. Ha compuesto, con sus palabras impregnadas de libertad imaginativa, una lírica de alta latitud calológica.
San Cristóbal al margen de la explosión desarrollista macroeconómica pero nucleada en torno al soledoso cultivo de su armonía entre su corporeidad arquitectural y su paisaje, entre los bienes materiales y espirituales, cuenta con un próvido poeta quien la entiende a través del amor y la lleva, existencialmente, en sus cantos.Capitán de Poetas, Pablo Mora finca su trabajo en una actitud ódica identificada con su mundanidad inmediata y de apertura. Su verdad se puede llamar humanismo, hombre, humanidad. Conduce ahora las voces de sus huestes líricas al través de las páginas de A coro en el asombro y con ello no hace otra cosa sino aportar al mundo de la poesía del mundo un canto coral para enriquecimiento de la belleza y de la espiritualidad de sus lectores.
Lubio Cardozo (Venezuela)
Ligado a la vida universitaria y también excelente prosista, Pablo Mora es sin duda el autor más prolífico de la poesía tachirense en la actualidad.
Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses (Venezuela)
Poesía sobria y honda es la suya que recala en las raíces del hombre, buceando en su destino común y, a veces, tan trágico. Hay un dejo de nostálgica ternura en muchos de sus versos que perduran a través de largos ramalazos mágicos.
… Me ha llegado su “Almácigo 3”. Cuidadas han sido las simientes que me llegan desde su Almácigo primero. Protegidas con esmero y amor. Los frutos están a la vista en este “Almácigo 3”, donde se entremezclan los ecos de la infancia, lunas distraídas, raíces que recalaron en el hombre, en sus miserias, en sus esperanzas, en sus miedos y fantasmas. Pero por sobre todo anidan en él las preguntas sobre lo ya ocurrido, lo por venir; antenas vigilantes rodean la noche del poeta. Y por momentos transforman su vigilia en angustia y crispación. Pero también, sobrevienen los sueños. Y la vida. Y por sobre todo ello, urticante, febril, anunciándose con golpes de luz y sombra: la POESÍA.
Luisa de Pasamanik (Argentina)
Su poesía (Almácigo) golpea con certidumbre, rasga las vestiduras y obliga a pensar, lo que no es poco en estos tiempos de tanta cordura aséptica no entrometida. Lejos de adensarse en la placidez sentimental, su estro es espada fulgurante que restalla en el aire y quiere cortar y medir cada espacio de nuestros días. No obstante ello, ciertos rasgos del paisaje intiman con el alma y trascienden del espíritu al entorno del cántico.
Luis Ricardo Furlan (Argentina)
Pablo Mora es un hombre sencillo pese a que ha merecido elogios de muchos intelectuales y críticos de Iberoamérica e inclusive de Europa, quienes han reconocido la profundidad y el rico contenido de su obra poética.
Alexander Contreras (Venezuela)
Es una poesía honda y preocupada la suya, una poesía que responde a una conciencia rigurosa y a un sentido humano, pero al mismo tiempo posee una expresividad muy original, de efectos muy medidos como en los excelentes poemas que cierran el cuaderno se comprueba: “Raíces” y “Función”: me parecen piezas de gran aliento, abordando una problemática que no puede ser más actual.
Leopoldo de Luis (España)
Su poesía como siempre sigue alentando con absoluta libertad expresiva, dentro aún de las modalidades clásicas en que la resguarda.
Luis Ricardo Furlan (Argentina)
Sus poemas de Almácigo me gustaron por su sobriedad y su brevedad. Los poetas que parece usted apreciar (Neruda, Vallejo, Whitman) son también de los que yo prefiero. El ritmo interno (por lo repetitivo) en Serie me parece un acierto. Su dominio del vocabulario poético, el tratamiento sincero de los temas, la fuerza apoyada en la sobriedad, el no huirle al compromiso, todo ello me parece muy positivo y resumido en su Corolario que es un texto ejemplar por decir en poquísimas palabras lo que muchos sienten y piensan.
J. Garavito (Francia)
Usted ha elegido como prueba de fuego el molde clásico y perenne del soneto. Y sale airoso de la prueba. Juega con el soneto como quien a la vez que es poeta auténtico domina además la técnica del oficio.
Fray Jerónimo Verduzco, O. P. M. (México)
Bastante más que Almácigo es este bien cuajado sembradío de sonetos que usted sabe trabajar con arte y señorío no a todos concedido. Lo felicito; y veo que con plumas como la suya todavía hay rato para que el soneto no muera, como tantos incapaces desearían.
Pedro Pablo Barnola, S. J. (Venezuela)
Decisamente una poesia da leggere e da ritrovare nelle parole e nei significati, anche per le modulazioni che si inseriscono come un sottofondo vocale che rende più vibrante il contenuto.
Otello (Mario) Martinelli (Italia)
“Almácigo 3”, una nueva obra del Poeta Pablo Mora, adquiriendo nuevas resonancias vitales, capaces de alimentar los momentos humanos. “De frente a la vida”, contando su aventura vivida, como para sentir las palabras del tiempo pasado y rever los lugares recorridos, como un noticiero de sí mismo. Una obra de valor poético con una visión humana de fuerte ahondamiento cultural, que Pablo Mora ha escrito con sensibilidad y atención al dolor que el poder impone para aprovecharse del trabajo ajeno, organizando la horripilante industria de la guerra.
Otello (Mario) Martinelli (Italia)
Dentro de “Almácigo 3” nuestro joven poeta afirma y depura al mismo tiempo sus condiciones y características creadoras. Se mueve con notable soltura en el desenvolvimiento de todos los temas, desde los más intimistas como son los del amor, hasta los menos intimistas como parecen ser los francamente protestatarios. En la elaboración de aquéllos y de éstos, el verso ha adquirido indudable precisión y eficacia comunicativa. De manera especial en el poema breve, del que Pablo Mora se nos presenta en este libro como muy significativo representante. Almácigo 3 es libro que se lee con deleite. Y que, desde luego, consolida la posición del autor dentro de la más nueva poesía venezolana de nuestros días.
Pedro Pablo Paredes (Venezuela)
Con “Almácigo 3” Pablo Mora amplía la temática de sus libros anteriores, imbuida profundamente por el amor a la tierra —de ahí sus títulos reiterados— y por la presencia del hombre cuya existencia gravita al desamparo de este tiempo, acorralado entre las amenazas de exterminio y el resplandor de la esperanza, también amenazada. En este libro la poesía de Pablo Mora, abiertamente autobiográfica, emotiva y ubicada en su tiempo y espacio precisos, se nos presenta más segura, más honda y depurada, en relación con sus libros anteriores, que fueron bien recibidos por la crítica, por cuanto en ellos fue tratada con autenticidad una temática profundamente humana y trascendente. Con este nuevo libro, Pablo Mora ratifica una vez más su condición de poeta consecuente con sus propias vivencias y con el mundo que lo rodea tenazmente.
Dionisio Aymará (Venezuela)
Enemigo del odio y de la guerra, soldado de la paz y mago del amor, el poeta viene de descargar sus cañones para que el hombre tenga derecho a la convivencia y la fraternidad. Ama la semilla, la siembra, el árbol que levanta sus brazos para atrapar el cielo. El poeta ama la espiga. Por eso sus primeros libros tomaron el nombre de Almácigo. Ahora este Almácigo 4 En tiempo de Guerra porque el hombre vive en guerra permanente. Siembra el odio y la destrucción. Para que las flores no estallen en mil colores, como palacios de las mariposas. El poeta Pablo Mora viene cargado de veinte años de versos en espuma. En nieve, en trigo, en maíz, en pomarrosas, en caimito, frailejón, cafetos, orquídeas y caña de azúcar. Viene con el alba y con la aurora, para enterrar los crepúsculos. Para que no llegue la noche, cuando el hombre se encierra en su castillo de maldad, para planear la guerra. Este poeta nuestro. Poeta del pueblo. Poeta del amor. Poeta del hombre. Este es el poeta del corazón.
Francisco Guerrero Pulido (Venezuela)
Almácigo 2: Internarse en su lectura es no dejarla hasta haberle dado fin, tan bellamente se desliza, tan ruiseñor de ventanal dolido, tanta espera de vuelos resplandecientes! Pablo Mora nos va a seguir dando su estremecido canto consustanciado y entremezclado con misterio, enigma y realidades.
Delia de Horta de Merello (Uruguay)
El endecasílabo, adquiere una estructura formal perfecta, incluso, en los sonetos en rima libre —perfectos también. Unos y otros, son piezas muy logradas. Autor de la obra “Almácigo 2”, reúne en ella numerosos sonetos, esas piezas que son consideradas como la más pura expresión del “Arte mayor de la Poesía”, en la que como verdaderos maestros brillan nuestros clásicos, Quevedo, Góngora, Lope, Garcilaso, Boscán, etc., y he aquí que Pablo Mora logra, en estos poemas suyos, plasmar estampas rutilantes —muestra de ese Arte mayor—, para cuya fiel interpretación se requiere poseer, como él la posee, mucha imaginación, mucho sentido de la armonía y también —unido a la riqueza idiomática— una sensibilidad extraordinaria siempre abierta a la percepción del emotivo instante, en el cual el aliento poético se manifiesta como un don angélico, en el poeta.
José Jurado Morales (España)
Los Trípticos dedicados a España, a Jesús, a la Madre, a Bolívar, pero sobre todo a César Vallejo son poemas que nos obligan a aceptar, sin discusión, la presencia de Pablo Mora, dentro del reducido círculo de los excelentes poetas venezolanos. En Tríptico a César Vallejo, Mora consigue concretar con belleza y creatividad el alma de este peruano universal. La atrapa en versos que definen la vigencia del glorioso mestizo, uno de los más grandes poetas de la América Hispana.
Vladimir López Negretti (Venezuela)
Una de las antologías más interesantes en torno a uno de los modos de expresión de nuestra poesía es esta muestra que tiene al soneto escrito en Venezuela como su tema: El soneto en Venezuela, cuyo autor es Pedro Pablo Paredes. (Caracas, Monte Ávila Editores, 1985. 213 p.). Al conjunto ofrecido en la primera y segundas ediciones de El soneto… —ambas impresas en 1962— se han añadido ahora cuatro nuevos textos escritos por María Luisa Alonso, Elio Jerez Valero, Pablo Mora y Germán Pérez Chiriboga. De honda belleza nos ha parecido el del joven poeta Mora —“Color de la rosa”— cincelado con sabiduría verbal, equilibrado, sin las tensiones angustiosas de su poesía.
R. J. Lovera De-Sola (Venezuela)
En su obra sobresale una temática profundamente imbuida en la soledad del hombre, en la angustia y el dolor y la presencia agónica del hombre de este tiempo. El poeta consagra su fe, por una parte, y por la otra su tremendo desasosiego frente a un mundo donde a menudo falta la justicia y sobra la crueldad. Con Pablo Mora, hombre de permanente disciplina intelectual y al mismo tiempo de conmovida sensibilidad, el Táchira reafirma su decisiva contribución a la poesía venezolana.
Dionisio Aymará (Venezuela)
Uno de los poetas nativos del Táchira que son cifra permanente en el mundo de las letras venezolanas. Uno de los poetas de mayor presencia en las nuevas generaciones literarias de Venezuela.
Ramón J. Velásquez (Venezuela)
Sus almácigos denuncian su calidad de poeta ligado a la tierra y vinculado a la raíz sufriente del hombre campesino. Los conservaré a mi lado y sabré buscar en ellos cuando tenga sed el agua que derrama su manantial montañés.
Manuel Rodríguez Cárdenas (Venezuela)
Mora nos comunica su particular visión de los acontecimientos, los hechos en su dimensión más honda, más profunda, la artística función del hombre puesto en la esfera de los sucesos y echado sobre los caminos de la imaginación para perfeccionar el cauce y la voz.
Antonio Ruiz Sánchez (Venezuela)
Tu poesía es un cordón de imágenes sabias, trazadas como una jugada de ajedrez que va derecho al jaque mate, sin que lo vulgo del juego matemático le quite esa alma poética que anima lo que escribes. Eres un gran poeta.
Waldemar Dante (Chile)
Profundos temas engalanan este poemario Almácigo. Su último poema “Función” (Responso al Petróleo) es en síntesis un gran manojo de verdad, dolor y desazón. Hacía un tiempo que no llegaba a nosotros un canto del hombre en defensa del hombre que a veces no encuentra o no sabe por qué vivir.
Delia de Horta de Merello (Uruguay)
Su poesía es una voz viva, que se nos queda con auténtica emoción. Y en otros planos, este Responso al Petróleo, también nos viene como una foto reciente y profética, a los mexicanos y no sólo a nosotros, sino a tantos y tantos ilusos países flagelados, que no beneficiados, por el oro negro. Ya lo dijo nuestro López Velarde: “El niño Dios te escrituró un establo / y los veneros de petróleo / el diablo…”.
Soledad García (México)
He leído con placer Almácigo y Almácigo 2. Me gusta tener la producción del Grupo “Parnasillo”, que afianza su presencia, día a día, en las letras venezolanas. Aunque vivo muy alejado de las nuevas promociones de poetas (veo que Ud. es del 42), me apasiona el conocimiento de los actuales movimientos literarios. Reciba mi reconocimiento y un cordial abrazo.
Pedro Grases (España)
Siguiendo los caminos de algunos de tus poemas llego al titulado: “Función (Responso al Petróleo) y creo que no se puede decir más de este monstruo inhumano que está destrozando la luz primitiva del alma de los hombres y convirtiendo la Tierra en un estercolero, porque detrás del Padre-Petróleo llegará el Hijo de Puta de las Centrales Nucleares y las multinacionales del oro destrozarán nuestro planeta con sus ambiciones, a no ser que los seres del espacio, los extraterrestres, detengan la bestialidad que el capitalismo está desencadenando y que puede conducir a una guerra nuclear.
Manuel Pacheco (España)
Lo felicito por sus versos llenos de impulso juvenil y savia nueva. Me ha encantado “Función”, pleno de fuerza expresiva.
Mario Briceño Perozo (Venezuela)
Almácigo 2, dividido en tres partes denominadas “Del Hombre”, “Del Amor” y “De la Vida”, contiene 52 sonetos, a través de los cuales se canta una temática variada, tratada con singular afectividad y emoción. Así, el poeta nombra la montaña, donde nacieron sus primeras miradas; la neblina, que estuvo tan íntimamente vinculada a su infancia. Así, también, el poeta nombra la heredad, la penumbra, el corazón, la lejanía, el paisaje, todo ello vital y profundo. Cabe mencionar igualmente la serie de Trípticos, en todos los cuales campea la espontaneidad, se convocan las memorias amadas, los nombres y los sitios que de alguna manera constituyen la existencia. Pablo Mora, con estos sonetos, extrae desde el fondo de su ser esa luz grande que es el amor y que se proyecta sobre todos los seres y las cosas.
Dionisio Aymará (Venezuela)
De la noche insomne es un libro que revela, como uno de sus temas fundamentales, la libertad del hombre. Un hombre oprimido por todo lo que sucede en esta vida y que debe de alguna manera escapar o evadir esa realidad.
Tina Tarantini (Venezuela)
Almácigo 3, más que un refugio de lentiscos es la totalidad de sentimientos expresados por un hombre que ha compartido y siente las penalidades del labriego y se asoma a la puerta de su morada, donde un mundo de silencio se empoza en sus pupilas. Mora arremete contra la soledad, eco del misterio y revelación de la búsqueda.
Ana Cecilia Guerrero (Venezuela)
Almácigo 4 En tiempo de guerra de Pablo Mora tiene sabor humano. Versos cocidos con el alma. La paz la guerra la guerra la paz, juego de palabras unamuniano para rescatar verdades. Un diez para este libro hermoso de Pablo Mora.
Juan Manuel Polo (Venezuela)
En este libro Almácigo 4, su lucha por la paz se trueca en armazón y ariete sentimental contra la agresión y la hecatombe, un afirmarse en que no habrá “tiempo de saber de su espesor” si los hombres no se persuaden de que la próxima guerra será la postrera… Pablo Mora, nos parece, alcanza, en este poemario, su más preciso aliento en la estructura que inmortalizara Garcilaso: “No importa el llanto o la primer caída, / la vida es solamente el compromiso / de estar donde la vida misma quiso: / al lado de la vida de por vida.” Es ésta una hermosa declaratoria de fe humana en la humanidad. Contra la muerte y los traficantes de la guerra Pablo Mora subleva sus batallas aladas, los huracanes y ventiscas que arrojarán lejos llantos y dolor. Hombro a hombro
se conciliará el hombre con su infancia
se cubrirán de flores los desiertos
Gustavo Pereira (Venezuela)

Almácigo 4 En tiempo de guerra: un mensaje cálido de paz, de fraternidad y una ancha bocanada lírica. Su voz, indudablemente, lleva consigo reminiscencias de tradición y al mismo tiempo permanente novedad. Adjunto encontrará un programa de la última temporada de Yolanda. La razón es que en el proemio va el hermoso soneto que Ud. le consagrara. Para nosotros es un honor. Ya ve, pues, que su poema nos ha merecido siempre una honda estimación. De Yolanda, su permanente gratitud por la hermosa exaltación de que la hizo objeto.
Manuel Rodríguez Cárdenas (Venezuela)
Mil gracias por el envío de su denso y conmovedor y conmovido poemario Almácigo 4 En tiempo de guerra. No es frecuente embarcarse en una empresa lírica de esta magnitud. Es más frecuente que publiquemos un librito con varios poemas breves o extensos. Pero dedicar toda una obra a un solo tema de enorme trascendencia con gallardía y con tales interpelaciones a la conciencia de un Continente, de un mundo, es tarea cuasi colosal. Lo felicito de corazón.
Fray Jerónimo Verduzco, O. F. M. (México)
“En tiempo de Guerra” nos muestra a un Pablo Mora más maduro aún, más compenetrado con los aconteceres que golpean a la sociedad mundial. Él lanza un Canto a la Paz, sueña con la paz, para que los niños tengan su cuota de felicidad ahora y después. “se conciliará el hombre con la infancia / se cubrirán de flores los desiertos” Para que el hombre siga guardando en su interior la pureza, los sentimientos incontaminados, la primitiva dulzura, la inviolable ternura… En alguna oportunidad enfoques realizados por quien firma fueron leídos ante el público uruguayo, en el afán de dar a conocer valores de hermanos latinoamericanos… No más guerras. Corazón adentro, gracias Pablo Mora por tu mensaje de Paz y Esperanza!
Delia de Horta de Merello (Uruguay)
Visitar su página web de poesía es visitar un archipiélago del sueño y la resistencia dentro de la Red. La poesía ha encontrado su medio y su soporte técnico en Internet; su fugacidad eterna, su movilidad, su aleatoriedad, su multiculturalidad, tienen unas posibilidades infinitas que permiten y permitirán a la poesía, ser el recurso definitivo de los hombres libres y de aquellos que hoy luchan por la libertad y la justicia en todos los puntos cardinales de la tierra.
Omar García Ramírez (Colombia)
Pablo Mora propone la instauración de una nueva disciplina que venga a cubrir los vacíos en el estudio de la razón poética: la poiesología, “estudiaría los signos de la creatividad y las leyes que la regulan en relación con la naturaleza, el hombre y el arte; al interior de la ciencia, la técnica y la tecnología”… Si el hombre camina hacia la extinción —la autoextinción— le quedan tres alternativas: que éste sólo sea un destino aparente; el nihilismo; la responsabilidad. Esta última suena a inocente y utópica, pero, ¿queda algo más? Todo esto lo dice Pablo Mora en Fondo Humanitario Internacional.
Marcos Taracido (España)
Pablo, soldado de la palabra, desnudo solitario insomne, en vela, velando a pensamientos desatados, es semilla del hombre, es trigo, pan, espiga, sueño, niño, que se hunde en el ser para sentir que es; se maravilla del discurso del agua, se asoma al canto de los árboles y escucha el aplauso de los pájaros, a pesar del estruendo de los hombres. Pablo, el hombre de asombro deshojado, con el gesto de asombro en la danza espectral de los insomnes, en el silencio en que se apaga el mundo, en el silencio en que el insomne flota, desgrana cuarenta poemas en versos libres, en los que juega con la palabra, revive la palabra, estremece la palabra.
Carmen Teresa Alcalde (Venezuela)
Para abordar la poesía de Pablo Mora es necesario acercarnos a su espíritu de alquimista literario. Ha sabido, este denso poeta de avanzada, orquestar, si se quiere, perfectamente, la vida misma, con todas sus virtudes y defectos, en una sinfonía pura titulada “Almácigo”, que no es otra cosa sino su redención definitiva ante el caos en que se veía inmerso por su preocupación inminente: la vida humana… Pablo Mora es el camarada y amigo que nos invita a despertar del ensueño para protagonizar la nueva revolución. Sus poemas manifiestan rabia, descontento y sin embargo incitan a luchar por la paz social: El hombre, “un gran dolor en viaje”, a pelo, en la yegua de la poesía…
Manuel Rojas (Venezuela)
Gracias por tus libros que me acompañarán siempre. “Almácigos” fértiles que harán, un día, bosques de belleza escrita.
Dora Castellanos (Colombia)
Pablo Mora, hasta donde lo hemos visto y leído, presenta una particularidad especial. Consiste ésta en que, libro tras libro, a él le resulta indiferente el verso que utiliza. De esta manera maneja con la misma familiaridad el verso tradicional, sujeto a medida, rima, etc. Y el verso contemporáneo que es en casi todos sus elementos constitutivos, irregular.
Pedro Pablo Paredes (Venezuela)
De un espíritu sólido en la fe de los hechos de la palabra, Pablo Mora demanda toques de campanas e implora la presencia de nuevos haces de luz. Poesía de reconciliación y utopía, de historia y conciencia humanística. De la noche insomne es síntesis de un importante trabajo sostenido desde 1978 por Pablo Mora bajo el título de Almácigo, que ya alcanzó el volumen número seis. En ese conjunto de obras el poeta aboga por un ideario universal y universalista que toma al hombre como centro de interés, con recursos estilísticos de especial cuidado, siempre con la metáfora como espada, siempre con el canto como bandera. Constituye Pablo Mora una de las voces poéticas contemporáneas de primer orden y que tendremos que estudiar con mayor profundidad y seguir leyendo con apasionamiento.
José Pérez (Venezuela)
Disfruté mucho los textos de De la noche insomne por descubrir en ellos mucha afinidad con mi idea de que la mejor poesía es la que se escribe en prosa, o por lo menos sin pensar que se escribe en verso. Aparte de insomne, la tuya es una poesía vidente, tal vez la única poesía vidente que nos es dado leer por estos lados. Lo que envidio más en tu impetuosa estrofa es la fe en la posibilidad de construir el porvenir y el amor telúrico desenfadado y sin banderas. En comparación, mis modestos versos resultan los de un escéptico e irónico trasnochado, que está de regreso del futuro.
Juan Calzadilla (Venezuela)
Lo más trascendente en Pablo Mora es su poesía. Su poesía se semeja a la música en tanto su discurso sonoro plagado de imágenes se origina en fonemas o palabras o motivos que él hábilmente desarrolla hasta transformarlos en un todo sonoro, en un discurso absoluto que cultiva al oyente. Sus versos han trajinado los campos, los tiempos y los espacios más variados. Sus poemas van desde el grito desgarrador del desposeído al canto íntimo del amor erótico, pasando por expresiones matemáticas, postulados, axiomas, las galaxias, cantos como el Color de la Rosa, Esperanza y La mano, sin que falten los Mandamientos, Decálogos y Moralejas y en especial nuestro Canto Universitario, hoy Himno de la UNET.
Rubén Rivas (Venezuela)
Inventario en invierno —contemplación del quehacer deshumanizado del hombre en su universo semi-destruido— encierra una visión desgarrante de la fiera realidad que desfigura el mundo actual. Hay en el poema una intencional reiteración de la guerra, el dolor y la desesperanza. El amor y la paz, sin embargo, aparecen transformados en una añoranza: “Por fortuna existe la montaña”. El poema termina con una esperanza real y concreta, fundada en la construcción del devenir próspero de una sociedad en paz, con el trabajo de todos los hombres. Este poema refleja una gran depresión de Pablo Mora, para el momento en que lo escribió, quizás delante de miles de noticias desalentadoras de la paz mundial, notándose a todo lo largo del poema esa descripción (inventario) de la guerra. Al final del poema, sin embargo, aflora un estado de ánimo alentador y optimista en la búsqueda de esa paz quebrantada.
José Luis Briceño Viloria (Venezuela)
Se le identifica en todo con su poesía, con su universidad, con su magisterio de la amistad, del servicio, de la participación y de la esperanza. Innato en Pablo Mora el servicio a la poesía. Innato en Pablo Mora el servicio, con su poesía, a la cultura, que es como decir a la humanidad, pues no hay más cultura que la humanidad misma. En Pablo Mora el verso es vivo, porque lo arranca con la savia de una flor, con la sangre de una mujer, con el fuego de una piedra, con la pureza de una explosión, con el cambio de una dinámica revolucionaria. Su palabra poética suena profunda y a la vez elevada, se proyecta en germen de siembra y vuela con la pluralidad de las estrellas. Se la conoce en España, Italia y en naciones de Latinoamérica. Su militancia en una revolución sin nombre, que nadie hace porque los jóvenes se oxidan pronto al absorberlos la rutina, vive en prédica permanente del trabajo —verdadero factor revolucionario— con esmero real y sin tregua. El compromiso principal lo concreta Pablo todos los días en totalidad de entrega a la cátedra, a la comunicación social y, por supuesto, a la poesía, que es la esencia del todo, según el decir de Jean Aristeguieta.
Valerio Niño (Venezuela)
El Mora de la palabra propia y madura nos evoca al mismo Vallejo y a Neruda, sobre todo en la manera de asumir el compromiso de estar vivo y de entender la vida como una lucha constante, una entrega permanente por alcanzar el deber inalienable de saber ser hombre: hombre comprometido consigo mismo, con su pueblo, con su historia… Hay un trasfondo filosófico que se refleja en su concepto peculiar del sueño, la muerte, la existencia humana y el mundo. La directriz, el tema predominante es el sueño, el cual página tras página va cobrando una densidad asombrosa, hasta el punto que desencadena una obstinación —feliz, poéticamente—, una sed intensa de soñar, una sed de sueño; empero, esta temática se incorpora en una totalidad todavía mayor, donde se acogen otros temas recurrentes como la libertad y el destino de la patria, la política, el recuerdo, el desamor, los recursos naturales, la geografía del país, los viajes, la soledad, etc., todo lo cual nos confirma la necesidad de lo expresado por Rilke, en el sentido de que “los versos no son sentimientos sino experiencias. Para escribir un verso hay que haber visto muchas ciudades, hombres y cosas”.
Julio César Arboleda (Colombia)
Los versos del poema Es preciso de “Asombro al descubierto” tal vez resumen —en síntesis granítica, genitiva, de la poesía de Pablo Mora— la profunda desgarradura humana. La extensa vocación rebelde y desgarrada por hablar con el Padre Nuestro Sideral. El trabajo que empezó con su primer libro “Almácigo”, publicado en 1978 y que, transplantado a tierra fértil, ha producido ya casi veinte libros. En toda su obra los elementos fundamentales —acrisolados— están en ese poema: Llegó el momento de morir de asombros / La hora de descargar nuestros insomnios / La hora de transplantar nuestros almácigos…
Ibar Varas (Chile)
Universalidad humana, pareciera gritar Pablo Mora con su obra. Universalidad que converge en la sensibilidad de un hombre que tal vez hubiese preferido se le asignara otra tarea para su vida. No obstante, es lo que le ha correspondido y lo realiza con una fuerza intempestiva y con una sensibilidad que hiere a quien lo mira a través de sus textos. Luego de realizar una observación del mundo que le rodea y de visualizar sus posibilidades dentro de ese mundo, termina por desear un utópico retorno al mundo infantil y bucólico en su aldea nativa.
Edgar Mora T. (Venezuela)
De la noche insomne —poesía-vértigo; poesía-alucinación; poesía-aluvión— es desenfreno lírico, nominalista, que sólo puede provenir del lenguaje y su libertad. A la libertad del hombre por la libertad del niño, clamaban los anarquistas. Pablo Mora sabe que la libertad poética sólo es posible cuando el hombre percibe que su libertad individual puede ser alienación, manipulación, domesticación. Por eso su voz es la de todos los hombres que temen al exterminio del industrialismo y su costra de insensibilidad. El poeta vuelve a los orígenes de la palabra, como en Sumer y en Grecia, a la mitopoiesis, al vértigo delirante, al lúdico encantamiento, a la imaginación desbordada, a la intuición.
Ibar Varas (Chile)
En su estadía en las tierras limítrofes con el Brasil, su poesía evolucionó con nuevos matices, adquirió el temple del acero para crear los fulgores de la guerra, la impetuosidad de las lluvias tropicales y los misteriosos encantos nocturnales, transfigurándose su estructura vital en el insomnio que proyecta y dirige su destino existencial, en el insomnio que permite conversar con los dioses de la noche.
Rubén Darío Becerra (Venezuela)
A través de los cincuenta y cinco poemas que componen el poemario Asombro al descubierto, se nos muestra el poeta en un desafío a sí mismo, sumergido en la fe y en la esperanza, siempre primaria, con un depurado estilo, a veces sincopado, pero siempre con una pureza de expresión, en lúdica síntesis de gran fuerza espiritual y un idioma reforzado con vocablos de auténtica creación literaria. Por lo demás, Pablo Mora mantiene con fidelidad absoluta y cotidiana su carácter de poeta y como tal vive; es por eso por lo que su autenticidad lírica no deja lugar a dudas.
María Luisa Alonso (España)
Pablo Mora vive en la provincia del extremo occidental del país, el Táchira, Venezuela, mas cruzan por sus libros vientos universales, preocupaciones por la paz, por la guerra nuclear. Con un lenguaje turbador, lúdico en muchas oportunidades, sabe enraizar lo tipológico con la genuinidad. Los valores eternos del hombre con la tradición literaria de los Andes, amalgamadas inquietudes epocales con su circunstancia regional.
Lubio Cardozo (Venezuela)
Pablo Mora le canta a la Paz, que es una manera de denunciar la guerra, de combatirla más allá del simple miedo a la muerte… En Almácigo 4 En tiempo de guerra está presente la advertencia del bardo tachirense para quienes pretenden convertir al mundo en un horrible maremágnum de muerte.
Vladimir López Negretti (Venezuela)
Pablo Mora nos incita a la Paz, a la Justicia, a la Libertad, a la Vida. Entonces, la desesperanza es aparente: como la realidad cuando la oculta la niebla.
Ibar Varas (Chile)
Para Pablo Mora está destinado el triunfo. El triunfo que da la sinceridad con que se expresa, esa manera de comunicarse con el lector, original y profunda, humana. En el amplio abanico de sus manifestaciones es, de alguna manera, alguien que nos reconcilia con la verdad!
Delia de Horta de Merello (Uruguay)
El mundo cruje, la explosión voraz amenaza, el tiempo depende de la guerra, así se conmueve Pablo Mora, mientras enciende los semáforos de la Paz, advierte y desmenuza sus reflexiones esperanzadas. Oportuno su mensaje, dramático su grito.
Luis Ricardo Furlan (Argentina)
Cuarenta mil millardos de millas de hombres luz no es por cierto un poemario más del autor, es sencillamente un único poema dividido en cinco cantos triunfales —ora romance, ora delirio, ora clamor— que se hurta extrañamente de su repertorio. Poema con el cual honra en cada sílaba la negritud y la gallardía del África. Según su autor, la admiración por esa negritud, implícita en nuestra sangre y en nuestra alma, no es por cierto intelectual, sino un súbito infarto que reanima la memoria de un gen rebelde. He aquí un despertar volcánico, inmemorial, la invasión de un latir infatigable. África, ese lamento mudo, esa danza sin razón que ilumina y oscurece nuestra historia, es también alfa y omega de esta vertiginosa obra.
Freddy Ñáñez (Venezuela)
La poesía de Pablo Mora es el despertar del pueblo andino que se precia de ser lumbrera del sentir venezolano, trinchera en las luchas políticas y foro permanente en la retórica y las bellas letras. Pablo, como amigo, como poeta y como académico abarca un amplio dominio del intelectual, hecho para vencer las barreras, despeinar los nubarrones e imponer su voz cantante, allá donde su presencia es inexcusable. Pablo acaudilla la voz del escritor provinciano, a veces injustamente golpeado por irreverentes letrados de la metrópoli. Es un poeta fecundo. En él, la tónica social vence al lirismo pasional. La preocupación social, el destino del hombre actual, sale en primer plano. Pablo es un hábil sonetista, a través de este metro rescata del olvido a los hombres que impusieron su ideología al precio del sacrificio; pero también la vida del hombre y sus rastros.
Max Efraín Pérez (Venezuela)

Ha levantado su ódica sobre su corazón, su bondad, su humanismo, su exigencia. Compone con sus palabras desatadas, libres cual su desborde imaginativo, una lírica tupida, hermosa. Dona con sus versos una escogencia: su retante encuentro con el devenir cotidiano, hombres, sucesos, entorno, para compartir en sus páginas su alacridad o su desdicha. Intercalando a veces en sus estrofas versos de poetas amigos o lejanos rinde así su homenaje al canto mismo como obra colectiva del Dasein, bajo su eslogan “Poesía, Sociedad Anónima”. También, en algunos de sus opúsculos, retoma el hilo de la lírica de la georgicidad.
Lubio Cardozo (Venezuela)
Poesía, Sociedad Anónima, interpretando a Pablo Mora, en cuanto somos una sola voz quienes escribimos ahora conjuntamente con los que escribieron antes de nosotros y con los que escribirán después. Sociedad Anónima que significa la solidaridad humana que todos tenemos, la posición de humanidad solidaria ante la espiritualidad de la especie. Poesía, Sociedad Anónima, no sólo referida al presente sino también con trascendencia futura, entendiendo la Poesía como una especie de metalógica o metalenguaje o metaespiritualidad que está, como si dijéramos, dentro de la herencia de la especie, al interior de una herencia poética. En fin, Sociedad Anónima que significa la solidaridad humana que todos tenemos, la posición de humanidad solidaria ante la espiritualidad de la especie.
María Luisa Alonso (España)
Tu poesía es. Cualquier adjetivo (de los cuales abomino) la limitaría. Me impresiona.
Cristina Castello (Argentina)
Rézame: Excelente jaculatoria.
J. M. Arbeláez (Colombia)
Reconcilia con los clásicos. En un entorno donde, habitualmente no se lee este tipo de poesía, a mí me parece un ejercicio y un esfuerzo por encontrar, medir, pesar las palabras y sus sonidos. Me ha gustado mucho además por la originalidad que hace de contrapunto al clasicismo de su forma.
Olga Muñoz (España)
Me ha encantado tu Ancha soledad. Tu estilo inconfundible nos dice mucho de la angustia del hombre por entender su papel y su destino. Siempre logras llamar la atención sobre estos temas trascendentales y difíciles de tratar. Tu prosa poética muy bien hilvanada. Me ha gustado tu texto.
Ildefonso Méndez (Venezuela)
Piedra Abril: Profunda elegía imaginaria, Pablo, en el espejo de un César Vallejo que siempre fue un referente de honduras. Un poema realmente bueno.Luis E. Prieto (España)
Estimado profesor: Aunque luzca un tanto surrealista, he tenido la oportunidad de leerlo y de conocer sus escritos en las páginas virtuales de la revista Especulo, esa extraordinaria publicación de la Universidad Complutense de Madrid. Para mi sorpresa, descubrí que usted, un colega profesor de la U.N.E.T., institución a la que alguna vez fui invitado en la época en que yo era Director de Extensión Universitaria de la Universidad Simón Bolívar, era colaborador regular de Especulo; y que en algunos de sus artículos: “Esbozo de una razón poética” y “Leer es elegir”, entre otros, planteaba temas muy cercanos a interrogantes que, desde hace años, no cesan de acompañarme. Yo, al igual que usted, también contemplo el espacio académico como un lugar en el que la palabra de la poesía no debería estar ausente. Y yo, al igual que usted, creo también en que las razones de la academia no tienen por qué contradecir las razones poéticas que nombran la realidad de nuestro mundo humano… Siento que coincidimos en nuestras propias perspectivas ante los hechos humanos y las palabras; y que, seguramente, a usted igual que a mí, el vocerío hueco y pedantón de muchos colegas enfermos de especialismo: esa diferenciación de forzados cenáculos, puede hacérsele igualmente insufrible.
Rafael Fauquié (Venezuela)
Pablo Mora, el orfebre de la palabra, el capitán de la poesía, el artista que devela al hombre sencillo que lleva en su ser, tatuado de rimas, métrica y libros, es capaz de ahondar en el cotidiano vivir para salvar la esperanza y denunciar la desesperanza en cada una de sus obras, entre rasguños poéticos y trajines cotidianos. Pablo Mora vive, sueña y crea. Entre páginas de tinta se escucha el cabalgar de la poesía viva y de verso en verso se descubre al autor, quien con voz de tenor acaricia el acento humano del poema inmortal. Abstraído del mundo, para alzarse en alas del tiempo y de una imaginación pródiga. En sus manos un leve temblor acompaña el índice hacía su creación, mientras entre pausadas y rápidas entonaciones habla del hombre que sucumbió ante el mágico universo de la poesía.
Susana Moncada (Venezuela)
Las palabras del poeta Pablo, son palabras que tallan su lenguaje hasta el asombro desde la muerte hasta la lumbre, desde el almácigo hasta la profunda intemperie de quien lleva el sol en los ojos. Pablo, acumulas la mayor cantidad de eternidad posible en el tejido de tus voces, en el fuego que urdes trama a trama con el llamado de las diosas, una vez más y por siempre, realizas tu oficio de diamante en el ejercicio de la vida viva. Todos sabemos quién eres, mientras tú lo descubres íngrimo y solo después de entreverar el verso con la esencia.
Jazmín Sambrano (Venezuela)
Tu paciente trabajo alfarero moldeó al fin los guijarros de las palabras hasta convertirlas en recinto de una razón poética. Síntesis diluviana de las infinitas razones por las cuales el hombre decide, una madrugada cualquiera, trastocar los vocablos que le fueron entregados para ordenarlos al compás de su desesperanzado corazón. Pero labranza también del poder de la palabra, cuando sale al aire puro de las mañanas a ver si ha germinado su siembra persistente de flor. Recorrido a contrapelo, desde todas las aristas de un cristal que aún está en formación. Travesía en tormenta de un bajel empeñado en echar peces a la mar. Razón que no sazón, que atañe más a ese oficio diario de aliñar abecedarios, con gajitos de suspiros, para llenar con ellos un azafate de pan de jobo.
Razón poética porque invoca, desde las honduras de los pozos, o desde el vuelo de un azulejo, ese deber de recomponer el lenguaje para que hable otra vez la lengua del hombre, recupere su condición alquimista, su contenido de pólvora, su esencia vegetal. Expediente y código, señuelo y llamarada. No es un texto para solazarse en la palabra, sino para irrumpir en la lámpara del alma, para apacentar alumbrajes que no sombras. Para hacer de la razón poética la gramática del hombre.
Ojalá, Pablo, nadie las encierre en las cercas de una página, o las convierta en simple melodía que se entona en los atardeceres. Ojalá se disperse y se esparza en la cuenta abierta de la humanidad, en la sociedad anónima del hombre, en el contrato a tiempo indeterminado con la esperanza, el porvenir. Que tome las rutas de las aguas, los aguaceros, los vendavales, hasta trastocar la lengua que incomunica, la que espanta, la que empuña la muerte, la que se sacia en la miseria, se aposenta en el dolor. Y haga de la razón poética el mágico engranaje que abra las compuertas de la vida represada, hasta hacerse combustible de los tiempos que serán. Cuando la palabra se distinga por el acento de su ritmo, el color de su paisaje, el sortilegio de su musicalidad, y abrirla sea como acampar en un recinto de mieles, un huerto de pomarrosas, un eterno almácigo de amor.
Mery Sananes (Venezuela)
Prólogo de “Palabra insomne”
Pablo Mora, poesía de Azul y tierra. Yo elijo su palabra como se escoge un puñado de semillas, cara al cielo. Es uno de los más grandes poetas de esta América doliente y "anhelada" por el Hitler 2004 de la América imperial. Su palabra es himno al Absoluto por cada ser y por todos los seres. Por una Humanidad en siempre alba.

Cristina Castello (Argentina)


Poeta y amigo Pablo Mora: he abierto tu hermosísima página web y me he dado cuenta que sabes obtener el más grande y luminoso éxito que ha dado al hombre este recurso del ingenio y la sabiduría universal. Tu página es bella, muy bien y poéticamente confeccionada. Es un extraordinario panegírico de la poesía. Es sencillamente hermosa, para usar uno de los más comunes adjetivos de Fray Luis. Le enseñas a la gente que en verdad el poema es el alma de la tierra, de esta tierra donde estamos, sufrimos, amamos, lloramos, pero donde tenemos el inmenso privilegio de leer un poema. Leyendo tu página me he trasladado a "El Diamante", la magnífica estancia de tus mayores, refrescada por los sauces altivos, protegida por las recias barandas donde se empataban rosas, azucenas, bellísimas, claveles y helechos. La música de tu página me hace recordar que al norte está la sonoridad espumosa del Quinimarí, y al sur el rumor de la quebrada misteriosa, llena de recelos, pero que en sus aguas rodantes va hablando de misterios, fantasías y cosas ocultas. Tu página es muy pedagógica para quienes nos atrevemos a decir y aceptar que el mundo no pudiera existir si no existe la poesía, a lo Gustavo Adolfo Bécquer.

J.J. Villamizar Molina (Venezuela)

Escribe para la prensa como auténtico escritor. Sabe manejar su pensamiento y, en consecuencia, sabe sacar como debe ser siempre la pluma. Pablo Mora sabe leer y, porque sabe leer, naturalmente sabe escribir bien. Lo mismo en la crónica que en el ensayo, y lo mismo en el ensayo que en la crítica y en el poema. Pablo Mora es escritor, pues, y es poeta.
Pedro Pablo Paredes (Venezuela)
Pablo Mora, es una voz y todas las voces, nuestras voces.

Cristina Castello (Argentina)



Palabras antes de las palabras


Entendemos que la Poesía y la Crítica son dos movimientos convergentes desplazados en el tiempo. Al acto creador, responde la voz del crítico, que no es más que la de un lector responsable, quien toma las armas del intelecto conmovido, sacudido por el choque con la palabra ajena que comprende suya instantáneamente.
El gran descubrimiento —un descubrimiento al que solo algunos pocos tienen acceso— es que las palabras que recogemos de los textos son nuestras, siempre han sido nuestras. Son reconocidas, en un acto de desvelamiento, de sacudirse el polvo del desconocimiento, como propias.
El acto final, la mística final, es la comunión total y absoluta entre creador, palabra y receptor. Esta fusión rompe las barreras a través de la profundidad emergente del acto comunicativo, en el que las distancias se anulan y el espacio de la comunicación se hace tiempo denso, instantaneidad del tiempo recuperado, de la existencia reencontrada.
El Creador se hace tal en la Palabra. El Lector se hace Creador en la Palabra. Y la Palabra hace creadores a ambos en la explosión de la Belleza-Verdad.
Esta Trinidad sin misterio es la que permite navegar por los mares de la historia poética reconociendo como parte de la Patria olvidada cada fragmento de belleza que se encuentra diseminada por las obras y las palabras de otros.
Somos Ulises; regresamos a la Patria de la Belleza navegando por mares de experiencia, vivencias necesarias para comprender-reconocer nuestros destinos en los augurios que nos interrogan en cada encuentro poético.
¿Por qué siempre escucho mi voz en la Belleza? ¿Por qué me asaltan como recuerdos tantos pasajes hermosos escuchados por primera vez? Porque la Poesía me hace crecer, me hace avanzar hacia un destino interno que se me hace reconocible en cada transformación, en cada etapa de mi propia y necesaria metamorfosis. Solo cuando estoy preparado para reconocer la Belleza, ésta me asalta.
Golpes de Verdad y Belleza son los que hacen girar la ruedas de la vida; impulsos de reconocimiento en la Palabra del Otro que se me ofrece como espejo. Hermandad estética; fraternidad de la vida.
¿Quizá la Belleza inicial del Universo explosionó llenando cada ínfima partícula de sus efectos? Puede que la Ley General que rige el movimiento del Universo, la Ley del Todo, sea la que logre restituir la armonía perdida y que, finalmente, el Universo al completo estalle en un schilleriano coro de voces surgidas de todos los rincones. ¡Alegría!
Y rebeldía...
Sí, Belleza que sacude, que hace evolucionar y revoluciona. No más parálisis estética. Poesía dinámica; poesía como la vida: movimiento. Poesía-impulso, energía que ayude a salir del sopor, del letargo, del olvido, de lo inhumano.
Quizá se necesite una nueva ciencia, la Poiesología, para comprender estos movimientos que son del Alma, de los Pueblos y de la Historia.
Los que se acerquen a estos textos del Poeta y Profesor Mora deben estar preparados para un viaje intenso, conmovedor. Un viaje que traspasa al lector la percepción del conjunto. Una escritura que busca el mismo efecto que la pincelada impresionista: que la sabiduría de la mirada realice la fusión final.
Los textos aquí reunidos nos piden que mantengamos con ellos la misma relación dialógica que el autor ha mantenido con la Poesía: encuentro metabólico con la Palabra.
La auténtica Crítica es también Creación. Solo es posible en el Diálogo, en un encuentro de tú a tú. La Crítica no juzga la Obra real; convierte el encuentro en fecundo diálogo. La verdadera dimensión de la Obra de Arte está en su capacidad para hacernos hablar, para que venzamos la tentación ponzoñosa del silencio.
Creo que Pablo Mora estaría de acuerdo conmigo en señalar que el camino de la Verdad poética, esa verdad especular que nos enfrenta a nosotros mismos en los versos del Otro, solo es accesible por los senderos de la epifanía, como un destello que nos reconcilia con el Otro y nos funde en el abrazo simbólico del reconocimiento de la debilidad y la grandeza humanas.

Joaquín Mª Aguirre Romero
Universidad Complutense de Madrid



"Palabras antes de las palabras" (Prólogo), en Pablo Mora: Poiesología, Fondo Editorial UNET (Universidad Nacional Experimental del Táchira), San Cristóbal (Venezuela), 2005, pp. 5-6. ISBN: 980-6300-19-X


En el verso automático nunca hubo tanta profundidad y belleza, tanta universalidad y tanta rareza. Pablo Mora logra mantener viva la perseguida espontaneidad dentro de los límites (nunca unívocos) del poema, en él podemos hablar ya de una poemática al servicio de lo maravilloso. Todas las formas literarias de las que ha sido capaz sucumben a los estertores de su genuina voz. Es un músico siniestro, una canción atea que castiga la palabra con la percusión infatigable de su fe. Ante el ritmo frenético de sus versos uno logra ver, como si se tratase de un espejo, las dos caras del asombro. Sin duda alguna con él se rompe el mito generacional, el porvenir es más suyo que nuestro: Pablo lo apuesta todo, vive la poética de un azar deslumbrante, cada libro anuncia otro, un futuro vigor. Su mayor hazaña, en un mundo en llamas, fue haberle erigido un altar al hombre.

Freddy Ñáñez (Venezuela)