jueves, 19 de diciembre de 2013

Canción de Paz

Canción de Paz
Pablo Mora Ancha soledad de los desiertos. Sol en los tejados. Silenciosa frescura del aljibe. Vellón azul rondando por el aire. Voz en alta llamarada. Milagro para el rayo en muerte de la guerra. Canto de la brisa, el sol y las quebradas. Hoja y camino. Camino caminando con el viento. Incógnita en el tiempo. Una pregunta en pie para los hombres. Colina para otear a Dios. Hondonada para hallar la luz. La cresta de un lucero, por el postigo corazón mirando. Susurro de los árboles, tu sueño. Tu corazón, del tamaño del mar que conocemos. Tu cabellera, los ríos, las quebradas, los riachuelos. Diminuta, te escondes en los sauces que duermen a los lagos, en los cipreses de la tumba ajena, en los aljibes de las casas solas; en los zaguanes del amor del viento o en las pestañas de la madre pobre. Hojarasca entre la noche de los pájaros. Tronco fatigado por el tiempo y la tormenta. Latido de fogata crepitando entre la fronda. Conoces nuestra locura como nadie más conoce. Nos visitas muy de madrugada o cuando cae el sol sobre el tejado. Contigo supimos los misterios de las cosas como si fuéramos espías de los dioses. Sus secretos descubrimos. Conoces todas las nieves, todos los riscos, todos los gestos de los hombres, todo el espesor del viento, la justa medida de la espera junto a la luz total de nuestras cosas. Fabricas los sueños del jardín. Doblegas la furia de la guerra. En cada trinchera nos proteges; nos cubres en cada retirada y avanzas con nosotros, la primera. Has asistido a mil batallas y tienes otras mil por combatir. Ilesa saldrás en cada portachuelo. Ninguna polvareda nublará tu paso, menos las luces de tus blancos senos. Mientras seamos capaces de asistir a un terremoto sobre un rayo de luna o a una tempestad en una gota de sol, crecerá tu sombra, Hilandera Majestuosa, la de todos los hilos de los sueños. Desde los Decretos de Belén y de la Sala de Actos del Smolni, con el mundo entero por testigo, tranquilidad no del orden existente, sino la de un orden nuevo, en busca de una humanidad nueva. La de elevar al hombre nuestro sueño. La de tan amarte y tan morirte, P A Z. “Alguien soñaba cierta noche que todos los poetas del mundo, a un solo impulso, escribían sobre las paredes o los muros de las ciudades de la tierra una canción contra la guerra. Y que todas las madres y los padres y los niños y los jóvenes y las muchachas de todas las ciudades, las aldeas, las praderas, las montañas y los mares del mundo copiaban aquella canción en los cuadernos y en los platos, en las ollas y en las sábanas, en los zapatos y en las arenas, sobre los autos y las chimeneas, sobre las camisas y las pelotas. Hasta que todo el mundo fue una sola canción contra la guerra. Ni los políticos bribones, ni los militares obtusos, ni los científicos de la destrucción ni los mínimos ni los máximos comerciantes de la guerra pudieron atreverse a nada, mucho menos a soplar su globo de colores, pues la terrible P de la palabra Paz golpeaba con tanta furia sus intestinos que cada vez reducía más a gabazo su mala fe.” (Gustavo Pereira).

martes, 17 de diciembre de 2013

RETO BOLIVARIANO

RETO BOLIVARIANO
Pablo Mora ¡Creo en ti, perenne Hijo de la Gloria! ¡Inmarcesible Rayo de la Guerra! ¡Comandante invencible de Los Andes! ¡Espada vencedora de los Dioses! Creo en el Ávila, fanal primero donde irradió el fulgor de tu existencia. En el vientre que arrulló tu gloria y en el maestro que templó tu mente. En el pueblo que siguió tus pasos y en la nodriza negra de tu infancia. Creo en la Roma en que juraste un día dar tu sangre por nuestra Libertad. En el mar en que acampaste cuando la Patria te confió el primer mandado. En la ternura que le diste a Fanny con el aliento de tu amor a prisa. Creo en la flama de amor de Manuelita, en la fulguración de tus soldados y en la estampida de palomos briosos en busca del Jinete redivivo. Creo en la nívea pila bautismal al fraguarte inmortal Libertador, en la pila sagrada de Los Andes. En el Llano que se fue contigo, erguido fiel por nuestra libertad. En la lealtad del corazón del negro en llamas que inmoló la Patria. Creo en el Mariscal en que creíste y en la desgarradura de Berruecos. Creo en tu arrojo que envidiaste a Piar y en el Piar que tuviera que morir para abrir paso a tu esperanza egregia en medio de la lucha sin cuartel. Creo en Petión, el de la noble mano, al enjugar la lágrima al esclavo. En la furiosa huracandad de Pisba, acicate feroz de tus soldados, en el alumbramiento de la helada, hijo de aquél que se quedó en la cuesta. Creo en la majestad del Chimborazo donde de pie entendiste al viejo Tiempo. En tu rostro desafiando el mar cuando, lejos, clamabas por la Patria. En los ásperos callos de tus manos para el hambre de América harapienta. Creo en tus brazos y en tus puños creo desde la eternidad encabritados. En el samán que te albergara creo, en tus noches, tus selvas, tus caminos. Creo en el tamarindo de Angostura donde amarraras tu esperanza al río. En el entrecejo de tus iras y en el crispado acento de tu verbo. Creo en tu hamaca, compañera fiel en cada escaramuza libertaria. En la orfandad de tus monturas viejas, añorándote a ti, ¡Oh Padre Nuestro! Creo en las plateadas herraduras, hechizos del galope redentor. En tu espada que atizó la gloria, sembrando sobre sombras libertad. Creo en Palomo y su inmortal relincho cuando, gozoso, te sabía campal. También en los secretos que confiabas a tu mula Orejona y obediente. Creo en el tremedal de Casacoima: regazo en el delirio de tus sueños. Creo en Pichincha y creo en Boyacá y en Junín, Carabobo y Ayacucho. Creo en la cruenta imagen que tenías de aquella América rapaz del Norte. En el recio camarada Rooke quien a la noche le ofrendó su brazo. En la Gran Colombia que fundaste y en el sueño de América, la Patria. Creo en tu pensamiento, fulminante hoguera de visiones sempiternas. Creo en Jamaica y creo en Angostura donde fijaste el rumbo a nuestra América. En la América tuya tan dolida, ágora ayer: la comunión del mundo. En Tinjacá y en tu Nevado perro, en tu pobreza y tu camisa rota para la desnudez de Santa Marta. En el fulgurar de tu relámpago perdido en la hondonada del vacío. En el alarido de la noche con la última proclama de la unión. Creo en la redención de nuestro suelo por tus huestes apenas comenzada. En nuestra soledad iluminada por tu ejército ahora clandestino. En la reciedumbre de tu furia amparada en melífera ternura. Creo en tu sangre guaicaipura y éuscara, hermana de la sangre de Lautaro, ¡Oh Fénix trashumante, la esperanza de los partos solares por venir! Creo en la Guerra de Tupac Amaru, la Guerra a Muerte que empuñara el Ande. En Martí cuando corrió a buscarte en la noche sangrienta de tu América y en la montaña que soñó tribuna, entre relámpago y furente rayo, y un manojo de pueblos en tu puño, rendidos los tiranos a tus pies. Creo en el Che, en Camilo y en Sandino para tu valentía encarnaduras. Creo en todos los hijos de la Tierra capaces de fraguar la nueva aurora. En la hospitalidad de estas neblinas creo, remanso de tu luengo insomnio. Definitivamente creo en Ti, ¡Omnipotente Padre de la Patria! Y aunque tú ya una Patria nos dejaste, creo en la Patria que nos falta hacer. Creo en ti, ¡Adalid de Libertad! Desde estos ventisqueros de los Andes, donde una América de pie te espera para salir a libertar más patrias así tengamos que retar a Dios con tal de no seguir arando el mar.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Proverbio Árabe

No digas todo lo que sabes No hagas todo lo que puedes No creas todo lo que oyes No gastes todo lo que tienes Porque: El que dice todo lo que sabe El que hace todo lo que puede El que cree todo lo que oye El que gasta todo lo que tiene Muchas veces: Dice lo que no conviene Hace lo que no debe Juzga lo que no ve Gasta lo que no puede PROVERBIO ÁRABE

domingo, 8 de diciembre de 2013

Invocación a la Paz

Invocación a la Paz Pablo Mora 1 Paz es un elemento que no tiene contornos definidos; no le conocemos longitud, altura, ciclo molecular, peso específico. Mas le conocemos su sabor exacto: es un sabor a trigo, a leche y miel, a rosas, a durazno, que como un corazón recién nacido palpita entre los dedos de las hojas por su sola dulzura sostenido. Tiberio León Ancha soledad de los desiertos. Sol en los tejados. Silenciosa frescura del aljibe. Vellón azul rondando por el aire. Voz en alta llamarada. Milagro para el rayo en muerte de la guerra. Canto de la brisa, el sol y las quebradas. Amor que no puede caminar como una hoja. Una hoja entre el viento que camina o un camino entre el vientre de la hoja que se va. Hoja y camino. Camino caminando con el viento. Incógnita en el tiempo. Una pregunta en pie para los hombres. Colina para otear a Dios. Hondonada para hallar la luz. La cresta de un lucero, por el postigo corazón mirando. Susurro de los árboles, tu sueño. Tu corazón, del tamaño del mar que conocemos. Tu cabellera, los ríos, las quebradas, los riachuelos. Diminuta, te escondes en los sauces que duermen a los lagos, en los cipreses de la tumba ajena, en los aljibes de las casas solas; en los zaguanes del amor del viento o en las pestañas de la madre pobre. Hojarasca entre la noche de los pájaros. Tronco fatigado por el tiempo y la tormenta. Latido de fogata crepitando entre la fronda. Lumbre y mujer para la misma sombra. Sueño y silbido para el mismo abismo. Amanecer y tarde florecidos, floreciendo en las sienes de la flora. Lucero y arrebol, azules horas. Cocuyo entre rastrojos vespertinos, iluminando el resplandor tardío, las noches de vigilia arrobadora. 2 Júbilo, alumbramiento, bienvenida. Ara en fulgor para el altar del tiempo, para elevar el corazón festivo. Trino con que cantamos a la vida, cuando la suerte nos ofrece el huerto para sembrar de estrellas el camino. El pan, el oro, la solemne sombra en esplendor divino, la alegría. Infancia en llama, en canto, en lejanía que el transparente corazón la nombra. La soledad que en la vereda asombra al trigo, al viento, al lirio en noche fría. Ardiente claridad la poesía que el huracán del corazón alfombra. Encanto de la luz, la Navidad que alumbra el triunfo matinal del hombre y el silencioso arroyo del deseo. En glorias del amor, la huracandad con que la brisa de la luna asombre la encantadora música de Orfeo. Conoces nuestra locura como nadie más conoce. Nos visitas muy de madrugada o cuando cae el sol sobre el tejado. Contigo “supimos los misterios de las cosas como si fuéramos espías de los dioses”. Sus secretos descubrimos. Conoces todas las nieves, todos los riscos, todos los gestos de los hombres, todo el espesor del viento, la justa medida de la espera junto a la luz total de nuestras cosas. Fabricas los sueños del jardín. Doblegas la furia de la guerra. En cada atrinchera nos proteges; nos cubres en cada retirada y avanzas con nosotros, la primera. Has asistido a mil batallas y tienes otras mil por combatir. Ilesa saldrás en cada portachuelo. Ninguna polvareda nublará tu paso, menos las luces de tus blancos senos. 3 Una leve sospecha nos consume: al borde de esta nueva primavera, van los hombres derecho hacia la guerra, dispuestos a acabar con la alborada. Amigos y enemigos se confunden con los mismos presagios de la muerte; no bastan los sollozos de las flores para calmar las furias de los vientos. Definitivamente se pelea. La sangre de los hombres se derrama. Cada vez son más altas las hogueras. La pavura del hombre se agiganta. Al verse codo a codo en la trinchera, ni dueño de su sombra ya se siente. Hablamos de la muerte compañero, la misma que nos tiene sin cuidado, la que ha perdido el precio entre nosotros, la muerte, la infalible compañera. Pensamos en los campos de batalla, en ellos se nos funde la esperanza. Pensamos en mejores madrugadas para el pan amasado con la aurora. Pisoteada está la primavera. Son pocas las mañanas que nos quedan. No está quedando tiempo para el sueño. Cuidemos entretanto a nuestros hijos, mientras trenzan sus sueños lentamente. Sigamos con la vida que nos resta. Es tiempo de velar por la esperanza, por los nuevos caminos de la aurora. Es tiempo de acercarnos a la madre a pedirle el aliento de la vida. Es tiempo de mirar a las estrellas, de andar con el hermano que nos queda a la huerta perdida entre la aldea para ver qué semillas recoger. Es tiempo de arrumbar los macundales, de encontrarnos de nuevo con la vida para invocar la aurora del vidente. 4 Hablamos de la guerra, infatigable huésped milenario, oráculo perenne del destino, se ensaña contra el hombre desde siempre y más contra el hombre de este tiempo. Acosa su figura, lo atropella, cabalga con los siglos, dibuja y desdibuja las fronteras, donde rebota, alegre, la pobreza. Carga con los sueños de los árboles y acaba con praderas y con valles. Implacable enemiga de los hombres, cruelmente los azota en todo tiempo. Primero fue Caín, quien no supo de su hermano y con él surgieron tantas guerras, que bastaría juntarlas para poblar una segunda tierra. Después fue un pueblo en el desierto en busca de la tierra prometida. Hoy los hombres pelean por la Luna. Mañana se disputarán el Sol. Hiroshima tan sólo fue una muestra. De niños supimos de Corea. Recordamos la suerte de Vietnam, alarido de un pueblo combatiente, amarrado a sus entrañas vivas. En Sabra y Chatila salpicaron de sangre las estrellas. Cuando el aire huele a pólvora la guerra envejece el corazón. En la noche de la guerra, del hambre y de la lluvia, aparece, gigante, la sombra de la muerte. Por los niños perdidos en la guerra ¡Señor danos menos fuerza para la guerra y más valor para la Paz! Mientras seamos capaces de asistir a un terremoto sobre un rayo de luna o a una tempestad en una gota de sol, crecerá la Paz, Hilandera Majestuosa, la de todos los hilos de los sueños. Desde los Decretos de Belén y de la Sala de Actos del Smolni, con el mundo entero por testigo, tranquilidad no del orden existente, sino la de un orden nuevo, en busca de una humanidad nueva. La de elevar al hombre nuestro sueño. La de tan amarte y tan morirte, P A Z.

oír el llamamiento y presentarse

oír el llamamiento y presentarse Pablo Mora (Del olvidado asombro)
oír el llamamiento y presentarse en el patio de honor tomar el arma la lumbre genital en la batalla celarla antes después y en la faena alistarse entrenarse permanentemente partir de madrugada irse al frente a primera línea o retaguardia con trinchera o sin trinchera enfrentando al enemigo fuego a fuego defendiendo atacando resistiendo calada en el fusil la bayoneta empuñar la destreza necesaria sentir el apoyo del certero impacto de los misiles los ángeles custodios de la justa oír rumores nunca divulgarlos saber que el arte es una guerra en grande hablar de vez en cuando de temas menores ir formando gestos lentamente usar la propia mano como almohada trasplantar los recuerdos hacer correr un pedazo de oscuridad sobre otro recortar el espacio que queda entre las cosas sacar de circulación nuestra imagen cambiar la propia imagen periódicamente cambiar de imagen cada tanto como se cambia sueño cada noche crear un marco para cada cosa cuidarse de poseer características ajenas a nuestro destino oír todas las verdades y todas las mentiras descifrar cuidadosamente cada una de las sorpresas vespertinas o de fines de semana fin de año o fin de siglo cambiar de voz de nombre y de oficio para averiguar lo imposible comprender la semiótica de las iguanas y las lagartijas subir a la locura por la parte más accesible reparar el pensamiento para a los escamoteos de las cosas escapar de las miradas de los otros después de la propia mirada luego de la mirada de las cosas desmadejar las líneas de la mano entremezclar los ojos y las cosas desencajar el silencio del sueño aprender a olvidarse del recuerdo quebrar el hipnotismo de las cosas desenfrentarse de la vida y mirar hacia un ojo que no nos hipnotice inventar respiraciones nuevas inventar el regreso del mundo después de su desaparición llevar una mirada de repuesto o comprar alguna en el mercado inventar otra mirada y si aún faltare algo inventar también otra forma más concreta del hombre aprender a afinar la guitarra con la puntería exacta del fusil para marchar al combate con el pueblo recoger lo poco que existe y crear lo que no existe empezar a no reflejarnos ya en los charcos disolver para siempre nuestro grotesco oficio de encuadernar la nada adorar hasta la demencia la rebelión de Adán y Eva tomar en cuenta las notables diferencias entre un Pontífice y un Poeta de la Liberación valerse de la ocasión para renovar las seguridades de la alta y distinguida estimación despertar al silencio de la vida abrir el oído al ojo o echarle ojo al oído hacer silencio para darle paso a la luz colocar acento al tiempo antes de las palmadas de la muerte escuchar el aplauso de los pájaros cuando revienta en diapasón el día a pesar del estruendo de las hambres reconquistar nuestro origen reconocer que no hay quejido mayor que el del amor estar atento al parte de guerra saber que existen caminos que no hay que seguir ciudades que no hay que asediar o atacar ejércitos que no conviene hostigar preguntas que no hay que contestar y hasta órdenes que no hay por qué cumplir dejarse ser dejar que toda cosa sea a pesar de tener que competir partir andar luchar llegar vivir auscultarse encontrarse y aceptarse hundirse hurgarse ser sentirse serse saber lo estrictamente indispensable participar en el engaño en el ardid la situación o la apariencia llevar la astucia al máximo posible adaptarse a la situación sobre todo a la situación ajena avanzar por caminos tan insólitos que nunca el adversario logre descubrir dar con el más vulnerable de los puntos batirse en retirada o perseguirla contar con la moral el ánimo el terreno el clima el mando la ocasión y la doctrina descubrir el esquema general del enemigo como el agua adaptarse a las formas nuevas usar ataques directos e indirectos pulsar la ventaja y desventaja de la hazaña protegerse del árbol que se agita del pájaro que se espanta del polvo alborotado del llanto de la bandera en el contrario frente distinguir claramente entre terreno accesible deleznable angosto accidentado fronterizo clave convergente difícil o mortal conocer al enemigo como a sí mismo para que nunca la victoria sea amenazada conocer las fuerzas naturales el fuego el risco el agua por la escarpa contar con el agente secreto inevitable administrar pertrecho y proyectil adelantar vivir sobrevivir resistir hasta el último combate huir de frente atacar de retirada volver caras triunfar en la derrota ir entre escaramuza y sorpresivo encuentro halando la explosión del lauro rechazar la sentencia de la muerte asumir alto el triunfo de la vida blandiendo diapasones subversivos llevar hasta la cima la bandera y desplegarla en rancho en cada aldea hasta colmar la lágrima del pueblo coronada la lucha asegurar la militancia plena por la belleza y la verdad del hombre como un golpe de amor en cada miedo como un claro de tierra en la mirada A la luz de Sun-Tzu y Roberto Juarroz desentrañar secretos al asombro grabar el sueño entre los árboles estar en el centro de la vida de por vida tener mucha imaginación para ver la realidad asumir absurdos enigmas laberintos y zozobras perpetuar la gloria del mundo en un grano de maíz mantener la espada en la trocha que corresponda abrir compartir la luz al mismo tiempo que la noche oscura encender lámparas en el túnel de la infamia enloquecida empuñar las manceras del arado dejar crecer el verso la vigilia el abrazo el amor la vida el juego no hay que podar la paz tal vez la rosa extasiarse asombrarse ser lumbre vino juego trashumancia ver a Dios desnudo sin hacerle caso uno no sabe si lo oyen las estrellas las piedras por la noche a solas vuelan en cada cuarto oscuro sombra insomne habrá algún árbol donde nadie llegue un horizonte que el hombre no alcance un hombre encuandecido un frailejón donde la lejanía a solas viva saber del hospedaje del silencio mirar atentamente el horizonte mientras la muerte nos espera un rato mientras la tarde se despide lenta mientras la selva hacia la noche viaja saber de la escritura de las piedras del colosal silencio de los grillos abrirle los postigos al crepúsculo tantearle a los sueños sus señales fundir los versos en tenaz acero hacer caber a Dios en un dedal al Sol en el ojo de una hormiga al mar en los labios de una perla mientras la luz ensimismada duerme ser lámpara en la noche de la aldea sin aldaba sin llave sin silbido reconocer el sueño entre la luz hasta bajarnos de la sombra in albis y encontrar otro insomne en el camino recoger las preguntas de los niños para que nunca el hombre pierda asombro nombrar la libertad la vida el fuego la fuerza de los sueños de los ríos las canciones las hierbas de la tarde morir cantando sacudir asombros darle vida a la tierra la alegría a la lluvia color al arco iris romper cercas sembrar enredaderas amanecer con nuevos alumbrajes preparar un manjar que a todos sacie a la gacela bajo el tamarindo conocer las entrañas de las hojas el corazón del bosque y sus vitrales el páramo sus cuitas y plegarias desenterrar el misterio de la rosa ahuyentar la sombra y sus reveses escapar del ladrido de la calle del hosco muñón del peregrino del puñal que en la acera nos espera o del barco que acecha nuestras costas dar con el ámbar del primer arroyo traspapelar la terquedad del lunes aullar juntos delante de los cielos escucharle al pobre su alarido compartir esperanzas con el árbol expulsar el despojo mutilado ser libres así el fuego nos cercene quitar algunas comas al crepúsculo ver la noche sin que nadie contradiga eludir la risa ensangrentada dar con una migaja de soledad marina atravesar tragedias agonías alero interrogante incertidumbre dar forma al vacío ojos al poema para que pueda cruzar la calle alas a Dios para que llegue al hombre robarle sin que sepa una sonrisa al sol en la arboleda cruzar no la aurora sino el alma en que ampara su soñar aupar asolear la eternidad escuchar la soledad y dirigirle la palabra llegar con los ojos abiertos a la mirada final pedirle a la luz que nos espere reprocharle al alba su tardanza correr con el peligro de la vida acercarse a los que sueñan o sollozan o tienen hambre y sed bajo el cielo verse en el que tiene más de mil años de pedir pan y sueño en el que no tiene camino que seguir detenerse a la orilla sangrante de una pena adentro de las pequeñas casas de cartón escuchar el sonido de las lágrimas A Dionisio Aymará acordarse del viaje hacia la sombra alumbrar la maravilla encender relámpagos asombrar al tiempo sentir las sombras fundar los sueños amar al viento limpiar el poder cuando corrompa unir lo posible con lo imposible llevar el infinito a cuestas sentarse en el lugar del hambre llevar a peso las palabras reinar sobre la muerte salvarse juntos saber cuándo con qué fuerza de qué modo asumir nuestro destino salvaguardar al hombre que florece la lumbre lubricante de la piedra descargar nuestros almácigos vivir mientras el alma nos suene morir cuando la hora nos llegue ver regresar la primavera pasar a tiempo la palabra abrirse desgarrarse con el otro pronunciar la palabra decisiva confirmar que la civilización no es más que una injusticia armada que la poesía es una insurrección que el poeta no se ofende porque le llaman subversivo cuando le dicen insurgente decidirnos por la libertad de la palabra hasta hacerla timón en nuestras manos para el hombre que empina su bravura Gonzalo Arango In memoriam rebelarse en la muerte bochornosa ir tras la flora del variado enigma llegar a la mejilla de la tarde amar la tierra amar al monte al hombre los cangilones de hambre a la intemperie rescatar las preguntas de los otros preguntar por la rosa por el hombre recobrar la palabra germinal su legendaria esquina memoriosa la pródiga semilla sobre el campo las claras madrugadas fornicantes transgredir lo decible y permisible frente a una palabra enmascarada fantasiosa una clave articulada lujuriosa pertinente una palabra activa digna apasionada certera cruda furente fehaciente empuñada insomne verdadera una palabra que golpee al mundo y acompañe al hombre urgida llameante inextinguible adecuada al enigma universal y al majestuoso corazón del hombre a pulso de vinagre vino y júbilo dejar que asome la palabra el hombre oírle los crujidos a las horas palpar la inofensiva algarabía sumarse a la marea la insurgencia ataque o contraataque necesarios ponderar las armas de los perros y los pájaros el diapasón del bosque del silencio los pozos de las rosas y los muertos la rosa que nos lleve a las estrellas recobrar el derecho de las piedras conjugar sueño polvo soledades al paso de los soles que nos resten que el sueño siempre cumpla su promesa advertir que el rumor de un pueblo almado es más bello más puro que el rocío hallarle el pan a quien lo pierda o sueñe concurrir al llamado de las flores cuando sangre el costado de la rosa pendientes del clamor de las palomas cuando aceche penumbra horror borrasca de noche retroceden los relojes toparse acompañarse entusiasmarse adherirse juntarse desaislarse asociarse zurcirse reunirse llevar en el pañuelo una granada ya pase lo que pase por si acaso alumbrarle el sendero a las luciérnagas alzar al sol la lluvia las fogatas velar por el camino de la aurora andar con el hermano que nos quede a la huerta perdida de la aldea para ver qué semillas recoger es tiempo de arrumbar los macundales de encontrarse de nuevo con las topias usar el cielo en caso necesario a la tierra en ausencia de sus manos emborronar de lluvia los poemas de lidia en lidia al alimón al quiebro en busca de la obranza volar sobre el misterio de la arena labrar el día rasguñar el cielo dejar en batallón nuestros silencios deslindar terredad de abatimiento legado salvación andaje velas darle de beber a las botellas darle tiempo al camino a que regrese porque a las noches también les da sueño hacer esto o aquello hacerlo todo a tiempo hacer reír así sea con una sonrisa de gato el problema radica en la sonrisa todos entienden menos los idiotas se castigan las costumbres riendo o con la fuerza de un artículo de fondo bajo un paraguas toda duda cabe todos los besos ecos y jadeos todos los escenarios de Broadway todos los alaridos todos los cuernos de las fotos todos los zapatos de la lluvia importante saber en qué guerra estamos dónde fuimos o estuvimos esto es imprescindible y por supuesto entender muy bien al mar nadie sabe qué hacer con tanta lluvia.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Ernesto Che Guevara / CHE IN VERSE

CHE IN VERSE Gavin O'Toole, editor, Che in Verse: Pablo Mora 2000 Ernesto 'Che' Guevara To know that it is strictly forbidden to cry over the living and even less over the dead. To embrace us to Peace from the barricades of war. To render unto the Comandante his mountain, his hills, his mortars; his solitude, his ruin, his maps, his trenches, his secrets; his hiding place, his hands and portents; to brandish the guns once again. To give him his rucksack, his shotgun, his carbine, his beret, his beard, his star, his flag or fury; his revolver, his shirt, his jacket and documents. His boots, his pistol, his pain, his tenderness, his smile, his anguish and moods; his forehead, his rifle and mortars; his strength, his focus, his asthma, his throat and his kerchief. His kitbag, his memory, his pathways; his nobility, his magic and luck and empathy and poetry and longing; the time he has remaining for a New Era. Translated by Gavin O´Toole

A cuarenta y seis años del Che

A cuarenta y cinco años del Che Ante la trascendencia de su gesta Guitarra en canto mayor (1967-2012) Pablo Mora Profesor Titular, Jubilado UNET San Cristóbal, Táchira, Venezuela pablumbre@hotmail.com Resumen: “A cuarenta años del Che – Guitarra en canto mayor” al alimón de Pablo Mora y Rafael Armas en la Sesión Solemne del Consejo Legislativo del Estado Táchira en Conmemoración de los 40 años del asesinato del Comandante Dr. Ernesto Guevara “El Che”. San Cristóbal, Estado, Táchira, Venezuela, Martes, 09 de octubre de 2007 Es la hora de los hornos y no ha de verse más que la luz. José Martí I El Che en San Cristóbal amoroso allegro Un día de no sé qué año del Caribe, conocimos al Che, dimos con el Che, con Ernesto Che Guevara. Tal como la niebla y el Torbes de esta villa, también lo cobijaron. Supimos que integró la lista del “Granma”. Inmerso en la lucha, en el hormigón de la historia, al amparo de la Revolución, vigilante y ceñudo, calzadas las botas de campaña, el Che siempre con nosotros, haciendo lo que quedó sin hacerse, por hacer. En esta mañana, el orbe entero, Madrid, París, Estambul, Ginebra; Argentina, Bolivia, Cuba, Chile, el Congo, Argelia; Europa, Asia, África, América, así nosotros, desde estas severas soledades de los Andes, donde, en sus pasos venezolanos, el Che alcanzara a acariciar nuestro sol que no quema, nos reunimos no para conmemorar su muerte y sí la gloria de su vida. La vida de quien un día le dio por tomarle el pulso a nuestra América junto con su amigo Alberto Granado, en 1952, convencido de que antes que sanar tan sólo enfermos más valía intentar curar a un continente de sus pandemias sociales, (Francisco González Navarro). Mochila al hombro, venciendo ríos, crecidas, torrentes, inclemencias, selvas, farallones e imprevistos, curando pueblos, tuvo ocasión de percatarse de los infinitos problemas que nos agobian. Como él confiesa: de entrar en estrecho contacto con la miseria, con el hambre, con las enfermedades, con la incapacidad de curar a un hijo por la falta de medios, con el embrutecimiento que provoca el hambre y el castigo continuo… Sombrío, escabroso escenario que le bastó para apuntalar sus más hondas inquietudes, su postura resueltamente revolucionaria. “Atravesamos, sostiene Alberto Granado, el Puente Internacional que une Cúcuta con la ciudad de San Cristóbal de Venezuela, el 14 de julio de 1952, aniversario de la toma de la Bastilla”. Definitivamente, San Cristóbal conoció a Guevara, simple visitante, aparentemente anónimo, el 14 de julio de 1952 tal como lo reseña el itinerario de su primer viaje por América Latina; aunque se sabe, por fuentes fidedignas, de otras dos visitas clandestinas o que de incógnito Guevara hiciera a San Cristóbal por motivos estrictamente estratégicos, políticos, en una de las cuales se decidió su destino o muerte-vida, entre Venezuela y Bolivia. El poeta argentino, Eduardo Dalter, recuerda haber leído que cuando Ernesto —son sus palabras— estuvo en San Cristóbal escribió un texto de unas quince líneas acerca del Torbes, muy sorprendido por su color y por su fuerza. Talvez el río enrojeció de más ante el delirio de aquel viajero enardecido de futuro — joven Cristo que acortaba camino hacia el calvario— En contraparte, al Che — el gigante nuestro, que crece, y no deja de crecer por toda nuestra respiración soñante, que nunca dice basta, y sueña más—no le quedó sino grabar en la palabra el presentimiento, el asombro, el escalofrío que la escena le deparó. Mientras entre almendros, apamates, bucares, pomarrosos y guanábanos, entre veredas, lomas y laderas, capoteando lunas y luciérnagas, tratábamos de reconstruir aquel texto perdido entre la niebla y los caminos, nos sorprendió una narración libre, atribuida justamente al poeta Eduardo Dalter —bardo singular, emérito compatriota del Che—, escrita, puede observarse, sobre la base de los diarios y textos de juventud del mítico revolucionario, donde refiere su paso por la frontera en San Antonio, su estadía en San Cristóbal y sus impresiones acerca del río Torbes. La aparición de cierto niño, como interlocutor o compañía, que da punto de partida y extensión al texto, no sería otra, es de suponer que la de algún precoz bardo, quien precisamente contase con los años que se mencionan cuando el joven Ernesto Guevara se detuvo en el Táchira, julio de 1952, en camino de Caracas. Convencidos de que nunca estamos solos, transcribimos esta oportuna e ingeniosa narración emanada de la pampa fraternal y próxima y lejana como el viento. Recuerdo a aquel muchacho andante “Recuerdo a aquel muchacho alto y flaco, que tendría como 9 o 10 años, que no cesaba de hablar y de reír. No sé cómo me dijo se llamaba, a pesar que en el camino, orillando el Torbes, me lo repitió como tres veces, mientras me decía, lugar por lugar, de toda la bajada de esas aguas rojas, de tanta fuerza, que aún hoy me sorprenden, porque parecen como brotadas de un lugar aún innombrable de alguna historia dolorosa (como tantas de este continente). Quería ser médico, creo me dijo, tal vez para afirmar una mayor cercanía en ese diálogo, que por momentos y en su voz parecía un monólogo. Pero más allá de eso, éste es un continente, nación por nación de un largo rosario empobrecido, donde todos los niños quieren ser, y ése es el juego más intenso y palpitante, que he observado. Hasta los flacos niños en harapos, que ofrecen empanadillas o tortillas o dulces a un costado de las polvosas carreteras, o en las estaciones terminales, quieren ser, quieren ser; desde los primeros años quieren ser, hasta que los va sorprendiendo la tarde, hora a hora, y todo se va yendo cuesta abajo en la amargura. Quieren ser ingenieros, que hacen falta para tantas construcciones que aún no existen; o médicos, para curar tantos dolores en las carnes y en los huesos; y hasta abogados suponen que serán, y sería bueno que lo fueran para que la justicia de una vez por todas sea justa, sea sensata, y tenga piel humana. Lo sé, lo sé; algunos, no sé cuáles, o muchos, terminarán siendo, por el peso de la tarde, como ese suboficial que en el cruce de la frontera, en San Antonio, me exigió, para darme paso, 20 bolívares, que por entonces no eran poco. Mientras recuerdo todo esto, en medio de este desierto de pastizales duros y acechos, pienso, me digo, que alguna vez esta historia va a cambiar. Ya los mismos niños, o pimpollos de este continente, lo proclaman: quieren ser, quieren ser; falta el comienzo, comenzar, augurados por la fertilidad y el sueño de estas tierras fértiles. Recuerdo a menudo el Torbes, que se me hace tiene el color y la fuerza de la historia, y hasta la vivacidad encendida de nuestros corazones, entre las palabras y las palabras y risas entrecortadas de aquel vivaz muchacho ¿Dónde estará hoy?, ¿con cuáles sueños?, ¿seguirá hablando así, y aún soñando así? Yo sigo de pie, como ven, a la entrada del camino, esperando el día, despierto, o como empujando al día. Y, para terminar, otra confidencia honda, breve y para siempre: nunca estuve solo”. Donde le tocó nacer gaudioso Tornando al hilo del camino, entre los escasos testimonios en torno a las peripecias o vivencias del Che en San Cristóbal, es Francisco González Navarro, corresponsal de Prensa Latina en Venezuela, quien nos confirma: “Recién cumplidos los 24 años, el estudiante de medicina argentino Ernesto Guevara llegó a Venezuela, donde vivió la segunda quincena de julio de 1952, última etapa de su periplo por Suramérica en compañía del compatriota Alberto Granado. Carlos Edsel, un profesor de historia venezolano que ha dedicado casi cuatro décadas a rastrear las huellas venezolanas de quien al poco tiempo sería el Comandante Che Guevara, compartió sus pesquisas con Prensa Latina. El 14 de julio de 1952, Guevara y Granado cruzaron la frontera colombiano-venezolana por el puente internacional de San Antonio de Táchira, en la cordillera de Los Andes, e iniciaron la última singladura del viaje emprendido en Buenos Aires a lomo de dos motocicletas. La travesía de San Cristóbal, capital del estado Táchira, a Caracas por el camino de tierra que las unía entonces, duró más de 48 horas a bordo de un destartalado autobús, cuyos neumáticos sufrieron varios pinchazos durante la extenuante travesía, agravada por el asma de Ernesto. Escasos de recursos económicos, los dos jóvenes argentinos agradecieron el desayuno que les pagó el chofer del ómnibus, el cual Edsel investiga aún si pertenecía a Transportes Primavera o Expreso Occidente, las dos líneas que operaban en ese tramo. El joven Guevara contaría en algún documento que, en medio de aquella odisea terrestre, tuvo tiempo para hacer unas fotos en el monumento al Cóndor y a Bolívar en el Pico del Águila, el punto culminante de la Carretera Trasandina, en el estado de Mérida”. El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela acaba de develar una hermosa estela en memoria del Che Guevara, en el Collado del Cóndor, la cima del Pico El Águila de Mérida, al “hombre que quiso conocer con sus propios ojos, oídos y su propia sensibilidad cómo era el lugar del mundo donde le tocó nacer. A partir de ese momento, todos los viajeros se detendrán unos minutos junto al monumento y refrescarán en sus corazones la imagen eterna del Che” según lo manifestó Francisco Sesto Novás, Ministro del Poder Popular para la Cultura. Paso por la historia gaudioso Igual que acá en San Cristóbal el Che velara armas, nos consta, cómo en los Alpes, en Turín, hace exactamente cuarenta años, con ardiente júbilo latinoamericano, en el Centro Genti e Culture, —en solemne vigilia en su memoria, en pluralismo ideológico-cultural, adheridos a los principios inspiradores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, implicados en una visión de utopía concreta y en acciones abiertas a la mundalidad, imantados en un único dolor, hermanados en el común empeño por el tercer mundo, por las luchas sociales y políticas, por los problemas del desarrollo, del hambre y de la paz—, velamos armas y esperanzas, dando cuchilladas en la noche, para irnos en pos de la aventura a punta de herejías a fabricar el mundo o nuestras patrias. Inmensa la emoción al constatar, entonces, la fibra universal de nuestro extraordinario camarada, el Che, al encabezar su retrato la protesta de aquel Mayo Francés de 1968 extendido en toda Europa, y en las múltiples manifestaciones en todos los continentes. Corroboramos como en la cerca del mundo, en el alambre cósmico, la grandeza de la gloria descollar puede en la menuda desnudez de un nombre: Che… Ernesto, José, Simón, Manuela, María del Carmen, Tania, Argimiro, Jesús, Augusto, Ezequiel, Camilo... — perpetua, victoriosa ligadura, alcurnia sempiterna, cadena de eslabón seguro, verdaderos nudos de la humana estirpe en eterna subversión—. Genuinamente revolucionario, con su eterna compañera, el asma, soldado decidido, inigualable, de combate en combate, despliega entre París, Argel, el Alpe y Roma y más allá del tiempo, su proeza singular, en la que la muerte no contaba y sí la madrugada en guerra de su brillo y gloria. Che vuelve a ganar otro combate lugubre grandioso El Comandante Ernesto Che Guevara, médico, político, heroico guerrillero argentino-cubano-universal, quien naciera el 14 de junio de 1928 en Rosario, Provincia de Santa Fe, Argentina, herido en el combate de Quebrada del Yuro, muere asesinado en una pequeña escuela de “La Higuera”, Bolivia, a la una y diez minutos de la tarde del domingo 9 de octubre de 1967, habiendo ejecutado la orden el suboficial Mario Terán, un hombre educado en la idea de matar, que vuelve a ver gracias a los médicos seguidores de las ideas de su víctima, pero que jamás será capaz de ver la diferencia entre las ideas que lo llevaron a asesinar a un hombre a sangre fría y las de este hombre de amor, amigo de a pobre. A cuatro décadas del intento de destruir un sueño y una idea, Che vuelve a ganar otro combate. Y continúa en campaña… (Héctor Arturo, Diario Granma). terriblemente manso humilde y bueno humanamente ángel fieramente humano un hombre en el que Dios sigue creyendo luchando cuerpo a cuerpo con la muerte San Ernesto Che nace en La Higuera de donde salió a la eternidad una mañana sanguinaria fiera al darse entero en arma y cuerpo y sangre eternamente en pan se da a querer en hora de hornos no ha de verse más que luz luz luz luz luz fuera de la luz la muerte grabar el sueño entre los árboles desentrañar los secretos al asombro tener mucha imaginación para ver la realidad asumir absurdos enigmas laberintos y zozobras perpetuar la gloria del mundo en un grano de maíz mantener la espada en la trocha que corresponda abrir compartir la luz al mismo tiempo que la noche oscura encender lámparas en el túnel de la infamia enloquecida empuñar las manceras del arado en el lugar apropiado en el momento apropiado en la circunstancia apropiada Régis Debray al enterarse de la muerte del Che, escribió. “El Che Guevara no es de los que mueren; ejemplo y guía, él es propiamente inmortal, porque va a vivir en cada uno de los revolucionarios. Un Che murió. Otros están por nacer, surgiendo de la acción, otros están en acción o entrarán mañana mismo en escena, aquí y en otros puntos del continente”. Igualmente, ante el cercenamiento de sus manos, Julio Cortázar le ofreció sus propias manos, para que con ellas pudiera seguir escribiendo: “Ahora serán las palabras, las más inútiles o las más elocuentes, las que brotan de las lágrimas o de la cólera; ahora leeremos bellas imágenes sobre el fénix que renace de las cenizas, en poemas y discursos se irá fijando para siempre la imagen del Che. También éstas son palabras, pero no las quiero así, no quiero ser yo quien hable de él. Pido lo imposible, lo más inmerecido, lo que me atreví a hacer una vez, cuando él vivía: pido que sea su voz la que se asome aquí, que sea su mano la que escriba estas líneas. Sé que es absurdo y que es imposible, y por eso mismo creo que él escribe esto conmigo, porque nadie supo mejor hasta qué punto lo absurdo y lo imposible serán un día la realidad de los hombres, el futuro por cuya conquista dio su joven, su maravillosa vida. Usa entonces mi mano una vez más, hermano mío, de nada les habrá valido cortarte los dedos, de nada les habrá valido matarte y esconderte con sus torpes astucias. Toma, escribe: lo que me quede por decir y por hacer lo diré y lo haré siempre contigo a mi lado. Solo así tendrá sentido seguir viviendo”. Enfatico Porque Ernesto Che Guevara, codo a codo, junto al revolucionario de cualquier rincón del mundo, es disposición inmediata, instantánea, en la que bulle el sueño implacable de los pueblos y los hombres, en constante riesgo, entrega y altruismo. Desde la Sierra Maestra, Comandante, su prestigio, su fama, crecen al lado de la guerra en uno y otro continente. A la marcha de la historia marziale Maestro de la guerra, jefe extraordinario, genial artífice de la lucha guerrillera, Guevara sabía de la clave de toda superior empresa liberadora: la fe en el hombre, en las ideas, en el pueblo, en la obra. Confiaba en que su grito de guerra en caso de su muerte, debía ser la bienvenida para la mano que empuñara de nuevo el arma. Cuando en Nuestra Patria, en Nuestra América, se instaura, erige la segunda y definitiva independencia, su aporte es fundamental, en defensa de los valores humanos para los seres más humildes en su justiciero afán de libertad, consecuencia legítima de la genuina utopía concreta, perfeccionando el respeto y la comunicación con el pueblo de modo participativo, en la convicción de que la revolución, el proceso social revolucionario, radica en la capacidad del hombre para transformarse, transformando su entorno. Reconocía el Che que la Revolución es paz. Que la fuerza, los fusiles se toman y se cargan y se disparan cuando ello es necesario, cuando no queda otra salida, cuando morir o matar es la única alternativa para reconquistar la dignidad, pues la fuerza solo se utiliza para luchar contra quien la ejerce en forma indiscriminada. Comprobó en su vida que cada uno tiene su encuentro con la historia. Cada quien tiene su Moncada. Antes o después, los pueblos encuentran su camino. La revolución es una necesidad histórica, un hecho inevitable. De pueblo en pueblo, la revolución un día llegará. Podrá el día estar lejano, pero signado; y ninguna circunstancia, artificio, ninguna represión podrá evitar su adviento. “El Che –afirma Iván Darío Álvarez–, como pocos hombres en nuestro hemisferio, entendió que la revolución es una gran aventura. Un desafío a la realidad y un compromiso feroz con la imaginación. Un ejército ético propio de una conciencia de titanes, donde se sabe de antemano y con lucidez que la libertad se inventa en la acción sublime de cada día.” Carta de despedida del Che a sus hijos dolcissimo affettuoso appassionato Les dice, conmovido: “Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre Uds. Casi no se acordarán de mí y los más chiquitos no recordarán nada. Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones. Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.” Credo omaggio energico Su credo no otro que el luchar por crear, paso a paso, un orden más justo, más libre, más pleno, que permita que cada cual, respetando a los otros, pueda expresar su propio pensamiento, sus propias ideas, avanzando por cauces democráticos hasta donde sea posible. Puesto que la paz consiste en el fomento de un orden nuevo mediante la acción solidaria de los hombres. La paz pasa a través de la revolución —la revolución humana integral— en aras de una humanidad nueva. Es cuestión de crear la tierra nueva, asumiendo personal y comunitariamente el riesgo de la aventura humana. Giulio Girardi nos recuerda: “Sólo una tierra distinta hará menos increíble el cielo”. Comprometidos con el Che, con el presente y el futuro de la humanidad, en una auténtica ética de la responsabilidad, de la solidaridad, según Franz J. Hinkelammert, se ha de establecer el deslinde entre los derechos humanos y la globalidad del mundo. Lejos del pensamiento único global, frente a la estrategia de globalización, el ser humano como sujeto, el retorno del sujeto humano reprimido, el derecho de los pueblos a ser diversos, a defender sus tradiciones culturales en todos los sentidos. Distinguir entre plenitud y escasez como orientaciones de la acción. La libertad frente al cálculo de utilidad. “Quien no quiere el cielo en la tierra, produce el infierno”. “¡Haz de la tierra un cielo!” Cuanto mejor calculemos nuestra utilidad, tanto más nos acercamos a la utilidad para todos, dentro del marco de una acción solidaria. Para Alejo Carpentier, el Che es “ejemplo indestructible y que, aun destruido en la persona, en nada habrá de menguar la lucha que se lleva adelante para la liberación de la América nuestra —la auténtica, la que verdaderamente podemos llamar “nuestra” en tiempo presente…—. Según Ludovico Silva, “la figura del Comandante Che Guevara es hoy más que nunca para nosotros como un relámpago de oro en la conciencia. El Che Guevara hablaba constantemente de la necesidad de crear un hombre nuevo, que él llamaba “el hombre del siglo XXI”, y advertía que esa era una tarea enormemente dificultosa; nosotros, aquí y ahora, tenemos el deber, al recordar hoy la figura del guerrillero asesinado, de meditar a fondo sobre ese principio revolucionario que, desgraciadamente, ha sido tomado muy poco en cuenta por los revolucionarios socialistas”. Tras el socialismo encontrado accentato accelerando allargando Gonzalo Arango nos recuerda: “La civilización no es más que una injusticia armada, y una desorganización sistematizada por la ley y la costumbre… Sólo donde hay amor hay socialismo: Comunidad de comunión”. Entonces, hemos de decirnos, pesebricemos lo que sea preciso. O con Roger Garaudy: “La última utopía optimista nos evoca un porvenir socialista, en el que cada hombre será un creador, un poeta, o no será”. No entre quien no crea en la dura batalla necesaria para convertirse en un hombre nuevo, en el hombre del siglo XXI. Quien no dé importancia al desarrollo pleno del individuo y su conciencia. Tenemos porvenires por hacer. “El porvenir será socialista” vaticinó Arthur Rimbaud. El futuro no un por-venir, sino un por-hacer. Un mundo que ganar. En el ensayo “El socialismo y el hombre en Cuba”, sostiene Guevara: “El hombre del siglo XXI es el que debemos crear, aunque todavía es una aspiración subjetiva y no sistematizada. Precisamente éste es uno de los puntos fundamentales de nuestro estudio y de nuestro trabajo y en la medida en que logremos éxitos concretos sobre una base teórica o, viceversa, extraigamos conclusiones teóricas de carácter amplio sobre la base de nuestra investigación concreta, habremos hecho un aporte valioso al marxismo-leninismo, a la causa de la humanidad”. Necesitamos, pues, un viraje a medida de hombre, de ciencia, técnica, tecnología, creación. A partir de un Humanismo Científico Creador que apunte hacia un equilibrio entre lo utilitario, lo pragmático y lo teórico; lo social, lo productivo y lo ideológico, la Triple Representatividad propuesta por el mundo oriental. Humanismo Científico Creador derivado de uno Positivo tras un Humanismo Socialista Integral, donde se reconozca derecho a las exigencias de la persona; donde cada hombre logre convertir las fuerzas del mundo físico en instrumentos de su libertad; donde toda capacidad encuentre el mejor cauce en sus propios esfuerzos, perspectivas y proyectos; donde toda humana virtualidad se plasme en contextualización creadora, donde unos y otros se objetiven actores-creadores al amparo de la dignidad humana. En suma, Estado Naciente, rebelión, combate, fin del miedo. Otro modo de ser, vivir, sobrevivir. Subversión de un orden natural, toma de conciencia colectiva. Si somos capaces de temblar de indignación cada vez que se cometa una injusticia, somos, seremos camaradas, enfatiza el Che. Patria Grande Misión Che Guevara enfatico deciso Entre tanto, el Che vive en la lucha de los pueblos por la Patria Grande liberada. En cada injusticia, en cada aldea del mundo, relampaguea su rostro. Empuja nuestro socialismo. Está en la conciencia y el sentimiento de cada luchador antiimperialista; en el amor a la humanidad y el odio invencible que todo oprime. Con nosotros, construye la Patria Grande Latinoamericana, la que nos alcanzará la verdadera redención. En nuestro proceso nacional de liberación, enmarcada dentro del Plan Nacional Estratégico Simón Bolívar 2007-2013, haciendo honor a la trascendencia de su gesta, la Misión Che Guevara aplica un novedoso sistema educativo, encargado de crear una conciencia ético-moral mediante un módulo ético-teórico a tono con el proyecto socio-productivo, impulsando la transformación del sistema económico capitalista actual por uno socialista. Un proceso de formación integral para el trabajo productivo que, como el propio Guevara lo mencionase, favorecerá la formación del nuevo venezolano y de la nueva venezolana requeridos por el socialismo del siglo XXI. La universidad latinoamericana del siglo XXI vivace con brio En esta histórica encrucijada, delante de los procesos de cambio, de los nuevos desafíos, de las posibilidades abiertas por la democratización, de la redefinición de las relaciones estado-universidad y del replanteamiento de las relaciones universidad-sociedad, se ha de desembocar en la proyección e instauración de la Universidad Latinoamericana del siglo XXI. En la obligación universitaria de proporcionar una formación que permita procesos de adaptación permanente a las exigencias que imperan en el mundo del trabajo, concordante con los avances de la ciencia, la tecnología y el pensamiento crítico sobre la sociedad y la cultura. Discurso de Fidel Castro Ruz a cappella A la luz de esta esclarecida visión del mundo, Fidel Castro declaró al Comandante Ernesto Che Guevara “Guerrillero Heroico”, modelo revolucionario de combatiente, bandera, guía, símbolo del mundo. En discurso pronunciado en su memoria en la Plaza de la Revolución, el 18 de octubre de 1967, tajantemente sostiene: “Che era un jefe militar extraordinariamente capaz... Che reunía, en su extraordinaria personalidad, virtudes que rara vez aparecen juntas. Él descolló como hombre de acción insuperable, pero Che no solo era un hombre de acción insuperable: Che era un hombre de pensamiento profundo, de inteligencia visionaria, un hombre de profunda cultura. Es decir que reunía en su persona al hombre de ideas y al hombre de acción… ¡Era un hombre extraordinariamente humano, extraordinariamente sensible!” “Muchas cosas pensó, desarrolló y escribió. Y hay algo que debe decirse un día como hoy, y es que los escritos del Che, el pensamiento político y revolucionario del Che tendrán un valor permanente en el proceso revolucionario cubano y en el proceso revolucionario en América Latina. Y no dudamos que el valor de sus ideas, de sus ideas tanto como hombre de acción, como hombre de pensamiento, como hombre de acrisoladas virtudes morales, como hombre de insuperable sensibilidad humana, como hombre de conducta intachable, tienen y tendrán un valor universal”. Y concluye el Gran Revolucionario de Cuba: “… elevemos nuestro pensamiento y, con optimismo en el futuro, con optimismo absoluto en la victoria definitiva de los pueblos, digamos al Che, y con él a los héroes que combatieron y cayeron junto a él: ¡Hasta la victoria siempre! ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!” Yo conocí al Comandante… Yo conocí al Che una mañana larga… Padre —le dije— eres o no eres o quién eres?Y, mirando el Cuartel de la montaña, dijo: Despierto cada cien años cuando despierta el Pueblo. (P. Neruda). Yo conocí al Comandante Guantanamera Letra: Pedro Alcídez Música: Rafael Armas … que la lucha no se muere aunque a los hombres los maten… II Consternados, rabiosos lamentoso lacrimoso Así estamos, consternados, rabiosos. Aunque esta muerte sea uno de los absurdos previsibles. Da vergüenza mirar los cuadros, los sillones, las alfombras. Sacar una botella del refrigerador. Teclear las tres letras mundiales de tu nombre en la rígida máquina que nunca, nunca, estuvo con la cinta tan pálida. Vergüenza tener frío y arrimarse a la estufa como siempre. Tener hambre y comer, esa cosa tan simple. Abrir el tocadiscos y escuchar en silencio sobre todo si es un cuarteto de Mozart. Da vergüenza el confort y el asma da vergüenza. Cuando tú, Comandante, estás cayendo, ametrallado, fabuloso, nítido, eres nuestra conciencia acribillada. Dicen que te quemaron. Con qué fuego van a quemar las buenas, buenas nuevas. La irascible ternura que trajiste y llevaste con tu tos, con tu barro. Dicen que incineraron toda tu vocación, menos un dedo. Basta para mostrarnos el camino, para acusar al monstruo y sus tizones, para apretar de nuevo los gatillos. Así estamos, consternados, rabiosos. Claro que con el tiempo la plomiza consternación se nos irá pasando. La rabia quedará, se hará más limpia. Estás muerto, estás vivo, estás cayendo, estás nube, estás lluvia, estás estrella. Donde estés si es que estás, si estás llegando, aprovecha por fin a respirar tranquilo, a llenarte de cielo los pulmones. Donde estés, si es que estás, si estás llegando, será una pena que no exista Dios, pero habrá otros, claro que habrá otros, dignos de recibirte, Comandante. Mario Benedetti Che Comandante vivace Pertenece al libro inédito "el llanto / el fuego" Amigo, Che a Juan Pablo Chang Juan Cristóbal Escritor peruano, premio nacional de poesìa 1971 … Estás en todas partes. En el indio hecho de sueño y cobre. Y en el negro revuelto en espumosa muchedumbre, y en el ser petrolero y salitrero, y en el terrible desamparo de la banana, y en la gran pampa de las pieles y en el azúcar y en la sal y en los cafetos, tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron, vivo, como no te querían, Che Comandante, amigo. Cuba te sabe de memoria. Rostro de barbas que clarean. Y marfil y aceituna en la piel de santo joven. Firme la voz que ordena sin mandar, tierna y dura de jefe camarada. Y puro como un niño o como un hombre puro, Che Comandante, amigo. Pasas en tu descolorido, roto, agujereado traje de campaña. El de la selva, como antes fue el de la Sierra. Semidesnudo el poderoso pecho de fusil y palabra, de ardiente vendaval y lenta rosa. No hay descanso. ¡Salud, Guevara! O mejor todavía desde el hondón americano: Espéranos. Partiremos contigo. Queremos morir para vivir como tú has muerto, para vivir como tú vives, Che Comandante, amigo. Juan Cristóbal juancristobal2001@yahoo.es http://es.geocities.com/juancristobal2001 CHE crescendo staccato Para saber que está completamente prohibido llorar sobre los vivos y menos aún sobre los muertos. Para abrazarnos a la Paz desde las barricadas de la guerra. Para prestarle al Comandante su montaña, su sierra, sus morteros; su soledad, su naufragio, sus planos, sus trincheras, sus secretos; su escondite, sus manos y portentos; para empuñar fusiles nuevamente. Para prestarle su mochila, su escopeta, su carabina, su boina, su barba, su estrella, su bandera o arrechera; su revólver, su camisa, guayabera y documentos. Sus botas, su pistola, su dolor, su ternura, su sonrisa, su tormento y recovecos; su frente, su fusil y sus morteros; su fuerza, su foco, su asma, su garganta y su pañuelo. Su morral, su memoria, sus veredas; su nobleza, su magia y suerte y comunión y poesía y espera; el tiempo que le falte para una Nueva Era. Pablo Mora CREDO DEL CHE cantabile religioso-furioso El Che Jesucristo fue hecho prisionero después de concluir su sermón en la montaña (con fondo de tableteo de ametralladoras) por rangers bolivianos y judíos comandados por jefes yankees-romanos. Lo condenaron los escribas y fariseos revisionistas cuyo portavoz fue Caifás Monge mientras Poncio Barrientos trataba de lavarse las manos hablando en inglés militar sobre las espaldas del pueblo que mascaba hojas de coca sin siquiera tener la alternativa de un Barrabás (Judas Iscariote fue de los que desertaron de la guerrilla y enseñaron el camino a los rangers) Después le colocaron a Cristo Guevara una corona de espinas y una túnica de loco y le colgaron un rótulo del pescuezo en son de burla INRI: Instigador Natural de la Rebelión de los Infelices Luego lo hicieron cargar su cruz encima de su asma y lo crucificaron con ráfagas de M-2 y le cortaron la cabeza y las manos y quemaron todo lo demás para que la ceniza desapareciera con el viento En vista de lo cual no le ha quedado al Che otro camino que el de resucitar y quedarse a la izquierda de los hombres exigiéndoles que apresuren el paso por los siglos de los siglos Amén. Roque Dalton Cuando la corriente del Gran Paraná no tenga agua, quizás, quizás, para entonces, Comandante Amigo, tú te nos vayas… Comandante Letra y música: Alí Primera III Carta Abierta a Ernesto Che Guevara a cappella Querido Che: Ya han pasado cuarenta años desde que la CIA te asesinó en la selva de Bolivia, el 8 de octubre de 1967. Tenías entonces 39 años. Pensaban tus verdugos que, al meterte balas en tu cuerpo, después de haberte capturado vivo, condenarían al olvido tu memoria. Ignoraban que, al contrario de los egoístas, los altruistas nunca mueren. Los sueños libertarios no quedan confinados en jaulas cual pájaros domesticados. La estrella de tu boina brilla más fuerte, la fuerza de tus ojos guía a generaciones por las rutas de la justicia, tu semblante sereno y firme inspira confianza a quienes combaten por la libertad. Tu espíritu trasciende las fronteras de Argentina, de Cuba y de Bolivia y, cual llama ardiente, inflama aún hoy el corazón de muchos revolucionarios. Quién sabe si la historia del socialismo no sería distinta hoy si hubieran prestado oído a tus palabras… Algunos de nosotros, Che, abandonaron el amor a los pobres, que hoy se multiplican en la Patria Grande latinoamericana y en el mundo. Permanecieron sordos a los clamores del pueblo, perdieron la humildad del trabajo de base y ahora cambian utopías por votos. A pesar de tantas derrotas y errores, hemos tenido conquistas importantes a lo largo de estos cuarenta años. Entre los cristianos, una parte significativa ha optado por los pobres y engendró la Teología de la Liberación. Hemos sacado considerables lecciones de las guerrillas urbanas de los años 60; de la breve gestión popular de Salvador Allende; del gobierno democrático de Maurice Bishop, en Granada, masacrado por las tropas de los Estados Unidos; de la ascensión y la caída de la Revolución Sandinista; de la lucha del pueblo de El Salvador. En México los zapatistas de Chiapas ponen al desnudo la política neoliberal y se propaga por América Latina la primavera democrática, con los electores repudiando a las viejas oligarquías y eligiendo a aquellos que son a su imagen y semejanza: Lula, Chávez, Morales, Correa, Ortega, etc. Desde donde estás, Che, bendícenos a todos nosotros los que comulgamos con tus ideales y tus esperanzas. Bendice también a los que se cansaron, se aburguesaron o hicieron de la lucha una profesión en su propio beneficio. Bendice a los que tienen vergüenza de confesarse de izquierda y de declararse socialistas. Bendice a los dirigentes políticos que, una vez destituidos de sus cargos, nunca más visitaron una favela ni apoyaron una movilización. Bendice a las mujeres que, en casa, descubrieron que sus compañeros eran lo contrario de lo que ostentaban fuera, y también a los hombres que luchan por vencer el machismo que los domina. Bendícenos a todos nosotros los que, ante tanta miseria que siega vidas humanas, sabemos que no nos queda otra vocación más que la de convertir corazones y mentes, revolucionar sociedades y continentes. Sobre todo bendícenos para que, todos los días, estemos motivados por grandes sentimientos de amor, de modo que podamos recoger el fruto del hombre y la mujer nuevos. Frei Betto (Traducción de J. L. Burguet) Si pudiéramos jugar con el tiempo ¿daríamos un día con Bolívar? Si pudiera jugar con el tiempo Letra: Rafael Armas, Pedro Alcídez Música: Rafael Armas IV Guitarra en duelo mayor ad libitum Soldadito de Bolivia, soldadito boliviano, armado vas con tu rifle, que es un rifle americano, soldadito de Bolivia, que es un rifle americano. Te lo dio el señor Barrientos, soldadito boliviano, regalo de mister Johnson, para matar a tu hermano, para matar a tu hermano, soldadito de Bolivia, para matar a tu hermano. ¿No sabes quién es el muerto, soldadito boliviano? El muerto es el Che Guevara, y era argentino y cubano, soldadito de Bolivia, y era argentino y cubano. El fue tu mejor amigo, soldadito boliviano, el fue tu amigo de a pobre del Oriente al altiplano, del Oriente al altiplano, soldadito de Bolivia, del Oriente al altiplano. Está mi guitarra entera, soldadito boliviano, de luto, pero no llora, aunque llorar es humano, aunque llorar es humano, soldadito de Bolivia, aunque llorar es humano. No llora porque la hora, soldadito boliviano, no es de lágrima y pañuelo, sino de machete en mano, sino de machete en mano, soldadito de Bolivia, sino de machete en mano. Con el cobre que te paga, soldadito boliviano, que te vendes, que te compra, es lo que piensa el tirano, es lo que piensa el tirano, soldadito de Bolivia, es lo que piensa el tirano. Despierta, que ya es de día, soldadito boliviano, está en pie ya todo mundo, porque el sol salió temprano, porque el sol salió temprano, soldadito de Bolivia, porque el sol salió temprano. Coge el camino derecho, soldadito boliviano; no es siempre camino fácil, no es fácil siempre ni llano, no es fácil siempre ni llano, soldadito de Bolivia, no es fácil siempre ni llano. Pero aprenderás seguro, soldadito boliviano, que a un hermano no se mata, que no se mata a un hermano, que no se mata a un hermano, soldadito de Bolivia, que no se mata a un hermano. Nicolás Guillén CHE ...la entrañable transparencia Desde todas las respiraciones y desolaciones, desde todas las turbulencias y soles orbitados, o desorbitados, de la sangre, creció en el aire terreno, entre los vientos terrenos, cada vez más cierto, inconmovible, como un abrazo universal y un sueño medular que jamás cesó en lo más profundo --así crece su altiva, íntima, continental figura--, contra la infamia, contra la esclavitud de siempre y contra el imperio en caída de los bárbaros. Eduardo Dalter Che omaggio Che, tú lo sabes todo, los recovecos de la Sierra, el asma sobre la yerba fría la tribuna el oleaje en la noche y hasta de qué se hacen los frutos y las yuntas No es que yo quiera darte pluma por pistola pero el poeta eres tú. Miguel Barnet Si el poeta eres tú amoroso Si el poeta eres tú, como dijo el poeta, y el que ha tumbado estrellas en mil noches de lluvias coloridas eres tú, ¿qué tengo yo que hablarte, Comandante? Si el que asomó al futuro su perfil y lo estrenó con voces de fusil fuiste tú, guerrero para siempre, tiempo eterno, ¿qué puedo yo cantarte, Comandante? ¿Qué puedo yo dejarte, Comandante, que no sea cambiar mi guitarra por tu suerte? ¿Qué tengo yo que hablarte, Comandante? Pablo Milanés Con paso sereno de estantigua sigue ardiendo affettuosamente Lanza en ristre, en sentimiento de común heredad, Antonio Ruiz Sánchez, de nuestro patio, cosido con nosotros, nos dice: “Por todos conocido como “EL CHE”, sigue siendo un ejemplar humano extraordinario. Revolucionario, quería redimir al mundo de la silueta de los males agudos que han marcado a la gente de la huella de todas las melancolías, como si al anca de un animal se errara el ardor de la tristeza sin tregua. Hace cuarenta años ofrendó su vida. El modo de hacerlo, en algunos espacios religiosos, le hubiese servido para consagrarlo en altares. Los católicos consideran que sus fieles son místicos cuando tienen un desprenderse total de los quereres, para entregarse a las altas causas. Así, tal la definición de San Juan de la Cruz, el más limpio y armonioso poeta del amor místico de la letra castellana. Guevara se aconteció de místico, renunciando a todo, vida incluida, para seguir su camino de sueños, cabalgando el Rocinante del costillar desnudo. Una vez asesinado en una escuela acosada por los vientos helados de las montañas andinas bolivianas, su rostro pasó a ser consumido por una sociedad que devora hasta lo mejor del tuétano honrado y limpio. Él fue el representante del hombre nuevo y dejó la lección exacta de su entrega. Ahora, pasado el tiempo, reconstituida a lugar conocido, en Santa Clara, su osamenta, el Che Guevara sigue ardiendo en el ánimo, a modo de lección. Dentro, en lo más oculto de la selva personal, en el territorio donde están agitadas siempre las aguas de las iras enteras, de los juveniles bríos, de las tormentas inolvidables, de las pasiones irredentas y de la más profunda e inagotable sed, vive, sin fábula y afeite, la figura de Guevara, con paso sereno de estantigua anda levemente por los aires evocativos, en la galería de los que nos hacen sentir vivos, aun en el último suspiro. Esos que nos permiten entender que en el talante de muchos palpita el miserable corazón de las serpientes.” De pie junto a la estrella de tu gloria staccato más allá de la paz y de la gloria de pie en el cielo de su fiera América bien calzadas las botas de batalla Ernesto con los pies sobre la tierra con timbre de sudor y de combate furente empuñadura de guerrero símbolo vivo va regresa viene redoblado terrestre solidario ciclópeo fusil amanecido raíz tormenta cumbre sol y bruma fecunda abrasa asombra triunfa calma asoma arenga ataca arroba acuerda fogata y fogonazo y fogonero relámpago su temple al infinito tenaz y trashumante y peregrino ferviente guardador de la trinchera voz de poder y magna valentía espumas de tu rostro redivivo la miel y el agua pura y solidaria en la magia infinida de tu sombra tu rabia y tu ternura y continentes coronas que tejiste al firmamento la música que escondes en tus odios tus asaltos tus vuelos tus acechos dejástela en la furia de los pobres de verde oliva en vestimenta alzada de alegre fuego de apacible frente de pie junto a la estrella de tu gloria ¡Hasta la Victoria Siempre, Comandante! Rabia y ternura Letra y Música: Rafael Armas Sesión Solemne del Consejo Legislativo del Estado Táchira Conmemoración de los 40 años del asesinato del Comandante Dr. Ernesto Guevara “El Che” Martes, 09 de octubre de 2007 Nuestro agradecimiento por el honor singular que nos depara el Distinguido Consejo Legislativo Estadal al permitirnos participar en la Sesión Especial con motivo de conmemorarse los 40 años del asesinato del Comandante Dr. Ernesto Guevara “El Che”. Se suma, así, este organismo al reconocimiento que el orbe entero rinde a la trascendente gesta de este ilustre latinoamericano universal.
In memoriam Che Guevara http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/mora_pablo/a_cuarenta_y_cinco_anos_del_che.htm

sábado, 21 de septiembre de 2013

Pablo Neruda Padre Otoñabundo

Pablo Neruda Padre otoñabundo A cuarenta
años de su luz rodea con su mano la nueva sombra del ala que crece nace en los bosques de la ceniza terrestre y teje los altos besos del follaje lo arrastra la rabia del viento los vientos de la noche tenebrosa de vientos vientos de la aurora del verbo árbol de largas ramazones reclinado en la semilla ilumina las palabras con su silencio mineral de tiempo y de especie de fuego brasa y espíritu de agua estrella y dolor corazón de pan de harina de trigo rumoroso que el tiempo lava y desenvuelve ordena y continúa su poesía parte y regresa regional dolorosa y lluviosa —lluvia y humareda— a punto el pan para la guerra raíz vuelo fogarada venido de alturas insondables secreto y oscuro en sus orígenes solitario y fragante ruta entre los montes sacude su canto cristalino en las praderas riega los campos y da pan al hambriento camina entre las espigas semillas para la América subterráneo submarino se junta con el camino de todos desciende como gota entre la paz sulfúrica y las olas profundas como un ciego regresa al jazmín de la gastada primavera del aire al aire como una red vacía fue entre las calles y la atmósfera llegando y despidiendo conversa a pleno día con fantasmas solares explora la cavidad del material escondido en el secreto de la tierra determina las relaciones olvidadas del otoño y del hombre alta ciudad de piedras escalares madre de piedra espuma de los cóndores alto arrecife de la aurora humana escala torrencial párpado inmenso ola de plata dirección del tiempo campana patriarcal de los dormidos sube conmigo amor americano yo vengo a hablar por vuestra boca muerta a través de la tierra juntad todos los silenciosos labios derramados afilad los cuchillos que guardasteis ponedlos en mi pecho y en mi mano acudid a mis venas y a mi boca hablad por mis palabras y mi sangre América en tu mano Amerikúa canto de sol y terribles presagios noche triste de espigas y de versos negros no se rinde la novia sumergida en la garganta pastoril de América en el sur los dignos antepasados de tu estirpe se remontan a las alturas de Los Andes se codean de tú a tú con los cóndores para encontrarse verso a verso entre tus fauces piedra con piedra en tu mundo hijo de Wiracocha de Moctezuma Guaicaipuro estrella dulce aquella diosa india América enterrada guardaste tanta hambre águila herida habla con las palabras de la sangre acude a las venas de la lucha entre hierros y volcanes derramada la herida se hace un silencio de agua diluido en la esperanza esperó largo tiempo solo con el corazón acongojado por la oscuridad de la noche de pronto apareció una luz y otra luz el camino se llenó de luces presenció las maravillosas danzas rituales y escuchó hasta que salió el sol la belleza que florece en la oscuridad la deliciosa música que invadía el camino en la verdad o en el error hasta sus últimas consecuencias decidió que su actitud dentro de la sociedad y ante la vida debía ser también humildemente partidaria sus deberes de poeta no sólo le indicaron la fraternidad con la rosa y la simetría con el exaltado amor y con la nostalgia infinita sino también con las ásperas tareas humanas del hambre y el llanto la ternura y la cólera el grito la tristumbre la agonía a puro sol escribe a plena calle a pleno mar en donde puede canta sólo la noche errante lo detiene no se cansa de ir y de volver no le para la muerte con su piedra y sigue y sigue porque sigue y canta porque canta y porque canta a plena luz camina por la sombra ni un hombre más que pase sin que reine ni una mujer sin su diadema cree que los que hicieron tantas cosas deben ser dueños de todas las cosas y los que hacen el pan deben comer y deben tener luz los de la mina y de alguna manera decidir dónde plantar los árboles de nuevo nacido para nacer para volver a ser vuelve furia y perfume está en su sitio de siempre no hay luna que no lo conozca ni caminos que no lo esperen hijo de la lluvia en movimiento perpetuo un hombre claro y confundido lluvioso y alegre enérgico y otoñabundo galopando en el viento sobre el caballo de la lluvia vieja lágrima enterrada que vuelve a ser semilla aceptó la pasión desarrolló el misterio y se abrió paso entre los corazones del pueblo le tocó padecer y luchar amar y cantar le tocaron en el reparto del mundo el triunfo y la derrota probó el gusto del pan y el de la sangre en la casa de su poesía no permanece nada sino lo que fue escrito con sangre para ser escuchado por la sangre canto fecundación su poesía trabaja haciendo harina es una insurrección no se ofendió el poeta porque lo llamaron subversivo esperamos cada día cambios inmensos vivimos con entusiasmo la mutación del orden humano la primavera es insurreccional al poeta debemos exigirle sitio en la calle y en el combate así como en la luz y en la sombra el honor de la poesía fue salir a la calle fue tomar parte en este y en el otro combate no se asustó el poeta cuando le dijeron insurgente no vivió en sí mismo vivió la vida de los otros su vida una vida hecha de todas las vidas asumió el deber antiguo de los poetas la defensa del pueblo el amor debe poner sobre la mesa sus cartas de fuego su premio ese momento grave de su vida cuando en el fondo del carbón de Lota a pleno sol en la calichera abrasada desde el socavón del pique subió un hombre como si ascendiera desde el infierno con la cara transformada por el trabajo terrible con los ojos enrojecidos por el polvo y alargándole la mano endurecida le dijo con ojos brillantes “te conocía desde hace mucho tiempo hermano” ése el laurel de su poesía ese agujero en la pampa terrible de donde sale un obrero a quien el viento y la noche y las estrellas de Chile le han dicho muchas veces “no estás solo hay un poeta que piensa en tus dolores” compatriotas del mundo kinchiltunes de amor llegó la hora del trece calendario perfecto de los tiempos de la serpiente de plumas encantadas hasta las hondas lejanías del guillatún la machi está alegre por el vendaval mientras él viene del surco del sentir llega a la tierra de su voz para cantar una canción desde sus alas crecientes dice amor y el mundo se puebla de palomas de suavizadísimos vestigios construyó con hacha cuchillo cortaplumas madererías de amor y edificó pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivieran los ojos de su amada el volumen azul de su dulzura y allí donde respiran los claveles desplegará un traje que resista la eternidad de un beso victorioso algo pasa y la vida continúa ya todo lo que falta será azul lo que ya necesita es florecer y eso es trabajo de la primavera este presente liso como una tabla fresco esta hora este día limpio como una copa nueva álzalo ofrécelo a la vida llévalo a la calle y al jardín paséalo ponlo frente al sol tintinéalo recuérdalo nada en él de cobarde o de maldad —del pasado no hay una telaraña— echémoslo al voleo dejémoslo correr grabémoslo hondo en el fogón defiéndelo consiéntelo quiérelo hazlo surco arado sueño cabecera hazlo árbol fuego girasol lucero arroyo fogonazo campanada vereda fogarada resplandor álzate temprano ábrete camino sube la cima donde ondean —de noche— las luciérnagas tú eres tu camino tu aldabón ándate silencioso fraternal silbando en el camino asegura furente la batalla elévate soldado en el fragor a pesar del presagio corre vuela en el viento en la sierra en la arboleda ¡Tú sólo eres un sol alienta brilla! ¡Tú siempre tu presente sueña alumbra! ¡Sube a nacer conmigo hermano! Pablo Neruda Padre otoñabundo Catatumbo de sangre americana al fin el mundo supo de tu sombra al borde de tus últimos latidos Vástago de raigambre diluviana interrogaste al tiempo en cada aurora y frente al mar, clavada tu mirada velaste con tu propia rebeldía Fueron tus resistencias permanentes y con todas las buenas intenciones regaste por el orbe tu semilla Camarada araucano obligatorio por el sol de tu sueño planetario tendrás siempre una América en tu mano Pablo Mora

INVOCACIÓN A LA PAZ

INVOCACIÓN A LA PAZ Pablo Mora En el Día Internacional de la Paz ANCHA SOLEDAD de los desiertos. Sol en los tejados. Silenciosa frescura del aljibe. Vellón azul rondando por el aire. Voz en alta llamarada. Milagro para el rayo en muerte de la guerra. Canto de la brisa, el sol y las quebradas. Amor que no puede caminar como una hoja. Una hoja entre el viento que camina o un camino entre el vientre de la hoja que se va. Hoja y camino. Camino caminando con el viento. Incógnita en el tiempo. Una pregunta en pie para los hombres. Colina para otear a Dios. Hondonada para hallar la luz. La cresta de un lucero, por el postigo corazón mirando. Susurro de los árboles, tu sueño. Tu corazón, del tamaño del mar que conocemos. Tu cabellera, los ríos, las quebradas, los riachuelos. Diminuta, te escondes en los sauces que duermen a los lagos, en los cipreses de la tumba ajena, en los aljibes de las casas solas; en los zaguanes del amor del viento o en las pestañas de la madre pobre. Hojarasca entre la noche de los pájaros. Tronco fatigado por el tiempo y la tormenta. Latido de fogata crepitando entre la fronda. Lumbre y mujer para la misma sombra. Sueño y silbido para el mismo abismo. Amanecer y tarde florecidos, floreciendo en las sienes de la flora. Lucero y arrebol, azules horas. Cocuyo entre rastrojos vespertinos, iluminando el resplandor tardío, las noches de vigilia arrobadora. Júbilo, alumbramiento, bienvenida. Ara en fulgor para el altar del tiempo, para elevar el corazón festivo. Trino con que cantamos a la vida, cuando la suerte nos ofrece el huerto para sembrar de estrellas el camino. El pan, el oro, la solemne sombra en esplendor divino, la alegría. Infancia en llama, en canto, en lejanía que el transparente corazón la nombra. La soledad que en la vereda asombra al trigo, al viento, al lirio en noche fría. Ardiente claridad la poesía que el huracán del corazón alfombra. Encanto de la luz, la Navidad que alumbra el triunfo matinal del hombre y el silencioso arroyo del deseo. En glorias del amor, la huracandad con que la brisa de la luna asombre la encantadora música de Orfeo. Conoces nuestra locura como nadie más conoce. Nos visitas muy de madrugada o cuando cae el sol sobre el tejado. Contigo "supimos los misterios de las cosas como si fuéramos espías de los dioses". Sus secretos descubrimos. Conoces todas las nieves, todos los riscos, todos los gestos de los hombres, todo el espesor del viento, la justa medida de la espera junto a la luz total de nuestras cosas. Fabricas los sueños del jardín. Doblegas la furia de la guerra. En cada atrinchera nos proteges; nos cubres en cada retirada y avanzas con nosotros, la primera. Has asistido a mil batallas y tienes otras mil por combatir. Ilesa saldrás en cada portachuelo. Ninguna polvareda nublará tu paso, menos las luces de tus blancos senos. Mientras seamos capaces de asistir a un terremoto sobre un rayo de luna o a una tempestad en una gota de sol, crecerá tu sombra, Hilandera Majestuosa, la de todos los hilos de los sueños. Desde los Decretos de Belén y de la Sala de Actos del Smolni, con el mundo entero por testigo, tranquilidad no del orden existente, sino la de un orden nuevo, en busca de una humanidad nueva. La de elevar al hombre nuestro sueño. La de tan amarte y tan morirte, P A Z. Plegaria por la paz Cuando el aire huele a pólvora la guerra envejece el corazón. En la noche de la guerra, del hambre y de la lluvia, aparece, gigante, la sombra de la muerte. Habrá de haber tiempo para la Poesía, si no quieren pueblos y hombres sucumbir antes de tiempo. Por los niños perdidos en la guerra: ¡Señor, danos menos fuerza para la guerra y más valor para la paz! Una leve sospecha nos consume: al borde de esta nueva primavera van los hombres derecho hacia la guerra, dispuestos a acabar con la alborada. Amigos y enemigos se confunden con los mismos presagios de la muerte; no bastan los sollozos de las flores para calmar las furias de los vientos. Definitivamente se pelea. La sangre de los hombres se derrama. Cada vez son más altas las hogueras. La pavura del hombre se agiganta. Al verse codo a codo en la trinchera ni dueño de su sombra ya se siente. Hablamos de la muerte, compañero, la misma que nos tiene sin cuidado, la que ha perdido el precio entre nosotros, la muerte, la infalible compañera. Pensamos en los campos de batalla, en ellos se nos funde la esperanza. Pensamos en mejores madrugadas para el pan amasado con la aurora. Pisoteada está la primavera. Son pocas las mañanas que nos quedan. No está quedando tiempo para el sueño. Cuidemos entretanto a nuestros hijos mientras trenzan sus sueños lentamente. Sigamos con la vida que nos resta. Por los niños perdidos en la guerra: ¡Señor, danos menos fuerza para la guerra y más valor para la paz! Es tiempo de velar por la esperanza, por los nuevos caminos de la aurora. Es tiempo de acercarnos a la madre a pedirle el aliento de la vida. Es tiempo de mirar a las estrellas, de andar con el hermano que nos queda a la huerta perdida entre la aldea para ver qué semillas recoger. Es tiempo de arrumbar los macundales, de encontrarnos de nuevo con la vida para invocar la aurora del vidente. Es tiempo del mejor amanecer, de esperar, bien armados de paciencia, acampar en espléndidas ciudades.

martes, 17 de septiembre de 2013

Siempre crece un pino

Siempre crece un pino Marchándose sin prisa como vino y agitado en su copa por el viento, mi corazón es un arroyo lento en cuya orilla siempre crece un pino. En cuya orilla siempre crece un pino, mi corazón es un arroyo lento, agitado en su copa por el viento, marchándose sin prisa como vino. Marchándose sin prisa como vino, agitado en su copa por el viento, en cuya orilla siempre crece un pino. En cuya orilla siempre crece un pino, mi corazón es un arroyo lento, marchándose sin prisa como vino. Luis Pastori

Alicia

Alicia Alicia: Jezabel, Martha, María. Alicia: fuente limpia, rama nueva. Alicia: uva del tiempo, corza mía. Alicia: mirlo blanco, yo te quiero. Luis Pastori Alicia: el azulejo y la alcancía Alicia: abril para que el alma llueva Alicia: junco y nieve estrella nueva Alicia: Jezabel, Marta, María. Alicia: en el azul del mar de leva Alicia: en la colina poesía Alicia: canto brisa sauce día Alicia: fuente limpia, rama nueva. Alicia: en el umbral la sinfonía Alicia: claridad destino río Alicia: uva del tiempo, corza mía. Alicia: Arturo Aldebarán lucero Alicia: en Altaír yo te sonrío Alicia: mirlo blanco, yo te quiero. Pablo Mora

viernes, 13 de septiembre de 2013

viernes, 6 de septiembre de 2013

Que no sea sino la paz

Que no sea sino la paz …que no se detenga. Templada tu ira, borrón de papel, noche del universo… Diana Poblet la palabra que no se detenga antes sea grito logos despojamiento y explosión alborada insondable desgarradura epifanía umbral desafío gozo llamamiento hervor desnudez carnalidad inacabable rotación complot liberador subversión compasión expectación incubación conciliación aguda cómplice sabia comprensiva indetenible cosmos desplazamiento fulgor revelación no se detenga antes sea correlación soberbia alada implacable sospecha infinita ingenuidad huracán jugada prometeica radical indesignable religación riqueza plenitud nocturnidad dialogante deidad enamorada rotación enigma pasional milagro asombro inescrutable plenitud oscura claridad tiniebla iluminada desnudez total que no se detenga antes sea eje solar lucidez de sol hartura entrega gozo desenfreno apaciguante intimidad de sombras aleteo de muchedumbre de luciérnagas en el sueño del desierto enfurecido el buitre leonado de la guerra en los pavores de la Palestina aullido de Dios sobre el planeta que no sea sino la paz conciencia tiempo vida espiral agite penas ansias trizas llanto desvarío azul temprano vieja copa desprecio grito reina silencio fuerza noche amor imposible suspiro beso alma juicio embriaguez cuento lloro angustia desamor cuenta juramento soledad recuerdo abrazo dicho paloma alas adiós locura soñador enamorado sin quehacer sin noche sin cordura sufrimiento abrazo árbol pena careta jardín tempritud salida llaga luna brasa pena alta nube alto desconsuelo alto sol amor arriba abajo abajo arriba desespero pobre árbol campo campana campanario callejón rojo corazón camino atajo pedazo brazo fe orgullo gota luz ojos luz final camino espera tiempo querer perdón corrido valor flor domingo martes lunes grito bala corazón ausencia ventura llanto niño anunciación presente eterno mundo nuevo nuevo día cerca sueño arrullo terciopelo nubes juntas juntos sueños manos corazón ausencia jazmín amanecer lejos cerca luz vagancia hechura lejanía estrellita tristeza alegría pobreza corazón barrio humilde barrio cerca llanto aventurero camino jinete baraja caminito jardín canción ojos noche estrella campana viento melodía cristal calle cuesta mundo sombrero ala vida entera ser alegría tiempo viejo incansable copa pendiente solitaria sueño pronto mentira confesión Cristina Mery Eduardo Fernando que no la detengan No nos la dejaremos arrebatar

Si vis pacem, para bellum

Si vis pacem, para bellum Pablo Mora oír el llamamiento y presentarse en el patio de honor tomar el arma la lumbre genital en la batalla celarla antes después y en la faena alistarse entrenarse permanentemente partir de madrugada irse al frente a primera línea o retaguardia con trinchera o sin trinchera enfrentando al enemigo fuego a fuego defendiendo atacando resistiendo calada en el fusil la bayoneta empuñar la destreza necesaria sentir el apoyo del certero impacto de los misiles los ángeles custodios de la justa oír rumores nunca divulgarlos saber que el arte es una guerra en grande hablar de vez en cuando de temas menores ir formando gestos lentamente usar la propia mano como almohada trasplantar los recuerdos hacer correr un pedazo de oscuridad sobre otro recortar el espacio que queda entre las cosas sacar de circulación nuestra imagen cambiar la propia imagen periódicamente cambiar de imagen cada tanto como se cambia sueño cada noche crear un marco para cada cosa cuidarse de poseer características ajenas a nuestro destino oír todas las verdades y todas las mentiras descifrar cuidadosamente cada una de las sorpresas vespertinas o de fines de semana fin de año o fin de siglo cambiar de voz de nombre y de oficio para averiguar lo imposible comprender la semiótica de las iguanas y las lagartijas subir a la locura por la parte más accesible reparar el pensamiento para a los escamoteos de las cosas escapar de las miradas de los otros después de la propia mirada luego de la mirada de las cosas desmadejar las líneas de la mano entremezclar los ojos y las cosas desencajar el silencio del sueño aprender a olvidarse del recuerdo quebrar el hipnotismo de las cosas desenfrentarse de la vida y mirar hacia un ojo que no nos hipnotice inventar respiraciones nuevas inventar el regreso del mundo después de su desaparición llevar una mirada de repuesto o comprar alguna en el mercado inventar otra mirada y si aún faltare algo inventar también otra forma más concreta del hombre aprender a afinar la guitarra con la puntería exacta del fusil para marchar al combate con el pueblo recoger lo poco que existe y crear lo que no existe empezar a no reflejarnos ya en los charcos disolver para siempre nuestro grotesco oficio de encuadernar la nada adorar hasta la demencia la rebelión de Adán y Eva tomar en cuenta las notables diferencias entre un Pontífice y un Poeta de la Liberación valerse de la ocasión para renovar las seguridades de la alta y distinguida estimación despertar al silencio de la vida abrir el oído al ojo o echarle ojo al oído hacer silencio para darle paso a la luz colocar acento al tiempo antes de las palmadas de la muerte escuchar el aplauso de los pájaros cuando revienta en diapasón el día a pesar del estruendo de las hambres reconquistar nuestro origen reconocer que no hay quejido mayor que el del amor estar atento al parte de guerra saber que existen caminos que no hay que seguir ciudades que no hay que asediar o atacar ejércitos que no conviene hostigar preguntas que no hay que contestar y hasta órdenes que no hay por qué cumplir dejarse ser dejar que toda cosa sea a pesar de tener que competir partir andar luchar llegar vivir auscultarse encontrarse y aceptarse hundirse hurgarse ser sentirse serse saber lo estrictamente indispensable participar en el engaño en el ardid la situación o la apariencia llevar la astucia al máximo posible adaptarse a la situación sobre todo a la situación ajena avanzar por caminos tan insólitos que nunca el adversario logre descubrir dar con el más vulnerable de los puntos batirse en retirada o perseguirla contar con la moral el ánimo el terreno el clima el mando la ocasión y la doctrina descubrir el esquema general del enemigo como el agua adaptarse a las formas nuevas usar ataques directos e indirectos pulsar la ventaja y desventaja de la hazaña protegerse del árbol que se agita del pájaro que se espanta del polvo alborotado del llanto de la bandera en el contrario frente distinguir claramente entre terreno accesible deleznable angosto accidentado fronterizo clave convergente difícil o mortal conocer al enemigo como a sí mismo para que nunca la victoria sea amenazada conocer las fuerzas naturales el fuego el risco el agua por la escarpa contar con el agente secreto inevitable administrar pertrecho y proyectil adelantar vivir sobrevivir resistir hasta el último combate huir de frente atacar de retirada volver caras triunfar en la derrota ir entre escaramuza y sorpresivo encuentro halando la explosión del lauro rechazar la sentencia de la muerte asumir alto el triunfo de la vida blandiendo diapasones subversivos llevar hasta la cima la bandera y desplegarla en rancho en cada aldea hasta colmar la lágrima del pueblo coronada la lucha asegurar la militancia plena por la belleza y la verdad del hombre como un golpe de amor en cada miedo como un claro de tierra en la mirada desentrañar secretos al asombro grabar el sueño entre los árboles estar en el centro de la vida de por vida tener mucha imaginación para ver la realidad asumir absurdos enigmas laberintos y zozobras perpetuar la gloria del mundo en un grano de maíz mantener la espada en la trocha que corresponda abrir compartir la luz al mismo tiempo que la noche oscura encender lámparas en el túnel de la infamia enloquecida empuñar las manceras del arado dejar crecer el verso la vigilia el abrazo el amor la vida el juego no hay que podar la paz tal vez la rosa extasiarse asombrarse ser lumbre vino juego trashumancia ver a Dios desnudo sin hacerle caso uno no sabe si lo oyen las estrellas las piedras por la noche a solas vuelan en cada cuarto oscuro sombra insomne habrá algún árbol donde nadie llegue un horizonte que el hombre no alcance un hombre encuandecido un frailejón donde la lejanía a solas viva saber del hospedaje del silencio mirar atentamente el horizonte mientras la muerte nos espera un rato mientras la tarde se despide lenta mientras la selva hacia la noche viaja saber de la escritura de las piedras del colosal silencio de los grillos abrirle los postigos al crepúsculo tantearle a los sueños sus señales fundir los versos en tenaz acero hacer caber a Dios en un dedal al Sol en el ojo de una hormiga al mar en los labios de una perla mientras la luz ensimismada duerme ser lámpara en la noche de la aldea sin aldaba sin llave sin silbido reconocer el sueño entre la luz hasta bajarnos de la sombra in albis y encontrar otro insomne en el camino recoger las preguntas de los niños para que nunca el hombre pierda asombro nombrar la libertad la vida el fuego la fuerza de los sueños de los ríos las canciones las hierbas de la tarde morir cantando sacudir asombros darle vida a la tierra la alegría a la lluvia color al arco iris romper cercas sembrar enredaderas amanecer con nuevos alumbrajes preparar un manjar que a todos sacie a la gacela bajo el tamarindo conocer las entrañas de las hojas el corazón del bosque y sus vitrales el páramo sus cuitas y plegarias desenterrar el misterio de la rosa ahuyentar la sombra y sus reveses escapar del ladrido de la calle del hosco muñón del peregrino del puñal que en la acera nos espera o del barco que acecha nuestras costas dar con el ámbar del primer arroyo traspapelar la terquedad del lunes aullar juntos delante de los cielos escucharle al pobre su alarido compartir esperanzas con el árbol expulsar el despojo mutilado ser libres así el fuego nos cercene quitar algunas comas al crepúsculo ver la noche sin que nadie contradiga eludir la risa ensangrentada dar con una migaja de soledad marina atravesar tragedias agonías alero interrogante incertidumbre dar forma al vacío ojos al poema para que pueda cruzar la calle alas a Dios para que llegue al hombre robarle sin que sepa una sonrisa al sol en la arboleda cruzar no la aurora sino el alma en que ampara su soñar aupar asolear la eternidad escuchar la soledad y dirigirle la palabra llegar con los ojos abiertos a la mirada final pedirle a la luz que nos espere reprocharle al alba su tardanza correr con el peligro de la vida acercarse a los que sueñan o sollozan o tienen hambre y sed bajo el cielo verse en el que tiene más de mil años de pedir pan y sueño en el que no tiene camino que seguir detenerse a la orilla sangrante de una pena adentro de las pequeñas casas de cartón escuchar el sonido de las lágrimas acordarse del viaje hacia la sombra alumbrar la maravilla encender relámpagos asombrar al tiempo sentir las sombras fundar los sueños amar al viento limpiar el poder cuando corrompa unir lo posible con lo imposible llevar el infinito a cuestas sentarse en el lugar del hambre llevar a peso las palabras reinar sobre la muerte salvarse juntos saber cuándo con qué fuerza de qué modo asumir nuestro destino salvaguardar al hombre que florece la lumbre lubricante de la piedra descargar nuestros almácigos vivir mientras el alma nos suene morir cuando la hora nos llegue ver regresar la primavera pasar a tiempo la palabra abrirse desgarrarse con el otro rebelarse en la muerte bochornosa ir tras la flora del variado enigma llegar a la mejilla de la tarde amar la tierra amar al monte al hombre los cangilones de hambre a la intemperie rescatar las preguntas de los otros preguntar por la rosa por el hombre oírle los crujidos a las horas palpar la inofensiva algarabía sumarse a la marea la insurgencia ataque o contraataque necesarios ponderar las armas de los perros y los pájaros el diapasón del bosque del silencio los pozos de las rosas y los muertos la rosa que nos lleve a las estrellas recobrar el derecho de las piedras conjugar sueño polvo soledades al paso de los soles que nos resten que el sueño siempre cumpla su promesa advertir que el rumor de un pueblo almado es más bello más puro que el rocío hallarle el pan a quien lo pierda o sueñe concurrir al llamado de las flores cuando sangre el costado de la rosa pendientes del clamor de las palomas cuando aceche penumbra horror borrasca de noche retroceden los relojes toparse acompañarse entusiasmarse adherirse juntarse desaislarse asociarse zurcirse reunirse llevar en el pañuelo una granada ya pase lo que pase por si acaso alumbrarle el sendero a las luciérnagas alzar al sol la lluvia las fogatas velar por el camino de la aurora andar con el hermano que nos quede a la huerta perdida de la aldea para ver qué semillas recoger es tiempo de arrumbar los macundales de encontrarse de nuevo con las topias usar el cielo en caso necesario a la tierra en ausencia de sus manos emborronar de lluvia los poemas de lidia en lidia al alimón al quiebro en busca de la obranza volar sobre el misterio de la arena labrar el día rasguñar el cielo dejar en batallón nuestros silencios deslindar terredad de abatimiento legado salvación andaje velas darle de beber a las botellas darle tiempo al camino a que regrese porque a las noches también les da sueño Descubrir el esquema general del enemigo como el agua adaptarse a las formas nuevas usar ataques directos e indirectos pulsar la ventaja y desventaja de la hazaña protegerse del árbol que se agita del pájaro que se espanta del polvo alborotado del llanto de la bandera en el contrario frente Distinguir claramente entre terreno accesible deleznable angosto accidentado fronterizo clave convergente difícil o mortal conocer al enemigo como a sí mismo para que nunca la victoria sea amenazada conocer las fuerzas naturales el fuego el risco el agua por la escarpa contar con el agente secreto inevitable administrar pertrecho y proyectil Pronunciar la palabra decisiva confirmar que la civilización no es más que una injusticia armada una desigualdad organizada que la poesía es una insurrección que el poeta no se ofende porque le llaman subversivo cuando le dicen insurgente decidirnos por la libertad de la palabra hasta hacerla timón en nuestras manos para el hombre que empina su bravura Recobrar la palabra germinal su legendaria esquina memoriosa la pródiga semilla sobre el campo las claras madrugadas fornicantes transgredir lo decible y permisible frente a una palabra enmascarada fantasiosa una clave articulada lujuriosa pertinente una palabra activa digna apasionada certera cruda furente fehaciente empuñada insomne verdadera una palabra que golpee al mundo y acompañe al hombre urgida llameante inextinguible adecuada al enigma universal y al majestuoso corazón del hombre a pulso de vinagre vino y júbilo dejar que asome la palabra el hombre