viernes, 18 de septiembre de 2009

HICIMOS LA MOCHILA








HICIMOS LA MOCHILA
y nos volvimos vagabundos
Apoyamos las palabras sobre la sangre
Cargamos los dados en la apuesta
Arrestamos al viento al sol las mariposas

Supimos del alma del silencio
de la piedra que alguna vez fue estrella
del sagrado terror de la locura

Fuimos un retrato del alma de la tierra
Dejamos pasar la noche por encima de nosotros
mientras las islas no se cansaban de bañarse

Nos hicimos a la lluvia
Matamos la tristumbre
Rompimos alfileres paraguas y repisas
Inventamos ratos penas alegrías y tardanzas
Echamos un vistazo al mundo

Nos provocó quedarnos solos en la tierra

Faltó ponerle trampas a la muerte


PABLO MORA
VENEZUELA




Nuevas intenciones




Nuevas intenciones

Pablo Mora


Desde este cruce de sueños, siglos y caminos. Desde estas lomas, estos vientos, estas severas soledades, encendidos de frío, de furia y de esperanza. De pie. En vasijas de barro, bebamos el agua, nuestro vino. Podrá faltar el aire, el agua, el pan. La fe, jamás. Cuanto menos aire, más. Cuanto más sedientos, más. Ni más ni menos. Más.


Desde nuestra misma antigüedad. Frente a este amanecer en fogarada. Sin aspavientos, sin bajar los brazos, sin bajar la alegría. A rodear este esfuerzo. A superar este pleito. Venidos del tifón en infección batiente, irrumpamos contra la sangrienta demencia que atenta con la tribu.


Detrás el mito y su atroz corriente. El águila rapaz y su avaricia loca. Toda espumeante de historia, tragedias y misterios, exhalando el vaho putrefacto de los siglos, sorbiendo la polvareda de las necias apetencias, alcantarilla de los grandes asesinos en el desesperado despresamiento de brechas, trojes o caminos.


Hasta ese horrendo desaguadero de la muerte, una pálida cargazón de cadáveres revolotea en la garganta de la fiera. Todo frente al cómplice silencio para distraer el hambre de los humildes o arrancarle el fruto de sus sienes. Blancos simios, responsables de la lívida, azulosa desolladura de las grandes heridas, tatuadas en el hondón del callado petroglifo, el que lanza a la conciencia y a la fronda descubierta el grito sempiterno, adolorido.


Largas, confusas estaciones en las que levanta, amasa y cuece el hombre su pan escaso, esparcido por el viento, buscando la pulpa ausente de los frutos. Unos y otros disimulando las razones del hambre, eludiendo los hechos ineluctables de la vida, las cosas entrañables del hombre y de sus hambres. Babeantes, incompletas verdades, vertiendo su estiércol entre nosotros, retrasando nuestra marcha hacia el pan de cada día.


Hombres de toda condición, de toda opinión, de toda fe, de toda creencia, de toda parcialidad, hombres de idéntica miseria bajo los pendones y los símbolos de los expoliadores: ved en qué se trocaron los nidos en que albergasteis el exceso de ternura de vuestra condición.


Al cantar el gallo. Al romper el día. Al abrir el sol. A filo de madrugada. Viaje admirable, alucinado, para la sangre en rebeldía al borde de la trocha tempranera. Veinte, cuarenta, sesenta hombres, hombres en fila, huellas en el polvo, rostros inconclusos. Cálidos, amargos, en vigilia, cándidos, furentes, engranajes listos, entrecejo insomne, briznas al viento, con lágrimas salobres. Si nos diéramos las manos y formáramos la rueda, sin mirarnos la cara, sin saber quién es quién... sesenta, cien, mil, doscientas veces mil, doscientas cincuenta mil veces mil manos fueran el perímetro exacto, con un poco de tierra, para vivir otra vez. A madrugar. A liberar. A restaurar. A sembrar. A crecer. Al agua. Al sol. A la espiga. La luna alumbra nuevas intenciones. (PSA).



jueves, 17 de septiembre de 2009

Hijos del mañana




Hijos del mañana


17 Septiembre 2009

por Pablo Mora



Somos Hijos del Mañana, con nostalgia de futuro, hoy, cuando la derrota, el descontento, el desengaño, se han enseñoreado sobre cada hombre y cada pueblo. Contundente experiencia compartida, que nos atrapa, conjuga, fraterniza. Porque una única luz nos imanta o ilumina, nos hermana un único dolor… “un´unica luce ci calamita, ci affratella un unico dolore” en feliz decir de Roberto Mussapi. El mismo común dolor humano, genérico, unamuniano. Puesto que “sólo el dolor común nos santifica”.
Hacemos la mochila y nos tornamos vagabundos. Apoyamos la mirada en un par de tardes. Cargamos los dados de la apuesta. Arrestamos al viento, al sol, las mariposas. Algo sabemos del alma del silencio. De la piedra que alguna vez fue estrella. Del sagrado terror de la locura. Vamos tan sólo siendo retrato del alma de la tierra. Dejamos pasar la noche por encima de nosotros mientras las islas no se cansan de bañarse. De vez en cuando nos hacemos a la lluvia. Matamos la tristumbre. Rompemos ratos, alfileres, paraguas o repisas. Inventamos penas, alegrías y tardanzas. Echamos un vistazo a la antigua aldea, al primer camino. Sin fusiles, sin paz y sin silencio, con el asombro sólo de testigo, tomamos el cielo por asalto, sacamos un mundo de la nada, dejándolo a las órdenes del sol, de manos del silencio de la luna. Nos provoca de repente quedarnos solos en la tierra. Falta ponerle trampas a la muerte.
Qué grato encontrarse con la niebla de vuelta a las primeras madrugadas, sentir el surco entre la propia mano al estrecharle el corazón al sueño. Qué grato preguntar a la neblina por la primera plana de la escuela y, fijada la vista en lontananza, tomarle las lecciones al destino. Ya casi vespertinos en la cuesta, en cúmulo, las sedes reunidas se vuelcan todas hacia el mismo aljibe. Provoca, entonces, empezar la siembra y desde una colina de la aldea darle un abrazo fuerte a la existencia.
La casa vieja del limón dormido el tiempo lleva en su morral ahora, la vida corre, se desgaja, implora el sueño antiguo en el rupestre nido. El bosque espeso —cafetal florido— al aire brinda su fragante flora y entre el amor ardiente se desflora ante el paso del hombre confundido. Limón y cafetal, jardín y sueño —pertrechos en la guerra de la vida— desgrana el alma en impaciente empeño y al borde de la sombra en estampida, el hombre frunce compungido el ceño al verse en el recuerdo de salida.
Errabundos, soñamos con la paz de los primeros días. Lentamente, todos los caminos se hacen nuestros. Entre el herbaje vamos siendo. Entre tempestades, descubierta el hambre, renacemos a la vida. De ida o de regreso, damos con el viejo patio de la vieja casa, donde un árbol, único entre los árboles de la casa ya muerta nos espera, solo entre zarza herida, olvidado de todos, simple memoria viva, profunda de la tierra.
A pesar de la noche de la guerra, como gota de lluvia deshojada, la sombra de una casa aguardará al hijo del mañana al pie de un árbol encendido.


sábado, 12 de septiembre de 2009

REINAR SOBRE LA MUERTE... Y EL FRÍO






WILLIAM NAVARRETE: VERSOS QUE
REINAN SOBRE LA MUERTE… Y EL FRÍO
por
Lira Campoamor


EDAD DE MIEDO AL FRÍO


Cádiz, España, Advana Vieja, 2005, 76 págs. (Col. El Camino de Sevilla)
ISBN 84-934095-3-7


“Ah, que tú escapes en el instante
en el que habías alcanzado tu definición mejor”
JLL


Me gustaría imaginar que William Navarrete me ha extendido su poemario porque sospecha lo sensible que soy a las palabras arrojadas con deseo, al miedo sosegado que se filtra en un verso, al ritmo que late en el esfuerzo enorme por construir un soneto, a la ambigüedad, la vehemencia, la exaltación, la osadía, al “lo hago porque no puedo hacer otra cosa”, al “no puedo ni quiero hacer otra cosa”, en un mundo donde la razón científica amenaza con destruirlo todo. Me encantaría pensar que William Navarrete me invita ahora a leer sus poemas porque intuye que con la misma fuerza con que respeto la opinión oficial, a los poetas de escuela, a los expertos, críticos literarios y a otros criminales de la poesía, con esa misma fuerza, me dejan olímpicamente indiferentes y tan vacía como una concha de peregrino en una mesa francesa.
No voy entonces a evocar la innegable gracia literaria de William Navarrete, ni su destreza para construir el espeso tejido de un verso, ni su capacidad formal para levantar las hermosas columnas-imágenes de sus emociones más profundas, ni sus posibles traspiés poéticos, ni del reverso en su exaltación constructiva. No. Otros creen estar ahí para hacerlo y lo harán, supongo, mucho mejor que yo. Sólo vengo a compartir el increíble viaje que como lectora –y poeta– Edad de miedo al frío y otros poemas (Ed. Aduana Vieja, Cádiz, 2005) del escritor cubano exilado en París, William Navarrete (Cuba, 1968), acaba de ver la luz y que presentamos hoy desde la capital de Francia.
Para ello he dividido mi acercamiento en lo que a mi juicio son los tres ejes temáticos de la poesía que asoma en Edad de miedo del frío: el mar, la ciudad y los espacios-gentes.

1- El mar

“Violaste el secreto de tu mar, ciudad perdida…” / “Divagas en lo denso de la niebla…” / “Tus pasos inseguros sobre el agua…” (Bucentauro)

“Marea del peñasco, encaje de la luna…” / “Ola cabalgando sobre una silla de almejas…” / “salina transparencia de las aguas con que inundas la bahía donde se hunden para siempre las estrellas.” (Mareas de San Miguel)

“Si no mueres, errarás sobre las aguas” / “Hablarás a solas creyendo al pez que finge amarte…” / “flor de sal, arena…” (Manjar de dioses)

“Yo contemplaba en los nichos derruidos de Bizancio…” / “el tálamo de piedra suspendido en el litigio incesante de las olas” (Medusa en la cisterna de Estambul)

“Me he mirado en el espejo de tus aguas al paso de las barcas” (Gran Canal)

Digo mar, pero escuchen agua: agua salada, agua estancada, agua que corre, agua que muere, agua dulce que baja las lomas y se rinde en una playa. Si cierro los ojos puedo dejar que mi cuerpo viaje en todas esas aguas-océanos que Navarrete brinda. Tanta materia acuática me permite, como lectora, deslizarme en un mundo grávido donde flotar sí es permitido. Cuando el poeta habla de mar tendremos que oír agua y reconocer sin equívocos los puntos geográficos que emocionan su verso: Venecia, el Monte San Miguel, el estrecho del Bósforo, La Habana o el mar abierto que Navarrete podía ver desde la ventana de su casa. Sin embargo, no sé por qué, cada vez ese mar me suena a mí, que vivo en una ciudad donde ni siquiera se le oye lejos, a la playita de Santa María a donde iba cada domingo de infancia. ¿Y qué tendrá que ver esa playita del Este de La Habana con el Gran Canal majestuoso de Venecia o con las impetuosas mareas de Bretaña? ¡Y qué sé yo!

2- La ciudad

Cuando Navarrete escribe “procura llorar mucho ciudad” (Ciudad); o “fruta seca, extinguido aroma, perla, Habana” (Manjar de dioses), está abriendo las puertas de lo que por el momento sólo es visible en mi memoria: mi ciudad querida de La Habana. El poeta orienta su brújula hacia lo invisible y llora haciéndome llorar con su transparencia. Salta el muro de atrás de la casa aprovechando la oscuridad de la noche y arranca una orquídea (que Proust llamaba una “catleya”) y deja, en cambio, sólo unos versos: “ofrécele tu flor a quien ignore, por qué me has dedicado una elegía.” (Elegía sin flor).
Cada ciudad visitada, cada rincón de reposo, me trae, e ignoro por qué, una racha de aire marino habanero. No hay plenitud más cabal que el intercambio de lo oscuro y de la luz, y desde mi oscuridad todas las ciudades que Navarrete imagina las veo, las siento, con el brillo-reverberación de La Habana después de un aguacero.
Su ciudad es mi ciudad, su ciudad llorada es mi ciudad llorada, latido con latido, espesor con espesor, hendija tras hendija, y tocarla a través de su emoción particular es aligerarme de una carga doble: la tristeza y el exilio.

3- Espacios y gentes

En mis innumerables viajes de lectora siempre me han llamado muchísimo la atención los exergos y las firmas, esas pequeñas didascalias que revelan tantos secretos del mundo del poeta, de sus lecturas, de sus viajes.
Cuando Navarrete escribe en exergo “Oh, ne blasphème pas, poète, et souviens-toi? / Verlaine, Hombres” y firma después “Venecia, 1999”, mi tensión arterial sube un escalón. ¿Cómo lo descubrió? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Con quién? ¿Qué hacía en…? ¿Cómo llegó a…? ¿Qué lo motivó? Consumidora insaciable de libros soy y podría llenar páginas y páginas de interrogantes que casi nunca tienen respuestas porque la mayoría de las veces, aunque conozca al autor, no me atrevo a preguntarle (a inmiscuirme) en los meta pretextos de su inspiración, de su verso, de su vida.
En este libro de viajes, la imaginación y la sensibilidad van tomadas de la mano y el poeta en toda su dimensión de persona, como sólo saben hacerlo los niños antes de contentarse con lo simple, antes de que olviden cómo se hace una pregunta tonta antes de convertirse en adultos, se maravilla, y se extasía.
Y así voy con Navarrete por el Mont-Saint-Michel, Rocamadour, Constantinopla-Bizancio, Granada, la griega Monemvasia, la alpina Beuil-Les Laumes, el París de sus vivencias actuales, La Habana de sus memorias y olvidos.
Digo firmas y diciendo exergos cito a María Elena Cruz Varela, a Reinaldo Arenas, a Gertrudis Gómez de Avellaneda, a Ramón Alejandro, a Néstor Díaz de Villegas, al pintor Gustavo Acosta, a Severo Sarduy y a Néstor Almendros amantes de efebos, a Julián del Casal admirador de Gustave Moreau, a José White y su bella cubana, a Agustín Cárdenas y su amenazante cincel, a Dulce María Loynaz in memoriam, a Gastón Baquero. También a Colette, al aventurero Robert de Baal, a Verlaine (que infiere a Rimbaud), al último califa de Granada, a Pierre Loti, a Jean Genet, a Guillaume de Villehardouin (rey de los francos en la Magna griega)… Y me doy cuenta dónde está el regalo más bello de Edad de miedo al frío: la poesía de William Navarrete me gusta porque además de todo lo ya dicho, amamos a los mismos poetas, nos nutrimos en las mismas fuentes y no nos ruborizamos al contarlo.
Esta mañana mi hijo que me veía en estos placeres del verso me preguntó: “Mamá, ¿y para qué sirve la poesía?”, y entonces el poeta venezolano Pablo Mora me ayudó, con sus versos a responderle: “Para mantener abierta la palabra / para reinar sobre la muerte… / para sacar la flor de las cenizas…”

París, 25 de enero de 2005.

Lira Campoamor nació en La Habana, Cuba (1962). Estudió dramaturgia en el Instituto Superior de Arte de La Habana, donde fue conferencista entre 1985-1993. En Francia obtuvo la licenciatura en Civilización y Literatura Hispano-americana, en la Universidad de Vincennes-Saint Denis. Es autora del cuento "La Suplente", con el que resultó premiada por el "Juan Rulfo", 1998, que otorga Radio Francia Internacional. Ha publicado Baby sitting, cuentos (Ed. Linajes, México, 1999). Entre sus piezas de teatro se hallan Historias con horcas (1993, monólogos), Bebé a bordo (1997, teatro para niños) y Cabaret para marionetas (1995). Es autora del poemario Una, mujer pasa. En el 2002, en París, fundó Gestar, una asociación de producción y difusión de teatro de marionetas. Reside en París desde 1993.




A propósito de la obra de Pablo Mora






A propósito de la obra de Pablo Mora


Aunque nativo de Santa Ana del Táchira (1942) buena parte de la existencia de Pablo Mora ha transcurrido en San Cristóbal. Una afortunada frase de Heidegger en El ser y el tiempo permite explicar la actitud ódica de Pablo Mora: “El mundo es a la par suelo y escenario”. Este bardo no sólo ha captado la pulsión del vivir histórico y del vivir cotidiano de la polis sino ubicado con propiedad en medio de la rosa de los vientos de las corrientes estéticas e ideológicas, entrantes de manera continua por la gran puerta internacional de esa ciudad fronteriza, irguió en certeza sensible una obra lírica de interpretación y actuación sobre su entorno, de gran significancia y alcance. Heredero de la tradición en la gaya ciencia de la juglería de un Manuel Felipe Rugeles o de un Juan Beroes sus composiciones contribuyen a enriquecer el patrimonio literario de los Andes venezolanos.
A partir de una actitud ódica de identificación con su mundanidad inmediata y a la vez de apertura al pensamiento artístico universal de estas décadas, Pablo Mora ofrenda su poesía a sus contemporáneos. En ella ha aposentado el registro de sus vivencias, las intuiciones de su corazón, las cogitaciones de su talento, la firmeza de su exigencia. Ha compuesto, con sus palabras impregnadas de libertad imaginativa, una lírica de alta latitud calológica.
San Cristóbal al margen de la explosión desarrollista macroeconómica pero nucleada en torno al soledoso cultivo de su armonía entre su corporeidad arquitectural y su paisaje, entre los bienes materiales y espirituales, cuenta con un próvido poeta quien la entiende a través del amor y la lleva, existencialmente, en sus cantos.
Capitán de Poetas, Pablo Mora finca su trabajo en una actitud ódica identificada con su mundanidad inmediata y de apertura. Su verdad se puede llamar humanismo, hombre, humanidad. Conduce ahora las voces de sus huestes líricas al través de las páginas de A coro en el asombro y con ello no hace otra cosa sino aportar al mundo de la poesía del mundo un canto coral para enriquecimiento de la belleza y de la espiritualidad de sus lectores.
Lubio Cardozo (Venezuela)
Ligado a la vida universitaria y también excelente prosista, Pablo Mora es sin duda el autor más prolífico de la poesía tachirense en la actualidad.
Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses (Venezuela)
Poesía sobria y honda es la suya que recala en las raíces del hombre, buceando en su destino común y, a veces, tan trágico. Hay un dejo de nostálgica ternura en muchos de sus versos que perduran a través de largos ramalazos mágicos.
… Me ha llegado su “Almácigo 3” . Cuidadas han sido las simientes que me llegan desde su Almácigo primero. Protegidas con esmero y amor. Los frutos están a la vista en este “Almácigo 3”, donde se entremezclan los ecos de la infancia, lunas distraídas, raíces que recalaron en el hombre, en sus miserias, en sus esperanzas, en sus miedos y fantasmas. Pero por sobre todo anidan en él las preguntas sobre lo ya ocurrido, lo por venir; antenas vigilantes rodean la noche del poeta. Y por momentos transforman su vigilia en angustia y crispación. Pero también, sobrevienen los sueños. Y la vida. Y por sobre todo ello, urticante, febril, anunciándose con golpes de luz y sombra: la POESÍA.
Luisa de Pasamanik (Argentina)
Su poesía (Almácigo) golpea con certidumbre, rasga las vestiduras y obliga a pensar, lo que no es poco en estos tiempos de tanta cordura aséptica no entrometida. Lejos de adensarse en la placidez sentimental, su estro es espada fulgurante que restalla en el aire y quiere cortar y medir cada espacio de nuestros días. No obstante ello, ciertos rasgos del paisaje intiman con el alma y trascienden del espíritu al entorno del cántico.
Luis Ricardo Furlan (Argentina)
Pablo Mora es un hombre sencillo pese a que ha merecido elogios de muchos intelectuales y críticos de Iberoamérica e inclusive de Europa, quienes han reconocido la profundidad y el rico contenido de su obra poética.
Alexander Contreras (Venezuela)
Es una poesía honda y preocupada la suya, una poesía que responde a una conciencia rigurosa y a un sentido humano, pero al mismo tiempo posee una expresividad muy original, de efectos muy medidos como en los excelentes poemas que cierran el cuaderno se comprueba: “Raíces” y “Función”: me parecen piezas de gran aliento, abordando una problemática que no puede ser más actual.
Leopoldo de Luis (España)
Su poesía como siempre sigue alentando con absoluta libertad expresiva, dentro aún de las modalidades clásicas en que la resguarda.
Luis Ricardo Furlan (Argentina)
Sus poemas de Almácigo me gustaron por su sobriedad y su brevedad. Los poetas que parece usted apreciar (Neruda, Vallejo, Whitman) son también de los que yo prefiero. El ritmo interno (por lo repetitivo) en Serie me parece un acierto. Su dominio del vocabulario poético, el tratamiento sincero de los temas, la fuerza apoyada en la sobriedad, el no huirle al compromiso, todo ello me parece muy positivo y resumido en su Corolario que es un texto ejemplar por decir en poquísimas palabras lo que muchos sienten y piensan.
J. Garavito (Francia)
Usted ha elegido como prueba de fuego el molde clásico y perenne del soneto. Y sale airoso de la prueba. Juega con el soneto como quien a la vez que es poeta auténtico domina además la técnica del oficio.
Fray Jerónimo Verduzco, O. P. M. (México)
Bastante más que Almácigo es este bien cuajado sembradío de sonetos que usted sabe trabajar con arte y señorío no a todos concedido. Lo felicito; y veo que con plumas como la suya todavía hay rato para que el soneto no muera, como tantos incapaces desearían.
Pedro Pablo Barnola, S. J. (Venezuela)
Decisamente una poesia da leggere e da ritrovare nelle parole e nei significati, anche per le modulazioni che si inseriscono come un sottofondo vocale che rende più vibrante il contenuto.
Otello (Mario) Martinelli (Italia)
“Almácigo 3”, una nueva obra del Poeta Pablo Mora, adquiriendo nuevas resonancias vitales, capaces de alimentar los momentos humanos. “De frente a la vida”, contando su aventura vivida, como para sentir las palabras del tiempo pasado y rever los lugares recorridos, como un noticiero de sí mismo. Una obra de valor poético con una visión humana de fuerte ahondamiento cultural, que Pablo Mora ha escrito con sensibilidad y atención al dolor que el poder impone para aprovecharse del trabajo ajeno, organizando la horripilante industria de la guerra.
Otello (Mario) Martinelli (Italia)
Dentro de “Almácigo 3” nuestro joven poeta afirma y depura al mismo tiempo sus condiciones y características creadoras. Se mueve con notable soltura en el desenvolvimiento de todos los temas, desde los más intimistas como son los del amor, hasta los menos intimistas como parecen ser los francamente protestatarios. En la elaboración de aquéllos y de éstos, el verso ha adquirido indudable precisión y eficacia comunicativa. De manera especial en el poema breve, del que Pablo Mora se nos presenta en este libro como muy significativo representante.
Almácigo 3 es libro que se lee con deleite. Y que, desde luego, consolida la posición del autor dentro de la más nueva poesía venezolana de nuestros días.
Pedro Pablo Paredes (Venezuela)
Con “Almácigo 3” Pablo Mora amplía la temática de sus libros anteriores, imbuida profundamente por el amor a la tierra —de ahí sus títulos reiterados— y por la presencia del hombre cuya existencia gravita al desamparo de este tiempo, acorralado entre las amenazas de exterminio y el resplandor de la esperanza, también amenazada. En este libro la poesía de Pablo Mora, abiertamente autobiográfica, emotiva y ubicada en su tiempo y espacio precisos, se nos presenta más segura, más honda y depurada, en relación con sus libros anteriores, que fueron bien recibidos por la crítica, por cuanto en ellos fue tratada con autenticidad una temática profundamente humana y trascendente. Con este nuevo libro, Pablo Mora ratifica una vez más su condición de poeta consecuente con sus propias vivencias y con el mundo que lo rodea tenazmente.
Dionisio Aymará (Venezuela)
Enemigo del odio y de la guerra, soldado de la paz y mago del amor, el poeta viene de descargar sus cañones para que el hombre tenga derecho a la convivencia y la fraternidad. Ama la semilla, la siembra, el árbol que levanta sus brazos para atrapar el cielo. El poeta ama la espiga. Por eso sus primeros libros tomaron el nombre de Almácigo. Ahora este Almácigo 4 En tiempo de Guerra porque el hombre vive en guerra permanente. Siembra el odio y la destrucción. Para que las flores no estallen en mil colores, como palacios de las mariposas. El poeta Pablo Mora viene cargado de veinte años de versos en espuma. En nieve, en trigo, en maíz, en pomarrosas, en caimito, frailejón, cafetos, orquídeas y caña de azúcar. Viene con el alba y con la aurora, para enterrar los crepúsculos. Para que no llegue la noche, cuando el hombre se encierra en su castillo de maldad, para planear la guerra. Este poeta nuestro. Poeta del pueblo. Poeta del amor. Poeta del hombre. Este es el poeta del corazón.
Francisco Guerrero Pulido (Venezuela)
Almácigo 2: Internarse en su lectura es no dejarla hasta haberle dado fin, tan bellamente se desliza, tan ruiseñor de ventanal dolido, tanta espera de vuelos resplandecientes! Pablo Mora nos va a seguir dando su estremecido canto consustanciado y entremezclado con misterio, enigma y realidades.
Delia de Horta de Merello (Uruguay)
El endecasílabo, adquiere una estructura formal perfecta, incluso, en los sonetos en rima libre —perfectos también. Unos y otros, son piezas muy logradas. Autor de la obra “Almácigo 2”, reúne en ella numerosos sonetos, esas piezas que son consideradas como la más pura expresión del “Arte mayor de la Poesía”, en la que como verdaderos maestros brillan nuestros clásicos, Quevedo, Góngora, Lope, Garcilaso, Boscán, etc., y he aquí que Pablo Mora logra, en estos poemas suyos, plasmar estampas rutilantes —muestra de ese Arte mayor—, para cuya fiel interpretación se requiere poseer, como él la posee, mucha imaginación, mucho sentido de la armonía y también —unido a la riqueza idiomática— una sensibilidad extraordinaria siempre abierta a la percepción del emotivo instante, en el cual el aliento poético se manifiesta como un don angélico, en el poeta.
José Jurado Morales (España)
Los Trípticos dedicados a España, a Jesús, a la Madre, a Bolívar, pero sobre todo a César Vallejo son poemas que nos obligan a aceptar, sin discusión, la presencia de Pablo Mora, dentro del reducido círculo de los excelentes poetas venezolanos. En Tríptico a César Vallejo, Mora consigue concretar con belleza y creatividad el alma de este peruano universal. La atrapa en versos que definen la vigencia del glorioso mestizo, uno de los más grandes poetas de la América Hispana.
Vladimir López Negretti (Venezuela)
Una de las antologías más interesantes en torno a uno de los modos de expresión de nuestra poesía es esta muestra que tiene al soneto escrito en Venezuela como su tema:
El soneto en Venezuela, cuyo autor es Pedro Pablo Paredes. (Caracas, Monte Ávila Editores, 1985. 213 p.). Al conjunto ofrecido en la primera y segundas ediciones de El soneto… ambas impresas en 1962 se han añadido ahora cuatro nuevos textos escritos por María Luisa Alonso, Elio Jerez Valero, Pablo Mora y Germán Pérez Chiriboga. De honda belleza nos ha parecido el del joven poeta Mora “Color de la rosa” cincelado con sabiduría verbal, equilibrada, sin las tensiones angustiosas de su poesía.
R. J. Lovera De-Sola (Venezuela)
En su obra sobresale una temática profundamente imbuida en la soledad del hombre, en la angustia y el dolor y la presencia agónica del hombre de este tiempo. El poeta consagra su fe, por una parte, y por la otra su tremendo desasosiego frente a un mundo donde a menudo falta la justicia y sobra la crueldad. Con Pablo Mora, hombre de permanente disciplina intelectual y al mismo tiempo de conmovida sensibilidad, el Táchira reafirma su decisiva contribución a la poesía venezolana.
Dionisio Aymará (Venezuela)
Uno de los poetas nativos del Táchira que son cifra permanente en el mundo de las letras venezolanas. Uno de los poetas de mayor presencia en las nuevas generaciones literarias de Venezuela.
Ramón J. Velásquez (Venezuela)
Sus almácigos denuncian su calidad de poeta ligado a la tierra y vinculado a la raíz sufriente del hombre campesino. Los conservaré a mi lado y sabré buscar en ellos cuando tenga sed el agua que derrama su manantial montañés.
Manuel Rodríguez Cárdenas (Venezuela)
Mora nos comunica su particular visión de los acontecimientos, los hechos en su dimensión más honda, más profunda, la artística función del hombre puesto en la esfera de los sucesos y echado sobre los caminos de la imaginación para perfeccionar el cauce y la voz.
Antonio Ruiz Sánchez (Venezuela)
Tu poesía es un cordón de imágenes sabias, trazadas como una jugada de ajedrez que va derecho al jaque mate, sin que lo vulgo del juego matemático le quite esa alma poética que anima lo que escribes. Eres un gran poeta.
Waldemar Dante (Chile)
Profundos temas engalanan este poemario Almácigo. Su último poema “Función” (Responso al Petróleo) es en síntesis un gran manojo de verdad, dolor y desazón. Hacía un tiempo que no llegaba a nosotros un canto del hombre en defensa del hombre que a veces no encuentra o no sabe por qué vivir.
Delia de Horta de Merello (Uruguay)
Su poesía es una voz viva, que se nos queda con auténtica emoción. Y en otros planos, este Responso al Petróleo, también nos viene como una foto reciente y profética, a los mexicanos y no sólo a nosotros, sino a tantos y tantos ilusos países flagelados, que no beneficiados, por el oro negro. Ya lo dijo nuestro López Velarde: “El niño Dios te escrituró un establo / y los veneros de petróleo / el diablo…”.
Soledad García (México)
He leído con placer Almácigo y Almácigo 2. Me gusta tener la producción del Grupo “Parnasillo”, que afianza su presencia, día a día, en las letras venezolanas. Aunque vivo muy alejado de las nuevas promociones de poetas (veo que Ud. es del 42), me apasiona el conocimiento de los actuales movimientos literarios. Reciba mi reconocimiento y un cordial abrazo.
Pedro Grases (España)
Siguiendo los caminos de algunos de tus poemas llego al titulado: “Función (Responso al Petróleo) y creo que no se puede decir más de este monstruo inhumano que está destrozando la luz primitiva del alma de los hombres y convirtiendo la Tierra en un estercolero, porque detrás del Padre-Petróleo llegará el Hijo de Puta de las Centrales Nucleares y las multinacionales del oro destrozarán nuestro planeta con sus ambiciones, a no ser que los seres del espacio, los extraterrestres, detengan la bestialidad que el capitalismo está desencadenando y que puede conducir a una guerra nuclear.
Manuel Pacheco (España)
Lo felicito por sus versos llenos de impulso juvenil y savia nueva. Me ha encantado “Función”, pleno de fuerza expresiva.
Mario Briceño Perozo (Venezuela)
Almácigo 2, dividido en tres partes denominadas “Del Hombre”, “Del Amor” y “De la Vida”, contiene 52 sonetos, a través de los cuales se canta una temática variada, tratada con singular afectividad y emoción. Así, el poeta nombra la montaña, donde nacieron sus primeras miradas; la neblina, que estuvo tan íntimamente vinculada a su infancia. Así, también, el poeta nombra la heredad, la penumbra, el corazón, la lejanía, el paisaje, todo ello vital y profundo. Cabe mencionar igualmente la serie de Trípticos, en todos los cuales campea la espontaneidad, se convocan las memorias amadas, los nombres y los sitios que de alguna manera constituyen la existencia. Pablo Mora, con estos sonetos, extrae desde el fondo de su ser esa luz grande que es el amor y que se proyecta sobre todos los seres y las cosas.
Dionisio Aymará (Venezuela)
De la noche insomne es un libro que revela, como uno de sus temas fundamentales, la libertad del hombre. Un hombre oprimido por todo lo que sucede en esta vida y que debe de alguna manera escapar o evadir esa realidad.
Tina Tarantini (Venezuela)
Almácigo 3, más que un refugio de lentiscos es la totalidad de sentimientos expresados por un hombre que ha compartido y siente las penalidades del labriego y se asoma a la puerta de su morada, donde un mundo de silencio se empoza en sus pupilas. Mora arremete contra la soledad, eco del misterio y revelación de la búsqueda.
Ana Cecilia Guerrero (Venezuela)
Almácigo 4 En tiempo de guerra de Pablo Mora tiene sabor humano. Versos cocidos con el alma. La paz la guerra la guerra la paz, juego de palabras unamuniano para rescatar verdades. Un diez para este libro hermoso de Pablo Mora.
Juan Manuel Polo (Venezuela)
En este libro Almácigo 4, su lucha por la paz se trueca en armazón y ariete sentimental contra la agresión y la hecatombe, un afirmarse en que no habrá “tiempo de saber de su espesor” si los hombres no se persuaden de que la próxima guerra será la postrera… Pablo Mora, nos parece, alcanza, en este poemario, su más preciso aliento en la estructura que inmortalizara Garcilaso: “No importa el llanto o la primer caída, / la vida es solamente el compromiso / de estar donde la vida misma quiso: / al lado de la vida de por vida.” Es ésta una hermosa declaratoria de fe humana en la humanidad. Contra la muerte y los traficantes de la guerra Pablo Mora subleva sus batallas aladas, los huracanes y ventiscas que arrojarán lejos llantos y dolor. Hombro a hombro
Se conciliará el hombre con su infancia Se cubrirán de flores los desiertosGustavo Pereira (Venezuela)Almácigo 4 En tiempo de guerra: un mensaje cálido de paz, de fraternidad y una ancha bocanada lírica. Su voz, indudablemente, lleva consigo reminiscencias de tradición y al mismo tiempo permanente novedad. Adjunto encontrará un programa de la última temporada de Yolanda. La razón es que en el proemio va el hermoso soneto que Ud. le consagrara. Para nosotros es un honor. Ya ve, pues, que su poema nos ha merecido siempre una honda estimación. De Yolanda, su permanente gratitud por la hermosa exaltación de que la hizo objeto.
Manuel Rodríguez Cárdenas (Venezuela)
Mil gracias por el envío de su denso y conmovedor y conmovido poemario Almácigo 4 En tiempo de guerra. No es frecuente embarcarse en una empresa lírica de esta magnitud. Es más frecuente que publiquemos un librito con varios poemas breves o extensos. Pero dedicar toda una obra a un solo tema de enorme trascendencia con gallardía y con tales interpelaciones a la conciencia de un Continente, de un mundo, es tarea cuasi colosal. Lo felicito de corazón.
Fray Jerónimo Verduzco, O. F. M. (México)
“En tiempo de Guerra” nos muestra a un Pablo Mora más maduro aún, más compenetrado con los aconteceres que golpean a la sociedad mundial. Él lanza un Canto a la Paz, sueña con la paz, para que los niños tengan su cuota de felicidad ahora y después. “se conciliará el hombre con la infancia / se cubrirán de flores los desiertos” Para que el hombre siga guardando en su interior la pureza, los sentimientos incontaminados, la primitiva dulzura, la inviolable ternura… En alguna oportunidad enfoques realizados por quien firma fueron leídos ante el público uruguayo, en el afán de dar a conocer valores de hermanos latinoamericanos… No más guerras. Corazón adentro, gracias Pablo Mora por tu mensaje de ¡Paz y Esperanza!
Delia de Horta de Merello (Uruguay)
Visitar su página web de poesía es visitar un archipiélago del sueño y la resistencia dentro de la Red. La poesía ha encontrado su medio y su soporte técnico en Internet; su fugacidad eterna, su movilidad, su aleatoriedad, su multiculturalidad, tienen unas posibilidades infinitas que permiten y permitirán a la poesía, ser el recurso definitivo de los hombres libres y de aquellos que hoy luchan por la libertad y la justicia en todos los puntos cardinales de la tierra.
Omar García Ramírez (Colombia)
Pablo Mora propone la instauración de una nueva disciplina que venga a cubrir los vacíos en el estudio de la razón poética: la poiesología, “estudiaría los signos de la creatividad y las leyes que la regulan en relación con la naturaleza, el hombre y el arte; al interior de la ciencia, la técnica y la tecnología”… Si el hombre camina hacia la extinción —la autoextinción— le quedan tres alternativas: que éste sólo sea un destino aparente; el nihilismo; la responsabilidad. Esta última suena a inocente y utópica, pero, ¿queda algo más? Todo esto lo dice Pablo Mora en Fondo Humanitario Internacional.
Marcos Taracido (España)
Pablo, soldado de la palabra, desnudo solitario insomne, en vela, velando a pensamientos desatados, es semilla del hombre, es trigo, pan, espiga, sueño, niño, que se hunde en el ser para sentir que es; se maravilla del discurso del agua, se asoma al canto de los árboles y escucha el aplauso de los pájaros, a pesar del estruendo de los hombres. Pablo, el hombre de asombro deshojado, con el gesto de asombro en la danza espectral de los insomnes, en el silencio en que se apaga el mundo, en el silencio en que el insomne flota, desgrana cuarenta poemas en versos libres, en los que juega con la palabra, revive la palabra, estremece la palabra.
Carmen Teresa Alcalde (Venezuela)
Para abordar la poesía de Pablo Mora es necesario acercarnos a su espíritu de alquimista literario. Ha sabido, este denso poeta de avanzada, orquestar, si se quiere, perfectamente, la vida misma, con todas sus virtudes y defectos, en una sinfonía pura titulada “Almácigo”, que no es otra cosa sino su redención definitiva ante el caos en que se veía inmerso por su preocupación inminente: la vida humana… Pablo Mora es el camarada y amigo que nos invita a despertar del ensueño para protagonizar la nueva revolución. Sus poemas manifiestan rabia, descontento y sin embargo incitan a luchar por la paz social: El hombre, “un gran dolor en viaje”, a pelo, en la yegua de la poesía…
Manuel Rojas (Venezuela)
Gracias por tus libros que me acompañarán siempre. “Almácigos” fértiles que harán, un día, bosques de belleza escrita.
Dora Castellanos (Colombia)
Pablo Mora, hasta donde lo hemos visto y leído, presenta una particularidad especial. Consiste ésta en que, libro tras libro, a él le resulta indiferente el verso que utiliza. De esta manera maneja con la misma familiaridad el verso tradicional, sujeto a medida, rima, etc. Y el verso contemporáneo que es en casi todos sus elementos constitutivos, irregular.
Pedro Pablo Paredes (Venezuela)
De un espíritu sólido en la fe de los hechos de la palabra, Pablo Mora demanda toques de campanas e implora la presencia de nuevos haces de luz. Poesía de reconciliación y utopía, de historia y conciencia humanística. De la noche insomne es síntesis de un importante trabajo sostenido desde 1978 por Pablo Mora bajo el título de Almácigo, que ya alcanzó el volumen número seis. En ese conjunto de obras el poeta aboga por un ideario universal y universalista que toma al hombre como centro de interés, con recursos estilísticos de especial cuidado, siempre con la metáfora como espada, siempre con el canto como bandera. Constituye Pablo Mora una de las voces poéticas contemporáneas de primer orden y que tendremos que estudiar con mayor profundidad y seguir leyendo con apasionamiento.
José Pérez (Venezuela)
Disfruté mucho los textos de De la noche insomne por descubrir en ellos mucha afinidad con mi idea de que la mejor poesía es la que se escribe en prosa, o por lo menos sin pensar que se escribe en verso. Aparte de insomne, la tuya es una poesía vidente, tal vez la única poesía vidente que nos es dado leer por estos lados. Lo que envidio más en tu impetuosa estrofa es la fe en la posibilidad de construir el porvenir y el amor telúrico desenfadado y sin banderas. En comparación, mis modestos versos resultan los de un escéptico e irónico trasnochado, que está de regreso del futuro.
Juan Calzadilla (Venezuela)
Lo más trascendente en Pablo Mora es su poesía. Su poesía se semeja a la música en tanto su discurso sonoro plagado de imágenes se origina en fonemas o palabras o motivos que él hábilmente desarrolla hasta transformarlos en un todo sonoro, en un discurso absoluto que cultiva al oyente. Sus versos han trajinado los campos, los tiempos y los espacios más variados. Sus poemas van desde el grito desgarrador del desposeído al canto íntimo del amor erótico, pasando por expresiones matemáticas, postulados, axiomas, las galaxias, cantos como el Color de la Rosa, Esperanza y La mano, sin que falten los Mandamientos, Decálogos y Moralejas y en especial nuestro Canto Universitario, hoy Himno de la UNET.
Rubén Rivas (Venezuela)
Inventario en invierno contemplación del quehacer deshumanizado del hombre en su universo semi-destruido encierra una visión desgarrante de la fiera realidad que desfigura el mundo actual. Hay en el poema una intencional reiteración de la guerra, el dolor y la desesperanza. El amor y la paz, sin embargo, aparecen transformados en una añoranza: “Por fortuna existe la montaña”. El poema termina con una esperanza real y concreta, fundada en la construcción del devenir próspero de una sociedad en paz, con el trabajo de todos los hombres. Este poema refleja una gran depresión de Pablo Mora, para el momento en que lo escribió, quizás delante de miles de noticias desalentadoras de la paz mundial, notándose a todo lo largo del poema esa descripción (inventario) de la guerra. Al final del poema, sin embargo, aflora un estado de ánimo alentador y optimista en la búsqueda de esa paz quebrantada.
José Luis Briceño Viloria (Venezuela)
Se le identifica en todo con su poesía, con su universidad, con su magisterio de la amistad, del servicio, de la participación y de la esperanza. Innato en Pablo Mora el servicio a la poesía. Innato en Pablo Mora el servicio, con su poesía, a la cultura, que es como decir a la humanidad, pues no hay más cultura que la humanidad misma. En Pablo Mora el verso es vivo, porque lo arranca con la savia de una flor, con la sangre de una mujer, con el fuego de una piedra, con la pureza de una explosión, con el cambio de una dinámica revolucionaria. Su palabra poética suena profunda y a la vez elevada, se proyecta en germen de siembra y vuela con la pluralidad de las estrellas. Se la conoce en España, Italia y en naciones de Latinoamérica. Su militancia en una revolución sin nombre, que nadie hace porque los jóvenes se oxidan pronto al absorberlos la rutina, vive en prédica permanente del trabajo —verdadero factor revolucionario— con esmero real y sin tregua. El compromiso principal lo concreta Pablo todos los días en totalidad de entrega a la cátedra, a la comunicación social y, por supuesto, a la poesía, que es la esencia del todo, según el decir de Jean Aristeguieta.
Valerio Niño (Venezuela)
El Mora de la palabra propia y madura nos evoca al mismo Vallejo y a Neruda, sobre todo en la manera de asumir el compromiso de estar vivo y de entender la vida como una lucha constante, una entrega permanente por alcanzar el deber inalienable de saber ser hombre: hombre comprometido consigo mismo, con su pueblo, con su historia… Hay un trasfondo filosófico que se refleja en su concepto peculiar del sueño, la muerte, la existencia humana y el mundo. La directriz, el tema predominante es el sueño, el cual página tras página va cobrando una densidad asombrosa, hasta el punto que desencadena una obstinación —feliz, poéticamente—, una sed intensa de soñar, una sed de sueño; empero, esta temática se incorpora en una totalidad todavía mayor, donde se acogen otros temas recurrentes como la libertad y el destino de la patria, la política, el recuerdo, el desamor, los recursos naturales, la geografía del país, los viajes, la soledad, etc., todo lo cual nos confirma la necesidad de lo expresado por Rilke, en el sentido de que “los versos no son sentimientos sino experiencias. Para escribir un verso hay que haber visto muchas ciudades, hombres y cosas”.
Julio César Arboleda (Colombia)
Los versos del poema Es preciso de “Asombro al descubierto” tal vez resumen —en síntesis granítica, genitiva, de la poesía de Pablo Mora— la profunda desgarradura humana. La extensa vocación rebelde y desgarrada por hablar con el Padre Nuestro Sideral. El trabajo que empezó con su primer libro “Almácigo”, publicado en 1978 y que, transplantado a tierra fértil, ha producido ya casi veinte libros. En toda su obra los elementos fundamentales —acrisolados— están en ese poema: Llegó el momento de morir de asombros / La hora de descargar nuestros insomnios / La hora de transplantar nuestros almácigos…
Ibar Varas (Chile)
Universalidad humana, pareciera gritar Pablo Mora con su obra. Universalidad que converge en la sensibilidad de un hombre que tal vez hubiese preferido se le asignara otra tarea para su vida. No obstante, es lo que le ha correspondido y lo realiza con una fuerza intempestiva y con una sensibilidad que hiere a quien lo mira a través de sus textos. Luego de realizar una observación del mundo que le rodea y de visualizar sus posibilidades dentro de ese mundo, termina por desear un utópico retorno al mundo infantil y bucólico en su aldea nativa.
Edgar Mora T. (Venezuela)
De la noche insomne poesía-vértigo; poesía-alucinación; poesía-aluvión es desenfreno lírico, nominalista, que sólo puede provenir del lenguaje y su libertad. A la libertad del hombre por la libertad del niño, clamaban los anarquistas. Pablo Mora sabe que la libertad poética sólo es posible cuando el hombre percibe que su libertad individual puede ser alienación, manipulación, domesticación. Por eso su voz es la de todos los hombres que temen al exterminio del industrialismo y su costra de insensibilidad. El poeta vuelve a los orígenes de la palabra, como en Sumer y en Grecia, a la mitopoiesis, al vértigo delirante, al lúdico encantamiento, a la imaginación desbordada, a la intuición.
Ibar Varas (Chile)
En su estadía en las tierras limítrofes con el Brasil, su poesía evolucionó con nuevos matices, adquirió el temple del acero para crear los fulgores de la guerra, la impetuosidad de las lluvias tropicales y los misteriosos encantos nocturnales, transfigurándose su estructura vital en el insomnio que proyecta y dirige su destino existencial, en el insomnio que permite conversar con los dioses de la noche.
Rubén Darío Becerra (Venezuela)
A través de los cincuenta y cinco poemas que componen el poemario Asombro al descubierto, se nos muestra el poeta en un desafío a sí mismo, sumergido en la fe y en la esperanza, siempre primaria, con un depurado estilo, a veces sincopado, pero siempre con una pureza de expresión, en lúdica síntesis de gran fuerza espiritual y un idioma reforzado con vocablos de auténtica creación literaria. Por lo demás, Pablo Mora mantiene con fidelidad absoluta y cotidiana su carácter de poeta y como tal vive; es por eso por lo que su autenticidad lírica no deja lugar a dudas.
María Luisa Alonso (España)
Pablo Mora vive en la provincia del extremo occidental del país, el Táchira, Venezuela, mas cruzan por sus libros vientos universales, preocupaciones por la paz, por la guerra nuclear. Con un lenguaje turbador, lúdico en muchas oportunidades, sabe enraizar lo tipológico con la genuinidad. Los valores eternos del hombre con la tradición literaria de los Andes, amalgamadas inquietudes epocales con su circunstancia regional.
Lubio Cardozo (Venezuela)
Pablo Mora le canta a la Paz, que es una manera de denunciar la guerra, de combatirla más allá del simple miedo a la muerte… En Almácigo 4 En tiempo de guerra está presente la advertencia del bardo tachirense para quienes pretenden convertir al mundo en un horrible maremágnum de muerte.
Vladimir López Negretti (Venezuela)
Pablo Mora nos incita a la Paz, a la Justicia, a la Libertad, a la Vida. Entonces, la desesperanza es aparente: como la realidad cuando la oculta la niebla.
Ibar Varas (Chile)
Para Pablo Mora está destinado el triunfo. El triunfo que da la sinceridad con que se expresa, esa manera de comunicarse con el lector, original y profunda, humana. En el amplio abanico de sus manifestaciones es, de alguna manera, alguien que nos reconcilia con la verdad!
Delia de Horta de Merello (Uruguay)
El mundo cruje, la explosión voraz amenaza, el tiempo depende de la guerra, así se conmueve Pablo Mora, mientras enciende los semáforos de la Paz, advierte y desmenuza sus reflexiones esperanzadas. Oportuno su mensaje, dramático su grito.
Luis Ricardo Furlan (Argentina)
Cuarenta mil millardos de millas de hombres luz no es por cierto un poemario más del autor, es sencillamente un único poema dividido en cinco cantos triunfales —ora romance, ora delirio, ora clamor— que se hurta extrañamente de su repertorio. Poema con el cual honra en cada sílaba la negritud y la gallardía del África. Según su autor, la admiración por esa negritud, implícita en nuestra sangre y en nuestra alma, no es por cierto intelectual, sino un súbito infarto que reanima la memoria de un gen rebelde. He aquí un despertar volcánico, inmemorial, la invasión de un latir infatigable. África, ese lamento mudo, esa danza sin razón que ilumina y oscurece nuestra historia, es también alfa y omega de esta vertiginosa obra.
Freddy Ñáñez (Venezuela)
La poesía de Pablo Mora es el despertar del pueblo andino que se precia de ser lumbrera del sentir venezolano, trinchera en las luchas políticas y foro permanente en la retórica y las bellas letras. Pablo, como amigo, como poeta y como académico abarca un amplio dominio del intelectual, hecho para vencer las barreras, despeinar los nubarrones e imponer su voz cantante, allá donde su presencia es inexcusable. Pablo acaudilla la voz del escritor provinciano, a veces injustamente golpeado por irreverentes letrados de la metrópoli. Es un poeta fecundo. En él, la tónica social vence al lirismo pasional. La preocupación social, el destino del hombre actual, sale en primer plano. Pablo es un hábil sonetista, a través de este metro rescata del olvido a los hombres que impusieron su ideología al precio del sacrificio; pero también la vida del hombre y sus rastros.
Max Efraín Pérez (Venezuela)
Ha levantado su ódica sobre su corazón, su bondad, su humanismo, su exigencia. Compone con sus palabras desatadas, libres cual su desborde imaginativo, una lírica tupida, hermosa. Dona con sus versos una escogencia: su retante encuentro con el devenir cotidiano, hombres, sucesos, entorno, para compartir en sus páginas su alacridad o su desdicha. Intercalando a veces en sus estrofas versos de poetas amigos o lejanos rinde así su homenaje al canto mismo como obra colectiva del Dasein, bajo su eslogan “Poesía, Sociedad Anónima”. También, en algunos de sus opúsculos, retoma el hilo de la lírica de la georgicidad.
Lubio Cardozo (Venezuela)
Poesía, Sociedad Anónima, interpretando a Pablo Mora, en cuanto somos una sola voz quienes escribimos ahora conjuntamente con los que escribieron antes de nosotros y con los que escribirán después. Sociedad Anónimaque significa la solidaridad humana que todos tenemos, la posición de humanidad solidaria ante la espiritualidad de la especie.
Poesía, Sociedad Anónima, no sólo referida al presente sino también con trascendencia futura, entendiendo la Poesía como una especie de metalógica o metalenguaje o metaespiritualidad que está, como si dijéramos, dentro de la herencia de la especie, al interior de una herencia poética. En fin, Sociedad Anónima que significa la solidaridad humana que todos tenemos, la posición de humanidad solidaria ante la espiritualidad de la especie.
María Luisa Alonso (España)
Tu poesía es. Cualquier adjetivo (de los cuales abomino) la limitaría. Me impresiona.
Cristina Castello (Argentina) Rézame: Excelente jaculatoria.
J. M. Arbeláez (Colombia)
Reconcilia con los clásicos. En un entorno donde, habitualmente no se lee este tipo de poesía, a mí me parece un ejercicio y un esfuerzo por encontrar, medir, pesar las palabras y sus sonidos. Me ha gustado mucho además por la originalidad que hace de contrapunto al clasicismo de su forma.
Olga Muñoz (España)
Me ha encantado tu Ancha soledad. Tu estilo inconfundible nos dice mucho de la angustia del hombre por entender su papel y su destino. Siempre logras llamar la atención sobre estos temas trascendentales y difíciles de tratar. Tu prosa poética muy bien hilvanada. Me ha gustado tu texto.
Ildefonso Méndez (Venezuela)
Piedra Abril: Profunda elegía imaginaria, Pablo, en el espejo de un César Vallejo que siempre fue un referente de honduras. Un poema realmente bueno.
Luis E. Prieto (España)
Estimado profesor: Aunque luzca un tanto surrealista, he tenido la oportunidad de leerlo y de conocer sus escritos en las páginas virtuales de la revista Especulo, esa extraordinaria publicación de la Universidad Complutense de Madrid. Para mi sorpresa, descubrí que usted, un colega profesor de la U.N.E.T., institución a la que alguna vez fui invitado en la época en que yo era Director de Extensión Universitaria de la Universidad Simón Bolívar, era colaborador regular de Especulo; y que en algunos de sus artículos: “Esbozo de una razón poética” y “Leer es elegir”, entre otros, planteaba temas muy cercanos a interrogantes que, desde hace años, no cesan de acompañarme. Yo, al igual que usted, también contemplo el espacio académico como un lugar en el que la palabra de la poesía no debería estar ausente. Y yo, al igual que usted, creo también en que las razones de la academia no tienen por qué contradecir las razones poéticas que nombran la realidad de nuestro mundo humano… Siento que coincidimos en nuestras propias perspectivas ante los hechos humanos y las palabras; y que, seguramente, a usted igual que a mí, el vocerío hueco y pedantón de muchos colegas enfermos de especialismo: esa diferenciación de forzados cenáculos, puede hacérsele igualmente insufrible.
Rafael Fauquié (Venezuela)
Pablo Mora, el orfebre de la palabra, el capitán de la poesía, el artista que devela al hombre sencillo que lleva en su ser, tatuado de rimas, métrica y libros, es capaz de ahondar en el cotidiano vivir para salvar la esperanza y denunciar la desesperanza en cada una de sus obras, entre rasguños poéticos y trajines cotidianos. Pablo Mora vive, sueña y crea. Entre páginas de tinta se escucha el cabalgar de la poesía viva y de verso en verso se descubre al autor, quien con voz de tenor acaricia el acento humano del poema inmortal. Abstraído del mundo, para alzarse en alas del tiempo y de una imaginación pródiga. En sus manos un leve temblor acompaña el índice hacía su creación, mientras entre pausadas y rápidas entonaciones habla del hombre que sucumbió ante el mágico universo de la poesía.
Susana Moncada (Venezuela)
Las palabras del poeta Pablo, son palabras que tallan su lenguaje hasta el asombro desde la muerte hasta la lumbre, desde el almácigo hasta la profunda intemperie de quien lleva el sol en los ojos. Pablo, acumulas la mayor cantidad de eternidad posible en el tejido de tus voces, en el fuego que urdes trama a trama con el llamado de las diosas, una vez más y por siempre, realizas tu oficio de diamante en el ejercicio de la vida viva. Todos sabemos quién eres, mientras tú lo descubres íngrimo y solo después de entreverar el verso con la esencia.
Jazmín Sambrano (Venezuela)
Tu paciente trabajo alfarero moldeó al fin los guijarros de las palabras hasta convertirlas en recinto de una razón poética. Síntesis diluviana de las infinitas razones por las cuales el hombre decide, una madrugada cualquiera, trastocar los vocablos que le fueron entregados para ordenarlos al compás de su desesperanzado corazón. Pero labranza también del poder de la palabra, cuando sale al aire puro de las mañanas a ver si ha germinado su siembra persistente de flor. Recorrido a contrapelo, desde todas las aristas de un cristal que aún está en formación. Travesía en tormenta de un bajel empeñado en echar peces a la mar. Razón que no sazón, que atañe más a ese oficio diario de aliñar abecedarios, con gajitos de suspiros, para llenar con ellos un azafate de pan de jobo.
Razón poética porque invoca, desde las honduras de los pozos, o desde el vuelo de un azulejo, ese deber de recomponer el lenguaje para que hable otra vez la lengua del hombre, recupere su condición alquimista, su contenido de pólvora, su esencia vegetal. Expediente y código, señuelo y llamarada. No es un texto para solazarse en la palabra, sino para irrumpir en la lámpara del alma, para apacentar alumbrajes que no sombras. Para hacer de la razón poética la gramática del hombre.
Ojalá, Pablo, nadie las encierre en las cercas de una página, o las convierta en simple melodía que se entona en los atardeceres. Ojalá se disperse y se esparza en la cuenta abierta de la humanidad, en la sociedad anónima del hombre, en el contrato a tiempo indeterminado con la esperanza, el porvenir. Que tome las rutas de las aguas, los aguaceros, los vendavales, hasta trastocar la lengua que incomunica, la que espanta, la que empuña la muerte, la que se sacia en la miseria, se aposenta en el dolor. Y haga de la razón poética el mágico engranaje que abra las compuertas de la vida represada, hasta hacerse combustible de los tiempos que serán. Cuando la palabra se distinga por el acento de su ritmo, el color de su paisaje, el sortilegio de su musicalidad, y abrirla sea como acampar en un recinto de mieles, un huerto de pomarrosas, un eterno almácigo de amor.
Mery Sananes (Venezuela) Prólogo de “Palabra insomne”
Pablo Mora, poesía de Azul y tierra. Yo elijo su palabra como se escoge un puñado de semillas, cara al cielo. Es uno de los más grandes poetas de esta América doliente y "anhelada" por el Hitler 2004 de la América imperial. Su palabra es himno al Absoluto por cada ser y por todos los seres. Por una Humanidad en siempre alba.
Cristina Castello (Argentina)
Poeta y amigo Pablo Mora: he abierto tu hermosísima página web y me he dado cuenta que sabes obtener el más grande y luminoso éxito que ha dado al hombre este recurso del ingenio y la sabiduría universal. Tu página es bella, muy bien y poéticamente confeccionada. Es un extraordinario panegírico de la poesía. Es sencillamente hermosa, para usar uno de los más comunes adjetivos de Fray Luis. Le enseñas a la gente que en verdad el poema es el alma de la tierra, de esta tierra donde estamos, sufrimos, amamos, lloramos, pero donde tenemos el inmenso privilegio de leer un poema. Leyendo tu página me he trasladado a "El Diamante", la magnífica estancia de tus mayores, refrescada por los sauces altivos, protegida por las recias barandas donde se empataban rosas, azucenas, bellísimas, claveles y helechos. La música de tu página me hace recordar que al norte está la sonoridad espumosa del Quinimarí, y al sur el rumor de la quebrada misteriosa, llena de recelos, pero que en sus aguas rodantes va hablando de misterios, fantasías y cosas ocultas. Tu página es muy pedagógica para quienes nos atrevemos a decir y aceptar que el mundo no pudiera existir si no existe la poesía, a lo Gustavo Adolfo Bécquer.
J.J. Villamizar Molina (Venezuela)
Escribe para la prensa como auténtico escritor. Sabe manejar su pensamiento y, en consecuencia, sabe sacar como debe ser siempre la pluma. Pablo Mora sabe leer y, porque sabe leer, naturalmente sabe escribir bien. Lo mismo en la crónica que en el ensayo, y lo mismo en el ensayo que en la crítica y en el poema. Pablo Mora es escritor, pues, y es poeta.
Pedro Pablo Paredes (Venezuela) Pablo Mora, es una voz y todas las voces, nuestras voces.
Cristina Castello (Argentina)
Palabras antes de las palabras
Entendemos que la Poesía y la Crítica son dos movimientos convergentes desplazados en el tiempo. Al acto creador, responde la voz del crítico, que no es más que la de un lector responsable, quien toma las armas del intelecto conmovido, sacudido por el choque con la palabra ajena que comprende suya instantáneamente.
El gran descubrimiento —un descubrimiento al que solo algunos pocos tienen acceso— es que las palabras que recogemos de los textos son nuestras, siempre han sido nuestras. Son reconocidas, en un acto de desvelamiento, de sacudirse el polvo del desconocimiento, como propias.
El acto final, la mística final, es la comunión total y absoluta entre creador, palabra y receptor. Esta fusión rompe las barreras a través de la profundidad emergente del acto comunicativo, en el que las distancias se anulan y el espacio de la comunicación se hace tiempo denso, instantaneidad del tiempo recuperado, de la existencia reencontrada.
El Creador se hace tal en la Palabra. El Lector se hace Creador en la Palabra. Y la Palabra hace creadores a ambos en la explosión de la Belleza-Verdad.
Esta Trinidad sin misterio es la que permite navegar por los mares de la historia poética reconociendo como parte de la Patria olvidada cada fragmento de belleza que se encuentra diseminada por las obras y las palabras de otros.
Somos Ulises; regresamos a la Patria de la Belleza navegando por mares de experiencia, vivencias necesarias para comprender-reconocer nuestros destinos en los augurios que nos interrogan en cada encuentro poético.
¿Por qué siempre escucho mi voz en la Belleza? ¿Por qué me asaltan como recuerdos tantos pasajes hermosos escuchados por primera vez? Porque la Poesía me hace crecer, me hace avanzar hacia un destino interno que se me hace reconocible en cada transformación, en cada etapa de mi propia y necesaria metamorfosis. Solo cuando estoy preparado para reconocer la Belleza, ésta me asalta.
Golpes de Verdad y Belleza son los que hacen girar la ruedas de la vida; impulsos de reconocimiento en la Palabra del Otro que se me ofrece como espejo. Hermandad estética; fraternidad de la vida.
¿Quizá la Belleza inicial del Universo explosionó llenando cada ínfima partícula de sus efectos? Puede que la Ley General que rige el movimiento del Universo, la Ley del Todo, sea la que logre restituir la armonía perdida y que, finalmente, el Universo al completo estalle en un schilleriano coro de voces surgidas de todos los rincones. ¡Alegría!
Y rebeldía...
Sí, Belleza que sacude, que hace evolucionar y revoluciona. No más parálisis estética. Poesía dinámica; poesía como la vida: movimiento. Poesía-impulso, energía que ayude a salir del sopor, del letargo, del olvido, de lo inhumano.
Quizá se necesite una nueva ciencia, la Poiesología, para comprender estos movimientos que son del Alma, de los Pueblos y de la Historia.
Los que se acerquen a estos textos del Poeta y Profesor Mora deben estar preparados para un viaje intenso, conmovedor. Un viaje que traspasa al lector la percepción del conjunto. Una escritura que busca el mismo efecto que la pincelada impresionista: que la sabiduría de la mirada realice la fusión final.
Los textos aquí reunidos nos piden que mantengamos con ellos la misma relación dialógica que el autor ha mantenido con la Poesía: encuentro metabólico con la Palabra.
La auténtica Crítica es también Creación. Solo es posible en el Diálogo, en un encuentro de tú a tú. La Crítica no juzga la Obra real; convierte el encuentro en fecundo diálogo. La verdadera dimensión de la Obra de Arte está en su capacidad para hacernos hablar, para que venzamos la tentación ponzoñosa del silencio.
Creo que Pablo Mora estaría de acuerdo conmigo en señalar que el camino de la Verdad poética, esa verdad especular que nos enfrenta a nosotros mismos en los versos del Otro, solo es accesible por los senderos de la epifanía, como un destello que nos reconcilia con el Otro y nos funde en el abrazo simbólico del reconocimiento de la debilidad y la grandeza humanas.
Joaquín Mª Aguirre Romero
Universidad Complutense de Madrid
"Palabras antes de las palabras" (Prólogo), en Pablo Mora: Poiesología, Fondo Editorial UNET (Universidad Nacional Experimental del Táchira), San Cristóbal (Venezuela), 2005, pp. 5-6. ISBN: 980-6300-19-X
En el verso automático nunca hubo tanta profundidad y belleza, tanta universalidad y tanta rareza. Pablo Mora logra mantener viva la perseguida espontaneidad dentro de los límites (nunca unívocos) del poema, en él podemos hablar ya de una poemática al servicio de lo maravilloso. Todas las formas literarias de las que ha sido capaz sucumben a los estertores de su genuina voz. Es un músico siniestro, una canción atea que castiga la palabra con la percusión infatigable de su fe. Ante el ritmo frenético de sus versos uno logra ver, como si se tratase de un espejo, las dos caras del asombro. Sin duda alguna con él se rompe el mito generacional, el porvenir es más suyo que nuestro: Pablo lo apuesta todo, vive la poética de un azar deslumbrante, cada libro anuncia otro, un futuro vigor. Su mayor hazaña, en un mundo en llamas, fue haberle erigido un altar al hombre.
Freddy Ñáñez (Venezuela)






Poesía en Venezuela







Poesía en Venezuela

Autor: Antonietta Valentina Bustamante Publicado en: Marzo de 2008


Hablar de Venezuela en el ámbito poético es trasladarse a siempre. Pero debemos comentar nuestro tiempo presente, ya que la historia literaria venezolana es muy extensa. Obviamente, haciendo remembranzas en algún momento de quienes han marcado pauta o han influido en nuestra poesía; porque en esta tierra colorida, además de un paisaje espléndido, también tenemos herencia plural e influencias tanto del viejo continente como de los grandes escritores de nuestra América.


Pablo Mora


Haciendo un breve repaso con el genial Pablo Mora (Premio Libro Poesía 2005 con la obra “Sombra Antigua”), al respecto, encontramos una extensa información que no es posible resumirla en un folio, por lo tanto, nos hemos limitado a resaltar aquellos aspectos más relevantes. Pero detengamos la mirada un instante en este hombre del mundo de las letras, quien es poeta, ensayista, periodista y profesor universitario. Es uno de los escritores más representativos en el país. Por ser quizá el poeta más comprometido con “el acontecimiento”, cada uno de sus libros hace parte de la evolución literaria del verso tachirense. Mora perteneció a la generación de la Cueva Pictolírica (1969), y al Taller literario Zaranda (1980); su adhesión a la generación Almada (2000) lo reafirma como un patriarca de la vanguardia local. Es de los pocos escritores venezolanos publicados reiteradas veces por la Universidad Complutense de Madrid.


Pablo Mora es además un incansable cultor de la poética local y universal: sus ensayos sobre Manuel Felipe Rúgeles, Rafael Guerrero y Beroes dan cuenta de ello y aún más su trabajo como editor en la página Web poesía.org, verdadero santuario del poema. (Tomado de Catálogo de Autores) “Fue la palabra mi plural oficio. Inocencia feroz de la costumbre de ir entre la sombra de los sueños soldando la armadura de los ríos. Fue la costumbre de la insomne urdimbre, antigua sombra de la fértil siembra, ventana al descubierto, asombro, enigma, al borde del crepúsculo en peligro. Italia, aldea y sombra ya me dejan, el silencio, los pájaros, los ciegos, los zaguanes dirán que no me vieron. Capricho, noche y Borges ya se alejan. Muy descaradamente perniciosa mi vida es una fuga repentina”. (De Sombra antigua).


Traemos a propósito la figura Tito Núñez Silva, quién es oriundo de Maracaibo (Selección Poética 1966-1998) con quien Mora comparte el premio antes mencionado.:
“La poesía es panella alimenta el corazón de los ricosy de los pobresAquellos lo han olvidado en abundanciasLos otros la buscan en sus sagradas irasLa poesía es viento y el viento cantaA veces palabra y la palabra habla” Dice el poeta Pablo Mora que no existirían los “pablos y los titos”, si no hubiesen existido Blas de Otero (español), Miguel Otero Silva (venezolano, de la generación del 28), Pablo Neruda y Cesar Vallejo, principalmente.
El colombiano Gonzalo Arango, marca una pauta para los poetas de la corriente “Poesía Experimental”, así como el chileno Nicanor Parra (antipoesía). Venezolanos de estas corrientes poéticas, como José Antonio Yépez, barquisimetano, dice: ”El poema, más que partir del silencio, aspira a él. Habría que agregar todavía: Los poemas más perfectos han sido escritos en la proximidad o sobre esos fondos de los silencios”. Así como comparte que la mejor poesía la tiene la tierra, el indígena. (Véase Verbigracia)


Así pues, haciendo un vuelo rasante, sin ahondar, encontramos a Rafael Cadenas, quien es poeta y ensayista, también oriundo de Barquisimeto, Estado Lara.
“Vives piel adentro.Ignorasque sersignifica: alcanzable”


Rafael Fauquié


Rafael Fauquié, quien nace en Caracas y dice: “Creo en una escritura viva, dúctil, incluyente; asociada a elasticidad y ligereza, a ritmo y concisión; escritura suelta y ligera, capaz de acercarme hacia todas las interrogantes y a todas las continuidades; escritura libre que, libremente, diga. Creo en la levedad necesaria de una escritura alada y fragmentaria que no tema ni a la errabundez ni al silencio; que nombre las palabras que he ido aprendiendo a decir en mi caminar, las que me acostumbré a pronunciar junto a las rutas recorridas, las que dibujé al lado de mis huellas y en medio de mis énfasis. Creo en una escritura incesantemente móvil; viajera como el pensamiento, jalonada de múltiples y efímeros hallazgos. Creo en una escritura de gestos suspendidos, de revelaciones perpetuadas en un diálogo interminable. Creo en una escritura convertida en hilo conductor de mi camino, que rehuya toda idea de conclusión; y que no pierda nunca su imaginario de larga cadena de significativos añadidos, de cambiantes comprensiones, de siempre renovadas convicciones” Destacar la importante figura de Eugenio Montejo, en el ámbito latinoamericano, quien evoca el sensualismo, la poesía infantil. Ganador del Premio Nacional de Literatura 1998.


Todo estos últimos tres mencionados, con una notoria influencia de los españoles José Hierro, Juan Ramón Jiménez y José Ángel Valente (inspiradores de la actual poesía venezolana).


Guillermo Sucre: Nacido en Tumuremo-Venezuela, 1933. Poeta, Profesor de literatura hispanoamericana en diversas universidades, es autor de ensayos literarios (Borges, el poeta, 1967; La máscara, la transparencia, 1975) y poemarios (Mientras suceden los días, 1961; La mirada, 1970; En el verano cada palabra respira en el verano, 1976; Serpiente breve, 1977; La vastedad, 1990). Ha traducido a André Breton, Saint-John Perse, William Carlos Williams y Wallace Stevens. José Antonio Ramos Sucre, poeta venezolano, nació en Cumaná, estado Sucre el 09 de junio de 1890; murió en Ginebra el 13 de junio de 1930, "víctima de su propia soledad".

Olvidado durante algún tiempo es reconocido y admirado internacionalmente a partir de la década de los cincuenta. "Los críticos de su época lo habían definido como un poeta cerebral, impermeable a las respiraciones de la vida, y por tanto, condenado a la creación de paisajes irreales o abstractos. Sus textos permitían adivinar, sin embargo, detrás de un sutil enmascaramiento, una historia de soledad, neurosis y desinteligencia con el medio." "...Siempre será necesario que los cultores de la belleza y del bien, los consagrados por la desdicha se acojan al mudo asilo de la soledad, único refugio acaso de los que parecen de otra época, desconcertados por el progreso..."
La búsqueda calmada de Carmen Verde en Mieles (2003), es la restauradora del bienestar interno, de la piel, de la poesía que se va estructurando en el tiempo. Autora de “Mieles.
Así pues sigue esta tierra pariendo hombres y mujeres de letras, como dice la escritora Luisa Futoransky, argentina, sobre la poesía:
“El pescador conoce de aparejos, sedales, tanzas,cañas, anzuelos y plomadas.El pescador sabe devolver al agualas palabrasque no sirven”
Venezuela es un país poblado de pescadores, definitivamente…Para terminar, existe actualmente un número bastante elevado de poetas, noveles, que están recorriendo el mundo y esta misma tierra, realizando trabajos interesantes, ya que debido al escenario actual, se da pie al movimiento de poesía social y antipoema. Trabajos interesantes se encuentran hoy día en la red, donde las fronteras han sucumbido, gracias a la tecnología. Ya no podemos hablar de nacionalidades, pues el poeta a mi criterio, es, ciudadano del mundo.


Bibliografía y sitios Web de interés:http://artespoeticas.librodenotas.com/corrientes/








viernes, 11 de septiembre de 2009

Entrevista a Pablo Mora






Entrevista a PABLO MORA


¿Qué es para usted la poesía?


La poesía es un acto de fe en el hombre, en la palabra y en la vida. Sorprenderse, extrañarse, asombrarse. Un instrumento para transformar el mundo. Experiencia de vida. Momento de liberación, individual y colectiva. Un destino. Un asombro que se pasa a limpio. Un renglón que se le añade al mundo.Ser poeta es estar dispuesto a la vigilia. Estar de guardia. Buscar la luz. Navegar hacia adentro del asombro. Acompañarnos con un pan en la mano y un camino en el pie. Saber el tamaño exacto de la pena. Conocer el lado oscuro de la rosa y la terrible majestad del pan. Volverse vagabundo, apoyar las palabras sobre la sangre, arrestar al viento, al sol, las mariposas. Inventar ratos, penas, alegrías y tardanzas. Echar un vistazo al mundo. Ponerle trampas a la muerte. Infundir a los hombres un hambre ardorosa e insaciable de belleza, entusiasmo y libertad.Inmerso en su impotencia, atento a la razón del tiempo, en busca de la medida humana, de su propia medida, el hombre, en su vertiginosa aventura, descubre la dimensión poética, creadora, que lo define, asiste y obliga a inventarse cada día. Medida de todas las cosas, en su permanente necesidad de proyectarse, a través de su vocación existencial, apela a la creación espiritual, a la poesía, como un acto de fe en sí mismo, en la palabra y en la vida. Al pie de la derrota y de la muerte, enarbola la esperanza, se reinventa en la poesía, puente de comprensión y solidaridad tendido de hombre a hombre, de pueblo a pueblo. Accionista de la nueva, antigua, eterna Poesía,Sociedad Anónima, con el poema —alma de la tierra— camina tras la nueva aurora.


Evocando a Mery Sananes: “La poesía, si vamos a su esencia, tiene que ver con esa condición de ser hombre, que aún no alcanzamos. Poesía es vida. La vida de una humanidad que da vida al hombre y que no lo sepulta. Verso es todo suspiro que el hombre deletrea ante aquello que lo conmociona y asombra. Poema es el vivir del hombre cuando no hiere de muerte la vida. Algo que transcurre anónima y silenciosamente, como el crecimiento de una planta, la combustión de una estrella, el paso de la neblina a la llovizna. No ha nacido aún el hombre-poesía. Aún no hemos llegado a ese estadio del hombre en el cual se hace hombre-poesía de verdad. No es que nazca un poeta, es que de pronto en ese corazón, la poesía que está en cada uno de los habitantes de este planeta, se vuelve verbo en su garganta. Y nace un poema, que no es hechura de un hechizo, sino laborioso andamiaje de un sueño colectivo que adquiere el arrebol de un atardecer único e insustituible. No se trata de convertirnos en poetas sino de avanzar hacia la condición de ser hombres.”


¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas, sus premios, su actividad literaria?¿Cómo se reveló la poesía en mi vida?


Tal vez, el día que de casa me dijeron: ve por el camino, tan sólo encontrarás algunos duendes; mientras en busca de esos duendes ando todavía. Lo cierto fue que comencé por cultivar almácigos cabe la sombra de los guamos memoriosos de mi aldea. Almácigo llamé al primero de los sueños que pasé a limpio. Y así a mis seis primeros sueños. En homenaje al arbusto sabeo que nuestra fecunda zona viste de jazmines. Semillero, en la esperanza de que algo el tiempo salvaría de aquella siembra. Era el tiempo del despertar al infortunio desde la comarca de la infancia, desde el útero feliz de la campiña. La aldea dichosa que de antiguo requería el milagro del canto mañanero.De pronto llegó la noche insomne. Ante la escalofriante letanía del dolor humano, la cósmica plegaria, la bienaventuranza nueva, la meditación en el desierto en busca de la tierra prometida. El ansia de la Paz, la solidaridad, el sueño, la utopía, la pazpoesía. Hasta que nos sentimos en asombro, al descubierto, a coro en el asombro, capturando instantes, tristumbres, arrecheras, oquedades, lanzando pompas de jabón a los caminos, convencidos de que el asombro es la mejor forma de lidiar la muerte.Ahora, mientras la madre mira desde la lejanía, la sombra antigua que a las costas de la divina antigüedad nos ata. Mientras el mundo se desvive entre galácticos presagios y alientos de hecatombes, construimos nuestra trinchera, desde donde disparamos, a diestra y siniestra, contra obnubilados y díscolos, con la más convincente de las armas, el verso. Soldados de la Paz, disparamos nuestros versos contra la guerra.



¿Cuándo empezó a escribir? ¿por qué?


Empecé a escribir desde el vientre de mi madre, cuando comencé a conocerla en su sonrisa. Cuando me supe, libre, entre los hombres. Cuando, huérfanos, los hallé de todo goce; cuando gritaba la belleza en la montaña. Cuando la guerra tropezó conmigo. Y la locura se guindó de mi mochila. Y el grito definió mi acento. Irreverente o no, ahora lo confirmo:


HICIMOS LA MOCHILA......................y nos volvimos vagabundosApoyamos las palabras sobre la sangreCargamos los dados en la apuestaArrestamos al viento al sol las mariposasSupimos del alma del silencio................ de la piedra que alguna vez fue estrella........................ del sagrado terror de la locuraFuimos un retrato del alma de la tierraDejamos pasar la noche por encima de nosotrosmientras las islas no se cansaban de bañarseNos hicimos a la lluvia.... Matamos la tristumbre
.... Rompimos alfileres paraguas y repisas.... Inventamos ratos penas alegrías y tardanzas.......Echamos un vistazo al mundo........Nos provocó quedarnos solos en la tierra............... Faltó ponerle trampas a la muerte



¿Cómo definiría a su poesía?


¿Mi poesía? Una forma o fase de la luna de mi aldea. Un almácigo que se quema al sol. Un coro en el que canta un insomne. Hacer caber a Dios en un dedal, al sol en el ojo de una hormiga, al mar en los labios de una perla o al universo en una gota de rocío. Un deseo de arrear la luz. Querer encontrarle al silencio su guarida.Pareciera maldición o bendición, ese estado fundamental de vida. Lo cierto es que uno logra que lo oigan las estrellas. Sabe que una piedra es un pájaro que ya no vuela; que el hombre es un gran dolor en viaje. Conoce del reverso de las cosas y la vida. Se convence del poder de creación de la palabra. De que habrá de haber lugar para la poesía si no quieren pueblos y hombres sucumbir. Y, viéndolo bien, nada pierde.


¿Qué autores influyeron en su poética?


En vista de que la vida nos hizo desembocar en el reino de la Poesía, el mayor contingente de libros que hemos almacenado giran alrededor de esa doncella tierna y en extremo hermosa, limpia como el agua clara que es ella, en decir del Gran Cervantes. Y, así, La Obra Poética de Jorge Luis Borges, al lado de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, encabezan el desfile. Muy cerca del Itinerario Poético de Gabriel Celaya, quien nos convenció desde hace días de que Poesía, Sociedad Anónima es y ha de ser la Compañía real de todo el conglomerado poético de todos los tiempos, en la obra colectiva y anónima, transformando y creando conciencia impersonal. De reojo y de rondón nos miran los Libros de Poesía, de Juan Ramón Jiménez, que de por vida nos han acompañado acá y más allá del oceánico charco. La Obra Poética Completa de César Vallejo pide a gritos que la recordemos. Las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo, de Rainer María Rilke, a las costas de la divina antigüedad nos atan. El Libro de Oro de la Vida, de L. C. Viada y Lluch con sus pensamientos, sentencias, máximas y proverbios nos ha sacado de más de un aprieto. La Poesía Ignorada y Olvidada, de Jorge Zalamea, Premio de Ensayo de la Casa de las Américas 1965, uno de los mejores regalos que la vida nos ha deparado.Olvidábamos, en este inventario, señalar: 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, de José Carlos Mariátegui, Revolución y Belleza, de Ludovico Silva, Costado Indio, de Gustavo Pereira y Obras Completas de Víctor Valera Mora.Mi poesía que proviene de la Generación de los sesenta, cuando el fusil le dio su mano al verso, temprano se consiguió con Goethe, Neruda, Vallejo, Whitman, Miguel Hernández… Allen Ginsberg… Edoardo Sanguinetti, Ungaretti, Montale, Quasimodo… Maiakowski, Rimbaud… Alberti… Gonzalo Rojas, Roque Dalton, Roberto Fernández Retamar, Juan Gelman… Gaitán Durán, Cote Lamus… Y paremos de contar.



¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?


Asombro, imaginación, descubrimiento, encuentro, convocatoria, rebelión, revelación, libertad de vuelo, la poesía, antes que contar con una esencia única, se fundamenta en una búsqueda de la verdad-belleza fincada en una vivencia personal, a la luz de una praxis cimentada en un colectivo, ofrecida como testimonio creador. Ponga la atención en sí o en el colectivo, a partir de su interioridad en el común misterio, dentro de una perenne vigilancia, el poeta da cuenta de lo que siente, vive, medita o ve.Poesía revolucionaria o social —el nombre no importa (política, civil)— sustantivamente es expresión literaria y adjetivamente realidad social. Es arte, ciencia y técnica, que conllevan un profundo mensaje humano. Una literatura que sobre su finalidad característica —la búsqueda de la belleza— persigue otra: la de tocar muy de cerca la sensibilidad popular. Ahora bien, para que se dé esta poesía, cabalmente, se requiere un artista de genio, un creador pleno. De resto, se expone a dejarse llevar por el soporte —la realidad social—, olvidando su papel de recreador de la belleza. De ahí que sean pocos los elegidos. El campo atrae, pero sobran los versificadores y faltan los poetas, los poetas de hecho. Tanto es así que de encontrarnos frente a un verdadero poema social, éste no ha de tener ni fecha de emisión —de nacimiento— ni de defunción. Estaríamos frente a la eterna poesía: la que resiste a los siglos por su mensaje. Hasta un poeta griego antiguo mantendría, así, la vigencia, hoy: Tirteo. Diríamos que mientras exista un Vietnam o un Iraq sobre la tierra, existirá la poesía y poesía social.Para Ludovico Silva, así lo sostenemos, la belleza es revolucionaria. De este principio debe nutrirse la teoría del socialismo. Ya Rimbaud sostenía la proposición de que “el porvenir será socialista”. Todo arte verdadero per se es revolucionario, independientemente o más allá de su contenido ideológico-político, si es que lo tiene. Toda revolución artística genera una transformación y una expansión de la sensibilidad humana y de la conciencia del hombre. El socialismo tiene que presentarse como una nueva sensibilidad, como un desarrollo libre de la conciencia, como la emancipación estética del hombre; en definitiva, lejos de toda plusvalía ideológica, como la emancipación de la “alienación universal”. De donde Belleza y Revolución ha de ser permanente bandera de combate.


grabar el sueño entre los árboles
desentrañar los secretos al asombro
estar en el centro de la vida de por vida
tener mucha imaginación para ver la realidad
asumir absurdos enigmas laberintos y zozobras
perpetuar la gloria del mundo en un grano de maíz
mantener la espada en la trocha que corresponda abrir
compartir la luz al mismo tiempo que la noche oscura
encender lámparas en el túnel de la infamia enloquecida
empuñar las manceras del arado en el lugar apropiado
en el momento apropiado y en la circunstancia apropiada



¿Qué poema elegiría usted si tiene que optar por uno en especial? ¿Por qué?


Uno mío, del huerto propio: Librémonos, porque la Libertad no la conoce el hombre todavía. Del cercado ajeno: Le bateau ivre de Rimbaud, donde se (de)muestra cómo sí es posible la construcción de una nueva sensibilidad, el futuro Vigor enarbolado por el Gran Vidente.¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?Procuro que las palabras recuperen su desnudez: Que cada palabra lleve lo que dice./ Que sea como el temblor que la sostiene./ Que se mantenga como un latido. (Rafael Cadenas, Venezuela).Persigo, me propongo dar con un verdadero espacio verbal en sintonía con un genuino espacio temporal ideológico.La emoción, la palabra y el contexto sociopolítico-ideológico han de entrecruzarse, encajar en todo lenguaje poético.


¿Para usted se nace o se hace escritor?


Se nace y se hace. A punta de sudor, coraje y júbilo. A punta de vigilia permanente.



¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este bello camino de la PALABRA?


Cree en la locura de los pájaros, en la fresca escarapela de las sombras, en el risueño misterio de la tarde. Cree que jamás la canción tuvo punto final, que la existencia no es más que un plagio y que los poetas escriben las mismas cosas con uno que otro colorido. En esa continuidad profunda que, de siglo en siglo, traspasa de poeta en poeta; que sólo existe un poema y un poeta y hasta una sola palabra para quienes existen, existieron y existirán. Cree que “nuestra poesía no es nuestra, la hacen a través nuestro mil asistencias, unas veces agradecidas, otras, inadvertidas.” Cree en la POESÍA, SOCIEDAD ANÓNIMA. En que nadie es nadie, salvo nuestra salvación en la obra común, en el canto coral que ilumina la esperanza. Cree que nunca estás solo. Solos, no somos nada, nadie; juntos, inmortales. Cree en la obra colectiva y anónima, aún en ciernes, transformando y creando conciencia impersonal. Parte del sueño de una corriente eléctrica que eternamente fluye, y que ha de convertirse en realidad gracias a una superconductividad, apuesta al saber, al diálogo, a la liberación, a la completitud creadora. Apuesta al hombre, a la palabra y a la vida. Apuesta al sueño y al regreso. Al juego, al abrazo y a la danza. Sobre todo a la revancha. A la esperanza desnuda. Al orgasmo del mundo que hace cauce. A la belleza que se expande.¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?¿Por dónde comenzar? El reino editorial, acá y allá, no conoce todavía del marketing. Menos lo conocen los poetas. La poesía, desgraciadamente, pareciera ser para elegidos. El mundo, en cambio, que fue para llegar a ser leído —tolle, lege— nos convoca al legado de todas las lecturas. Quien vio, anduvo y leyó, deberá —testigo en mano— traspasar el hormigón de sus lecturas, su asombro, su cosecha, en sueño, en teleescritura-teleliteratura eternas.


Si tuviera que recomendar un libro de poesía, prosa, cuento, novela etc. ¿Cuáles recomendaría?


Oeuvres de Arthur Rimbaud (La Pléiade – París). La Poesía ignorada y olvidada, de Jorge Zalamea. Premio de Ensayo de la Casa de Las Américas.


¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, ñusleter, blogs etc?


Creo que, a partir de una Inteligencia Colectiva, vamos tras la vivencia e implantación de la Poesía, Sociedad Anónima.Día a día, estamos haciendo de la promoción de la poesía y la literatura en general un culto, donde surge la enorme posibilidad de crear Sociedades Anónimas Globales. Como la proyectada a través de http://www.poiesologia.com/ visitada por casi 500 mil personas.Estamos yendo tras una Cuenta Abierta Virtual compartida, en la que tendrán cabida las ideas, propósitos, reflexiones, asombros y ocurrencias de quienes accedan a la superautopista de la información.Viabilizaremos, así, el polivalente feedback de que disponemos, inmersos en las bondades del ciberespacio, en el orbe comunicacional de Internet. A flor del espejo del alma de la tierra, del múltiple espejo cibernético, continuaremos navegando, internavegaremos, a sabiendas de que "la esperanza es un escuchar la melodía del futuro", la única que nos dirá cuándo, con qué fuerza, de qué modo asumir nuestro destino, desde estas soledades sonoras de los Andes hasta las azules somnolencias de los Alpes; desde las galopantes regiones esteparias hasta los calcinantes sueños de las cálidas arenas; desde las septentrionales águilas nevadas hasta las vallejianas resonancias de las quenas; desde los espejos enterrados del alma hasta los confines donde, tal vez afuera, lejos de la tierra, titilen las estrellas.Todo porque sabemos que los siglos no se nutren únicamente de los acontecimientos determinantes de lo político, lo económico o lo productivo. Más allá de ello está la magia verbal, el maravilloso mundo del Verbo latente. Por eso el siglo XXI es también el de los vínculos verbales bellos y estéticos, el párrafo inicial de una larga conversación del hombre con sus esencias y la costumbre de admirar el vuelo supremo de los textos que le hablan al oído para contarle que todavía tiene muchas oportunidades sobre la tierra.Entendiendo por internautidad la posibilidad de que dispone el hombre de hoy para intertextualizar sueños, verdades y esperanzas con miras a configurar la clave de lectura que requiere nuestro mundo de cara al porvenir. Gracias a la interactividad, seremos capaces de crear el nuevo texto que a gritos reclama el peregrinaje, la trashumancia del hombre camino a las estrellas. La internavegación a partir de una lectura instantánea, globalizada, compartida, equivale a una verdadera posibilidad de democratización del saber, del pensar y del crear.Compartir internáuticamente equivale a establecer una Sociedad Anónima, una Cuenta Abierta, gracias al hombre-poeta, accionista mayor de la esperanza y la utopía concretas. Es dar rienda suelta al sueño, a la nostalgia, al insomnio, en búsqueda de un claro de tierra para la angustia creciente de un paraíso, a punto de esfumarse en esta enésima oportunidad de la informática, la telemática, en medio de esta vigilia creadora cuando a fuego lento se decide la definitiva solidaridad o soledad del mundo. Cuenta Abierta que intenta establecer un lugar para la animación, reflexión y creación de líneas maestras ideológicas, poiesológicas, que nos permitan confirmar que somos Hijos del Mañana, con nostalgia de futuro, hoy, cuando la derrota, el descontento, el desengaño, se han enseñoreado sobre cada hombre y cada pueblo.



Por último ¿Quiere usted agregar algo?


Ay del que piense que puede la poesía ser entendida. Sombra antigua puede ser la más cercana y almácigo el horizonte más sentido. La queja de mujer sobre la arena, el grito del hombre frente al mar o el mar en fuga apenas. Escuchar vivir la muerte, el soñar de la cigarra en celo. Las armas de la noche, los ángeles en vela. El oleaje, una mujer que sube y llega. La paz de las aguas, la gaviota en guerra. Sabor de virgen en la amante, el agridulce en cierne. Costa desierta, el viaje que regresa. Antigua costa, el limo original de lo viviente.Ay de quien piensa que la poesía entenderse pueda. La sombra de la llama, el corazón de pie. La loca sombra, la última sonrisa. La embestida del rayo, el arribo del amor. Soledad sonora, claridad candente. La del pájaro en el árbol lluvia al hombro. Dulce rosa, la canción del desvelo. Risa grana, unos ojos verdes. Campo sin nombre, el desierto corazón. Mayo crudo, en acecho un almendro. Sueño del agua, rosa del cielo. Alma bien podada, una flor mujer. Rosa desnuda, tú en mi cuarto plena. Mujer desnuda, el alma en noche encuandecida. Verdad desnuda, quedarse eterno, muerto. Desnuda estrella, la costa del ocaso. La desnudez, la gracia, el agua, el alma.Ay de aquel que piense que la poesía sea entendida. Viento ardido, el sol rosa y puro. Viento alegre, el canto del riachuelo. Manso viento, el alma en pena. Viento de amor, la maravilla que se tiene. Torre abierta, el mundo en sueños. Placer eterno, la noche de tu rosa. La negra, ciega, sorda, antigua sombra. Alto abril, alta vigilia, lejana, silenciosa, larga sombra, nocturna sombra sola, nocturnamente yendo. Aprendizaje eterno, el secreto infinito de la muerte.En verdad, en verdad, la poesía no se entiende, Se pierde o se gana. Es un relámpago, lluvia de palabras silenciosas, bosque de latidos y esperanzas. Presagio, peligro, miedo. La luna con gatillo. Cambiar al mundo de una vez. Justicia elemental. Arañar hasta rabiar. Sonreír debajo de los árboles, aligerar los ríos y los soles. El periódico con sangre igual que de costumbre. El amor, la muerte, la redención del hombre. Enigma solamente. Estancia sin salida. Lugar vacío. Espera ciega. Imposibilidad feroz de lo posible. Aúpa el sufrimiento armado, mientras amaga un golpe que nunca inflinge.Ay de quien piense entender la poesía. El río en la mar, el hombre en duelo. El gran dolor, el hombre, poseer la tierra. El hombre pequeñito, de papel. Renacer, entrenacer, piedra, viento, ola, fuego, hombre, vida verdadera. Hombre solo, simple niño andando. El amor, la muerte, la redención del hombre El hombre, el cuerpo, un volumen, un sistema, una máquina, un mapa negro, un hueco negro, sin tierras, sin ojeras, gesto reflejado; arrastrado por el río, dolorido, en la arena sepultado, más allá una frente, un brazo, el pecho; un remolino de plumas, un aullido, una humedad morada, asoleada cuerda. Cuerpo divino, de Dios abandonado, llama anaranjada, luz negra, arena quemada, por el muro, a lo largo del muro, hierve, sangra, cayendo, uno a uno, serpiente ondulando, aullando, reverso de la luz para medir la exactitud del agua. Cada hombre contiene una palabra retenida en el interior de su pupila, un canto inexprimido que ha entrelazado en su garganta un torrente de suspiros. Pasto de perros y de aves, somos hombres calcinados, cortezas vacías de lo que antes éramos.Agranda, Enigma, tus portones, entraremos, de cabeza contra el dolor, contra la muerte, fuego encendido contra la noche oscura, golpe de amor en la cara del miedo.

PABLO MORA


http://entrevistasamispoetascontemporaneos.blogspot.com/2006/08/entrevista-pablo-mora.html