viernes, 30 de agosto de 2013

Plegaria por la Paz

Plegaria por la paz Pablo Mora Cuando el aire huele a pólvora la guerra envejece el corazón. En la noche de la guerra, del hambre y de la lluvia, aparece, gigante, la sombra de la muerte. Habrá de haber tiempo para la Poesía, si no quieren pueblos y hombres sucumbir antes de tiempo. Por los niños perdidos en la guerra: ¡Señor, danos menos fuerza para la guerra y más valor para la paz! Una leve sospecha nos consume: al borde de esta nueva primavera van los hombres derecho hacia la guerra, dispuestos a acabar con la alborada. Amigos y enemigos se confunden con los mismos presagios de la muerte; no bastan los sollozos de las flores para calmar las furias de los vientos. Definitivamente se pelea. La sangre de los hombres se derrama. Cada vez son más altas las hogueras. La pavura del hombre se agiganta. Al verse codo a codo en la trinchera ni dueño de su sombra ya se siente. Hablamos de la muerte, compañero, la misma que nos tiene sin cuidado, la que ha perdido el precio entre nosotros, la muerte, la infalible compañera. Pensamos en los campos de batalla, en ellos se nos funde la esperanza. Pensamos en mejores madrugadas para el pan amasado con la aurora. Pisoteada está la primavera. Son pocas las mañanas que nos quedan. No está quedando tiempo para el sueño. Cuidemos entretanto a nuestros hijos mientras trenzan sus sueños lentamente. Sigamos con la vida que nos resta. Por los niños perdidos en la guerra: ¡Señor, danos menos fuerza para la guerra y más valor para la paz! Es tiempo de velar por la esperanza, por los nuevos caminos de la aurora. Es tiempo de acercarnos a la madre a pedirle el aliento de la vida.
Es tiempo del mejor amanecer, de esperar, bien armados de paciencia, acampar en espléndidas ciudades.

miércoles, 28 de agosto de 2013

del olvidado asombro de estar vivos

del olvidado asombro de estar vivos el poeta no tiene por qué sacudirle el polvo a los zapatos de las letras en última instancia debería escribirlas descalzas y luego dejarlas caer para que sientan el piso tan frío de una página en blanco Ernesto Román Orozco creo en el color rojo de la rosa con que la Tierra toda vestirá en el rojo de tanta llamarada viva creo en la insomne lumbre que nos crea creo en el cielo insomne del asombro en la iguana venida de las olas en el necio delirio de los jueves en la casa de la sombra en el abrazo de las albas en los postigos de los ojos en la muerte girando en los talones girando en los Guantánamos cagando en los hambrones en la mesita de noche de los pobres en sus relojes sus lagañas sus barajas y pistolas de agua en los sueños de los millones de niños que apenas si les queda ojos rostro boca o corazón creo en el África azulada por la noche en el quejido azuloso de su raza a quien le duele el hambre las verduras la trocha los maltratos en sus niños quienes antes que dormir quisieran nunca despertar mientras juegan con la calavera de sus padres en el Cristo de las Trincheras acampado en la ruinosa oscuridad de un vetusto monasterio sin una mano sin pies entre borrasca plomo y lluvia a ras de furia quien me enseñó el color tostado de la piel cuando se va a la guerra colérico cordero al descubierto resuelto miliciano justiciero nuevamente con látigo inclemente arrojando a los nuevos mercaderes A Lydda Franco Farías A Elio Jerez Valero en la gota de lluvia en el alambre en el encaje del mar cuando todavía no se había destejido en la esquina del tiempo que resurge en la sombra del otro del antiguo en el grito del hombre frente al mar en el metal la cólera el combate en la lucha del canto del mendigo en el hosco muñón de la tristeza en la hondonada gris de los cimientos el silencio que ahoga y amordaza la sombra de la muerte que reúne el aullido del pan acá en la puerta el concierto solar de las mañanas el borde de la tarde en estampida creo en el pobre envuelto en tempestad en el injerto sideral del guamo en los sures furentes del turpial en el espacio en Borges en el tiempo en las vocales de Rimbaud en la hojarasca briosa en el paso respetable de la hoja por las aceras de la tierra aurora en Francisco así Dios no lo distinga en Federico en su alba nazarena creo en Niall y sus sabias abubillas en el ave sagrada de su verbo en el buitre leonado de su insomnio en el orgasmo de la Palestina en el coraje de las rosas rojas A Nidaa Khoury A Niall Binns en el mayo francés en el invierno ruso en el febrero caraqueño en la locura galopando auroras en el año en que nos propusimos ser solares como Reverón y el viento en la solemne soledad del Sol en mis huesos descalzos soleados creo en el que solamente ha nacido en el gato triste en el piojo ciego en estas dudas estos días horas esta noche este sábado este rato creo en un vals en un montón de asombros creo en el pobre desgraciado y roto creo en el hideputa endecasílabo creo en las hojas secas de la luna creo en el tiempo de las ramas verdes en la plegaria cósmica del árbol en la rosada desnudez del alba en la arena quemada por el muro en la sublime mariposa en celo en la hermosa serpiente penetrando el limo original de la lujuria en aquel que erige un altar hombre en el luengo misterio del asombro en el justo pecado de los dioses en la cena el abismo y el camino en el signo mundano de los rostros en la culminación de las serpientes en la vid los sarmientos y los pobres en el reparto de los panes y las casas en la vigilia hecha por el hombre en los racimos del hambre y la miseria en la santidad de los samanes en la garganta del helecho en pie en la amapola en luna descubierta en el regreso a trancos de la muerte en la mesa el poder y las mentiras en el cósmico origen de la vida creo en la matadura de la memoria voraz que atiza los relámpagos en el desbocado potro que golpea en el pecho sus chispeantes cascos herrados por el viento en el vórtice abierto que engulla nuestra esperanza desolada en la desolladura del barro que seremos en el errante diluvio de los párpados insomnes en el estridente relincho del rayo de los pájaros en la justicia universal del alba creo en los ojos que se van de viaje en el polvo en el sueño la agonía creo en el par de lámparas donde arden los amigos en el zaguán dormido de un aljibe minuciosamente santo en el hambre madre antigua y atroz de la incestuosa guerra en el espejo de la antigua sombra el laberinto del asombro antiguo en la ceniza en asombroso olvido en la luciérnaga porque en la noche cree en el tiempo la cólera y ternura en la tarde que mira desde el fondo en el bronce el ayer la lejanía en el viento que envuelve tempestad en el cordaje de la noche en lluvia creo en Vietnam en Sabra y en Chatila donde la noche se zurció de sangre en las flores que brotarán en las calles de Kandahar en los niños cañoneados por los imperios rapaces al acecho en las noches de Najaf Irak Siria el Líbano y Falluja en los cuchillos de la lluvia a secas en la amenaza del gato en pleno hechizo en el barco encantado y sus aceñas en los dos golpes a la endeble espada en la razón y sinrazón del viento en la luna descalza y a caballo creo en la libertad de los cangrejos en que tal vez afuera lejos de la tierra titilen las estrellas en la confirmación de las bandejas en la ginecocracia de las lilas en la desolación de los cubiertos creo en la salvación de la palabra con Nidaa en el perdón de los herejes en la resurrección de la alegría en la jodienda de la poesía creo en la vida eterna de los versos Pablo Mora: “Del olvidado asombro”

miércoles, 21 de agosto de 2013

DEL OLVIDADO ASOMBRO

DEL OLVIDADO ASOMBRO constituye una compilación poética de cinco libros anteriores del autor: De la noche insomne (1992), Asombro al descubierto (1996), Insomnio Terminal (2001), Sombra antigua (2005) y Sangre zurcida (2008). Todo porque al alba, la belleza, la palabra, las hemos oído gritar en la montaña. Porque antes del alba fue la Poesía. La palabra, soplo de aire que desde la primigenia mañana del génesis tiene poder de creación. Porque habrá de haber lugar para la Poesía si no quieren pueblos y hombres sucumbir. El olvidado asombro de estar vivos es uno de los 584 versos endecasílabos perfectos de los que consta Piedra de sol (1957) libro de Octavio Paz, un poemario hoy emblemático, uno de los más grandes del siglo XX en las letras hispanoamericanas. El nombre de nuestro décimo sexto libro proviene del célebre verso del poeta mexicano Octavio Paz: “El olvidado asombro de estar vivos” de Piedra de Sol. Paz hace alusión a las cosas cotidianas con las que el ser humano convive diariamente sin darle la importancia que merecen; entre éstas, el paisaje, los amaneceres, las máscaras, el cielo. Acá la estrofa en referencia, de marras: "… El mundo nace cuando dos se besan", dice el poeta, y añade: "el cuarto como un fruto se entreabre/ o estalla como un astro taciturno/ y las leyes comidas de ratones,/ las rejas de los bancos y las cárceles,/ las rejas de papel, las alambradas,/ los timbres y las púas y los pinchos,/ el sermón monocorde de las armas,/ el escorpión meloso y con bonete,/ el tigre con chistera, presidente/ del Club Vegetariano y la Cruz Roja,/ el burro pedagogo, el cocodrilo/ metido a redentor, padre de pueblos,/ el Jefe, el tiburón, el arquitecto/ del porvenir, el cerdo uniformado,/ el hijo predilecto de la Iglesia/ que se lava la negra dentadura/ con el agua bendita y toma clases/ de inglés y democracia, las paredes/ invisibles, las máscaras podridas/ que dividen al hombre de los hombres,/ al hombre de sí mismo, se derrumban/ por un instante inmenso y vislumbramos/ nuestra unidad perdida, el desamparo/ que es ser hombres, la gloria que es ser hombres/ y compartir el pan, el sol, la muerte,/ el olvidado asombro de estar vivos". Al respecto, José Gregorio Vásquez se expresa así: “Un saludo a Pablo Mora, mi paisano, a quien celebro en silencio, siempre desde mi pequeño mundo de palabras. Desde hace años escucho su poesía correr, gritar, callar ir, soñar, andar por las calles de una ciudad y otra. La voz de Pablo circunda el invisible sonido de la poesía en Táchira”. Vásquez sostiene que los versos de Mora cuentan con una sonoridad extraordinaria en cada página. “No es algo viejo, nuevo o de ahora, puede apegarse a cualquier situación, pues goza de universalidad”. Freddy Ñáñez, nuestro editor, al respecto opina: “Estoy muy agradecido con tus generosas palabras sobre el DH que es, como ya lo adviertes, un hijo de la poiesología. Con respecto a tu libro Del olvidado asombro, soy yo quien agradece el privilegio de haberlo editado. No sólo porque se hace justicia con una poesía que latió inadvertida para un país literario centralizado que ya comenzaba a quejarse del agotamiento de sus formas. Entonces el verso de Pablo Mora es un estertor ante el cual todo está inédito y por hacerse…” Nosotros a su vez decimos, sostenemos: Creemos en la poesía como una sociedad anónima. Somos una sola voz, quienes escribimos la obra, los de antes, los de ahora y los de mañana. En una como carrera de relevo. O cuerpo Poético. Creemos en la Poesía, Sociedad Anónima, como denomina a uno de sus sonetos Gabriel Celaya. Nuestra poesía no es sólo nuestra, la hacen a través nuestro mil asistencias. Creemos en que nadie es nadie, salvo nuestra salvación en la obra común. Nunca se está solo. Solos, no somos nada, nadie; juntos, inmortales. Creemos en la obra colectiva y anónima, parte del sueño de una superconductividad. Poesía, Sociedad Anónima —como lo advierte y señala María Luisa Alonso de Espitia— en cuanto somos una sola voz quienes escribimos ahora conjuntamente con los que escribieron antes y con los que escribirán después. Poesía, Sociedad Anónima, posición de humanidad solidaria ante la espiritualidad de la especie. Sociedad Anónima, no sólo referida al presente sino también con trascendencia futura. Metalógica, metalenguaje, metaespiritualidad del ser de la especie al interior de una herencia poética. Para dar una somera pincelada a los cinco libros que integran Del olvidado asombro: De la sombra antigua, De la noche insomne, que a las costas de la divina antigüedad nos atan. Insomnio Terminal, donde los recuerdos maúllan hasta el amanecer, donde se sostiene que para vivir hay que vigilar, que a la tierra se vino a estar de guardia, nocte dieque incubando. Asombro al descubierto, una vivencia, un asombro que se pasa a limpio, un renglón que se le añade al mundo, un almácigo que es expone al sol, un coro en el que canta un insomne, un deseo de arrear la luz, claridad hechizada en el camino, querer encontrarle al silencio su guarida hasta dar con esa raza que canta en la tormenta. Sangre Zurcida, para empatar o zurcir el espacio de la caída, rari nantes in gurgite vasto. Donde todos los ímpetus crecieron al amparo de lunas invernales. para el hombre lluvioso otoñabundo duro y puro a lo largo de los renglones para el cántico el castigo para los callados y oprimidos para los dolores amigos y ajenos para quien viene del pueblo y canta para el pueblo para quien padece de sombra o a la luz camina para el letargo de las horas donde yacen el alarido la conciencia las carnes vulneradas para despertar a latigazos el silencio para los estambres las astillas y estallidos para estrenar truenos trenos trinos tiros franjas fraguas fragores fogonazos para el canto del silencio para el silencio de la sombra para espiar cada aurora y comprobar claramente que el día no existe que la noche se apoderó del mundo para respirar juntos el silencio el silencio el silencio del silencio. DEL OLVIDADO ASOMBRO para el hombre zurcido compartido o quien canta celebra y santifica o el que denigra al odio y sus resabios para el viento de las praderías para el caballo sobre el mar o el que viene solo de la aldea o solamente en las praderas vaga para el hueso innominado el
intransigente terriblemente abierto y en acecho para la copa sonorosa la que se rompe toda cuando suena

martes, 13 de agosto de 2013

Mi copa por la vida

Mi copa por la vida Pablo Mora A Fidel en sus 87 años
Fresca, pronta, alegre, cabizbaja. A veces agridura, dulceamarga. A ratos torpe, en fuga pensativa. Sorpresivamente alada. Reciamente atuendo. Oscuramente lumbre. Breve lechuza lujuriosa. Temblor, magia, pluma, serranía. Alegría, música, amanecer. Incandescencia, revelación, azar. Buena, próxima, lejana. Larga, corta. Misterio, cercanía. Alba, sol, rocío, penumbra, nieve presurosa. Estrella, ala, gemido, canto, trino. Collage, arte, poesía. Alborozo, secreto, fracaso, marcha, contramarcha, triunfo. Ángel, vuelo, lecho, pan. Hosca, difícil, comprensiva. Latido, danza, pas de deux. Camino, raíz, ramaje, savia, canto, nido. Aleteo, presagio y aventura. Rescoldo, llama, hoguera. La mentira, la indolencia, la verdad. Súbitamente viva. Humanamente cierta. Airadamente tierna. Nocturnamente yendo. Quehacer, destino, enigma. Lo que sucede, sucedió o ha de suceder. Desnuda levedad a ras de suelo. Luchar. Atravesar. Desafiar. Resistir. Sobrevivir. Jugar con la muerte. Sueño, juego, paso, triunfo, resplandor, asombro. La forma en que acontece el tiempo, el otro río. El modo en que amanece el hombre. La forma intrincada de los sueños. La manera de llevar las horas. De llevar los días. De llevar la sombra. Sed de abrazo y vuelo. En vuelo al sol de la noche, al corazón de la oscuridad, para amanecerla en luz. Semilla, lucha, siembra. Hasta el último segundo, el último rincón, el último lugar. Esperanza de fe plenificada. Furiosa tempestad de noche y día. Es la arena enredada entre las olas, el mar que se desborda sobre el risco, feliz morada del soñar antiguo sobre el azul espejo de las aguas. Es la mirada de la noche en vela, el paso de los duendes sobre el mar, el relente susurro de los árboles, la sal, la espuma, el sol, las madrugadas Lejana, silenciosa, larga sombra. Alta vigilia, rastro de la tierra. Bramido sordo de la parda luz. Ventanas, goznes, muros, quemaduras. Clamor del hambre, grito poderoso. Infinita orilla, aire detenido. Sagrada apuesta, vengativa luz. Paloma, caracol y compraventa. Feraz, gloriosa, repentina, ilesa. Íntima soledad amenazada. La línea precisa del abismo. Para llegar a tientas a la nada. Desde el morir al no morir viviendo. Del otro lado de la sombra en luz. Amplio solar de pena y amargura, recinto para el llanto y la alegría, larga tonada, larga travesía. Viejo estribillo en clave de ternura. Duro aguijón para la suerte dura, ardua vereda la de cada día, ancho portón para la misma vía, hondo estallido en tiempo de premura. Ruta sin fondo en la lejana infancia, donde el azul peregrinaba un día sin darnos cuenta de su gris fragancia. Lanza en ristre, con firme rebeldía va nuestra vida en fúlgida arrogancia, componiendo su propia sinfonía. El asunto es acompañar la vida a sol y sombra, donde sea preciso; saber de donde nos sacó el hechizo y contar con la última embestida. No importa el llanto o la final salida, la vida es solamente el compromiso de estar donde la vida misma quiso: al lado de la vida de por vida. Abundarán ventiscas y huracanes al dar con el confín de nuestros días cuando en batalla, casi como canes, lidiaremos las propias agonías. Disputarán, entonces, nuestros manes llanto, grito, dolor y rebeldías. Hoy levanto mi copa por la vida. (Gustavo Pereira).