viernes, 24 de julio de 2009

Carta abierta a la patria

Pablo Mora

Al alimón con la Esperanza


Esta tierra sobre los ojos, sobre el alma, este aprieto, esta noche continua, este desasosiego, esta derrota o victoria que comienza, se aleja, se recuerda, viene y va. Te quiero, país, tirado abajo del mar, coronado de soles y neblinas, sombra de la guerra, lleno de vientos, puteando y sacudiendo banderitas, repartiendo escarapelas en las calles. Te estás quemando a fuego lento. Qué carajo si la casita era un sueño. Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía. En cada casa, en cada plaza, hay alguien que nació haciendo discurso para algún otro que nació para escucharlos. Te quiero, país tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado en lo mejor de la sonrisa, tan grifo en la hora de la autopsia. Te quiero, a pesar de la sangrienta demencia que de antiguo atenta con la tribu, a pesar del águila rapaz y su avaricia loca, toda espumeante de historia, tragedias y misterios, exhalando el vaho putrefacto de los siglos, sorbiendo la polvareda de las necias apetencias, alcantarilla de los grandes asesinos en el desesperado despresamiento de los siglos, en el despellejamiento abismal de las brechas, trojes o caminos.
Te quiero a pesar del cómplice silencio para distraer el hambre de los humildes o arrancarle el fruto de sus sienes. Te quiero en las largas, confusas llanuras, serranías, en las que levanta, amasa y cuece el hombre su pan escaso, esparcido por el viento, buscando la pulpa ausente de los frutos idos. Te quiero a pesar de las babeantes, incompletas verdades, vertiendo su estiércol, retrasando nuestra marcha hacia el pan de cada día. Te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo, habrá de salir de este sentir. Te quiero, país desnudo que sueña. Te quiero país despierto que grita; país resuelto que espera; país de sol y de nieve; país de siembra y cosecha; país de pulso y de fuego; país de barranco, de lumbre y de gloria; de palabra, de pueblo y de pólvora; de béisbol, ringside, furia y sampablera.
Me acuerdo de un amanecer alpino, en pleno invierno, soñándote despierto, entre la noche de la guerra, del hambre y de la lluvia, alzándote en los brazos, ofreciéndote a la vida, a punta de herejías, fabricándote, llevándote. Tapándome la cara, me acuerdo de la primera luna allá en Palermo, bajando del Amparo, camino de la aldea. Tapándome la cara, te imagino, desperezado, después de esta avalancha, calmada la borrasca, con zapatos rotos o nuevos, cuesta arriba, fuerte el corazón, y el brazo desafiando porvenires, conquistando soles. Te quiero país, pañuelo arrugado, maltratado, de estrellas impasibles, con sus calles cubiertas de carteles. Te quiero hasta la eternidad de un beso victorioso. Te quiero, sin revés, sin vuelta y sin derecho, nada más que de cerca y amargado. Y de noche, insomne. Vámonos a caminar, yo te acompaño.

martes, 21 de julio de 2009

Miles de voces han cantado sus versos

Pablo Mora, educador, periodista y poeta, autor del himno de la Unet, navega ahora por Internet

Miles de voces han cantado sus versos

En su trabajo literario, Pablo Mora dedica horas y horas en la lectura y meditación en el amplio recibo de "La Moraleja", entre sus selectas obras pictóricas y la escultura "Fecundidad".Aun cuando a diario navega por Internet a través de sus dos páginas web, el poeta y periodista no utiliza la computadora para escribir sus versos. Prefiere el bolígrafo para darle mayor autenticidad a su poesía.

( Germán Carías S. )


De niño jugaba a los versos columpiando sueños y esperanzas, allá en la inmensa soledad de la montaña.Y se hizo hombre y poeta entre alegrías y miedos, luz y sombra en su infatigable peregrinaje por los tremedales de la vida.Pablo Ramiro Mora Quintero, sencillamente Pablo Mora, psicopedagogo, periodista y literato, nació a la sombra de cafetales en la aldea de San Joaquín, en la parte alta de Santa Ana del Táchira, el martes 28 de abril de 1942, día de San Justino. Desde pequeño, comenzó a garabatear en los cuadernos escolares ideas y pensamientos, especies de sonetos en su ingenua imaginación.--- Tenía entonces unos 10 años --- y no se arredra ante los recuerdos de su infancia azarosa ---. En el patio de mi casa, sentado en el horcón de un árbol caído, escribí a escondidas una carta de amor para una niña que amaba en silencio. Al día siguiente, mi maestro encontró los apuntes y los leyó en alta voz en el salón de clases, porque decía que eran muy bonitos. Eso causó conmoción en todo San Joaquín. Fue escándalo público. Hasta me amenazaron con expulsarme del colegio y sacarme del puebloDe su padre ya muerto, Francisco Mora, y su madre de 90 años, Josefa Teresa Quintero, ambos agricultores de Santa Ana, el niño campesino aprendió a sembrar y cosechar. Todos los mediodía tenía que subir las empinadas cuestas montañosas para llevar en viandas el almuerzo a los peones. Ya al atardecer, pese a la advertencia familiar de estar siempre alerta por la aparición de cualquier duende, debía cerrar el portillo de la finca La Panchera, donde ayudaba a su tío. --- Fue esa visión intangible de los duendes --- el autor de las series Almácigos, Asombros y Poiesología, cree intuir su inspiración lírica en las andanzas ilusorias de las traviesas figuras fantasmagóricas ----, lo que despertó mi pasión poética. También el olor, color y sabor de las pomarrosas que en centenares crecían silvestres en San Joaquín. La culpa de que me hiciera poeta la tienen esos duendes que nunca he visto y sigo buscando, pero también la kinestesia por las pomarrosas, inspiración y canto en mi aldea natal.El hombre poeta sigue remontando los caminos infinitos que empezaron a abrirse en la niñez de sus ilusiones y anhelos.Un poema en himno a la UnetAlumno fundador de la Escuela de Letras en la Universidad Católica Andrés Bello extensión Táchira, obtuvo su licenciatura el 6 de agosto de 1966. Antes y durante siete años, estudió filosofía en el Seminario Santo Tomás de Aquino. ---- Pude quizás hacerme cura --- el poeta soñador y romántico, recuerda con nostalgia aquellos pininos en las celdas de meditación del Seminario diocesano ---, pero mis profesores descubrieron que el sacerdocio no era precisamente mi vocación y claudiqué al noviciado. Allí en el Seminario, sin embargo, tuve oportunidad de escribir algunos ensayos que enrumbaron mi afición lírica. Una vez, el sacerdote eudista ecuatoriano Alfonso Ruiz nos pidió que preparáramos algunos conceptos sobre el Papa y yo que sólo asociaba el blanco del hábito pontifical a la leche, a la nieve y al azúcar, emplee mi percepción idealista para redactar el trabajo, pero qué podía saber entonces de metáforas ni de comparaciones alegóricas tácitas. Ahora juego con Karol Wojtyla en un poema que le dediqué devotamente. Es indudable que aquellos ejercicios teologales, me adentraron en la poesía.No obstante, el juglar estalla, como él mismo lo añora complacido, cuando errabundo cerca de su casa en el centro de San Cristóbal, piensa en cual será su profesión definitiva, barajando las p en sus lucubraciones entre periodista, psicólogo y profesor. En sus ratos libres, mientras estudia Letras en la Ucabet, escribe un boceto de novela, La fuga y luego va a publicar su primer soneto en el diario Vanguardia, en la página literaria a cargo de quien iba a ser su extraordinario amigo, Pedro Pablo Paredes.--- Había cumplido los 23 años. Ese boceto novelístico lo titulé Esperanza. Nunca lo reproduje en ninguno de mis libros. Fue simplemente un ejercicio. Su primera estrofa decía: Y todo esperar/ espera la luz al niño/ en el regazo de su madre/ y los años del mortal/ la cuna de sus canas.Al año siguiente, ya Licenciado en Letras, Pablo Mora decide irse a Italia a estudiar doctorado en psicopedagogía en la Universidad de Turín. También obtiene el grado de doctor en periodismo en la Universidad Católica de Milán. Con ambas borlas académicas, retorna a Venezuela en 1969 y comienza a ejercer de pedagogo. Primero, en el Liceo Alejandro Petión de Caricuao y en la cátedra de Castellano y Literatura en el Instituto Fernando Peñalver en Campo Alegre. Después, en 1973 va a iniciarse como profesor fundador en el Instituto Universitario Experimental Politécnico Guayana.--- También fui casi fundador de la Universidad Nacional Experimental del Táchira--- y el educador y poeta lo proclama con satisfacción ---. Solicité mi traslado desde las aulas del Instituto Guayana a la Unet, que tenía un año apenas de actividades. Por gestiones de Carlos Delgado Dugarte, gran amigo y periodista, logré que el primer rector Lorenzo Monroy me asignara la cátedra de Estudios generales, lenguaje y comunicación. Allí estuve 18 años de profesor titular hasta mi jubilación al completar en total 25 años de docencia, desde 1969 a 1994.Durante su exitoso ejercicio pedagógico en la Unet, obtuvo igualmente uno de los reconocimientos más plausibles de su producción lírica, orgullo y blasón de su inspiración poética. Es autor del himno universitario, la canción emblema unetesca que han cantado miles y miles de voces desde 1984 en todos los actos académicos de la primera casa de educación superior del Táchira.--- Cuando abrieron el concurso para seleccionar el himno, comencé a trabajar al lado del profesor Rubén Rivas, ese excelente músico merideño que había sido director de la Cantoría de Mérida y quien acababa de residenciarse en San Cristóbal. En la secuencia de las estrofas, vino a mi mente la inspiración que tuvo nuestro gran compositor Juan Telésforo Jaime en su bambuco El campo está florido”. Ese mismo amor por la tierra tachirense, por su gente y sus paisajes, lo plasmé en prosa para exaltar el sentimiento de la comunidad universitaria, adaptando el profesor Rivas su creación musical. Recuerdo que en una conversación con nuestro eximio Alirio Díaz, nos sugirió que deberíamos imprimirle mayor aire marcial y así lo hicimos. El canto alegórico lo adoptó definitivamente el Consejo Universitario como himno oficial de la Unet, el 4 de marzo de 1977. Cada vez que oigo la cuarteta: Recojamos del surco sus frutos/ junto al hombre que labra su afán/ afianzando en el Táchira el culto/ por el campo, el trabajo y la paz, se me estruja el corazón y lloro en silencio de emoción y alegría. Quizás evoca también el poeta en lontananza los sobresaltos de su infancia campesina entre los sustos y miedos por los duendes incorpóreos de La Panchera.Convite familiar en MoralejaEn su prolífica creatividad lírica y periodística, Pablo Mora tiene 17 obras publicadas.Casi consecutivamente, de 1978 a 1993, editó sus 6 poemarios en Almácigos, luego aparecen 3 testimonios de Asombros de 1996 al 2000, en 1993 la Unet le recopila 36 micros ensayos de Cuenta abierta, colección de artículos que publica en La Nación desde 1970. También circuló Tierra fecunda en 1969, De la noche insomne en 1993, Insomnio terminal 2002, Palabra insomne 2003, Cuarenta mil millardos de millas de hombres luz 2002, Poiesología y Sombra inédita en 2005.Y en la difusión internacional de su permanente producción literaria, desde hace 8 años sus versos y artículos periodísticos navegan por Internet en dos páginas web: Poiesología.com y Poesía.org.ve.----Con el fortalecimiento de la imagen institucional de la Unet --- el poeta recurre ahora a cifras y gráficos ---, la página web comenzó a circular en 1997. Tenemos clasificados 390 poetas y 1846 poemas, 2.585 Cuentas abiertas publicadas en La Nación, 3.618 artículos en cartelera, 768 enlaces en 4 categorías y 188 manifiestos. En la actualidad tenemos 325 mil visitantes. Los portales españoles especializados en literatura, se nutren de nuestros trabajos y nosotros de los de ellos, en un constante intercambio de experiencias y conocimientos. Me siento orgulloso de mantener esta vitrina universal para dar a conocer a nuestros autores y proyectar su obra a través de Internet.Aunque admite las ventajas y funcionalidad del sistema digitalizado, el poeta, periodista y educador no usa la computadora sino que escribe con bolígrafos para copiar sus versos y sonetos. ---- Nunca un poeta puede automatizarse ---se apresura en aclarar ---. Debe ser auténtico, original, creativo. Vivir de la inspiración, saber el tamaño exacto de la pena, conocer el lado oscuro de la rosa y la terrible majestad del pan. Buscar la luz y navegar hacia adentro del asombro. Soñar. Vivir y sufrir. Amar, siempre amar.En el saludo asiduo a los visitantes de su página web, invoca desde su hogar en la quinta Moraleja de Las Acacias, a sus estrellas: Limito por el norte con mi madre. Por el sur con la luz de tres luceros. Por el Oriente con mi azul asombro. Por el oeste con el mundo entero. Y no he podido limitar conmigoLos tres luceros son sus tres hijos, dos varones, José Aldebarán y Luis Arturo, ambos arquitectos, y una hembra, Almair, quien murió al nacer, pero sigue viviendo en las remembranzas familiares.---- Y la gran estrella es Alicia Newville, quien ha iluminado mi existencia desde que nos conocimos aquí en San Cristóbal, cuando vino a pasar unas vacaciones en Semana Santa. Yo iba a visitar los monumentos sacros en las Iglesias del centro cuando vi a la hermosa catira caraqueña de refulgentes ojos azules a la puerta de la casa de la familia amiga, el hogar de doña Cristina Fornés de Cárdenas. Al instante quedé embelesado. Fue amor a primera vista. Meses después nos casamos por poder en 1967 y formamos esta gran familia. Ya tenemos dos bellísimos retoños, nuestras nietas María Altair, de 13 años y Eugenia Almair, de 3.Era mediodía. A la hora de almuerzo, volvían a reunirse la esposa y los descendientes del poeta en el convite fraterno de Moraleja.

http://www.lanacion.com.ve/noticias.php?IdArticulo=14906

lunes, 20 de julio de 2009

Postal para Honduras

05 de julio de 2009
Hermano que hoy resistes la traición.
Hermana que esta noche enciendes en la barricada una hoguera
y a falta de justicia, alumbra tu rabia.

Campesina, campesino …hijos del pueblo hondureño, madres de los nuevos Lempiras… obreros de las futuras restauraciones… Desde este rincón de América también se alzan puños en tu nombre.

Te conozco y me conoces

Tú que te apellidas compatriota, tú que ahora te llamas dignidad.
En esta ciudad lejana se enciende un fuego por tu causa. No hay poesía sin tu causa.
Hermano de Honduras, hermana de Tegucigalpa
Allá, del otro lado del instante sin más luz que el llamado de la tierra, sin más voz que el ruido de la historia, sin más derechos que la desobediencia.
Con los viejos arcos de la Selva con la invencible razón de los sin nada, con la verdad por arma. El pueblo vencerá!

II
Desde el envés de tu pelea todos los poetas del mundo disparan su palabra eterna, contra el injusto de hoy y el de mañana.

Recibe pueblo heroico este temblor enfurecido… pasos de este ejército de voces: viento de los cinco continentes, brazo indomable de la gesta. De África, del Asia… voces europeas, canción americana, llamado del Maya, grito de Oceanía y Guaraní. Himno de los yekuanas. Temblor de ruido ancestro. Palabra del mar arado. Del Padre Nuestro, libertario.

Hermano de las trincheras de Tegucigalpa,
hermana de la resistencia Lenca...
los poetas del mundo escriben tu sangre…
Sangre restauradora, sangre de los imprescindibles…
Sangre erguida y nuestra… Roja Morazán.

III
Esta noche tan alta, tan larga aclara por tu causa
En la garganta.

Hermano de Honduras, hermana de Tegucigalpa
cantamos tu victoria con fuego del Alba
Tú haz venido de otro tiempo a agregarle al himno la estrofa perdida.

Pues historia es lo que forjas en la hondura de mi Idea. Tus piedras son verdades invictas que hoy suenan en mis letras. Río de alma fuerte.

Que el Chimborazo te dé aguante y puntería.
Y que al soplar imprima a tu bandera otra estrella

IV
Es O5 de julio…Bolívar te cuida!

Hermano, hermana ha llegado la hora
¡Mortal es la oligarquía...
Mortal su Prensa su Iglesia
Mortal el traidor y su doctrina.

¡Suena la hora del pueblo
el Cristo está en las Trincheras!

Que venza la patria, pues, que venza!
Tu suerte será la nuestra!

con Zelaya nuestro retorno histórico :
Esta noche tan alta, tan larga aclara por tu causa
en la garganta…

05 de julio… la patria está de vuelta!


Freddy Ñáñez (Red Nacional de Escritores de Venezuela)

Postal para Honduras

05 de julio de 2009Hermano que hoy resistes la traición.Hermana que esta noche enciendes en la barricada una hogueray a falta de justicia, alumbra tu rabia.Campesina, campesino …hijos del pueblo hondureño, madres de los nuevos Lempiras… obreros de las futuras restauraciones… Desde este rincón de América también se alzan puños en tu nombre.Te conozco y me conoces Tú que te apellidas compatriota, tú que ahora te llamas dignidad.En esta ciudad lejana se enciende un fuego por tu causa. No hay poesía sin tu causa. Hermano de Honduras, hermana de TegucigalpaAllá, del otro lado del instante sin más luz que el llamado de la tierra, sin más voz que el ruido de la historia, sin más derechos que la desobediencia.Con los viejos arcos de la Selva con la invencible razón de los sin nada, con la verdad por arma. El pueblo vencerá!IIDesde el envés de tu pelea todos los poetas del mundo disparan su palabra eterna, contra el injusto de hoy y el de mañana.Recibe pueblo heroico este temblor enfurecido… pasos de este ejército de voces: viento de los cinco continentes, brazo indomable de la gesta. De África, del Asia… voces europeas, canción americana, llamado del Maya, grito de Oceanía y Guaraní. Himno de los yekuanas. Temblor de ruido ancestro. Palabra del mar arado. Del Padre Nuestro, libertario.Hermano de las trincheras de Tegucigalpa,hermana de la resistencia Lenca...los poetas del mundo escriben tu sangre…Sangre restauradora, sangre de los imprescindibles…Sangre erguida y nuestra… Roja Morazán.IIIEsta noche tan alta, tan larga aclara por tu causaEn la garganta.Hermano de Honduras, hermana de Tegucigalpacantamos tu victoria con fuego del AlbaTú haz venido de otro tiempo a agregarle al himno la estrofa perdida.Pues historia es lo que forjas en la hondura de mi Idea. Tus piedras son verdades invictas que hoy suenan en mis letras. Río de alma fuerte.Que el Chimborazo te dé aguante y puntería.Y que al soplar imprima a tu bandera otra estrellaIVEs O5 de julio…Bolívar te cuida!Hermano, hermana ha llegado la hora¡Mortal es la oligarquía...Mortal su Prensa su IglesiaMortal el traidor y su doctrina.¡Suena la hora del puebloel Cristo está en las Trincheras!Que venza la patria, pues, que venza! Tu suerte será la nuestra! con Zelaya nuestro retorno histórico :Esta noche tan alta, tan larga aclara por tu causaen la garganta…05 de julio… la patria está de vuelta!

Freddy Ñáñez (Red Nacional de Escritores de Venezuela)

viernes, 10 de julio de 2009

Olga Teresa

A Olga Teresa Carvajal
en sus ochenta años

Alegría, recóndita alegría,
ala justa de todo lo que pasa,
alegría tenaz, múltiple y nueva,
para anidar la tierra cada día.

Casa de oro en cuya blanca mesa
fluye el amor en encendida lumbre,
el luminoso pan de la fortuna
purificado por la unción fraterna.

Buenos Aires y el alma la adivina
inmersa en los claveles de la aldea,
Olga Teresa, flor de la alegría.

Entre el fulgor, el cántico y el viento,
entre la paz, la vida, la dulzura,
Olga Teresa en dulce arrobamiento.

Triunfo de la alegría. Advenimiento
de la suprema luz y de la vida.
La vida es una Olga suspendida
entre la luz, los tránsitos y el viento.


Pablo Mora
San Joaquín, 11 de julio de 2009.

jueves, 9 de julio de 2009

Lluvia deshojada

Pablo Mora

Para llegar al corazón del hombre para recoger la rabia y la ternura de los sueños para escudriñarle los secretos a las piedras para adentrarnos en la memoria de los soles Para afinarle la guitarra a alguna tarde para dar con el nombre esacto de las cosas para descifrar la semiótica de las flores las estrellas los temblores y los pobres para levantarse a las tres de la madrugada a torear la muerte llena de una larguísima tristeza con tantos pasos para dar con uno.

Para sabernos vivos todavía bajo el granado trigal de la noche insomne, rumorosa de viento alto y de luceros para templarle la cuerda a la esperanza en busca de un pedacito más de vida para burlarnos de las comillas de modo que el plagio siga siendo eterno consubstancial al hombre

Para saludar a la nieve allá en Saluggia o recordar que a veces el azul está de luto para sentir los taladros de la muerte las pisadas nocturnas del labriego los aullidos de Dios sobre el planeta

Para dar con la lluvia deshojada para la soledad el musgo el conticinio para cobijar el soñar de la demencia para saber que al hombre lo vigila el corazón para convencernos que roja será la rosa en el azul del sueño para llegar al mar y a tanta llamarada viva

Para caer en cuenta que calladamente todo el hombre va dejando para confiar en la vida repentina o en la dicha de vivir completamente para la verdad que solo conocen las estrellas para vigilar nuestra rebelde sembradura fogonazo total de nuestras cosas

Para entonar el sideral concierto del turpial para alojar en el alero a la antigua serenata para que el niño de la Tierra tenga al lado de un Platero su guitarra para que la ancha pena dolorida se esfume diariamente en la alegría para que a Jara lo lleve una paloma entre sus alas para abrirle las puertas a la noche por donde pase la ilusión del alba para que el arco iris vesperal al hombre de la estrella nos remonte para que la aurora sea capaz de convertirse en Dios y el canto de la alondra instaure la alegría en el viejo dividive

Para que el arma se deponga pronto y se empuñe la paz de la mañana para que cese el cósmico dolor de la galaxia para que a tantas guerras desbocadas las detenga un bordón amanecido

Para esconder los dados a los dioses para decidir dónde plantar los árboles de nuevo para dejar escrito en la piedra el sueño del domingo para medir el hambre para saber bien en qué lugar hay barro hay sangre adónde el camino quiere ir dónde queda la razón dónde la palabra dónde la injusticia hasta que alguna vez si ya no somos si ya no vamos ni venimos estemos juntos extrañamente confundidos así no acepten nuestras vidas unos cuantos hijos de puta

De: Pablo Mora: “Sangre zurcida”.

miércoles, 8 de julio de 2009

Benedetti periodista

Pablo Mora

El periodismo de Benedetti aparece testimoniado en “Articulario. Desexilio y perplejidades. Reflexiones desde el Sur.” Libro que reúne artículos periodísticos sobre temas culturales o de política internacional, expresamente en torno a la realidad latinoamericana. La denuncia de la hipocresía internacional, la defensa de una ética humanista, la solidaridad, son algunos de los temas tratados desde una óptica latinoamericana. Benedetti reúne, allí, artículos, crónicas y conferencias sobre la actualidad. Plantea cuestiones que nos enfrentan sin tapujos a la realidad mundial y latinoamericana. Fueron escritos y publicados entre 1982 y 1993 y aparecen distribuidos en dos grupos. El primero corresponde al período 1982-1984 y es una selección de la obra El desexilio y otras conjeturas; el segundo comprende el lapso 1990-1993, a su vez una selección del volumen Perplejidades de fin de siglo.

Con excepción del titulado “Convalecencia del compromiso”, que apareció originariamente en la revista Cuatro Semanas, todos los demás textos fueron escritos para El País, de Madrid. Varios artículos han sido reproducidos en órganos de prensa de Buenos Aires, Ciudad de México, Managua, Santiago de Chile, La Habana, Stanford. Se da con frecuencia el caso de artículos que han sido difundidos casi en la totalidad de los países de este continente, incluido el hemisferio norte, constatándose, así, que la voz de Mario Benedetti resonó y se escuchará con interés y respeto en ámbitos lejanos y diferentes.

Los inicios de Benedetti en el periodismo se dan en tiempos de la célebre revista-semanario Marcha, cuando en 1945 entra a formar parte del equipo de redacción, hasta llegar a ser su director literario en 1954. Experiencia que concluye en 1974, cuando la dictadura clausura la revista. Retoma su ejercicio periodístico, al colaborar semanalmente en las páginas de Opinión del diario El País.

Benedetti, quien dijera: «La escritura puede ser como la fe: vas buscando cosas, por lo menos así le sacudo al alma un poco… Hubo cosas en el pasado que dolieron mucho, y que me dolieron mucho. También aparece eso en lo que uno escribe... ¿Habrá acaso una sola y final desolación? Le pregunto al azar al mudo sordo ciego.» es alguien que sigue siendo poeta aun cuando haga prosa. La malicia y gracia de su poética se reflejan, enteras, en su prosa periodística. La destacada figura de Miguel de Unamuno, excelso periodista entre tantos méritos, como todos los de vieja data, reaparecen en la pluma de Benedetti. Se reflejan las figuras latinoamericanas de Mariano Picón Salas, Luis Beltrán Guerrero, Ignacio Burk, Enrique Bernardo Núñez o el Vallejo en sus grandes horas de ensayo. “¿Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos?”

Coautor de historia, de nuestra historia, de la nueva historia, Mario Benedetti, uno de los grandes, testigo de la humana faena —siempre en reflexiones desde el Sur— fija la mirada en nuestra vorágine, en las inclemencias, llagaduras cotidianas, se ocupó de la racionalización de las voces y alaridos locales, nacionales, mundiales, de cara a la existencia, sobrevivencia, más acá de la paz, de la belleza, la justicia, la fraternidad y la certeza de la vida humana.
pablumbre@hotmail.com

lunes, 6 de julio de 2009

Fantasía y creación artística en América Latina y el Caribe

Gabriel García Márquez

Publicado en Voces. Arte y literatura. San Francisco - California. Marzo de 1998. Número 2.


Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la fantasía es "una facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes". Es difícil concebir una definición más pobre y confusa que esa primera acepción. En su segunda acepción dice que es una "ficción, cuento o novela, o pensamiento elevado o ingenioso", lo cual no hace sino infundir mayor desconcierto en el ya creado por la definición inicial.
De la palabra imaginación, el mismo diccionario dice que es "aprensión falsa de una cosa que no hay en la realidad o no tiene fundamento". Por su parte, don Joan Corominas, ese gran detective de las palabras castellanas –cuya lengua materna no era por cierto el castellano sino el catalán– estableció que la fantasía e imaginación tienen el mismo origen, y que en última instancia puede decirse sin mucho esfuerzo que son la misma cosa.
Uno de mis mayores defectos intelectuales es que nunca he logrado entender lo que quieren decir los diccionarios y menos que cualquier otro el terrible esperpento represivo de la Academia de la Lengua. Por una vez que he tenido curiosidad de volver a él, para establecer las diferencias entre fantasía e imaginación, me encuentro con la desgracia de que sus definiciones no sólo son muy poco comprensibles, sino que además están al revés. Quiero decir que, según yo entiendo, la fantasía es la que no tiene nada que ver con la realidad del mundo en que vivimos: es una pura invención fantástica, un infundio, y por cierto, de un gusto poco recomendable en las bellas artes, como muy bien lo entendió el que puso el nombre al chaleco de fantasía. Por muy fantástica que sea la concepción de que un hombre amanezca convertido en un gigantesco insecto, a nadie se le ocurriría decir que la fantasía sea la virtud creativa de Franz Kafka, y en cambio no cabe duda de que fue el recurso primordial de Walt Disney. Por el contrario, y al revés de lo que dice el diccionario, pienso que la imaginación es una facultad especial que tienen los artistas para crear una realidad nueva a partir de la realidad en que viven. Que, por lo demás, es la única creación artística que me parece válida. Hablemos, pues, de la imaginación en la creación artística en América Latina, y dejemos la fantasía para uso exclusivo de los malos gobiernos.
I. Es difícil el problema de que nos crean
En América Latina y el Caribe, los artistas han tenido que inventar muy poco, y tal vez su problema ha sido el contrario: hacer creíble su realidad. Siempre fue así desde nuestros orígenes históricos, hasta el punto de que no hay en nuestra literatura escritores menos creíbles y al mismo tiempo más apegados a la realidad que nuestros cronistas de Indias. También ellos –para decirlo con un lugar común irremplazable– se encontraron con que la realidad iba más lejos que la imaginación. El diario de Cristóbal Colón es la pieza más antigua de esa literatura. Empezando porque no se sabe a ciencia cierta si el texto existió en la realidad, puesto que la versiónque conocemos fue transcrita por el padre Las Casas de unos originales que dijo haber conocido. En todo caso, esa versión es apenas un reflejo infiel de los asombrosos recursos de imaginación a que tuvo que apelar Cristóbal Colón para que los reyes católicos le creyeran la grandeza de sus descubrimientos. Colón dice que las gentes que salieron a recibirlo el 12 de octubre de 1492 "estaban como sus madres los parieron". Otros cronistas coinciden con él en que los caribes, como era natural en un trópico todavía a salvo de la moral cristiana, andaban desnudos. Sin embargo, los ejemplares escogidos que llevó Colón al palacio real de Barcelona estaban ataviados con hojas de palmeras pintadas y plumas y collares de dientes y garras de animales raros. La explicación parece simple: el primer viaje de Colón, al revés de sus sueños, fue un desastre económico. Apenas si encontró el oro prometido, perdió la mayor parte de sus naves, y no pudo llevar de regreso ninguna prueba tangible del valor enorme de sus descubrimientos, ni nada que justificara los gastos de su aventura y la conveniencia de continuarla. Vestir a sus cautivos como lo hizo fue un truco convincente de publicidad. El simple testimonio oral no hubiera bastado, un siglo después de que Marco Polo había regresado de China con realidades tan novedosas e inequívocas como los espaguetis y los gusanos de seda, y como lo habían sido la pólvora y la brújula. Toda nuestra historia, desde el descubrimiento, se ha distinguido por la dificultad de hacerla creer. Uno de mis libros favoritos de siempre ha sido "El primer viaje en torno del globo" del italiano Antonio Pigafetta, que acompañó a Magallanes en su expedición alrededor del mundo. Pigafetta dice que vio en el Brasil unos pájaros que no tenían colas, otros que no hacían nidos porque no tenían patas, pero cuyas hembras ponían y empollaban sus huevos en la espalda del macho y en medio del mar, y otros que sólo se alimentaban de los excrementos de sus semejantes. Dice que vio cerdos con el ombligo en la espalda y unos pájaros grandes cuyos picos parecían una cuchara, pero carecían de lengua. También habló de un animal que tenía cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y cola y relincho de caballo. Fue Pigafetta quien contó la historia de cómo encontraron al primer gigante de la Patagonia, y de cómo éste se desmayó cuando vio su propia cara reflejada en un espejo que le pusieron enfrente.
II. Las aventuras de los que creyeron
La leyenda del Dorado es sin duda la más bella, la más extraña y decisiva de nuestra historia. Buscando ese territorio fantástico, Gonzalo Jiménez de Quesada conquistó casi la mitad del territorio de lo que hoy es Colombia, y Francisco de Orellana descubrió el río Amazonas. Pero lo más fantástico es que lo descubrió al derecho –es decir, navegando de las cabeceras hasta la desembocadura–, que es el sentido contrario en que se descubren los ríos. El Dorado, como el tesoro de Cuauhtémoc, siguió siendo un enigma para siempre. Como lo siguieron siendo las once mil llamas cargadas cada una con cien libras de oro, que fueron despachadas desde el Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa, y que nunca llegaron a su destino. La realidad fue otra vez más lejos hace menos de un siglo, cuando una misión alemana encargada de elaborar el proyecto de construcción de un ferrocarril trans-oceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable, pero con una condición: que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal muy difícil de conseguir en la región, sino que se hicieran de oro. Tanta credulidad de los conquistadores sólo era comprensible después de la fiebre metafísica de la Edad Media, y del delirio literario de las novelas de caballería. Sólo así se explica la desmesurada aventura de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, que necesitó ocho años para llegar desde España a México a través de todo lo que hoy es el sur de los Estados Unidos, en una expedición cuyos miembros se comieron unos a otros, hasta que sólo quedaron cinco de los 600 originales. El incentivo de Cabeza de Vaca, al parecer, no era la búsqueda del Dorado, sino algo más noble y poético: la fuente de la eterna juventud.
Acostumbrado a unas novelas donde había ungüentos para pegarles las cabezas cortadas a los caballos, Gonzalo Pizarro no podía dudar cuando le contaron en Quito, en el siglo XVI, que muy cerca de allí había un reino con tres mil artesanos dedicados a fabricar muebles de oro, y en cuyo palacio real había una escalera de oro macizo, y estaba custodiado por leones con cadenas de oro. ¡Leones en los Andes! A Balboa le contaron un cuento semejante en Santa María del Darién, y descubrió el Océano Pacífico. Gonzalo Pizarro no descubrió nada especial, pero el tamaño de su credulidad puede medirse por la expedición que armó para buscar el reino inverosímil: 300 españoles, 4000 indios, 150 caballos y más de mil perros amaestrados en la caza de seres humanos.
III. Una realidad que no cabe en el idioma
Un problema muy serio que nuestra realidad desmesurada plantea a la literatura, es el de la insuficiencia de palabras. Cuando nosotros hablamos de un río, lo más lejos que puede llegar un lector europeo es a imaginarse algo tan grande como el Danubio, que tiene 2,790 km. Es difícil que se imagine si no se le describe, la realidad del Amazonas, que tiene 5,500 km. de longitud. Frente a Belén del Pará no se alcanza a ver la otra orilla, y es más ancho que el mar Báltico. Cuando nosotros escribimos la palabra tempestad, los europeos piensan en relámpagos y truenos, pero no es fácil que estén concibiendo el mismo fenómeno que nosotros queremos representar. Lomismo ocurre, por ejemplo, con la palabra lluvia. En la cordillera de los Andes, según la descripción que hizo para los franceses otro francés llamado Javier Marimier, hay tempestades que pueden durar hasta cinco meses. "Quienes no hayan visto esas tormentas –dice– no podrán formarse una idea de la violencia con que se desarrollan. Durante horas enteras los relámpagos se suceden rápidamente a manera de cascadas de sangre y la atmósfera tiembla bajo la sacudida continua de los truenos, cuyos estampidos repercuten en la inmensidad de la montaña". La descripción está muy lejos de ser una obra maestra, pero bastaría para estremecer de horror al europeo menos crédulo.
De modo que sería necesario crear todo un sistema de palabras nuevas para el tamaño de nuestra realidad. Los ejemplos de esa necesidad son interminables. F.W. Up de Graff, un explorador holandés que recorrió el alto Amazonas a principios de siglo, dice que encontró un arroyo de agua hirviendo donde se hacían huevos duros en cinco minutos, y que había pasado por una región donde no se podía hablar en voz alta porque se desataban aguaceros torrenciales. En algún lugar de la costa de Colombia yo vi a un hombre rezar una oración secreta frente a una vaca que tenía gusanos en la oreja, y vi caer los gusanos muertos mientras transcurría la oración. Aquel hombre aseguraba que podía hacer la misma cura a distancia, siempre que le hicieran la descripción del animal y le indicaran el lugar en que se encontraba. El 8 de mayo de 1902, el volcán Mont Pelé, en la isla Martinica, destruyó en pocos minutos el puerto Saint Pierre y mató y sepultó en lava a la totalidad de sus 30.000 habitantes. Salvo uno: Ludger Sylvaris, el único preso de la población, que fue protegido por la estructura invulnerable de la celda individual que le habían construído para que no pudiera escapar.
Sólo en México habría que escribir muchos volúmenes para expresar su realidad increíble. Después de casi 20 años de estar aquí, yo podría pasar todavía horas enteras, como lo he hecho tantas veces, contemplando una vasija de frijoles saltarines. Racionalistas benévolos me han explicado que su movilidad se debe a una larva viva que tienen dentro, pero la explicación me parece pobre: lo maravilloso no es que los frijoles se muevan porque tengan larva dentro, sino que tengan una larva dentro para que puedan moverse. Otra de las extrañas experiencias de mi vida fue mi primer encuentro con el ajolote (axólotl). Julio Cortázar cuenta, en uno de sus relatos, que conoció el ajolote en el Jardín des Plantes de París, un día en que quiso ver los leones. Al pasar frente a los acuarios –cuenta Cortázar– "soslayé los peces vulgares hasta dar de pronto con el axólotl". Y concluye: "Me quedé mirándoles por una hora, y salí, incapaz de otra cosa". A mí me sucedió lo mismo, en Pátzcuaro, sólo que no lo contemplé por una hora sino por una tarde entera, y volví varias veces. Pero había allí algo que me impresionó más que el animal mismo, y era el letrero clavado en la puerta de la casa: "Se vende jarabe de Ajolote".
IV. El Caribe: centro de gravedad de lo increíble
Esa realidad increíble alcanza su densidad máxima en el Caribe, que, en rigor, se extiende (por el norte) hasta el sur de los Estados Unidos, y por el sur hasta el Brasil. No se piense que es un delirio expansionista. No: es que el Caribe no es sólo un área geográfica, como por supuesto lo creen los geógrafos, sino un área cultural muy homogénea.
En el Caribe, a los elementos originales de las creencias primarias y concepciones mágicas anteriores al descubrimiento se sumó la profusa variedad de culturas que confluyeron en los años siguientes en un sincretismo mágico cuyo interés artístico y cuya propia fecundidad artística son inagotables. La contribución africana fue forzosa e indignante, pero afortunada. En esa encrucijada del mundo, de forjó un sentido de libertad sin término, una realidad sin Dios ni ley, donde cada quien sintió que le era posible hacer lo que quería sin límites de ninguna clase: y los bandoleros amanecían convertidos en reyes, los prófugos en almirantes, las prostitutas en gobernadoras. Y también lo contrario.
Yo nací y crecí en el Caribe. Lo conozco país por país, isla por isla, y tal vez de allí provenga mi frustración de que nunca se me ha ocurrido nada ni he podido hacer nada que sea más asombroso que la realidad. Lo más lejos que he podido llegar es a trasponerla con recursos poéticos, pero no hay una sola línea en ninguno de mis libros que no tenga su origen en un hecho real. Una de esas trasposiciones es el estigma de la cola de cerdo que tanto inquietaba a la estirpe de los Buendía en Cien años de soledad. Yo hubiera podido recurrir a otra imagen cualquiera, pero pensé que el temor al nacimiento de unhijo con cola de cerdo era la que menos probabilidades tenía de coincidir con la realidad. Sin embargo, tan pronto como la novela empezó a ser conocida, surgieron en distintos lugares de las Américas las confesiones de hombres y mujeres que tenían algo semejante a una cola de cerdo. En Barranquilla, un joven se mostró en losperiódicos: había nacido y crecido con aquella cola, pero nunca lo había revelado, hasta que leyó Cien años de soledad. Su explicación era más asombrosa que su cola: "Nunca quise decir que la tenía porque me daba vergüenza", dijo. "Pero ahora, leyendo la novela y oyendo a la gente que la ha leído, me he dado cuenta de que es una cosa natural." Poco después, un lector me mandó el recorte de la foto de una niña de Seúl, capital de Corea del Sur, que naci con una cola de cerdo. Al contrario de lo que yo pensaba cuando escribí la novela, a la niña de Seúl le cortaron la cola y sobrevivió. Acompaño esa foto a esta ponencia, como homenaje a los racionalistas incrédulos que forman parte de la concurrencia.
Sin embargo, mi experiencia de escritor más difícil fue la preparación de El otoño del patriarca. Durante casi 10 años leí todo lo que me fue posible sobre los dictadores de América Latina, y en especial del Caribe, con el propósito de que el libro que pensaba escribir se pareciera lo menos posible a la realidad. Cada paso era una desilusión. La intuición de Juan Vicente Gómez era muchomás penetrante que una verdadera facultad adivinatoria. El doctor Duvalier, en Haití, había hecho exterminar los perros negros en el país porque uno de sus enemigos, tratando de escapar del tirano, se había escabullido de su condición humana y se había convertido en perro negro. El doctor Francia, cuyo prestigio de filósofo era tan extenso que mereció un estudio de Carlyle, cerró a la república del Paraguay como si fuera una casa, y sólo dejó abierta una ventana para que entrara el correo. Nuestro Antonio López de Santana enterró su propia pierna en funerales espléndidos. La mano cortada de Lope de Aguirre navegó río abajo durante varios días, y quienes la veían pasar se estremecían de horror, pensando que aun en aquel estado de aquella mano asesina podía blandir un puñal. Anastasio Somoza García, padre del último dictador nicaragüense, tenía en el patio de su casa un jardín zoológico con jaulas de dos compartimientos: en uno estaban encerradas las fieras, y en el otro separado apenas por una reja de hierro, estaban sus enemigos políticos. Maximiliano Hernández Martínez de El Salvador, hizo forrar con papel rojo todo el alumbrado público del país para combatir una epidemia de sarampión, y había inventado un péndulo que ponía sobre los alimentos antes de comer para averiguar si no estaban envenenados. La estatua de Morazán que aún existe en Tegucigalpa es en realidad del mariscal Ney: la comisión oficial que viajó a Londres a buscarla, resolvió que era más barato comprar esa estatua olvidada en un depósito, que mandar a hacer una auténtica de Morazán.
En síntesis, los escritores de América Latina y el Caribe tenemos que reconocer, con la mano en el corazón, que la realidad es mejor escritor que nosotros. Nuestro destino, y tal vez nuestra gloria, es tratar de imitarla con humildad, y lo mejor que nos sea posible.


Encontrado en: http://members.aol.com/SFVoces/marquez.html
http://www.sololiteratura.com/ggm/marquezartfantasia.htm

domingo, 5 de julio de 2009

Postal para Honduras

05 de julio de 2009

Hermano que hoy resistes la traición.
Hermana que esta noche enciendes en la barricada una hoguera
y a falta de justicia, alumbra tu rabia.

Campesina, campesino …hijos del pueblo hondureño, madres de los nuevos Lempiras… obreros de las futuras restauraciones… Desde este rincón de América también se alzan puños en tu nombre.

Te conozco y me conoces

Tú que te apellidas compatriota, tú que ahora te llamas dignidad.
En esta ciudad lejana se enciende un fuego por tu causa. No hay poesía sin tu causa.
Hermano de Honduras, hermana de Tegucigalpa
Allá, del otro lado del instante sin más luz que el llamado de la tierra, sin más voz que el ruido de la historia, sin más derechos que la desobediencia.
Con los viejos arcos de la Selva con la invencible razón de los sin nada, con la verdad por arma. El pueblo vencerá!

II
Desde el envés de tu pelea todos los poetas del mundo disparan su palabra eterna, contra el injusto de hoy y el de mañana.

Recibe pueblo heroico este temblor enfurecido… pasos de este ejército de voces: viento de los cinco continentes, brazo indomable de la gesta. De África, del Asia… voces europeas, canción americana, llamado del Maya, grito de Oceanía y Guaraní. Himno de los yekuanas. Temblor de ruido ancestro. Palabra del mar arado. Del Padre Nuestro, libertario.

Hermano de las trincheras de Tegucigalpa,
hermana de la resistencia Lenca...
los poetas del mundo escriben tu sangre…
Sangre restauradora, sangre de los imprescindibles…
Sangre erguida y nuestra… Roja Morazán.

III
Esta noche tan alta, tan larga aclara por tu causa
En la garganta.

Hermano de Honduras, hermana de Tegucigalpa
cantamos tu victoria con fuego del Alba
Tú haz venido de otro tiempo a agregarle al himno la estrofa perdida.

Pues historia es lo que forjas en la hondura de mi Idea. Tus piedras son verdades invictas que hoy suenan en mis letras. Río de alma fuerte.

Que el Chimborazo te dé aguante y puntería.
Y que al soplar imprima a tu bandera otra estrella

IV
Es O5 de julio…Bolívar te cuida!

Hermano, hermana ha llegado la hora
¡Mortal es la oligarquía...
Mortal su Prensa su Iglesia
Mortal el traidor y su doctrina.

¡Suena la hora del pueblo
el Cristo está en las Trincheras!

Que venza la patria, pues, que venza!
Tu suerte será la nuestra!

con Zelaya nuestro retorno histórico :
Esta noche tan alta, tan larga aclara por tu causa
en la garganta…

05 de julio… la patria está de vuelta!


Freddy Ñáñez (Red Nacional de Escritores de Venezuela)

viernes, 3 de julio de 2009

Literatura comprometida

Pablo Mora


El compromiso es en principio un estado de ánimo, y aunque comúnmente se lo relaciona con el intelectual, es obvio que puede originarse en toda persona. Cualquier ciudadano puede estar tan comprometido con su medio social como un intelectual, pero curiosamente nadie habla de un albañil comprometido, de un ingeniero comprometido, de un deportista comprometido. Lo que ocurre es que en el intelectual el compromiso toma estado público, y además, puede (o no) reflejarse en su obra. El compromiso político de un ingeniero no se refleja (al menos, en forma directa) en la construcción de un puente o de una carretera, ni el del deportista en la obtención de un campeonato o una marca olímpica. Y en ese sentido, nadie los cuestiona. Por el contrario, en el caso de un artista o un intelectual, la crítica y aun el público vigilan la presencia o la ausencia del compromiso en cada una de sus obras.

Ahora bien, ¿cómo germina ese estado de ánimo llamado compromiso? ¿Cómo llega a infiltrarse, digamos, en un drama, un poema o una novela? Si en tiempos de tutelas y mecenazgos era posible que un escritor se aislara del turbulento alrededor ("Qué descansada vida/ la del que huye del mundanal ruido", escribió, con indudable fruición y alguna diéresis, el bueno de Fray Luis), hoy la realidad empuja, ciñe, machaca, y si ingenuamente le cerramos la puerta, no tiene inconveniente en entrar por la ventana.

Sartre, que fue probablemente el principal ideólogo de una littérature engagée, criticó con particular dureza la actitud del escritor que rehusaba pronunciarse, o sea que eludía la coincidencia de sus actos con el dictado de su conciencia. Por supuesto, ya no se trataba de aquella conciencia pura, descarnada, incontaminada, que durante siglos fue el catecismo ético de la civilización occidental, sino más bien de una conciencia contaminada por la conciencia del prójimo. Como señalara otro comprometido, el dramaturgo norteamericano Arthur Miller, "el hombre está dentro de la sociedad y la sociedad está dentro del hombre".

"En la literatura comprometida, el compromiso no debe, en ningún caso, hacer oxidar la literatura" (Sartre). Sintomáticamente, la única literatura de tema político que por fortuna sobrevive y continúa trasmitiendo su mensaje, es aquella en que la prioridad primera fue desde el inicio la literaria. ¿Qué sería del poema "Masa", de Vallejo o del Guernica, de Picasso, (…) si la inocultable intención política no estuviera dignificada y respaldada por una notable calidad artística? El compromiso no siempre se ejerce desde la certeza, sino también desde la inseguridad, desde la incertidumbre. "Por el momento nada me ampara sino la lealtad a mi confusión", escribió con estricta franqueza el poeta mexicano José Emilio Pacheco. Pero aún inseguro, el poeta debe interrogar e interrogarse.

El compromiso del ciudadano, y por ende el del intelectual, está menos embretado, tiene más libertad para expresarse. En un mundo donde el hombre se entienda cada vez más y mejor con las máquinas pero se desentiende del semejante, el compromiso es uno de los últimos enclaves de la solidaridad. Y como tal hay que defenderlo. (De: Mario Benedetti: Convalecencia del compromiso. Revista Cuatro Semanas. Barcelona, 3 abril 1990)

http://www.lanacion.com.ve/noticias.php?IdArticulo=120139&XR=1

miércoles, 1 de julio de 2009

Selección Poética / Pablo Mora

Profesor Titular, Jubilado, UNET San Cristóbal, Táchira, Venezuela http://poesiasociedadanonima.blogspot.com/





larga sombra de cópula y prodigio

rosa del mar al pie de la tormenta en la rosada desnudez del alba en las manos del mar silencio alado la engendra el mar la arena su oleaje la sombra primigenia de la luna los zumbidos del alba la interrogan la tarde el sol la lluvia las albadas la insomne playa el cielo la locura la piedra junto al mar de queja asombra cavila el mar como la ola empina de pronto al mar cobija y oye al mar camino de las alas de la noche en ella cabe el mar en piedra viva en noche en cielo en tierra en sueño en sombra
claridades de sombra opalescente sueño desenterrado lacerado flor reseca enroscada retorcida personificación reflejo altivo jadeo de mujer sobre la arena benigna resistencia de las cosas implacable sonrojo de las venas la perenne cuestión de los modales profunda y antiquísima visión soplo oleaje vela azul tormenta azul enrojecido amoratado el gris vagando en las colinas pardas los colores los sueños visionarios aconteceres del alucinado
un pedazo de pan para los pájaros un alarido entre la guerra la imagen vegetal de la lechuga un alpargata recibiendo sol gota de lluvia roedura ajada la sílaba final del viento errabundaje vuelo trashumancia mientras murmura alrededor la noche en la punta del tiempo navegando justa medida del asombro humano sed de viento de pan de sombra y huella manera de sentir junto a los otros para sacar la flor de las cenizas la eternidad en sol andando raza que canta en la tormenta yunque espiritual en la refriega vino legítimo del sueño en armas lumbre fulgor verdad nostalgia cósmica un eco colectivo corregido ágora del delirio y la tragedia secreto en flor lugar del alumbraje
la fundación universal del ser el hombre ante el espejo de su sombra retrato del mundo y sus costumbres algo visión fidelidad relámpago milagro de la vida compartida íngrima huella hembra deslumbrante no le conocemos longitud altura ciclo molecular peso específico mas le conocemos su sabor exacto es un sabor a trigo a leche y miel a rosas a durazno que como un corazón recién nacido palpita entre los dedos de las hojas por su sola dulzura sostenido
rasgón terrazgo espada triza cópula ramaje ramazón o ramalazo las palabras compiten y complotan capaces de recuperar al hombre o de inventar al sol o al propio vino se levantan temprano con el alba
mantiene abierta la palabra al hombre cabalga que cabalga en las tinieblas relumbra vela brilla resplandece para que el canto siempre permanezca viene del fondo de los siglos sigue vuelve como la aurora y el ocaso sabe de noche sabe de alborada del sagrado silencio de las piedras del lugar en que el grito nos religa las cosas no sabrán cuando ella parta
el modo en que amanecen hombre y agua la imagen intrincada de los sueños manera de llevar a pelo el día sed de sal sol de abrazo noche vuelo desnuda yegua para amanecerla hasta la última siembra última lumbre hasta la última lucha última milla hasta el último jadeo segundo esperanza de fe plenificada furiosa tempestad de noche y día es la arena enredada entre las olas el mar que se desborda sobre el risco feliz morada del soñar antiguo sobre el azul espejo de las aguas es la mirada de la noche en vela el paso de los duendes sobre el mar el relente susurro de los árboles la sal la espuma el sol la madrugada
breve lechuza ardiente lujuriosa sorpresivamente alada reciamente atuendo oscuramente lumbre súbitamente viva humanamente cierta airadamente tierna nocturnamente yendo desnuda levedad a ras de suelo
(Frente al rostro fugaz de una luciérnaga)
jaula de cristal hembra jadeante jirón de prado nube pura sol y casa y universo y clarinada jovial esencia hendiduras configuración del inacabamiento ruptura momentánea fluir inagotable del murmullo fraternas potestades del asombro
contra la sed y el hambre sobre el puente contra todo forma de vida asombro deshojado sueño de la piedra piedra de los sueños fecunda entraña de la luz andadura pasturanza festín de sombra y llama plato de aromada miel idilio diosa aparejada milagro del insomnio desatado en la nochumbre a vista del rocío amanecido blanca palomica en soledad herida en uno de los ojos de pronto reclinada flujo y reflujo en comunión altiva relámpago la sombra del designio desangrado crepúsculo del ocio
lejana silenciosa larga sombra alta vigilia rastro de la tierra bramido sordo de la parda luz ventanas goznes muros quemaduras clamor del hambre grito poderoso infinita orilla aire detenido sagrada apuesta vengativa luz paloma caracol y compraventa feraz gloriosa repentina ilesa íntima soledad amenazada la línea precisa del abismo para llegar a tientas a la nada desde el morir al no morir viviendo del otro lado de la sombra en luz
se detiene estremece sube baja viene del sueño viene de la nada toca tierra lleva sonidos de metales de sangre de hambre guerra horror pavura conoce el canto de las aves el silencio del paraguas la melancolía del guanábano el sitio del silencio las alas de la noche y de la lluvia el gemido de las nieves las voces de la sangre honda navegación paso del día el regreso del sueño el rastro del celaje su grito de cigarra la navega en la muerte y se cuida de lo vivo ronda entre soledad por muchas albas sale de su envoltura puro asombro querer apoderarse de los sueños de las cosas las luces y los pájaros larga sombra de cópula y prodigio
alba engrifada cielo animal prado en manos del sol que se despierta virilmente el hombre en cósmica entrega permanente sigue al arroyo en su silencio lúgubre a la intemperie al descubierto el más airado grito de la tierra el más largo suspiro de la fronda el más verde silencio iluminado
lenta alucinación de estrellas rotas planicie en llamas jubiloso asombro jungla de sueños jaspes arrojados cóndores en parejas blanquecinas agua ajada cascadas jadeantes sed de mitos en sombra de alborada mística sorprendente hipnótica única nave estrellada soledosa mágica selénica arenisca del desierto paraje azul retamas y algarrobos tótem tensado en fuego arrasador ocre perenne enloquecido abrazo alzado cabizbajo valle erguido en la antigua quebrada de la noche
A Fanny Jaretón

Ante la Gran palma de Ceilán o Palmira (Corypha umbraculifera)del Jardín Botánico de Caracas, en los momentos en que regala su florescenciaa los caraqueños y visitantes en el año 2003
misterio en su preñez al descubierto racimo esplendoroso de los ángeles mujeridad mujer mujeridad arrogante desnudo de los dioses un par de vulvas -coito deshojado- abiertas al orgasmo de los cielos tal vez un duende en llamas rozagante los ojos de la tarde de paseo o llamas del Perú enfogaradas perdidas en sus sueños sonorosos floración vena fuego sol y vino provoca hacer amor con tanta gracia
acaso los pezones de la noche las orejas de un ciervo milenario acaso Dios pariente de esta palma enamorando madrugada a solas mirada de las horas presurosas el mágico esplendor de la arrogancia palmira palmaflor palma florida venida del Ceilán a nuestra casa
estallido de besos vesperales guitarra de los soles y los sones poema vegetal lección hermosa la auroranoche tu fragancia envidia fragante malabar de lento paso camino de la muerte en desespero paraguas señorial silvestre alado regia corona de encendido encanto eclipse fantasmal del odio fiero majo abanico de la diosa tierra
altivo tótem de la cruenta urbe desplegado en la cresta de sus barrios cirio encendido milagroso asombro sagrado talismán en hora aciaga cigarra campanada de rebato estremeciendo el porvenir del sueño bandera de combate en paz o en guerra al horizonte en gloria levantada
¡Gran Palma de Ceilán! ¡Oh Gran Palmira! ¡Apláudante los dioses tu desfile!
A Mery Sananes

tras el mudo lejano terebinto

cruzando mares invocando orillas inasibles capeando turbias confusiones remando entre el timón enfurecido vaso de muerte vuelo humo el aliento que nos cruza orfandad hilo alianza arpa y sombra exactamente enigma rasgando la neblina del asombro de la sombra a la pena de la pena al sollozo del sollozo al sueño del sueño a la nada de la nada a la vida de la vida a la muerte de la muerte al misterio en este barro todavía desenfrenado incontrolable imprevisible el trueno atómico nos cobija acompaña sobresalta partitura elemental vórtice de energía esplendoroso movimiento onda esférica espiralada intercambio simétrico compartida sinergia de la edad del Sol edad del paisaje deshilvanando sueños a la mar
rasgadura arpa quark gravitatorio de la misma cuerda sostén del mundo compleja realidad del universo zumbando entre sus límites cósmica plegaria materia cósmica fluir de la energía el remolino del arroyo la ilusión más allá de la luz la intangible eternidad generadora del tiempo multitud de hilos tendidos llamamiento de la antigua imagen la misma forma construida plano de la conciencia del ensueño
peñas tristes las lluvias milenarias danza de los árboles socavones del agua recobrada forma nostalgia del origen incontenible apremio reino numinoso viaje por las edades maneras de seguir cercana el alba claridad almada tiempo de ruptura de búsqueda de pájaros centros regiones periferias instauraciones asechanzas vínculos trastornos reinos lealtades voces himnos ecos infantes calles puertos escrituras alfas laberintos mapas tierras profecías épocas tiempo de coger camino de tornar de poner la sombra a un lado
vértigo sideral de los abismos helechos arborescentes rocas desnudas planetarias telúrica geometría alborozada albor de cierzos amanecidos un mirar hacia adentro de la selva y de las aguas abriendo el horizonte de las albas el concierto solar de las mañanas la caída del fruto germinal verdecido de yedras minerales un desgarre de sombras tormentosas la tempestad de bosques y de tardes la festiva grandeza del preámbulo las voces inclementes de las sombras el antiguo camino de los hongos el claro aprendizaje del asombro pájaros sumergidos la sombra de los pájaros rayas desatadas llaves germinales puertas oceánicas los mojones de los mares grito de la tierra grito navegante celo primordial desgarradura goce sufrimiento camino de agua amable sosegado encontrado fluyente encandilado tenue luz gateando entre las aguas
imágenes campanas esquilones visiones documentos selvas crónicas apariencias retornos desmesuras cristales rocas ruedas bailes soles brújulas signos luces reyes cortes intrigas travesías y demonios gritos sentires albas fogaradas intemperies delirios universos espigas migas ligas trashumancias suspensos intenciones y temblores barrancos hojarascas hojalatas abismos danzas hambres credenciales peldaños cuartos calles desvaríos amarras parpadeos marejadas horrores trampas máscaras cristales orejas sobres rastros rostros nombres regresos ramas remos ruidos ruedos mareas olas faros rayos anclas cordajes arrecifes alimañas aparejos plomadas necedades espumas cirros algas islas tolvas
hijos del sol quemados por el sol a pesar de la tregua o la trinchera a pesar de los otros o nosotros los gigantes pespuntes los instantes de las ruinas las vueltas y revueltas las cárceles burdeles la esperanza el eclipse el escaño los lugares los rumores las brasas las ciudades las cúpulas iglesias y fachadas a pesar de lecciones selecciones de sombras sorpresas o de asombros de embalajes de enveses o reveses de vivencias de goces contingencias de cuentas soledades o disfraces misterio angustia enigma llanto apremio rayos trombas resacas y corrientes hallazgos llagaduras o soberbias espejos fondos flecos o trasfondos reinos ruletas cirios cofradías creencias esplendor rito oro pompas
los raros los sublimes los guardianes los que abren interrogantes azules a quienes les basta con ver los árboles oír los pájaros con ese gran milagro de estar vivos y caminar entre la gente y saludar al sol profundo que brilla en el corazón de los humildes su vida deben a la colmada copa de su afecto y a su indulgencia casi toda incordura derrochada su llamarada les volvió sedientos levantan su copa por la vida reinan sobre la muerte hasta sembrar de altos girasoles el lujurioso vientre de la tierra
poco a poco la noche se hace cierta quedo el olvido entera la vereda se deshace no asombra ni la sombra hembra que se muere tierra árida noche seca olvidan las piedras el camino sorprende el grito del silencio en ascuas apenas si existimos de memoria apenas si la muerte nos corrige
entre el trémulo salmo de la aldea con el canto del alba se despide el gemido del alma de la fronda entre los vericuetos de la noche hambre desolación ensombrecida demonios bosques y maldades desconcierto desespero universal destierro menos que un soplo pasto de chacales para muchos un asombro errante quejumbroso solitario entre la noche zigzagueando sombra vendaval tras la muda paloma de los lejanos terebintos largo dolor en viaje confortado prosigue el hombre a solas con su sombra


del olvidado asombro de estar vivos

el poetano tiene por qué sacudirle el polvo a los zapatos de las letras en última instancia debería escribirlas descalzasy luego dejarlas caer para que sientanel piso tan fríode una página en blanco
Ernesto Román Orozco


creo en el color rojo de la rosa con que la Tierra toda vestirá en el rojo de tanta llamarada viva creo en la insomne lumbre que nos crea creo en el cielo insomne del asombro en la iguana venida de las olas en el necio delirio de los jueves en la casa de la sombra en el abrazo de las albas en los postigos de los ojos en la muerte girando en los talones girando en los Guantánamos cagando en los hambrones en la mesita de noche de los pobres en sus relojes sus lagañas sus barajas y pistolas de agua en los sueños de los millones de niños que apenas si les queda ojos rostro boca o corazón creo en el África azulada por la noche en el quejido azuloso de su raza a quien le duele el hambre las verduras la trocha los maltratos en sus niños quienes antes que dormir quisieran nunca despertar mientras juegan con la calavera de sus padres en el Cristo de las Trincheras acampado en la ruinosa oscuridad de un vetusto monasterio sin una mano sin pies entre borrasca plomo y lluvia a ras de furia quien me enseñó el color tostado de la piel cuando se va a la guerra colérico cordero al descubierto resuelto miliciano justiciero nuevamente con látigo inclemente arrojando a los nuevos mercaderes
en la gota de lluvia en el alambre en el encaje del mar cuando todavía no se había destejido en la esquina del tiempo que resurge en la sombra del otro del antiguo en el grito del hombre frente al mar en el metal la cólera el combate en la lucha del canto del mendigo en el hosco muñón de la tristeza en la hondonada gris de los cimientos el silencio que ahoga y amordaza la sombra de la muerte que reúne el aullido del pan acá en la puerta el concierto solar de las mañanas el borde de la tarde en estampida creo en el pobre envuelto en tempestad en el injerto sideral del guamo en los sures furentes del turpial en el espacio en Borges en el tiempo en las vocales de Rimbaud en la hojarasca briosa en el paso respetable de la hoja por las aceras de la tierra aurora en Francisco así Dios no lo distinga en Federico en su alba nazarena creo en Niall y sus sabias abubillas en el ave sagrada de su verbo en el buitre leonado de su insomnio en el orgasmo de la Palestina en el coraje de las rosas rojas
en el mayo francés en el invierno ruso en el febrero caraqueño en la locura galopando auroras en el año en que nos propusimos ser solares como Reverón y el viento en la solemne soledad del Sol en mis huesos descalzos soleados creo en el que solamente ha nacido en el gato triste en el piojo ciego en estas dudas estos días horas esta noche este sábado este rato creo en un vals en un montón de asombros creo en el pobre desgraciado y roto creo en el hideputa endecasílabo creo en las hojas secas de la luna creo en el tiempo de las ramas verdes en la plegaria cósmica del árbol en la rosada desnudez del alba en la arena quemada por el muro en la sublime mariposa en celo en la hermosa serpiente penetrando el limo original de la lujuria en aquel que erige un altar hombre
en el luengo misterio del asombro en el justo pecado de los dioses en la cena el abismo y el camino en el signo mundano de los rostros en la culminación de las serpientes en la vid los sarmientos y los pobres en el reparto de los panes y las casas en la vigilia hecha por el hombre en los racimos del hambre y la miseria en la santidad de los samanes en la garganta del helecho en pie en la amapola en luna descubierta en el regreso a trancos de la muerte en la mesa el poder y las mentiras en el cósmico origen de la vida creo en la matadura de la memoria voraz que atiza los relámpagos en el desbocado potro que golpea en el pecho sus chispeantes cascos herrados por el viento en el vórtice abierto que engulla nuestra esperanza desolada en la desolladura del barro que seremos en el errante diluvio de los párpados insomnes en el estridente relincho del rayo de los pájaros en la justicia universal del alba
creo en los ojos que se van de viaje en el polvo en el sueño la agonía creo en el par de lámparas donde arden los amigos en el zaguán dormido de un aljibe minuciosamente santo en el hambre madre antigua y atroz de la incestuosa guerra en el espejo de la antigua sombra el laberinto del asombro antiguo
en la ceniza en asombroso olvido en la luciérnaga porque en la noche cree en el tiempo la cólera y ternura en la tarde que mira desde el fondo en el bronce el ayer la lejanía en el viento que envuelve tempestad en el cordaje de la noche en lluvia
creo en Vietnam en Sabra y en Chatila donde la noche se zurció de sangre en las flores que brotarán en las calles de Kandahar en los niños cañoneados por los imperios rapaces al acecho en las noches de Najaf Irak Siria el Líbano y Falluja en los cuchillos de la lluvia a secas en la amenaza del gato en pleno hechizo en el barco encantado y sus aceñas en los dos golpes a la endeble espada en la razón y sinrazón del viento en la luna descalza y a caballo
creo en la libertad de los cangrejos en que tal vez afuera lejos de la tierra titilen las estrellas en la confirmación de las bandejas en la ginecocracia de las lilas en la desolación de los cubiertos creo en la salvación de la palabra con Nidaa en el perdón de los herejes en la resurrección de la alegría en la jodienda de la poesía creo en la vida eterna de los versos

De: Pablo Mora: Sangre zurcida. El Árbol Editores, San Cristóbal, Táchira, Venezuela, 2008. pp. 149.

© Pablo Mora 2008 y 2009
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero42/spp_mora.html

Pablo Mora

Por J.J. Villamizar Molina

Estamos frente a un gran poeta venezolano con respetable personalidad en Europa y la América Latina. Es tachirense, de la talla de Manuel Felipe Rugeles, de Juan Beroes, de Dionisio Aymará y de Pedro Pablo Paredes. La suerte se extiende a Santa Ana, donde nació el año 1942. Siempre, cuando voy a San Joaquín, me detengo a contemplar la casa del bardo así como cuando voy a Alcalá de Henares me detengo allí para adquirir un ejemplar del Quijote, o cuando voy a Florencia hago escala en la casa natal del Dante Alighieri para hacerme a un ejemplar de "Tutte le opere". Para algo soy Cronista de la ciudad de Santa Ana.

En sus 25 años de vida artística se me designó para que yo hiciera su presentación en el Ateneo. Hoy, Pablo Mora no necesita presentaciones ni en Venezuela ni en la América Latina. Sintetizo la obra suya en tres palabras "Almácigo", "Asombro" e "Insomnio". Estos tres vocablos se armonizan como en un deslumbrante remolino, como en la más completa trilogía de la concepción lírica. Ellos son el prisma expositivo de todo su pensamiento, de toda su percepción y sensibilidad, de todo el juicio que de la existencia hace el incesante trovador. Almácigo recuerda la semilla, la raíz, el feliz tallo conductor, las ramazones en multiplicación infinita, las hojas que son "Les feuilles d` automne" de Víctor Hugo, las flores y los frutos, dádivas ofrecidas desde un rosal de nuestros jardines hasta un corpulento cedro del Líbano. Apreciamos aquí almácigos de seres vivos y sensitivos en su sombra y en su generosidad. Así son los árboles. Y por eso son los símbolos de Pablo Mora. El árbol da vida, confianza, sombra y deleite de vivir. Él centuplica las recompensas en el ramillete de sus flores y en su cesta de pomas. Jesús dijo que ni Salomón en medio de sus pompas se vistió como un lirio del campo. Pablo Mora dice que las ramas de su almácigo pretenden abrazar los espacios de los cielos.

Asombro es un elemento vivencial. Los seres vivos están dotados de la percepción dada por los órganos de sus sentidos, regidos por el portento prodigioso de la creación que es el cerebro humano. En este caso, parece que el poeta detuviera el ciclo existencial para embelesarse en todas las impresiones, en todos los sonidos, en todas las ensoñaciones de que es capaz un ser viviente. Asombro es detener las fuerzas de la vida para lograr un impacto estremecido, un trémulo de contemplaciones, un improntus de transportación, un adagio cantabilis de amores. Por ello, Pablo Mora se extasía en este coro estupefacto. Si el asombro es estático, el insomnio es dinámico. El insomnio no detiene ni un momento el curso de la vida. No lo interrumpe para que la inspiración lírica pueda seguir el curso en su carruaje de vivencias, de ensoñaciones, de triunfos, de dolores, de obnibulaciones. El insomnio en este caso es un regalo de los dioses. Para él no se hicieron los hipnóticos de la farmacología.

Pablo Mora se graduó en Letras en la Ucab. Luego se doctoró en Psicopedagogía y Periodismo en la Universidad Degli Studi de Torino y en la Universitá Cattolica del Sacro Quore de Milán. Profesor jubilado de la Unet, fue su Director de Cultura y es el autor de la letra de su himno. Es hermano de Rugeles en la pureza de la harina, en la caricia de la neblina y en el prodigio de los cántaros. Laureó su poesía en Nueva Esparta. Constantemente, a más de sus numerosos libros de poesía y ensayos, nos está extasiando con sus poemas en prosa, que son, como decía Pedro Pablo Paredes, "una gavilla de lumbres". Siempre está transitando en las innovaciones literarias. Porque si Rubén Darío dijo "yo soy aquél que ayer no más decía", Pablo Mora nos confiesa jubiloso en el mismo endecasílabo: "Yo soy el que ahora está cantando". * Decano de los cronistas de Venezuela.
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