martes, 27 de julio de 2010

Jesús







Por Pablo Mora

Jesús, volcado sobre el mundo, injerto entre los continentes y los mares, sobrepasa el fragor de los azares y acampa en el confín de cada puerto. Jesús, con el mensaje al descubierto, despliega su bondad entre los lares y apacigua el dolor, los avatares, con hondo afán entre su amor despierto. Artífice de paz y sobrehumano bastión por su evangelio altivo, ardiente, fragua la hermandad en cada hermano. Y es símbolo de amor incandescente, para el mundo Patriarca Soberano, con veinte siglos en su enhiesta frente.

Jesús, en el zaguán contemplativo, le señala al mendigo su sendero; le acompaña en su duro derrotero y prodiga el milagro, compasivo. Jesús, el incansable, pensativo, escándalo, abatido, prisionero; Jesús, la encarnación del misionero, entre la historia un punto suspensivo. Jesús, en cada amanecer presente, convierte las tinieblas en aurora y expande por el orbe su simiente. Jesús, con su mirada abrasadora, al desgranar perdón al penitente eternízase en su obra redentora.

Jesús, radiante péndulo del mundo, precisa cada horario de la historia y surca los solares de la gloria con claro acento y con compás rotundo. Jesús, paciente, fraternal, fecundo, enclavado en la cruz de la victoria, martilla al peregrino la memoria con ancha paz y con amor profundo. Jesús, en el pesebre, en el Calvario, Jesús, pastor, hermano, misionero, Jesús, inconfundible visionario. Jesús, en los olivos, prisionero. Jesús, el del proverbio lapidario. Jesús, en su trinchera, guerrillero.

Cristo de las Trincheras, el que reposa en el Mosteiro da Batalha - Portugal -. Sin una mano, sin pies, después de haber estado en el frente, de sol a sol, entre borrasca, plomo y lluvia, en una y otra guerra, a ras de guerra, hoy, permanente lámpara votiva en la ruinosa oscuridad de un vetusto monasterio, espeluznando al mundo en fantasmal plegaria. Cristo, el hombre, eternamente, un gran dolor en viaje, en esta ominosa hora menguada, humosa, que en sombras nos envuelve. Sed de mundo, cerviz de noche, contrito, solitario y muerto. Cristo pobre del pobre… buen hermano, colérico cordero al descubierto, nuevamente con látigo inclemente arrojando a los nuevos mercaderes, tan pierna arriba en su agonía, al aire el brazo, en ademán resuelto y justiciero, combatiente, insurgente, fiel miliciano… Tú —el revolucionario más valiente—. Tú —el más rebelde y noble montonero—.

Cristo de las Trincheras, Cristo ahumado, al frente de la guerra, guerrillero, frente al hambre, pedazo de madero, entre la guerra con color tostado. Al descubierto, roto, desolado, fuego encendido, fuego prisionero; en la trinchera, siempre de primero, de la batalla el Cristo mutilado. De trinchera en trinchera, chispa, lumbre, encendido en amor, enfogarado, en sangre, en ruego, en alba y mansedumbre. Cristo de La Batalha, iluminado, en lanza, en ristre, en cruz, en muchedumbre, al hombre ruega en llamarada alzado.

Tú que sin duda fuiste el más valiente de los hombres. El revolucionario que prefirió morir en el Calvario antes que doblegarse mansamente. ¡Sal de tu Iglesia! ¡Coge la montaña! ¡Y a quienes luchan rige y acompaña en tan heroica y santa rebeldía!




viernes, 23 de julio de 2010

CAMINO DE LA PATRIA






Pablo Mora


Al alimón con Carlos Castro Saavedra




Cuando se pueda andar por las aldeas y los pueblos sin ángel de la guarda. Cuando se pueda ir derecho al alma como quien va a la aurora o a la estrella. Cuando sean más claros los caminos y brillen más las vidas que las armas. Cuando sean más frescas las cascadas y las flores fulminen los fusiles. Cuando los tejedores de sudarios oigan llorar a Dios entre sus almas. Cuando de luz tejamos la mañana antes que la congoja al viejo plato. Cuando en el trigo nazcan amapolas y nadie diga que la tierra sangra. Cuando con la nostalgia acorralada, cantemos todos marsellesas arias. Cuando la sombra que hacen las banderas sea una sombra honesta y no una charca. Cuando tan cierta sea la esperanza que cuelgue torrencial en nuestras manos. Cuando la libertad entre a las casas con el pan diario, con su hermosa carta. Cuando el cocuyo inflame en clarinada e invada de esplendores nuestros sueños. Cuando la espada que usa la justicia aunque desnuda se conserve casta. Cuando toque la tarde su guitarra y no se vuelva a hablar de la miseria. Cuando reyes y siervos junto al fuego, fuego sean de amor y de esperanza. Cuando apamate, almendro y naranjal en plena guerra den cobijo al niño. Cuando el vino excesivo se derrame y entre las copas viudas se reparta. Cuando con sol brindemos en Arauca por sabernos seguros en el bongo. Cuando el pueblo se encuentre y con sus manos teja él mismo sus sueños y su manta. Cuando el pueblo despierte de mañana y le sobren Palomos a sus bridas. Cuando de noche grupos de fusiles no despierten al hijo con su habla. Cuando torne la madre pobre a casa con su risa cargada de legumbres. Cuando al mirar la madre no se sienta dolor en la mirada y en el alma. Cuando por cada madre muerta nazca en la floresta azul un gran lucero. Cuando en lugar de sangre por el campo corran caballos, flores por el agua. Cuando en lugar de llanto, las quebradas sus sueños con los hombres los compartan. Cuando la paz recobre su paloma y acudan los vecinos a mirarla. Cuando deje la paz de ser fulana y se asemeje nada más que al pan. Cuando el amor sacuda sus cadenas y le nazcan dos alas en la espalda. Cuando aparezca el ángel, camarada del pobre hermano bravo, muerto de hambre. Sólo en aquella hora, sólo entonces, podrá el hombre decir que tiene patria.






Antes que caiga un rayo desalmado








En los mares nocturnos de mi sueño
Las hablas sonorosas de esta sangre
Y no es la mía y sí la de la tribu
La de mi boca en otra boca, en otra.

La voz dictada, la mistela en mano,
Alumbraje del tiempo en la memoria,
Ramón David en palomar abrazo,
En voz alta la copa sospechada.

Polimnia bendiciendo asombro, insomnio,
En viento albado amanecer de bala.
Deshilvanados, juntos, inmortales.

Todos con los gatillos en el alma
Esperando a la vieja y sus pericos,
Lo más, lo más del corazón almado.

Valera, 3 de Noviembre de 2007





miércoles, 21 de julio de 2010

Al revés





Yo que siempre estoy de espaldas al crepúsculo

pienso que la vida tal vez sea un tango al revés


pablo mora

tal vez

Yo que siempre estoy de espaldas al crepúsculo
pienso que la vida tal vez sea un tango al revés


pablo mora

martes, 20 de julio de 2010

ORACIÓN POR MARILYN MONROE






Señor recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe, aunque ése no era su verdadero nombre (pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar) y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje sin su Agente de Prensa sin fotógrafos y sin firmar autógrafos sola como un astronauta frente a la noche espacial. Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia (según cuenta el Times) ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas. Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras. Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno pero también algo más que eso...
Las cabezas son los admiradores, es claro (la masa de cabezas en la oscuridad bajo el chorro de luz). Pero el templo no son los estudios de la 20th Century-Fox. El templo —de mármol y oro— es el templo de su cuerpo en el que está el hijo de Hombre con un látigo en la mano expulsando a los mercaderes de la 20th Century-Fox que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones. Señor en este mundo contaminado de pecados y de radiactividad, Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda que como toda empleadita de tienda soñó con ser estrella de cine. Y su sueño fue realidad (pero como la realidad del tecnicolor). Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos, el de nuestras propias vidas, y era un script absurdo. Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros por nuestra 20th Century por esa Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado. Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes. Para la tristeza de no ser santos se le recomendó el Psicoanálisis. Recuerda Señor su creciente pavor a la cámara y el odio al maquillaje insistiendo en maquillarse en cada escena y cómo se fue haciendo mayor el horror y mayor la impuntualidad a los estudios.
Como toda empleadita de tienda soñó ser estrella de cine. Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra interpreta y archiva.
Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados que cuando se abren los ojos se descubre que fue bajo reflectores ¡y se apagan los reflectores! Y desmontan las dos paredes del aposento (era un set cinematográfico) mientras el Director se aleja con su libreta porque la escena ya fue tomada. O como un viaje en yate, un beso en Singapur, un baile en Río la recepción en la mansión del Duque y la Duquesa de Windsor vistos en la salita del apartamento miserable. La película terminó sin el beso final. La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono. Y los detectives no supieron a quién iba a llamar. Fue como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga y oye tan solo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER O como alguien que herido por los gangsters alarga la mano a un teléfono desconectado.
Señor: quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar y no llamó (y tal vez no era nadie o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles) ¡contesta Tú al teléfono!

Ernesto Cardenal







CON LAS MANOS






CON LAS MANOS abiertas y aprendices
estamos en la noche agazapados
nos asombran las bóvedas y el viento

Entre noches de pálpito y conjura
nos quedamos de pronto sin presente
sin futuro sin fe sin osadía

En la helada tangencia de la muerte
esperamos la noche alguna noche
la noche como muro como asombro
la muerte nuestra noche predilecta

Junto al río o al borde de la noche
desde el umbral azul de los fogones
crepitando en enigmas postergados
pregunta que pregunta por las sombras


Pablo Mora




CON LAS MANOS

CON LAS MANOS abiertas y aprendices
estamos en la noche agazapados
nos asombran las bóvedas y el viento

Entre noches de pálpito y conjura
nos quedamos de pronto sin presente
sin futuro sin fe sin osadía

En la helada tangencia de la muerte
esperamos la noche alguna noche
la noche como muro como asombro
la muerte nuestra noche predilecta

Junto al río o al borde de la noche
desde el umbral azul de los fogones
crepitando en enigmas postergados
pregunta que pregunta por las sombras


Pablo Mora

Larguísima





Larguísima
la noche que nos cruza
Acaso brille un lucero a la intemperie
o algún horizonte vista claridades
Tal vez afuera lejos de la tierra


Somos otros en despiadada espera sostenidos
El canto está apagado su ojo insomne
inmenso insomne párpado nocturno
Defendamos con urgencia los fueros de la vida
amenazada


Se necesitan palabras que golpeen
fuego que haga visible el ramo del primer sol
esa mujer desconocida que es la nochepoesía
la más larga y gozosa de las noches

Como un árbol al pie de la tormenta
en vela con la lira de su insomnio
ven a sentarte en el lugar del grito
ven a mirar el tiempo que comienza
ven conmigo a esperar la clarinada
la memoria y certeza de estar vivos


Pablo Mora




Larguísima

Larguísima

Larguísima
la noche que nos cruza
Acaso brille un lucero a la intemperie
o algún horizonte vista claridades
Tal vez afuera lejos de la tierra


Somos otros en despiadada espera sostenidos
El canto está apagado su ojo insomne
inmenso insomne párpado nocturno
Defendamos con urgencia los fueros de la vida
amenazada


Se necesitan palabras que golpeen
fuego que haga visible el ramo del primer sol
esa mujer desconocida que es la nochepoesía
la más larga y gozosa de las noches

Como un árbol al pie de la tormenta
en vela con la lira de su insomnio
ven a sentarte en el lugar del grito
ven a mirar el tiempo que comienza
ven conmigo a esperar la clarinada
la memoria y certeza de estar vivos


Pablo Mora

domingo, 18 de julio de 2010

Fidel Siempre







Fidel siempre
Pablo Mora

El hombre, entre los años, en busca de la luz, de su luz. El círculo perpetuo de la vida y la muerte. Uno y diverso, de perfil, sobre sus sombras, naciendo, renaciendo. Melodía in crescendo, su locura, su fe, sus osadías lo acosan. Desenfunda la paz contra la guerra. Hombro a hombro, codo a codo, enarbola los sueños de los árboles, la lluvia seminal de su plantío, el centro genital de su coraje, el canto forestal de sus costumbres. Camina noche, sueño, vida. Amanece en horizonte, desplegado. Estrena año, madrugada, aliento, tendido en la playa de su antigua arena. Frente al largo espesor de su quejido, se reconoce, salta, se levanta, enhiesto, sonreído. Relumbra, se decide, se esperanza, se reúne; finca su alborozo, su alegría, fija en el tiempo sus oídos. Arde de furia en la trinchera, eleva sus puños. Cuenta salud, aire, olvido, quitándole la cara al miedo. Cara a cara, dialoga en alto con las horas. Canta, se desborda, multiplica. A pecho descubierto, ofrece cuerpo, vida, alma y suerte. Aloja su rabia luminosa en las ojeras. Sostiene la mirada de los árboles. Bendice los salmos de las sombras, los imponentes secretos de la guerra, la silenciosa castidad de los cordones, mientras avienta duro el corazón del sueño. En furia cordial se descontenta ante la tarde, el fragor, el desespero; asido a su hermana gota jornalera, al pan que se esconde en los aleros. De repente, estalla, se desata la lluvia entre sus sueños, entre choza, caserío, vereda, sementera. Siempre, el hombre. El tiempo, siempre. Perpetúa el camino. La eternidad. Deseo de que un instante eterno sea: presente sea, futuro sea. Como el mar, que no se arruga, no cambia, no pasa. Presente el hombre siempre, ensaya continuas eternidades. Barco de larga, larga travesía, ola lenta de fuertes resonancias, cabalga a pelo sobre el mar; en el Pegaso de la mar cabalga que cabalga las estrellas, a caballo en las crines de la mar. Caballo desbocado, siempre galopando el mar. Bueno para el trabajo y la batalla. En esta hora de soledad marina, activa aguas puras. De nuevo existe, canta, sueña, cree. Abriendo el horizonte de las albas, la festiva grandeza del preámbulo, un desgarre de luces torrentosas, un mirar hacia dentro de nosotros. Resiste el milagro de la vida, el saludo del hombre que florece, la fogata que lleve al alumbraje. Mochuelo en las tronadas de la noche, delirante, al acecho de otra aurora, sobre las polvaredas de los sueños, entre borrasca, grito y alborada, locura al cinto, en lucha con su pena. Cavila entre la noche y la tormenta. Consagra la levadura eterna de los panes. Nos acusa, nos grita, nos reclama. Por obra y gracia del insomnio el hombre el hombre rayo que arde en la tormenta alarido crispado en huracán por fin él ocupándose del hombre el hombre simplemente el hombre a solas en paz consigo con su pena al hombro al descubierto hermano universal guarango chontaduro cañahuate chaguaramo apamate guayacán samán araguaney o flamboyán universal ceniza en singladura en pulpa en hueso en lluvia en soledad rojo duro durable resistente calcáreo frondoso para siempre incorruptible eterno refulgente Caguairán indomable frente al viento la semilla del hombre germinando quiebra hacha fidel fuego pueblo y tierra el hombre a punta de hombre y tempestad semilla germinal a la intemperie andando andando andando andando andando

pablumbre@hotmail.com




sábado, 17 de julio de 2010

Un Canto para Bolívar






Un Canto Para Bolívar


Pablo Neruda



PADRE nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el airede toda nuestra extensa latitud silenciosa,todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada:tu apellido la caña levanta a la dulzura,el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar,el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar,la patata, el salitre, las sombras especiales,las corrientes, las vetas de fosfórica piedra,todo lo nuestro viene de tu vida apagada,tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios,tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre.
Tu pequeño cadáver de capitán valienteha extendido en lo inmenso su metálica forma,de pronto salen dedos tuyos entre la nievey el austral pescador saca a la luz de prontotu sonrisa, tu voz palpitando en las redes.
De qué color la rosa que junto a tu alma alcemos?Roja será la rosa que recuerde tu paso.Cómo serán las manos que toquen tu ceniza?Rojas serán las manos que en tu ceniza nacen.Y cómo es la semilla de tu corazón muerto?Es roja la semilla de tu corazón vivo.
Por eso es hoy la ronda de manos junto a ti.Junto a mi mano hay otra y hay otra junto a ella,y otra más, hasta el fondo del continente oscuro.Y otra mano que tú no conociste entoncesviene también, Bolívar, a estrechar a la tuya:de Teruel, de Madrid, del Jarama, del Ebro,de la cárcel, del aire, de los muertos de Españallega esta mano roja que es hija de la tuya.
Capitán, combatiente, donde una bocagrita libertad, donde un oído escucha,donde un soldado rojo rompe una frente parda,donde un laurel de libres brota, donde una nuevabandera se adorna con la sangre de nuestra insigne aurora,Bolívar, capitán, se divisa tu rostro.Otra vez entre pólvora y humo tu espada está naciendo.Otra vez tu bandera con sangre se ha bordado.Los malvados atacan tu semilla de nuevo,clavado en otra cruz está el hijo del hombre.
Pero hacia la esperanza nos conduce tu sombra,el laurel y la luz de tu ejército rojoa través de la noche de América con tu mirada mira.Tus ojos que vigilan más allá de los mares,más allá de los pueblos oprimidos y heridos,más allá de las negras ciudades incendiadas,tu voz nace de nuevo, tu mano otra vez nace:tu ejército defiende las banderas sagradas:la Libertad sacude las campanas sangrientas,y un sonido terrible de dolores precedela aurora enrojecida por la sangre del hombre.Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos.La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron,de nuestra joven sangre venida de tu sangresaldrán paz, pan y trigo para el mundo que haremos.
Yo conocí a Bolívar una mañana larga,en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,Padre, le dije, eres o no eres o quién eres?Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:“Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo”.









MONOMIO






MONOMIO


Llega otra tarde
y de nuevo subo a las colinas
para ver morir la luz
Tarda para morir el día
cansado de merodear con tanto pordiosero
Grises nubarrones
parecen cargar con la miseria
Los ojos de la tarde regresan entristecidos
camino de la mar a descargar su pena
El hombre desvivido
agarra la vida antes que se le despeñe
Siento el gemir de las chimeneas
en las esquinas del pueblo
Siento el grito del hermano
que vende pan para su pan
Oigo la noche que se precipita
para dar el tizón al jornalero
El grito del hombre frente al mar
llega hasta mi puerta
Una cruz vigila mi mirada
Oigo allá abajo las aguas turbulentas
De pronto la tormenta acalla todo
Cada quien atropella su regreso
dejando atrás la miseria de las horas
La noche corre a ocultar la mesa campesina
Bandadas de pregoneros cuentan el sudor de su vendimia
A los callejones se avecina mi hermano el malhechor
Las lágrimas del día humedecen la huella vespertina
Encuentro a mi dios
y le pregunto el porqué de nuestra nada
nuestra lucha nuestro afán
Llueve
La noche oscurece su respuesta
mientras un hombre arrastra sus pasos en la acera

De: Almácigo


Pablo Mora




viernes, 16 de julio de 2010








Libertador, despierta, acompáñanos

Pablo Mora

II Congreso Anfictiónico Latinoamericano y del Caribe
Universidad Central de Venezuela
Julio 1997




Padre, una plegaria en esta hora grisácea, oscura, de la patria. De parte de una porción de tus hijos, desde esta "Casa que vence la sombra".

Padre, en esta hora menguada, turbia, devaluada, de la patria, tu Patria, nuestra Patria, te invocamos, te pedimos nos ayudes: A salvar nuestra palabra, nuestra palabra primordial. A captar los latigazos del instante. A no perder la capacidad de reacción. A creer firmemente en "la insurrección como garantía de los pueblos". A "presenciar todas las agonías". A crear al hombre necesario. A encontrar la exacta dimensión de esta rabia. A enterrar y gritar valientemente, a tiempo. A confirmar, Padre, ante la historia que "la civilización no es más que una injusticia armada".

En esta hora lluviosamente nocturna de la patria, tu Patria, nuestra Patria, ayúdanos, Padre, a saber que "hacia la esperanza nos conduce tu sombra, el laurel y la luz de tu ejército rojo a través de la noche de América con tu mirada mira. Tus ojos que vigilan más allá de los mares, más allá de los pueblos oprimidos y heridos, más allá de las negras ciudades incendiadas, tu voz nace de nuevo, tu mano otra vez nace; tu ejército defiende las banderas sagradas; la Libertad sacude las campanas sangrientas, y un sonido terrible de dolores precede la aurora enrojecida por la sangre del hombre". (Pablo Neruda).

En esta hora lluviosa, humosa de la patria, tu Patria, Nuestra Patria, enséñanos a no enhebrar más lugares comunes en tus plazas. Enséñanos a recordar que "nadie es la patria". Ni América. Ni tú. Ni nadie. Sino todos, jineteando sueños como el barco ebrio del Vidente, perdido entre los mares, en espera de aquella aurora, cuando "armados de una ardiente paciencia, entraremos en espléndidas ciudades". (Arthur Rimbaud).

Por eso, Padre, escúchanos, hasta que la palabra caiga en otra franja fecunda que es como decir la vida. En esta hora de escombros, cuya brújula parece desguarnecida, enloquecida, volvamos al hambre que cobija nuestra sombra desde este ruedo fantasmal del pobre.


Como la pólvora en los cartuchos de los revólveres congelados, plantadores de árboles de humo en la floresta del incendio. Como la angustia de una espada y el puño del pan magro que tragan los muchachos sucios de sombra y de sueños, mineros de la muerte en la cantera de la aurora, y los harapos de las madres, higueras de los cielos abrasados. ( Gonzalo Escudero ).

Entre el pavoroso tesoro del hambriento, el eterno basural de los zamuros, boca buscando vida a dentelladas, buscando libertad, buscando aurora, hambre embistiendo en ciegas oleadas que sólo pan y soledad devora. Es la mano del hambre la que guía este sordo destino, esta aventura por donde el hombre asoma cada día como una indominable dentadura. En el ruedo del hambre y de la lluvia se agiganta la sombra de la muerte. ( Leopoldo de Luis. Pablo Mora ).

Pan, Libertad, Dios, paz, olvido, día a día buscando por sustento, y hombre a hombre, como un niño perdido, como un instinto de animal hambriento. Amargo pan, la libertad negada, amor que es odio, paz que es turbia guerra, seco rencor que nunca olvida nada, Dios que desde su altura nos destierra. Cuanto tocan los dientes con su frío se vuelve masa de amargor y hastío. ¡Sólo comemos soledad y pena! ( Leopoldo de Luis ).

Pan pide la mano cerrada y la mano extendida, la que amenaza y la que codicia, la que acaricia, la que cocina, la proletaria y la patria. Seguimos con el hambre. Seguimos con el hambre todavía. ( León Felipe ). El hambre es el primero de los mandamientos. Tener hambre es la cosa primera que se aprende. Por hambre vuelve el hombre sobre sus laberintos. Donde la vida habita siniestramente sola. ( Miguel Hernández ) Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra, borrado sea tu nombre de la faz de la tierra. ( Jorge Luis Borges ).


Padre nuestro Bolívar, te invocamos hincados en el surco humedecido, desde este acoso de penumbra alzamos este sueño de luz ultrasentido. Padre nuestro Bolívar, te pedimos con esta voz de vegetal alondra, que borres esta angustia en que sentimos convertir nuestro sol en nube y sombra. Padre nuestro, Bolívar, te rogamos desnudando este diálogo terrestre y hurgando este prodigio que soñamos: que alumbres desde tu órbita celeste esta senda de sombras donde andamos perdidos como pájaros silvestres. (José Joel Lorenzo Flores ).

Tú, General, querido compañero, que padeciste tanto desengaño, pide que cesen este ciego daño y este dolor de pueblo, verdadero. Que cesen este aire lastimero y esta ceniza y este fuego huraño y este vivir en medio del engaño y el miedo que recorre el mundo entero. Pero si entre la sombra amenazante en vano se ha esperado y el camino se equivoca o lo cierran un instante. Entonces, General, no pidas sino ordena al pueblo que otra vez levante tus banderas y cumpla su destino. ( Dionisio Aymará ).

Libertador: empieza de nuevo tu conquista sobre los mismos Andes y otro imperio opresor, somos el pueblo altivo de la altiva sonrisa y el oro lo llevamos dentro del corazón. Libertador, despierta! América está lista. Más de cinco repúblicas en un solo clamor: La América insurrecta, la América insumisa reclama nuevamente tu espíritu veloz. Libertador, levanta tu espada libertaria, únete con Cauthemoc, consulta el Popol Vuh; una raza mestiza por la andina montaña busca entre las tinieblas tu lanza y tu laúd. Abandona tu lecho en la Quinta Samaria, ya se escuchan los hombres de Tupac Amarú! ( Mara Agudelo ).

Aunque vengas sin lanza y sin escudo, alta la frente, la rodilla en tierra, ¡oh genio de la paz y de la guerra, por mi patria y por mí yo te saludo! He venido a pedir, aunque te asombres, que redimas mi patria esclavizada; sus hombres lloran porque no hacen nada, y no hacen nada porque no son hombres. Resucita, levántate, camina; a un león español venció tu espada, vence con ella la aflicción divina. A tu raudo corcel clava la espuela; vuelve, ¡señor! Sal de la nada y liberta otra vez a Venezuela. ( Pío Tamayo ).


Hoy que la patria de vergüenza llora, qué triste es evocar tu nombre santo. En medio de este aterrador quebranto, de este cáncer social que nos devora. Hoy el alma no puede triunfadora lanzar alegre y victorioso canto, ni recordar sin que se escape el llanto, de la ya muerta libertad la aurora. Oh, genio, ven... Levántate un momento del sepulcro y acércate! Recobra un instante la luz del pensamiento. Mas... no vengas... no salgas del osario, porque pudieras maldecir tu obra y volver a la tumba sin sudario. ( Julio Flórez).

Llama de eternidad en cada altura, Caballero implacable de la gloria, en ti la Patria es bronce por tu gloria y antorcha desplegada en tu bravura. Testigos: Carabobo y Angostura, Pativilca, Junín y La Victoria y el mundo que renueva tu memoria desde el páramo audaz a la llanura. Porque en el pulso americano vive tu sangre de raigambre y fortaleza que fulge con los siglos y pervive. Y en tu lección de patriarcal grandeza se ilumina tu nombre y sobrevive con la huella tenaz de tu firmeza. ( Pablo Mora ).

Autóctono crisol americano, centinela y baluarte de Los Andes, donde tu espada hacia la gloria blandes para inflamar el corazón indiano. Tu acento repercute en nuestro Llano junto a la lumbre que en el mundo expandes, cuando en tus luchas con lirismo escandes la fragua encallecida de tu mano. Resonará tu gloria en las montañas desde el troquel del vendaval andino hasta el clamor del mar y sus entrañas. Y afianzará la Patria su destino, renovada al fragor de tus hazañas, mientras vibre tu espada en el camino. (Pablo Mora).

1

Vuelve tu rostro, Capitán, tu noble rostro
donde la eternidad y las serenas líneas de la luz se reflejan
y míranos;
alzamos hasta ti los brazos huérfanos,
la ceniza,
la sangre,
como una lámpara de cabellera interminable
ardiendo en tu pasión de libertad y sacrificio,
oh dios airado de la guerra,
oh poderoso Capitán de la ternura!

Míranos:
abrazados a tu cuerpo tallado en piedra viva,
levantado en el aire de América,
en tu región celeste, en tu mundo
de largo corazón desgarrado,
te convocamos, padre, para que tú presidas nuestro diálogo,
el tiempo donde cada minuto
nacen y mueren nuestras voces;
para que tú presidas
la mesa humilde a cuya orilla
cada día
repartimos el pan y la esperanza.

Escúchanos;
somos eco de tu clamor,
somos reflejo de tu luz perdurable,
somos tu aliento,
tu esforzada batalla por alzarnos
de la miseria y de la sombra,
tu don de vaticinios repartido.


Vuelve tu rostro, Capitán, tu noble rostro
bañado ahora por la majestad de la noche más alta
y míranos:
llevamos en lo profundo de los párpados
tu imagen recorriendo las soledades de Los Andes,
tu estatura sobre los llanos proyectada,
tu extendido corazón gigante
que infunde nueva vida
a su país, nuestro país que gime y canta
con la piel abrazada bajo la llama del petróleo
y el hierro.

Tus brazos de horizonte se ciñen a esta América tuya
hecha de nosotros
y para todos los que luego
vendrán a ocupar nuestros sitios.

Tus ojos desde la eternidad,
como ángeles custodios,
velan sobre tu hermoso Continente y tus puños
golpean sobre todos los hombros
para que no olvidemos que hay un alba escondida
en cada palpitación de la noche.

2

Amamos tu heroísmo,
tu vocación de libertad, tu fuego
que no apagan los años
ni el olvido
y amamos
tu pasión y tu sed de justicia,
lo que de humano hay en las honduras de tu carne y espíritu.

Bolívar, solitario varón con el pecho cruzado de relámpagos,
abierto a los grandes aconteceres de la Historia:
imploramos tu conducción magnífica,
tu radiante lección de martirio,
tu voluntad de amar y de vencer continuamente.

Quién sino tú pudo enseñarnos
el camino que conduce a la altura
donde sólo los más puros destellos
del espíritu habitan?

Quién sino tú, Bolívar,
pudo cruzar las desoladas cumbres de Los Andes,
los mares,
las tinieblas,
para dejarnos este sitio, esta herencia terrestre
donde no sabemos
cantar de rodillas?

3

De tu encendido tránsito,
de tu dolor y profunda fortaleza
se nutre aún
la tierra
pura que nos dejaste
bajo la formidable majestad del firmamento americano.

Tu itinerario heroico
recuerdan las ciudades,
los caminos,
las piedras
donde los astros beben el zumo de la noche.

Cada sitio donde estuviste, cada instante nacido
de tu pecho,
guardan el resplandor alucinado
de tus pasos abiertos como una flor de viva quemadura.

Con tu espada flamígera
nos señalas
el tiempo liberado
por cuyas hondas naves pasa todavía
la rebelión de los indígenas,
la luz ganada a golpe de hueso y sangre airada,
el amor y su júbilo
conquistado una vez, y mil veces
perdido, oh soñador de circulares Chimborazos,
domador de montañas,
anunciador de un alba nueva cuyo claror profundo
nos invade las venas!

4

A ti, Bolívar,
claro conductor de los ejércitos libertadores,
capitán de la aurora,
cruzado del afán victorioso,
nos volvemos
en esta edad del átomo,
la cólera,
los cohetes que buscan el corazón del infinito.

A ti volvemos nuestros ojos, Bolívar,
para vencer el llanto, la fatiga, las soledades
que amenazan el sitio
donde ardía la llama del laurel
en otro tiempo.

5

Evocamos tu gesta, tu lucha desigual con la sombra,
tu fuerza levantando la arquitectura de la Patria,
oh forjador de pueblos,
tu grito de libertad rompiendo nubes,
desgarrando las ataduras de milenios
y milenios
de látigo y ceniza
volcados sobre el rostro del hombre.

Hay cálidos vocablos - Casacoima, Angostura,
Carabobo -
para nombrar los astros que tus brazos invictos
colocaron en el cielo de América.

6

Vuelve tu rostro, Capitán. Fulgor y sangre tuyos
abonaron el suelo
donde luchamos por el pan y el sueño cada día
y donde tú nos enseñaste
a ser libres y ser nosotros mismos,
Bolívar, con tu esfuerzo de titán vencedor de la muerte.

Desde tus claridades profundísimas
sabemos que nos oyes y conduces
hacia el único destino
que soñaste para nosotros,
Padre:
el ser como tú, pasión y vida,
presencia visionaria,
llamas de un mismo corazón invencible,
oh dios airado de la guerra,
poderoso Capitán de la ternura,
Libertador!





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(Dionisio Aymará: Escúchanos, Libertador)

* * * *

Alumbra desde tu órbita celeste esta senda de sombras donde andamos perdidos como pájaros silvestres.

Libertador, despierta, acompañémonos!

Libertador, despierta, levantémonos!

Pide que cesen este ciego daño y este dolor de pueblo, verdadero.



RETO BOLIVARIANO
Pablo Mora


¡Creo en ti, perenne Hijo de la Gloria!
¡Inmarcesible Rayo de la Guerra!
¡Comandante invencible de Los Andes!
¡Espada vencedora de los Dioses!
Creo en el Ávila, fanal primero
donde irradió el fulgor de tu existencia.
En el vientre que arrulló tu gloria
y en el maestro que templó tu mente.
En el pueblo que siguió tus pasos
y en la nodriza negra de tu infancia.

Creo en la Roma en que juraste un día
dar tu sangre por nuestra Libertad.
En el mar en que acampaste cuando
la Patria te confió el primer mandado.
En la ternura que le diste a Fanny
con el aliento de tu amor a prisa.
Creo en la flama de amor de Manuelita,
en la fulguración de tus soldados
y en la estampida de palomos briosos
en busca del Jinete redivivo.

Creo en la nívea pila bautismal
al fraguarte inmortal Libertador,
en la pila sagrada de Los Andes.
En el Llano que se fue contigo,
erguido fiel por nuestra libertad.
En la lealtad del corazón
del negro en llamas que inmoló la Patria.
Creo en el Mariscal en que creíste
y en la desgarradura de Berruecos.
Creo en tu arrojo que envidiaste a Piar
y en el Piar que tuviera que morir
para abrir paso a tu esperanza egregia
en medio de la lucha sin cuartel.

Creo en Petión, el de la noble mano,
al enjugar la lágrima al esclavo.
En la furiosa huracandad de Pisba,
acicate feroz de tus soldados,
en el alumbramiento de la helada,
hijo de aquél que se quedó en la cuesta.
Creo en la majestad del Chimborazo
donde de pie entendiste al viejo Tiempo.
En tu rostro desafiando el mar
cuando, lejos, clamabas por la Patria.
En los ásperos callos de tus manos
para el hambre de América harapienta.

Creo en tus brazos y en tus puños creo
desde la eternidad encabritados.
En el samán que te albergara creo,
en tus noches, tus selvas, tus caminos.
Creo en el tamarindo de Angostura
donde amarraras tu esperanza al río.
En el entrecejo de tus iras
y en el crispado acento de tu verbo.
Creo en tu hamaca, compañera fiel
en cada escaramuza libertaria.
En la orfandad de tus monturas viejas,
añorándote a ti, ¡Oh Padre Nuestro!

Creo en las plateadas herraduras,
hechizos del galope redentor.
En tu espada que atizó la gloria,
sembrando sobre sombras libertad.
Creo en Palomo y su inmortal relincho
cuando, gozoso, te sabía campal.
También en los secretos que confiabas
a tu mula Orejona y obediente.
Creo en el tremedal de Casacoima:
regazo en el delirio de tus sueños.
Creo en Pichincha y creo en Boyacá
y en Junín, Carabobo y Ayacucho.

Creo en la cruenta imagen que tenías
de aquella América rapaz del Norte.
En el recio camarada Rooke
quien a la noche le ofrendó su brazo.
En la Gran Colombia que fundaste
y en el sueño de América, la Patria.
Creo en tu pensamiento, fulminante
hoguera de visiones sempiternas.
Creo en Jamaica y creo en Angostura
donde fijaste el rumbo a nuestra América.

En la América tuya tan dolida,
ágora ayer: la comunión del mundo.
En Tinjacá y en tu Nevado perro,
en tu pobreza y tu camisa rota
para la desnudez de Santa Marta.
En el fulgurar de tu relámpago
perdido en la hondonada del vacío.
En el alarido de la noche
con la última proclama de la unión.
Creo en la redención de nuestro suelo
por tus huestes apenas comenzada.

En nuestra soledad iluminada
por tu ejército ahora clandestino.
En la reciedumbre de tu furia
amparada en melífera ternura.
Creo en tu sangre guaicaipura y éuscara,
hermana de la sangre de Lautaro,
¡Oh Fénix trashumante, la esperanza
de los partos solares por venir!

Creo en la Guerra de Tupac Amaru,
la Guerra a Muerte que empuñara el Ande.
En Martí cuando corrió a buscarte
en la noche sangrienta de tu América
y en la montaña que soñó tribuna,
entre relámpago y furente rayo,
y un manojo de pueblos en tu puño,
rendidos los tiranos a tus pies.
Creo en el Che, en Camilo y en Sandino
para tu valentía encarnaduras.
Creo en todos los hijos de la Tierra
capaces de fraguar la nueva aurora.

En la hospitalidad de estas neblinas
creo, remanso de tu luengo insomnio.
Definitivamente creo en Ti,
¡Omnipotente Padre de la Patria!
Y aunque tú ya una Patria nos dejaste,
creo en la Patria que nos falta hacer.
Creo en ti, ¡Adalid de Libertad!
Desde estos ventisqueros de los Andes,
donde una América de pie te espera
para salir a libertar más patrias
así tengamos que retar a Dios
con tal de no seguir arando el mar.





miércoles, 14 de julio de 2010

la creatividad






La creatividad
Pablo Mora



El progreso es sólo posible cuando existe un "extra" de creatividad. E. Raudsepp. Para mí la educación significa formar creadores. J. Piaget. El verdadero creador es un creador de problemas. L. A. Machado Dar una oportunidad justa a la creatividad potencial es asunto de vida o muerte para cualquier sociedad. A. Toynbee La mayor alegría que existe en la vida es crear. ¡Derróchala! R. L. Hubbard Todo conflicto presupone límites, y la lucha contra los límites es la fuente genuina de los productos creativos. R. May Es evidente que el problema central que enfrenta la creatividad es el autoritarismo. R. Castillo La comunicación entre los diversos estratos del psiquismo es condición necesaria de creatividad. H. Jaqui No hay que infravalorar la organización creadora del mundo a través del lenguaje. A. Grabner-Haider Uno de los rasgos de la mente creadora es la capacidad de sintetizar. R. Marín Ibáñez Todo lo que necesitamos para ser más creativos es una comprensión básica de cómo funciona la creatividad. E. Edwards Para ser creador no basta la actividad del yo. Debe ser completada con una actitud pasiva de este yo. P. Matussek Hay una desesperada necesidad social de la conducta creativa de individuos creativos. C. Rogers El estudio del comportamiento creador puede ser el estudio del significado de la vida misma. S. J. Parnes Vivir de un modo creativo es estar preparado para casi todo. The Christophers La mayoría de las personas pasan por la vida y se mueren sin haber desarrollado más que el diez por ciento de sus capacidades. W. James F. Taylor Creatividad es la capacidad de desestructurar la realidad y reestructurarla en formas nuevas: de producir significados por medio de una síntesis. Anónimo Cuando se ahoga el impulso creativo se corta de raíz la satisfacción de vivir y, en último término, se crea una tensión paralizante y sobrecogedora. E. P. Torrance El genio consiste en un dos por ciento de inspiración y en un 98 de transpiración. T. A. Edison Buena parte del desorden de la juventud contemporánea es una explosión de energía potencialmente creadora que no puede hallar escapatoria. G. F. Kneller La creatividad es la facultad de introducir en el mundo algo nuevo. J. Moreno Creatividad es ver la relación entre las cosas. J. W. Goethe Nada es más nocivo para la creatividad que el furor de la inspiración. Umberto Eco Los indicadores de la creatividad son: la fluidez, la flexibilidad y la originalidad. L. A. Díaz Arancibia El genio es una larga paciencia. T. A. Edison Llega a darse el caso de que llevar a la obra una idea brillante requiere más creatividad que haberla pensado. M. Rodríguez La creatividad se afronta mediante la utilización de estrategias divergentes en la resolución de situaciones problemáticas... el proceso creativo es descrito habitualmente a través de fases como preparación, incubación, iluminación y verificación. La mayor parte de técnicas creativas vienen a facilitar dicho proceso en su globalidad o en algunas de sus fases. Saturnino de la Torre La práctica es, en su esencia y generalidad, la revelación del secreto del hombre como ser onto-creador, como ser que crea. El hombre sólo conoce en cuanto crea la realidad humano social. K. Kosik Creatividad es hacer caber Dios en un dedal, al Sol en el ojo de una hormiga o al mar en los labios de una perla. P. Mora O inventamos o erramos. S. Rodríguez





Generación Almada






Generación Almada



A la Generación Almada

A la Poesía, Sociedad Anónima

A las cuatrocientas salidas del asendereado caballero


Ahora mira la lluvia esparcida por el mes de noviembre,las luces de la ciudady el dinero que cae en migajas los sábados a las seis,esperael despertar temible de Iberoaméricay comienza a peinarte, a salir a la calle, a seguirlaborando por todoslos que callan, y avanzan, y protestan y empuñanla luz como un cuchillo o la paz como un fusil.


Blas de Otero: Escrito con lluvia.



De claro en claro



Ardidura chamuscada, cuello de tierra, voz de la tierra, dulzumbre, admiración, muerte arrinconada, flauta de huesos, todo huesos, enjuto rostro, de carnes seco, atarantado, descuadernado, desabrochado, desencajado, estrafalario, inaudito, extraño, firme en arrestos y en palabras, por todo lo descubierto de la tierra, avalancha, trueno, tempestad, imparable sobre el sueño. Testigo de la noche primigenia, en vuelo de latidos y esperanzas, quimeras, necedades, desatinos, encaje del mar juvenecido, lujuria del alba descubierta, pena capital de la belleza; aventura crispada de milagros, grito salpicando en la garganta, nunca jamás la lumbre acuartelada. Roble sideral, valiente, comedido, sufridor de trabajos y de encantos, a los pies de la muerte y la derrota, funda la sinrazón mientras fulgura. Amorosa insensatez los gigantes, irreales horizontes. Ciñe en la noche el pávido lucero, la encendida razón de la locura, mantiene en alto la memoria en cierne, su tea en lucha sin cesar contra los males, por la transida plenitud del sueño, velando a pensamientos desatados.
Vive fuera de sí o muy adentro, sabe el tamaño exacto de la pena, conoce el lado oscuro de la rosa y la terrible majestad del pan. De lumbre en lumbre, en orfandad suprema —hijas de los trigales y las piedras—, su cólera y ternura vagando andan por campos farallones y veredas. Vigilia del asombro detenido, marchándose de prisa sin moverse, estatua en soledad, en estampida, remontando hacia adentro de la lumbre, entre umbrales abrojos y neblinas, subterránea fuente al descubierto.
Noche a noche, de claro en claro y de turbio en turbio. Desde la noche, hacia la noche —reina negra—, profunda, eterna. Atención, vigilia, cuido. Todo, nada, fuerza, gravedad, olvido, abdicación, presencia extraña, serpiente, delicia, monstrua bella, atroz. Crepúsculo, razón, delirio. Incendio, brasa, quemadura, amoroso intercambio de una ronda.
Revelación. Asombrada luz. Carne, redención, fracaso, gloria o esplendor. Sudar la noche. Vivir el morir. A pesar, en contra de la nada y de la muerte, tarde para los dioses, prontos para el ser. Rampante sombra. El gozo, la lujuria, la partida. Distensión del alma. Pozo sulfuroso, cenagal de sangre. Alfabeto pecaminoso, desordenado, asestado. Dos veces, dos notas, doble, triple línea, en el mismo lugar. Aria breve. Tarde en celo, en sueño.
Justo un toque de campanas para alborotar plumajes. El vientre, el útero, un modo de estar, de preservar los mil ojos de la memoria, el orden cósmico, el magma, la visión, el timbre, los arpegios. Uno más engarzado en la alambrada; vibrando en el camino, el clamor del hombre, su alarido, su gozo eterno, su asombro inextinguible, el vino, el himno de la vida, itinerario, término, confín, halando al mundo.

Razón de la locura
Sacando cuentas, esperando olvidos. Sintiendo las tinieblas y el relámpago. El ansia desgarrada de la luz. El canto, el rezo, el grito, el alarido. El coro, la canción, el griterío. El aullido terrible de los hombres. En el lugar del hambre todavía. En el lugar del grito todavía. A la espera del juicio, la sentencia. Frente a todos los triunfos y derrotas. Nos espera la sombra de la estrella. Primero fue el barro. Y el barro se hizo llanto. Siempre fue el llanto y estamos en el llanto. Seguimos en las sombras todavía. Al pie del grito. Vivos, en este barro todavía. Crujientes vendavales milenarios. Los pliegues de los siglos cabizbajos. Alarido crispado en huracán. Entre noches de pálpito y conjura nos quedamos de pronto sin presente, sin futuro, sin fe, sin osadía. Desde el fugaz umbral de los fogones, crepitando en enigmas postergados, pregunta que pregunta por el hombre, por la transida plenitud del sueño, la encendida razón de la locura.
Grito de hombre o de mujer. Grito perdido en los tejados. Grito del tiempo desguazado. Grito en soledad encabritada. Grito de guerra dolorida. Grito de rabia desplomada. Grito de demencia asqueada. Grito de hombre, de mujer. Grito de todos, grito macho. Grito hembra, hermafrodita. Grito, aullido, hambre a gritos. Grito, reto en el lugar del grito. Grito en la palabra, en el coro. Grito, en la canción asombro. Grito en el riel, en la barriada. Grito insomne al descubierto. Grito espeluznando la antigua noche. Grito salvaje, eterno, zigzagueado. Grito alzado rodando por la calle. Grito, visión, misterio, subversión. Grito, magma, hojarasca, huracandad. Grito volcánico, auroral, carnal. Grito greda, alma, fragua, tempestad. Grito cósmico, faro, barro alzado. Grito macho, hembra, hermafrodita, flor. El grito a sangre y fuego, a paso largo, capaz de amar, capaz de armar la paz.
Esta es la sombra antigua repitiéndose, por fin él ocupándose del hombre, el hombre, pincelazo en el paisaje, ara de dolor, barro, claroscuro, como un faro en mitad del ventisquero, mochuelo en las tronadas de la noche, abandonado al agua y sus quimeras, el hombre en ventanuras del azul sobre los fogonazos de sus huesos, delirante al acecho de otra aurora sobre la polvareda de los sueños, entre borrasca, grito y alborada, locura al cinto en lucha con su pena, andando, andando, andando, andando, andando.
Por obra y gracia del asombro el hombre, el hombre, rayo que arde en la tormenta, alarido crispado, verbo, cosmos, el hombre a punta de hombre y tempestad, el hombre, simplemente el hombre yendo, en paz consigo, con su pena al hombro, al descubierto, hermano universal, ceniza, granizada en singladura, en pulpa, en hueso, en lluvia, en soledad, semilla germinal a la intemperie, resistiendo en la tierra de la noche como un árbol al pie de la tormenta, asombro a la intemperie, al descubierto, insomne, terminal, asombro insomne.
Proviene de una despeñadura enloquecida. Insinúa una suave sonrisa divinal. Respira la celeste mirada de su sol. Consume la agónica tristeza de las hojas. Interpreta la silenciosa huracandad del tiempo. Cavila debajo de la noche y la tormenta. Desangra en las cinco parcelas de la Tierra. Agoniza en la nieve, en el llanto y en el plato. Cabalga con toda la tristumbre de los montes. Transita en tempestades mundanal miseria. Maldice las horrendas torturas del hermano. Consagra la levadura eterna de los panes. Conoce los pasos permanentes de la sombra. Despliega temores, ramalazos y portentos. Se agita en el fuego bravío de la mar. Mendiga la lumbre de la gota en el alambre. Quisiera recuperar el curricán perdido. Tritura las indómitas fieras que lo acosan. Renace de entre la podredumbre de la fosa. Se entrega en las redes de un tiempo submarino. Violenta volcánico la luz de otras estrellas. Arremete contra la infancia alada de las rosas. Se astilla ante el antiguo malecón del puerto. Desgarra el alma fulgurante de la flor. Se aferra a las entrañas de su viejo pan. Desguaza furente el huracán en alta mar. Desgaja las indomables fauces de la sombra. Se eterniza sepultado en la fragua de la guerra. Mientras yace en su sombra, apenas ilusoria, nos acusa, nos grita y nos reclama.
La risa le va durando hasta más allá de la Mancha.

Armaduras y luceros
Rodeados de pueblo, de malhadados libros, combatientes, versos perdidos, arrugados, rumiando hierba fresca, fusiles, cadenas, sudando a mares, leyendo historia e injusticias, objetos usados, apreciados, despreciados, noche arriba, sueño arriba, indios, buitres, poemas y canciones, vomitando salmos, cuevas, miedos y luciérnagas, soltando armaduras y luceros, entre el río, caminando, soñando, trashumando, limpiando dolores, asperezas, arrebatos, silenciosa, lenta, apresurada, exactamente, cantando, silbando, arborescentes, telúricos, orquídeos, amarantos, bosques eternos, en tempestad de sueños aurorales, bebiendo a grandes tragos, lanza en ristre, verso a verso, texto a texto, imágenes, voces y visiones; pendencias, batallas, riñas, agresiones, desafíos, a libertad por todos los caminos.
Barro modelado, soplado, savia, cicuta, dolor, llanto, locura, cruce de vientos, jaula poblada de caminos, sombra vagabunda, confundida, ráfaga inaudita, lacerada carne del sentido, lodo desolado, lo oscuro, lo que quema, lo que ata, ladridos del silencio, alud de gritos, pasos sobre los sueños, alucinamiento de vacío, abordaje, cosmos sin término, esperanza acuchillada, de puntillas, nueva voz, cauce nuevo, dorada comarca, ovillo luminoso, reverso del reloj, desvelo, turbulencia, sinrazón, palabra vieja, nueva, fecunda noche, recuerdo ensombrecido, hambremar en vuelo, tiempo prohibido, sombra loca, tecla enloquecida, deshojado día, minuto, grieta, instante a la deriva, al escondido, imagen saturada, fuego de cosechas, entraña recorrida, sudor, curso, viento, luchafuego, perraje angelical, valerosa fe, noche por venir, futuro pie, flujo, entrega, paso eterno, colores vagabundos, sonrisa de acuarela, mansa presencia, leve agitación viniendo, enderezando, yendo, no lo siendo, una coma sin bolsillos, vacío, derrumbe íntimo, penumbra antigua, sin saber qué hacer con tanta lluvia en el pañuelo, itinerario, encanto, otra eternidad, confín, a tientas, en busca de un lugar, sucios, descalzos, ángeles, laya sideral, figura triste, entreverado loco, capricho niño, salvaje enredadera, humo que se aleja, ascenso del ave, flor abierta, ola desierta, costa desierta, huella desierta, valiente, leal, devota, fiel, rostro emputecido, carcomida letra, mayúscula de América susurrando sus secretos, reptiles traspasando la frontera.
Aldea de pájaros bajo el costado izquierdo, a lo Guaicaipuro, sin franela, sin cadenas, sin escopeta pero sin miedo: brazoflecha, canción primigenia, canción para siempre, convocados sólo por el desafío, desnudos como la rabia, ebrios de futuro y de júbilo, algo entre tanto pueblo, algo de la región florentina, indeleble gota del Arauca, triunfales en el reto y la porfía; primos de Tamanaco, palabrarma, furia, gentileza, tierra brava, tierra de polvo y de agua; palabrapueblopólvora, desierto, mar, pozo, no paisaje manso, patria preñada de coraje, agravios, sinrazones, aventuras, dulce imperio… lugar, míresele por donde se lo mire, forjado a fuerza de victoria y victoria y más victoria alzada, almada.

Almácigos en guardia
Samain diría el aire es quieto y de una contenida tristeza. El Hidalgo dice hoy la Muerte está soldando cada lindero a cada hebra de cabello perdido, desde la cubeta de un frontal, donde hay algas, toronjiles que cantan divinos almácigos en guardia. Las manos avanzan de diez en fondo, desde un martes cenagoso que ha días está en los lagrimales helado. Y preguntamos por el encuentro absoluto, por cuanto pasa de aquí para allá. Por haber sido niños y también por habernos juntado mucho en la vida, reclusos para siempre nos irán a encerrar. Qué extraña manera de estarse muertos. Quienquiera diría que no lo estáis. Pero, en verdad, estáis muertos. Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás. Bomba aburrida del cuartel achica tiempo tiempo tiempo tiempo. Piensa el presente, guárdame para mañana mañana mañana mañana. Aguardemos así, obedientes y sin más remedio, la vuelta, el desagravio de los mayores siempre delanteros dejándonos en casa a los pequeños, como si también nosotros no pudiésemos partir. ¿Aguedita, Nativa, Miguel? Llamo, busco al tanteo en la oscuridad. No me vayan a ver dejado solo, y el último recluso sea yo. Busco volvver de golpe el golpe. A su halago, enveto bolivarianas fragosidades. Lloro en mi mano, recuerdo, escribo y remacho una lágrima en mi pómulo. Oh las cuatro paredes de la celda. Oh las cuatro paredes albicantes que sin remedio dan al mismo número. Amorosa llavera de innumerables llaves, si vieras hasta qué hora son cuatro estas paredes. Sólo yo me voy quedando con la diestra en alto, en busca de terciario brazo que ha de pupilar, entre mi dónde y mi gallo incierto. Es posible que me persigan hasta cuatro magistrados. Es posible que me juzguen pedro. Alfan alfiles a adherirse a las junturas, al fondo, a los testuces, al sobrelecho de los numeradores a pie. Tal el tiempo de las rondas. Tal el del rodeo para los planes futuros. Cristiano espero, espero siempre de hinojos en la piedra circular que está en las cien esquinas de esta suerte tan vaga a donde asomo. Quién sabe madrugada. El cancerbero cuatro veces al día maneja su candado, chancea con los presos. Por entre los barrotes pone el punto fiscal, inadvertido, a la pista de lo que hablo, lo que como, lo que sueño. Quiere el corvino ya no hayan adentros, y cómo nos duele esto que quiere el cancerbero. ¿Puedo decir que nos han traicionada? No. ¿Qué todos fueron buenos? Tampoco. En la celda también se acurrucan los rincones. Y me retiro hasta azular, y retrayéndome endurezco, hasta apretarme el alma. Es de madera mi paciencia, sorda, vegetal. Esta noche desciendo. Rocinante me desciende, ante la puerta de la casa, donde me despedí con el cantar del gallo. Está cerrada y nadie responde. Llamo de nuevo, y nada. Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal relincha, relincha más todavía. Oh voces y ciudades que pasan cabalgando en un dedo tendido que señala a calva Unidad. Amémonos los vivos a los vivos, que siempre no estaremos como estamos. Jamás, hombres humanos, hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera, en el vaso, en la carnicería, en la aritmética! Jamás tanto cariño doloroso, jamás, tan cerca arremetió lo lejos. ¡Ah!, desgraciadamente, hombres humanos, hay, hermanos, muchísimo que hacer. Cuándo nos veremos con los demás, al borde de una mañana eterna, ¡desayunados todos! Si lloviera esta noche, retiraríame de aquí a mil años. Mejor a cien no más. Como si nada hubiese ocurrido, haría la cuenta de que vengo todavía. Nunca, sino ahora, supe que existía una puerta, otra puerta, y el canto cordial de las distancias. ¿Hasta dónde me alcanzará esta lluvia? Hay siempre que subir ¡nunca bajar! ¿No subimos acaso para abajo? Canta, lluvia, en la costa aún sin mar! Calla, crepúsculo futuro, y recógete a reír en lo íntimo de este celo de gallos ajisecos soberbiamente, soberbiamente ennavajados. ¡Cae agua de revólveres lavados! Vamos, pues, compañero; nos espera tu sombra apercibida, nos espera tu sombra acuartelada. Todo aparentemente sigue igual. Camaradas, varios días el viento cambia de aire. Como insomnes almácigos en guardia, en la cárcel con sueño de esperanza, estará nuestra sombra cuestionando. Esto es urgente, el tiempo apremia, el día. ¡Hasta cuando volvamos! ¡Hasta siempre! Y entonces tocarás cómo tu sombra es ésta mía desvestida y entonces olerás cómo he sufrido. Sobre el hosco muñón de la tristeza, sólo tu brazo, ciego en el vacío.

Sin coraza fiel ni limpio acero
A tientas viaja, a espaldas de su sombra. Con amplias tiendas en Marte y en la Luna, desolada, la tierra sólo es queja, lamentación, huracandad y grito, sin árboles, sin lagos y sin nieves; sin huertas, sin almácigos, sin hombres. Apenas duerme el sol en altas cimas, al lado del rugido de los vientos, en noche sepulcral, horrenda y fría, lecho de fauces, fosas y lamentos. Soledad, soledad, la de la tierra, con sólo el sol soldado y centinela. Casi sueño, el hombre, sombra de paso por la noche en sombra, árbol sin tierra, fuego entumecido. El agorero llanto de los pájaros esconde en su garganta la cigarra —guitarra augusta en forestal plegaria—. Mañana cuando tornen las luciérnagas, el sol sobre la copa de los árboles brindará por el sueño de los hombres, por el canto del bosque y sus caudales, porque regresen todos los caminos y sol y nieve sigan siendo hermanos.
A ciegas cada noche o en vigilia, reconocemos nuestra casa entre la luz de los postigos. Una que otra luciérnaga alumbra la esperanza. El aire bailotea en la espesura, los gallos poco a poco se despiertan y echan al voleo su largo canto. Todo debe ir con acento cuando la vida de regreso llama, cuando se aclaran todos los caminos. Buscaremos todo, al final encontraremos nuestro viaje. Iremos al paso de una sombra. Modo de jugar a muerte, a noche, a vida. Juego antiguo, incógnito, perdido, para asaltar el alba ante el altar del viento enfurecido. Si supiesen los hombres del camino, tornarían repletos de regresos. Si el hombre se midiese con el viento, sabría que todo pasa como el sueño.
Benignas sean las horas nuevas. Benigno el campo, los hogares. Benignos los arados. Benigno el pan multiplicado en paz y en libertad. Benigna la sierra, la arboleda. Un pueblo hambriento confía en sus pasos. Es tiempo de escribir con mayúscula el amor. Es tiempo de que el prado sea más verde. De que aminore el mal, el miedo, la prisión. De que en medio del fogón resplandezca Paz. De que aparezcan otra ley, otro campo, otra ciudad. Otro pueblo, otro trabajo, otra razón. Otro palacio, vida y dignidad.
Inmensa nuestra noche. Nuestra vigilia, inmensa. Nuestra huida de la muerte. Nuestro asombro o noche sepulcral. Donde tanto fue diezmado, desguazado, consumido, arrebatado. Vivos todavía bajo la sombra de la noche, mensajera de misterios. Cabe la lumbre de un amanecer repleto de razones. Al compás de un mismo sueño. Dispuestos a alcanzar el horizonte. Desde estas alboradas soñolientas. Desde el relente de este portachuelo. Vivos bajo el caudal enloquecido. Bajo la lumbre agazapada, el cósmico pavor de la centella. Ante la huerta, jalonando soles, siglos, madrugadas, ventisqueros. Cruzando ríos en noches espantosas. Cruzando mares. Invocando orillas inasibles. Capeando turbias confusiones. Remando entre tifón o torbellino. Después del vendaval, el cataclismo y la vorágine. Después del arrebato. Después del llanto, el miedo, el desespero. El hombre al desamparo de los dioses. A cielo descubierto, galopando tristumbres, soledades y esperanzas.
Asombro el de los magmas furibundos. De mano del lucero. Junto al grano y la simiente. A la derecha de la sombra. Del remolino, el vórtice o corriente. De la sombra a la pena. De la pena al sollozo. Del sollozo al sueño. De la Nada a la Vida. De la Vida a la Muerte. De la Muerte al Misterio. Sobre las entrañas de la noche. Ya sin coraza fiel ni limpio acero. De cara hacia el misterio para siempre. La noche sepulcral donde morimos cuando a nacer apenas empezamos.

Sentencia de Quijotes
Mientras el oráculo inunda con su eco, dejando que el universo se mueva a su alrededor, en la honda noche diluvial de esta hora en que el sueño pertinaz de la vida corre peligro de quebranto, en esta hora tristísima del hombre, en esta hora de guerra planetaria, en la noche de la guerra, del hambre y de la lluvia, donde aparece, gigante, la sombra de la muerte, en este instante estremecido del alba, antes que a Dios le sea fácil matar del todo su obra, empecinados en sus caprichos de que son pocos los que sueñan el mundo, pensando que son sus únicos espectadores, que si dejaran de verlo se moriría, desde sus “Torres de Timón”, con fervoroso asombro, como presentimiento tembloroso del amanecer horrible que amenaza estos arrabales desmantelados, Eduardo, Elis, Sael, Leonardo, Antonio, Octavio, Wiston, Oscar, Carlos, Triunfo; Gabriel, Roger, Miguel, William, Alfredo, Elsa, Lola, Iris, Xiomara, Bettina, Luz Marina, María Luisa, Dora, Meira, Amparo, Ofelia, Mery; Jorge, Tirso, Ciro, Quijano, Sancho, Simón, Alonso, Homero, Luis José, Freddy, Antonio María, Pedro Pablo, Pablo, dos poetas, cinco poetas, diez poetas, veinte poetas, cien, mil, quinientos mil, gallos flacos, desgreñados, cantando juntos a la vez, Quijotes de la Tierra, a coro en el asombro, en soledad centenaria, trasnocharán, hasta que la noche gastada se quede en los ojos de los ciegos y nuevamente el mundo sea salvado.
Alzados en almas, al rincón del fuego, de este infierno, este fango, este fondo, presidio, cementerio o noche albada, a golpes, sin silencio, sin remedio, conscientes de que se habrá logrado una real conciencia de clase, alcanzado una sociedad más justa y un modelo de democracia directa cuando los oprimidos de todaspartes aprendamos a decir no, a objetar lo que no conviene; a negar todo orden que vaya en detrimento de nuestros derechos originales; cuando el grito negador-creador recorra las fronteras desde aquí, desde los almendros, los eucaliptos y las azoteas, desde aquel lado de la oscuridad, desde dentro del socavón y de la lluvia, desde el Rey Arturo y los Caballeros de la Tabla Redonda, hasta Lanzarote del Lago y Amadís de Gaula, Felixmarte de Hircania y Don Belianís de Grecia; desde las soledades sonoras de los Andes hasta las azules somnolencias de los Alpes; desde las galopantes regiones esteparias hasta los calcinantes sueños de las cálidas arenas; desde las septentrionales águilas nevadas hasta las vallejianas resonancias proletarias de las quenas; desde los espejos enterrados del alma hasta los confines donde, tal vez afuera, lejos de la tierra, titilen las estrellas; desde el Caño de la Guacharaca hasta el Raudal del Muerto, desde el Río Bravo hasta la Tierra del Fuego, desde un lugar de la Mancha hasta la eternidad; convencidos de que el despertar no es otra cosa que el fruto de la resistencia cultural de los pueblos indios y afrodescendientes que llevan más de quinientos años dando la pelea al invasor; de que los sueños no aceptan prólogos ni epílogos, de que hay mucho por hacer, mucho por corregir y todo por inventar, hasta asegurar el camino a una sociedad intercultural y equitativa, plena de individuos libres y felices… a punta de belleza y de locura, sobrevivientes de la muerte cotidiana sin sentido, frente al brutal mundo de la contrautopía, limpias las armas, de galope y aprisa, con adarga, celada y suerte almados, con seco y polvoroso rostro, con gentil talante, embrazada vida, persuasión, proeza, palabralanza en mano, embelleciendo y subvirtiendo todo acoso, alienación, diatriba; seguros de que no morirá la flor de la palabra y menos su jardín, donde aclaran los abismos, la palabra insomne, los cuarenta mil millardos de millas de hombres luz; gozosos en una pompa de jabón donde caben, enteritos, todos los sueños; mientras esperan que la noche no sea propiedad de los lobos solamente y sí ferviente procesión de altaneras madrugadas; venidos de la noche, yendo hacia la noche, mordidos por la alegría, heridos, tras las huellas del sol; unidas las manos para que el mundo no esté en pocas manos sino en todas las manos… ensartando éstos y otros tantos disparates, fantásticas, increíbles desventuras, sentencian que decir es fundar, derribar gigantes y dragones, que la palabra que se escribe sobre el papel es más duradera que el mármol, más resistente que el bronce y más efectiva contra la opresión que el fusil y la pólvora; que los tambores transmiten la buena nueva: los invasores no son inmortales; que se trata de vivir contra morir.

Plegaria cósmica
Más allá del cosmos, de cara al sol y desde oriente; al norte, al este, al sur, al oeste, galaxias, soles, astros, montes, dioses, rogad por nosotros, por el huracán y la gaviota, por las mil cruces siderales, por las luciérnagas sin noche, por el aullido, el grito, el griterío, por las primaveras encendidas, por los ocupados y confusos, por las alas rotas en el itinerario, por los presagios alumbrados, por los justos para que enciendan de nuevo sus milagros, por la piedra, el enigma, el insomne, el insomnio y el asombro, por el plenilunio enamorado de noches que no acaban, durante mil años después del mundo, las latas, los ejércitos batracios.
Por la espalda —trozo hambriento y desgreñado—, por el castigo siempre miserable, por la meca, el muro, sus nichos y la cúpula dorada, por el delirio de los sanos ojos, por la lengua pegada al paladar del tacto, por el padre nuestro, el odio nuestro, el mártir nuestro, la horca, el yugo, el verdugo y la palabra huérfana, por el pus latiéndole a la herida, sobre el vientre de la tierra desguazada.
Por el escalofrío del que reza a pie, de rodillas, de dorso, de frente, de perfil, inverso, adverso, por los opacos, roñosos, divinos arrepentidos, fatigados guerrilleros, héroes, vueltos, pesados, entregados; por el rastro del abecedario, por la babel y el sinsentido, por el cascabel encigarrado, por la boca, el acero, la alambrada.
Por el arroyo, arrullo del mutismo, por el malvado, el humilde, el ángel, el humano redimido, por la salamandra, el limpia casas, por el cocodrilo, el ciempiés, la iguana, por el misterio de la alondra ennegrecida, por los que follan, almuerzan, se abotonan, por la sombra insomne de esta noche incierta, por los extáticos, los desnudos, los relámpagos; por el sueldo micro o el sin sueldo, por los olores, los sabores y los panes, por el ladrón enriquecido, empobreciendo, por el desnudo, el suspiro y el empeño, por las veredas del gusano, por el santuario, cotizaciones y valores, por los celulares vertebrados capitales, por los descosidos, los distintos, los vestidos.
Por los azules excrementos, por los fuegos, por las lenguas, por los dioses, por el remanso estremecido, por el ligero, el inevitable, el insolente, por el indicativo, imperativo, activo, impertinente o desactivo; por el barro, sus flores, sus simientes, por las mutilaciones, los rodeos, las posiciones, por los cumplimientos e incumplimientos, por los canallas, las sospechas, por los bastardos y bribones, por los asquerosos y cobardes.
Por los borbotones, los impotentes y reversos, por los inocentes, los helados, los repletos, por los rotos, los usados, los doblados, los desgarrados, los caídos, encarnados, por la apetencia, la brecha, la vereda, los caminos, por el pan escaso y la avaricia pronta, por la calma, la borrasca o la herejía.
Por las tortillas, las especias, los emplastos, por los terremotos, los rosarios, los bordones, por el gemido, el grito, el alarido, por el envuelto, el quieto y el inquieto, por el furor del viento, por el incrédulo, el silbante y el creyente, por el pleito vuestro y nuestro, por la maleza incierta, por el enredo, la resaca, el miedo, por el desaguadero, la desolladura, el pan que sobra, por la cólera, el odio, la inclemencia, por el engaño y el terror y la creencia, por el descubrimiento, encubrimiento, cubrimiento, por la náusea, la quema, las cenizas, por el rayo, el espejo, la muralla.
Por el ciego, el apoyo, el fundamento, por el secreto, la tumba, la palabra, la ventana o la cortina abierta; por el beso, el barro y el planeta, por el envite, el alfarero y el nonato, por los matices y las gasas del silencio, por los pétalos del sol mugiente, por las piernas callejeras salerosas, por las sombras y las luces rotas, por el gargajo, el tártago, el trabajo y el tartajo, por la liebre, por el libre, el blindado y el venado tuerto; por el dado, el perfume y el misterio, por vivir, por morir o estar presentes, por los paréntesis solos moribundos, por las balas, las dudas y las tardes, por los nombres severos de las deudas, por la inclemente soledad del orbe, por la tardanza de quien porta el pan, por el burdel —la cópula perfecta.
Por las flores que brotarán en las calles de Kandahar, por los presagios fulgurantes del hombre emplumado, por las ventanas que se abren más allá de las oscuras noches, por todas las historias que la ausencia nos cuenta, por quienes cañonean niños en las calles de Najaf y de Falluja, por los imperios rapaces al acecho contra el hombre, por la humanidad en marcha contra la barbarie.
Por el claro misterio de la luz, por el sol de la noche más gozosa, por la amarilla dulzura del oriente, por la tenue caricia de lo incógnito, por la antigua quebrada de la fronda, por la nostalgia vuelta hacia la infancia, por la aurora que se abre en el misterio, por el rayo furente de la vida, por el arroyo que quedó dormido, por la sencillez espiritual de un nido, por el claro sigilo del amor, por la desfachatez del cristofué, por la luz total de nuestras cosas, por la cuajada plenitud del grano.
Por los sonrojados, luminosos luceros catatumbos, mirando de reojo, por el viento durmiendo entre los árboles o a la intemperie el niño; por la emoción de quien anhela el mar desde su aldea, por el tiempo desafiando la fiesta de los hombres, por los cuentos y mitos en sombras de alborada, por la fruta y el sabor de sus perfectas mieles, por la dulce soledad del tiempo manso; por el himno triunfal de la alegría, por la lumbre amarilla del camino, por estos girasoles que nos miran, por la vida esa gloria suspendida, por el fulgente camino de la luz, por embriagar de luz la eternidad.
Por la nieve que duerme allá en Saluggia, por la nieve que nunca vio mi aldea, por la canción de cuna de la nieve, por la inmensa dulzura de la nieve, por el niño dormido entre la nieve, por el retorno eterno de la nieve; por la muerte sin tregua construida, por lo que está perdido, va o termina, por el hombre que gira con el día, por el hombre sin tiempo ni sin fin, tan sólo un animal desconocido.
Por la mágica mutilación, el afinamiento primordial, el sentido del sinsentido, camino y universo y atalaya; por el arma celeste, la palabra, para fundar un mundo para el nido, manos abiertas, pájaro en vuelo, con hambre de luz para la siembra.
Por el postigo y su presagio cuervo, por los instantes, cienes y millardos, los izquierdos, los neutros, los derechos, por lo oscuro, lo ralo, por lo ebrio, por lo hembro, lo sobrio, por lo macho, por las piedras, cimientos y cuadriles, por las señales de la santa lluvia, por quebradas, florestas, renacuajos, por los solteros, cuerdos y borrachos, por la tos, la sonrisa y las estrofas, por la guerra, la paz, por los de arriba, los del centro, sin nada, los sin heces, los de abajo, de cara al sol de oriente, por la última estrella que veremos.
Por la buenaventura de la rosa, por el atardecer de los venados, por el alma llanera dulcecita, por la primera labradora a pie, por mí, por ti, Tolú y la Trifaldi, por la casa en el aire y en el suelo, por la varilla de llegar al cielo, por los guaduales cuando van al río, por la hazaña, la fama que eternice, por la soberbia Kalamary en celo, por Darío Fray Luis y sus versiones, por la lujuria del primer jardín, por la guabina santandereana, por las penas del río cuando brise.
Por el tiempo que dura la agonía, por las espadas ángeles y aldeas, por todos los resabios rocinantes, por el plural con una sola sombra, por el poema aquel inagotable, por el misterio del divino loco, por la noche que se arma en ciego sueño, por la puerta falsa del corral de campo, por los cuchillos de la lluvia a secas, la amenaza del gato en pleno hechizo, por el barco encantado y sus aceñas, por los dos golpes a la endeble espada, por la razón y sinrazón del viento, por el sordo pecado de la luna.

Razón de ser: confabulación tachirense
En octubre del año 2000, después de un buen par de pininos, sobre el banco de la paciencia, la escalera o la barricada, irrumpe en la ciudad de San Cristóbal, Estado Táchira, Venezuela, un verdadero complot contra la pululante abulia literaria. “Nadie Nos Edita Editores” es nombre-eslogan-escudo para el trajín de los neo-conspiradores y sus primeros dardos-poemarios. Toman una de las emisoras de radio con Después de Misa. Para salvarse de los espantos de la media noche y para “meterle el dedo en el ojo al silencio” fundan “Los Jueves Inéditos”. Coleccionan sus libros en Dragones de Papel. Piensan en un periódico propio y al instante aparece la revista Sujeto Almado, con versión electrónica, advirtiendo de entrada que es peligroso asomarse a su interior. Chucho (Freddy Ñáñez), el fundador, el motor de tal confabulación.
El grupo entra en acción, se instala justo en los albores del siglo XXI con el firme propósito de constituirse en hito fundacional capaz de pasar la página de la reivindicación de la nueva poesía tachirense. Haciendo honor a significativos testimonios culturales como la BATT (Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses), La Cueva Pictolírica, el Grupo Literario El Parnasillo, el Taller Literario Zaranda, el Periódico Voz y Rima, El Árbol Editores, la Peña Manuel Felipe Rugeles, deviene verdadero zaguán por donde la nueva literatura regional tachirense responde por el nuevo texto de los nuevos tiempos. A un lustro de vida, es ya bisagra natural dispuesta a fundir y multiplicar, sinérgicamente, los frutos hasta ahora cosechados en uno y otro ámbito. A través de la pulcra presentación de Sujeto Almado asistimos periódicamente a un permanente debate ideológico-literario que oscila entre los vericuetos de la razón poética y los intríngulis descaradamente dolorosos del saqueo hegemónico mundial.
Estamos, así, delante de un Movimiento que apuesta a la belleza y la locura, únicos argumentos para sobrevivir a la muerte cotidiana sin sentido. Frente al brutal mundo donde a diario se fortalece la contra-utopía, esgrime la palabra honda, la que embellece y subvierte todo acoso, alienación, diatriba. Muy agazapadamente, se propone inventar nuevos mundos y Apocalipsis. Perfectamente sabe de las falsedades de la Literatura.
¡Y miren si han sido capaces de fundar! Pretenden la refundación del quehacer literario a través de una confrontación participativa, con miras a salirle al paso a la palabra nueva, protagónica, capaz de enarbolarla como verdadera subversión o resistencia ante todo arremetimiento o impune dominación. Desde el incienso hasta el quejido del papel y más allá del viento, mientras inventan pasiones para ejercitarse, mientras se siguen robando el fuego, saben que la ruta es larga, afuera y descalza. Por eso su grito no otro que: ¡Generación Almada! ¡A navegar! ¡A soñar! ¡Hasta embriagar








Empezamos





Empezamos

Empezamos midiendo con la manoel patio, el cielo de la antigua escuela;ahora solamente sopesamosel llanto de la muerte en pie de guerra. Cuando niños jugamos al castillo,los sueños se mecían en las sienes,diciembre —lumbre en colosal niñura—,algo mejor para el mañana ignoto. De nuevo niños —el reloj del tiempo—.¡Que nunca se nos nuble el horizonte!¡Que nunca más la nieve se enrojezca! Ante el niño fundido en la trinchera:¡Menos fuerza, Señor, para la guerray más valor para fraguar la paz!


pablo mora




martes, 13 de julio de 2010

¿Dónde está mi país?






¿Dónde está mi país?
Pablo Mora

¿dónde está mi país?
¿será que estuvo
está conmigo?
¿que viene y va conmigo?
¿que al fin llega conmigo a mi país?

Mario Benedetti




¿Por qué estarán los vientos separándonos? ¿Cuándo podrás quedarte entre tu sombra? ¿Quién que sea no es gota en el alambre? ¿Cuánto sabrá mi asombro de los gatos? ¿Sabrán los sueños algo de nosotros? ¿En verdad creerá en nosotros Dios? ¿De qué lado estará la suerte yendo? ¿De qué lado los bárbaros están? ¿Quién al árbol le quita la mirada? ¿Quién con las amapolas la agarró? ¿Para quién el aviso de los muertos? ¿Quién del polvo podrá escapar riendo? ¿Quién de verdad ha añadido algo al mundo? ¿Quién hay que no esté en pie de muerte andando?

¿Eres tú o yo éste que se mira en el espejo? ¿Han de ser iguales todos los espejos? ¿Habráse dado ya con el espejo eterno? ¿Tiene algo que ver la Libertad con la miseria? ¿Puede vivir tan sólo masturbándose en el Puerto? ¿Quién dijo Libertad primero? ¿Quién escribió su nombre, su poema? ¿Quién los borró de las praderas? ¿Qué sabe la derecha de la izquierda? ¿De qué color se viste la igualdad? ¿Qué se hizo Jesucristo? ¿Dejaremos de morir de veras? ¿Cuándo somos de veras lo que somos? ¿Somos la insomne lumbre que nos crea?

¿Dónde está mi país: junto al pan o al borde de la sombra? ¿Dónde está mi país: en la desgarradura de sus soles? ¿Dónde está mi país: en los suspiros del viento? ¿Dónde está mi país: en las sogas del hambre? ¿Dónde está mi país: en los muñones del remordimiento? ¿Dónde está mi país: distante de la suerte, lejano de su sombra? ¿Dónde está mi país: postergado en qué olvido? ¿Dónde está mi país: en qué rincón o pedacito de miedo? ¿Dónde está mi país: acurrucado, agazapado, desvelado? ¿Dónde está mi país: en qué delirio, insomnio o madrugada? ¿Dónde está mi país: en qué rastrojo, cerro o emboscada? ¿Dónde está mi país: partido en dos o en tres pedazos? ¿Dónde está mi país: en el motín de la penuria? ¿Dónde está mi país: en los morrales del hambre?

¿Dónde está mi país: en las gotas del alambre? ¿Dónde está mi país: al borde de la noche? ¿Dónde está mi país: en la desolación de la memoria? ¿Dónde está mi país: en el delirio de sus fondas? ¿Dónde está mi país: en las manos abiertas y aprendices? ¿Dónde está mi país: en qué surco, en qué trampa? ¿Dónde está mi país: en qué pestaña del odio? ¿Dónde está mi país: metido en qué fragores? ¿Dónde está mi país: crepitando de enigmas? ¿Dónde está mi país: en miseria, quebrantos o malezas? ¿Dónde está mi país: en qué lidia, en qué combate? ¿Dónde está mi país: sumido en qué llanto? ¿Dónde está mi país: en qué sueño, reto o clarinada? ¿Dónde está mi país: en qué palacio, tugurio o enramada?

¿Dónde está mi país: en qué campana o alboroto? ¿Dónde está mi país: en qué lugar del rostro o el quebranto? ¿Dónde está mi país: callado, a gritos o zancadas? ¿Dónde está mi país: sumiso, insigne, doblegado? ¿Dónde está mi país: en el cuaderno, en los platos en las planas? ¿Dónde está mi país: en el clavel de la amnistía? ¿Dónde está mi país: en las deudas de sus montes? ¿Dónde está mi país: en las huellas del pánico? ¿Dónde está mi país: en el enjambre que irrumpió en la calle? ¿Dónde está mi país: en el pan que amanece pese a todo? ¿Dónde está mi país: en los asuntos rojizos? ¿Dónde está mi país: en las costumbres del gallo? ¿Dónde está mi país: anda con pies de plomo? ¿Dónde está mi país: en los botones desprendidos, en la noche, el alba, la bisagra, el día?






Preguntas

Preguntas

¿Por qué estarán los vientos separándonos?
¿Cuándo podrás quedarte entre tu sombra?
¿Quién que sea no es gota en el alambre?
¿Cuánto sabrá mi asombro de los gatos?
¿Sabrán los sueños algo de nosotros?
¿En verdad creerá en nosotros Dios?
¿De qué lado estará la suerte yendo?
¿De qué lado los bárbaros están?
¿Quién al árbol le quita la mirada?
¿Quién con las amapolas la agarró?
¿Para quién el aviso de los muertos?
¿Quién del polvo podrá escapar riendo?
¿Quién de verdad ha añadido algo al mundo?
¿Quién hay que no esté en pie de muerte andando?

¿Eres tú o yo éste que se mira en el espejo?
¿Han de ser iguales todos los espejos?
¿Habrase dado ya con el espejo eterno?
¿Tiene algo que ver la Libertad con la miseria?
¿Puede vivir tan sólo masturbándose en el Puerto?
¿Quién dijo Libertad primero?
¿Quién escribió su nombre su poema?
¿Quién los borró de las praderas?
¿Qué sabe la derecha de la izquierda?
¿De qué color se viste la igualdad?
¿Qué se hizo Jesucristo?
¿Dejaremos de morir de veras?
¿Cuándo somos de veras lo que somos?
¿Somos la insomne lumbre que nos crea?

Pablo Mora

lunes, 12 de julio de 2010

Invocación a la Paz





Invocación a la Paz

Pablo Mora


Ancha soledad de los desiertos. Sol en los tejados. Silenciosa frescura del aljibe. Vellón azul rondando por el aire. Voz en alta llamarada. Milagro para el rayo en muerte de la guerra. Canto de la brisa, el sol y las quebradas. Amor que no puede caminar como una hoja. Una hoja entre el viento que camina o un camino entre el vientre de la hoja que se va. Hoja y camino. Camino caminando con el viento. Incógnita en el tiempo. Una pregunta en pie para los hombres. Colina para otear a Dios. Hondonada para hallar la luz. La cresta de un lucero, por el postigo corazón mirando. Susurro de los árboles, tu sueño. Tu corazón, del tamaño del mar que conocemos. Tu cabellera, los ríos, las quebradas, los riachuelos. Diminuta, te escondes en los sauces que duermen a los lagos, en los cipreses de la tumba ajena, en los aljibes de las casas solas; en los zaguanes del amor del viento o en las pestañas de la madre pobre. Hojarasca entre la noche de los pájaros. Tronco fatigado por el tiempo y la tormenta. Latido de fogata crepitando entre la fronda. Lumbre y mujer para la misma sombra. Sueño y silbido para el mismo abismo. Amanecer y tarde florecidos, floreciendo en las sienes de la flora. Lucero y arrebol, azules horas. Cocuyo entre rastrojos vespertinos, iluminando el resplandor tardío, las noches de vigilia arrobadora. Júbilo, alumbramiento, bienvenida. Ara en fulgor para el altar del tiempo, para elevar el corazón festivo. Trino con que cantamos a la vida, cuando la suerte nos ofrece el huerto para sembrar de estrellas el camino. El pan, el oro, la solemne sombra en esplendor divino, la alegría. Infancia en llama, en canto, en lejanía que el transparente corazón la nombra. La soledad que en la vereda asombra al trigo, al viento, al lirio en noche fría. Ardiente claridad la poesía que el huracán del corazón alfombra. Encanto de la luz, la Navidad que alumbra el triunfo matinal del hombre y el silencioso arroyo del deseo. En glorias del amor, la huracandad con que la brisa de la luna asombre la encantadora música de Orfeo. Conoces nuestra locura como nadie más conoce. Nos visitas muy de madrugada o cuando cae el sol sobre el tejado. Contigo “supimos los misterios de las cosas como si fuéramos espías de los dioses”. Sus secretos descubrimos. Conoces todas las nieves, todos los riscos, todos los gestos de los hombres, todo el espesor del viento, la justa medida de la espera junto a la luz total de nuestras cosas. Fabricas los sueños del jardín. Doblegas la furia de la guerra. En cada atrinchera nos proteges; nos cubres en cada retirada y avanzas con nosotros, la primera. Has asistido a mil batallas y tienes otras mil por combatir. Ilesa saldrás en cada portachuelo. Ninguna polvareda nublará tu paso, menos las luces de tus blancos senos. Mientras seamos capaces de asistir a un terremoto sobre un rayo de luna o a una tempestad en una gota de sol, crecerá tu sombra, Hilandera Majestuosa, la de todos los hilos de los sueños. Desde los Decretos de Belén y de la Sala de Actos del Smolni, con el mundo entero por testigo, tranquilidad no del orden existente, sino la de un orden nuevo, en busca de una humanidad nueva. La de elevar al hombre nuestro sueño. La de tan amarte y tan morirte, P A Z.





Paz








Paz es un elemento
que no tiene contornos definidos;
no le conocemos longitud, altura,
ciclo molecular, peso específico.
Mas le conocemos su sabor exacto:
es un sabor a trigo,
a leche y miel, a rosas, a durazno,
que como un corazón recién nacido
palpita entre los dedos de las hojas
por su sola dulzura sostenido.


Tiberio León