sábado, 26 de diciembre de 2009

ANGELICAL






ANGELICAL

In memóriam: Merceditas Mora de Jairran

Q. E. P. D.


Luciérnaga, angelita, pajarita,
toda de asombros infinitos llena,
transfigurada en cumbres celestiales
sobre el Tabor triunfal de la alegría.

Luciérnaga alumbrando sementeras,
angelita en diadema de luceros,
pajarita de paz con voz de cielo,
la sencillez espiritual de un nido.

Así te siento, angelical y pura,
hueles a pan de los ardientes hornos
mientras doras de lumbres los caminos.

Te conocí en los juegos de la infancia,
testigo de tu vida cristalina
a pulso de fogón esclarecido.


Pablo Mora




viernes, 25 de diciembre de 2009

Sangre Zurcida





Sangre Zurcida

¿Cuánto sabrá tu asombro de los gatos
cuando serán barridos los bribones
cuándo los traficantes de la guerra
cuándo la enhiesta sombra de la escoria
está tu paz de parte de la guerra
de qué lado los bárbaros están
cómo pasar la seña la palabra
qué haremos con la angustia de la pólvora
valdrá que nos alumbren las luciérnagas
valdrá impostar la voz el griterío
armar a dios al prójimo y al pobre
valdrá el poema urgente necesario
valdrá seguir haciendo la palabra
hasta cuándo la sangre zurcirá?

Pablo Mora



A cuántos





A cuántos

A cuantos crean que me voy de muerte


¿A cuántas lluvias de la muerte estamos,
a cuántos julios, cuántos besos, ramas,
a cuántas lunas, cuántos gritos, tardes,
a cuánto rezo, a cuánto rato, a cuántos?

¿A cuántas sombras de la muerte estamos,
a cuántas simas, prados, cuántas lomas,
a cuántas noches, calles, cielos, árboles,
a cuántas grietas, grifos, silbos, sones?

¿A cuántos tantos de la muerte estamos,
a cuántas gotas, tajos, gatos, togas,
a cuántos marzos, martes, ases, oros?

¿A cuántas copas, cuántos tientos, palmos,
a cuánto grillo, insomnio o arrebato,
a cuántos, cuántos, cuántos, cuántos, cuántos?


En Las Acacias
A mediodía en medio de la muerte

Pablo Mora



domingo, 20 de diciembre de 2009

Luciérnaga







Luciérnaga


En lo que cabe en la palabra vida
entera cabe la palabra amor,
completo el aire, entero el resplandor,
el camino que a diario nos convida.

Lumbre, aire, resplandor, ensueño, vida,
caben en el cariño de una flor,
el suspiro perenne, el ruiseñor,
completamente la final salida.

Testigo fiel de la feliz jornada,
un beso eternamente victorioso,
la presea de un alma enamorada.

La luciérnaga en lumbre iluminada,
en vuelo de gacela muy gozoso,
nos regala su vida, jubilada.

Pablo Mora



Poeta tachirense gana Bienal Literaria "Ramos Sucre"






Poeta tachirense gana Bienal Literaria Ramos Sucre

El pasado martes 15 de diciembre, los organizadores de la décima séptima edición de la Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre, revelaron el veredicto, otorgando el Premio Único en Poesía al escritor tachirense Freddy Ñáñez, con el poemario Postal de Sequía por su “su intensa búsqueda desde un lenguaje distante del yo, más allá del mero ejercicio literario”, poesía urgente “en tiempos donde la Ciudad Escritutaria, insiste en el olvido de nuestro ser”, tal como reza el veredicto.
Freddy Ñáñez, escritor tachirense ha desarrollado una importante labor como promotor cultural de la región, desde la fundación de la Editorial Nadie Nos Edita, la dirección de la Revista Cultural Sujeto Almado, y más recientemente como directivo de la Red Nacional de Escritores de Venezuela y director del Gabinete Ministerial del Poder Popular para la Cultura Táchira. Es autor de los libros: “Todos los instantes” “Un millón de pájaros muertos, “Los hombres que vienen de morir”, “Fuego donde dice paraíso”, “Bajo Palabra” y la antología poética “Suma del Árbol”.
Cabe destacar que esta Bienal, organizada por la Dirección de Cultura y Extensión de la Universidad de Oriente es reconocida como uno de los certámenes literarios de mayor relevancia y trayectoria nacional e internacional. Para esta edición que comprendió los premios en los géneros Poesía y Ensayo, la Bienal recibió 85 obras para la mención poesía y 21 para la mención ensayo donde resultó ganadora la escritora Raquel Rivas.





miércoles, 16 de diciembre de 2009

COLOR DE LA ROSA





COLOR DE LA ROSA

Pablo Mora



“¿’De qué color será la rosa que junto a tu alma alcemos?
Roja será la rosa que recuerde tu paso”.

Pablo Neruda




¿De qué color será la rosa? Roja
será la rosa en el azul del sueño,
roja será la rosa en el empeño
por ver el rumbo que la tierra escoja.

Siendo roja ninguno la deshoja
si no es el pobre cuando frunce el ceño
en su azarosa búsqueda del leño
para el fogón que alguno le despoja.

Roja será la rosa en el camino,
en el viento, en la muerte, en la arboleda,
la Tierra toda vestirá de rojo.

Sólo, entonces, el hombre peregrino,
en medio de esta horrenda polvareda,
marchará alegre y sin ningún sonrojo.








RETO BOLIVARIANO







RETO BOLIVARIANO


Pablo Mora


¡Creo en ti, perenne Hijo de la Gloria!
¡Inmarcesible Rayo de la Guerra!
¡Comandante invencible de Los Andes!
¡Espada vencedora de los Dioses!
Creo en el Ávila, fanal primero
donde irradió el fulgor de tu existencia.
En el vientre que arrulló tu gloria
y en el maestro que templó tu mente.
En el pueblo que siguió tus pasos
y en la nodriza negra de tu infancia.

Creo en la Roma en que juraste un día
dar tu sangre por nuestra Libertad.
En el mar en que acampaste cuando
la Patria te confió el primer mandado.
En la ternura que le diste a Fanny
con el aliento de tu amor a prisa.
Creo en la flama de amor de Manuelita,
en la fulguración de tus soldados
y en la estampida de palomos briosos
en busca del Jinete redivivo.

Creo en la nívea pila bautismal
al fraguarte inmortal Libertador,
en la pila sagrada de Los Andes.
En el Llano que se fue contigo,
erguido fiel por nuestra libertad.
En la lealtad del corazón
del negro en llamas que inmoló la Patria.
Creo en el Mariscal en que creíste
y en la desgarradura de Berruecos.
Creo en tu arrojo que envidiaste a Piar
y en el Piar que tuviera que morir
para abrir paso a tu esperanza egregia
en medio de la lucha sin cuartel.













Creo en Petión, el de la noble mano,
al enjugar la lágrima al esclavo.
En la furiosa huracandad de Pisba,
acicate feroz de tus soldados,
en el alumbramiento de la helada,
hijo de aquél que se quedó en la cuesta.
Creo en la majestad del Chimborazo
donde de pie entendiste al viejo Tiempo.
En tu rostro desafiando el mar
cuando, lejos, clamabas por la Patria.
En los ásperos callos de tus manos
para el hambre de América harapienta.

Creo en tus brazos y en tus puños creo
desde la eternidad encabritados.
En el samán que te albergara creo,
en tus noches, tus selvas, tus caminos.
Creo en el tamarindo de Angostura
donde amarraras tu esperanza al río.
En el entrecejo de tus iras
y en el crispado acento de tu verbo.
Creo en tu hamaca, compañera fiel
en cada escaramuza libertaria.
En la orfandad de tus monturas viejas,
añorándote a ti, ¡Oh Padre Nuestro!

Creo en las plateadas herraduras,
hechizos del galope redentor.
En tu espada que atizó la gloria,
sembrando sobre sombras libertad.
Creo en Palomo y su inmortal relincho
cuando, gozoso, te sabía campal.
También en los secretos que confiabas
a tu mula Orejona y obediente.
Creo en el tremedal de Casacoima:
regazo en el delirio de tus sueños.
Creo en Pichincha y creo en Boyacá
y en Junín, Carabobo y Ayacucho.













Creo en la cruenta imagen que tenías
de aquella América rapaz del Norte.
En el recio camarada Rooke
quien a la noche le ofrendó su brazo.
En la Gran Colombia que fundaste
y en el sueño de América, la Patria.
Creo en tu pensamiento, fulminante
hoguera de visiones sempiternas.
Creo en Jamaica y creo en Angostura
donde fijaste el rumbo a nuestra América.

En la América tuya tan dolida,
ágora ayer: la comunión del mundo.
En Tinjacá y en tu Nevado perro,
en tu pobreza y tu camisa rota
para la desnudez de Santa Marta.
En el fulgurar de tu relámpago
perdido en la hondonada del vacío.
En el alarido de la noche
con la última proclama de la unión.
Creo en la redención de nuestro suelo
por tus huestes apenas comenzada.

En nuestra soledad iluminada
por tu ejército ahora clandestino.
En la reciedumbre de tu furia
amparada en melífera ternura.
Creo en tu sangre guaicaipura y éuscara,
hermana de la sangre de Lautaro,
¡Oh Fénix trashumante, la esperanza
de los partos solares por venir!


















Creo en la Guerra de Tupac Amaru,
la Guerra a Muerte que empuñara el Ande.
En Martí cuando corrió a buscarte
en la noche sangrienta de tu América
y en la montaña que soñó tribuna,
entre relámpago y furente rayo,
y un manojo de pueblos en tu puño,
rendidos los tiranos a tus pies.
Creo en el Che, en Camilo y en Sandino
para tu valentía encarnaduras.
Creo en todos los hijos de la Tierra
capaces de fraguar la nueva aurora.

En la hospitalidad de estas neblinas
creo, remanso de tu luengo insomnio.
Definitivamente creo en Ti,
¡Omnipotente Padre de la Patria!
Y aunque tú ya una Patria nos dejaste,
creo en la Patria que nos falta hacer.
Creo en ti, ¡Adalid de Libertad!
Desde estos ventisqueros de los Andes,
donde una América de pie te espera
para salir a libertar más patrias
así tengamos que retar a Dios
con tal de no seguir arando el mar.












lunes, 14 de diciembre de 2009

PARA LA NAVIDAD DE LOS TRISTES






PARA LA NAVIDAD DE LOS TRISTES

Pinos.
¿De dónde?
Tendríamos que ir a buscarlos al bosque.
¿Para qué?
Para la navidad de los tristes de la tierra,
de los que en vano han pretendido ir más allá de los horizontes
con el fardo de sus vidas sin sol,
atolondrados por el aguijón metálico de las sirenas.
Rechina en la monotonía de las horas
el dolor de mil brazos morenos que en la fábrica
rinden una misma tarea
para regresar al hogar suburbano, agobiados,
a acunar en la noche la canción de una vida que empieza.
Esta navidad
Faltan pinos
para los tristes de la tierra.
El pan y el vino de la cena
¿les podrá caer alguna vez de las estrellas?

Manuel Felipe Rugeles: CÁNTARO





POEMAS







SOÑAR


soñar con el reverso de la manosoñar con el reverso de la lunasoñar con el reverso de la luzde la estrella del sol y de la vidasoñar con el reverso de la carasoñar con el reverso del espejosoñar con el reverso de las aguasde los mares del pan y de los ojossoñar con el reverso de los cielossoñar con el reverso de las floresde la arena del tul y de los sueñossoñar con el reverso del anversosoñar con el reverso del soñarsoñar con el reverso de los versos


SUEÑOS


con los sueños del alba de la manode mano con el alba de los sueñoscon el alba de mano con los sueñosde mano con los sueños de la manosueño a sueño con sueños de la manocon los sueños de mano de los sueñoscon la mano del alba de los sueñoscon los sueños del sueño de la manosoñando con el alba de los sueñossoñando con los sueños de la manose sueña con la mano de los sueñossoñando con el sueño de los sueñossoñando con el alba de la manose sueña en el ensueño de los sueños

LOS SUEÑOS


No tienen dedos manos puños hambreNo tienen tiempo calma padre dueñoNo tienen cara pasos prisa lunaNo tienen noche piel ni voz ni miedoNo tienen ley no tienen alas pazLos sueños solamente tienen sueño

CUANDO


cuando el glacial aterraba los espíritus y los llevaba a las estalactitascuando el vientre de la noche distraídamente mañanas fecundabacuando las venas de las rocas portaban sangre silvestre sideralcuando los volcanes alumbraban la arrogancia de la llanuracuando la oquedad del bosque al humano amedrentabacuando las robustas huellas abrían el primer caminocuando el animal no se había hecho para el hombrecuando el piache alzaba plegarias hasta el cielocuando el indígena erguía su ciclópea murallacuando la fruta calmaba al sediento cervatillocuando la noche no conocía día en su riberacuando los ofidios dormían sueño vegetalcuando la tormenta atronaba la comarcacuando el río enmarañado se extraviabacuando el aborigen hundíase en el antrocuando la alta mole tomaba el pulso al vuelocuando el encaje del mar no se había destejidocuando la mañana de la selva no había despertadocuando las brechas estaban envueltas en rastrojoscuando cóndores majestuosos oteaban la vigilia del mortalcuando la sombra de los hombres era una sombra máscuando la margen de los ríos germinaba la espesura torrencialcuando la ubérrima espiga silenciosamente engendraba sementerasel terrícola corazón virginal presentía su telúrica corpulencia el cosmosenraízabase y el mundo ya sentía el pletórico impulso de sus frutos


COMOcomo una partícula de cosmos extraviada en el desierto de la vidacomo una gaviota espiando el mendrugo de la humana embarcacióncomo un junco a la vera del Nilo rumiando sus quimerascomo una estrella en la nocturna soledad velando lunacomo un venado en campo abierto oteando su horizontecomo Platero extasiado en la floresta de la vidacomo cigarra esperando la mañana de su muertecomo riachuelo pendiendo en la hondonadacomo nave a la deriva ansiosa de atracarcomo relente cubriendo su póstuma niñezcomo una vereda trepando cafetalescomo arbusto ensayando a florecercomo un rayo de sol sin asiderocomo mañana rizada de neblinacomo verso dispuesto a frutecercomo búho entre su noche pensativocomo gota de lluvia queriendo deslizarcomo nube peregrina sobre un repecho andinocomo un sueño al despertar saludando la mañanacomo actor en espera del papel que ha de cumplircomo albo copo entre la atmósfera en pleno jugueteocomo cualquier campesino de mi aldea simiente en manocomo al limonero de mi primera casa henchida de recuerdoscomo a cuántas lejanías se asemejan los sueños de mi vidacomo un solo asombro la imagino en este pluvioso atardecer de abril



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Pablo Mora.Nació en Santa Ana del Táchira (Venezuela), en 1942. Graduado en Letras en la Universidad Católica "Andrés Bello" en l966. Obtuvo doctorados en Psicopedagogía y en Periodismo en la Universidad de Turín y La Universidad Católica de Milán, Italia, respectivamente. Ejerció el magisterio desde 1969 y la docencia universitaria desde 1973 a 1994. Profesor Titular Jubilado de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET), de la que fue Director de Cultura. Asesor del Despacho Rectoral de la UNET en el área comunicacional durante los años 1992 – 1999. Perteneció a la "Cueva Pictolírica " de San Cristóbal-Táchira-Venezuela. Miembro de la Asociación de Escritores del Estado Táchira, de la Sociedad Bolivariana, del Circulo de Escritores de Venezuela, del Grupo Literario "El Parnasillo", del Taller Literario "Zaranda" y de la Peña Literaria "Manuel Felipe Rugeles”. Ha publicado 6 Poemarios bajo el nombre de ALMACIGO, varias plaquettes y un libro de ensayos: CUENTA ABIERTA. Obras suyas han sido traducidas al vascuence y al italiano. Otras aparecen en las Antologías: "Poetas de América le Cantan a Bolívar", "Antología de la Rosa", "El Soneto en Venezuela" y "Sonetos a Bolívar". Su obra aparece reseñada en: "Diccionario General de la Literatura Venezolana" y en "Bibliografía y Hemerografía del Estado Táchira". Junto con Rubén Rivas, autor del Himno de la UNET. Colabora en diarios tanto del país como del Táchira. Premio en la Mención Poesía de la I Bienal Nueva Esparta de Literatura (1991), Venezuela, con su obra: "De La Noche Insomne". Asombro al descubierto de Ediciones Mucuglifo, Editorial Venezolana, C. A., Mérida, 1996; junto con su Antología A coro en el asombro (2000), publicada en la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, No. 171, en edición patrocinada por la UNET, se encuentran disponibles en Internet. Premio en la categoría Ensayo con su obra La Razón del Tiempo La Universidad Venezolana de cara al Siglo XXI, en Concurso de la Gobernación del Estado Táchira, Venezuela, 1998; la cual a su vez aparece como libro en Internet. Ensayos del autor han sido divulgados en Espéculo, Revista Electrónica de Estudios Literarios de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (España), Nos. 9 a 18 de los años 1998 a 2001. Sus más recientes poemarios se intitulan Parte de asombro e Insomnio Terminal, ediciones Erato, agosto, 2000, 2001, respectivamente. Es autor de la Página Web Poiesologia <http://www.poiesologia.com/> recomendada por UNESCO.




domingo, 13 de diciembre de 2009

HALLAQUITAS






HALLAQUITAS


Tengo una patria muy linda
y una hallaquita también.
A mi patria alguien la guiña.
A mi hallaca no sé quien.

Que viva mi tricolor!
Que viva mi Venezuela!
Qué bailen mis hallaquitas
en alpargatas de suela.


Pablo Mora




jueves, 10 de diciembre de 2009

MIRADLA CON UN HIJO EN PIE DE GUERRA





MIRADLA CON UN HIJO EN PIE DE GUERRA


Dedicado a Yorky Lorena Bello
Ante la pérdida de su hijo Jesús Eduardo Ramírez Bello



Vino quizás de la loma o del aljibe nomás; del llano largo hacia adentro, de la montaña hacia el cielo o del viento en descontento. Un día alcanzó la luz; otro, alargó misterios; desde muy de madrugada, amasa el pan en la casa. Camino de la quebrada, se empeña en lavar tristezas. Las chamizas de la aldea dejaron huella en sus piernas: amor ardiente en recelo, le da por mecer los sueños. Cosechó cafetos, extendió atarrayas, bailó entre los maizales y hasta el barbasco se acuerda de ella. Enlazaba potros, calentaba eneldos. Primera en saludar el día, última en cerrar la noche. Libro sin índice siquiera. Agenda sin líneas vacías. Copla sin queja y sin letra. Llama en asombrado vuelo.
Miradla llena de honor y de ceniza. Miradla en los collados del amor delirante junto al lirio de tallo celestial, junto a los grandes bueyes de la tierra. Miradla naciendo desde un vientre de espigas misteriosas, desde un túnel de cálidas penumbras. La misma, la tremenda, la del mohín en los labios; la guaricha, la pícara, la Imelda, Cecilia, Gaudencia, Yorky o Lorena, Florinda, Lucrecia, Rosenda o Emeteria. La que se entendió con las flores, el luto, el llanto y el gozo. La simple, la cotidiana, la del humo de leña. La que ara el amor y cosecha su trigo, la que sabe el lenguaje de las cosas y el tierno frío del amanecer. La que se va con la neblina, apacentando sueños detrás de los rebaños. La oliente a piso de tierra, a musgosas tejas. La pobre, la grande, la hermosa; milenaria, aventurera del tiempo y del espacio; heredera del río y del relámpago, millonaria de lumbres y tristezas. La que de espaldas a la noche, vela con la estrella. La que entre barricadas de miseria, desgarra el corazón a la amargura o la amargura le desgarra el corazón. Miradla con un hijo en pie de guerra.
Miradla, yacente sobre páramos helados, tendida en la soledad de la cascada, en la llanura implacable de la vida, con una rosa turbia en la mirada; a veces victoriosa, a veces en la esquina, sentando lagrimón en la maleta, camino de la guerra, con la sordina de la retirada. Miradla con un hijo en pie de guerra.
Miradla, llama entre las llamas, lámpara, estrella, para la angustia del hombre. Va por el mundo porque existe el hombre antes del grito de su eterna entraña. Vela callada el fuego de la vida, madre la llaman por llamarla hermana. Hermana de la lumbre en su ternura, desmorona la angustia de los hombres y mantiene su pulso en plena llama ante la dura ramazón del odio. Compañera del hombre, jornalera, únicamente necesita él vida, para llamarla siempre compañera. Miradla, nacida en algún barrio triste del pueblo oscuro o la ciudad remota. Miradla, camino de su trabajo, la pobre piensa y piensa. Desde la calle de la melancolía, lluvia cantando de la sonrisa a los pies. Miradla con un hijo en pie de guerra.
Miradla. La estrella, la ventisca, la llama, la silencia. La danza, la puntada, la aurora, la almada. La sabia, la guitarra, la madre, la entraña. La tristeza, la dulce, la cicatriz, la calandria. La alondra, la paloma, la partera, la garza. La vieja, la princesa, la niña, la abeja, la calma. El llanto, la inocencia, la olla, la gracia. La fragancia, la muerte, la pasión, la espera. La soledad, la patria, la mujer, la amaranta. La amazona, el ahora, la tierra, el hallazgo. Miradla con un hijo en pie de guerra.
Miradla, cuando niña, alrededor del fogón, cargando sobre la cabeza haces de chamiza; sobre los cuadriles, a los muchachos pequeños; pronto, unos pechos naranja brotan de su seno; entonces, los hombres comienzan a rondarla. Al fin, cuando los grillos chillan ensordecedoramente y el viento hace crujir las ramazones, se la posee. Miradla con un hijo en pie de guerra.
Miradla, como a esta tierra, se la lleva en el corazón cuando uno se aleja de ella, y a flor de la pupila cuando se marcha en pos de ella por veredas y caminos. Después que el hombre la roza, se le mete por los sentidos y sensualmente lo amarra a sus árboles. Se la quiere en las sementeras, y se encariña uno con ella, abrazada al invierno de los retoños y al verano de las flores cuajadas. Eduvigis, Gumersinda, Críspula o como te llames, mujer de nombre infeliz que te puso el almanaque; india color de la tierra que se ha chupado tu sangre, siempre callada y humilde, concubina, bestia o madre. Flor de anónimo heroísmo, todo el color de esta tierra en el corazón te cabe con fe que no tuvo nadie. Hembra, menuda y cetrina de mis anchas soledades perdida en el triste olvido de un rancho cualquiera. Tu nombre no importa; da lo mismo si eslavo, sajón, latino o el que fuere. Miradla con un hijo en pie de guerra.
Miradla, a la orilla de las parvas consumiendo su cigarro; junto a la cerca de piedra, cabizbaja; frente al hierático pino, solitaria. A la orilla de las parvas, como naciendo de nuevo. Miradla, miradla naciendo bajo la luz que la espera. Miradla con un hijo en pie de guerra.
Vino quizás de la loma, de las uvas, de la montaña hacia adentro y se fue en ascuas metiendo, ensortijada en el sueño; fondo de llanto al acecho, bajo la luz redimida, bajo la luz de la pena; farallón de madrugada, despertador de su pueblo. Miradla con un hijo en pie de guerra.
Pablo Mora
pablumbre@hotmail.com



domingo, 6 de diciembre de 2009

Diciembre






Diciembre
Por: Pablo Mora


/09


I


Alto para fijar el horizonte, para otear la plenitud del día. Campanada de garza aleteando en la cresta de algún ciprés dormido, en busca del anafre o del camino. Un par de sueños despertando auroras. Un par de ojos descubriendo estrellas. Alma escarbando abrojos, serranías. Dos luceros velando en fogarada. La Luna vigilando, bien despierta, al hombre entretejiendo sus jornadas. Un modo de mirar, mirar despacio las sombras infinitas de los árboles, sus quejas, sus lamentos, sus latidos. Compás para medir la lontananza, la distancia entre el sueño y el olvido.Hallazgo de la vida, dentro, fuera. Atinar con el próximo jalón. Inventar nuevas rutas, nuevas eras, el viraje que a diario nos aguarda. Hurgarse, hundirse, ser sentirse, serse. Llegar a enero vivos todavía. Dar con la vena justa de la gracia o con el alma de la patria en ascuas. Paso de lluvia en torrencial suspiro mientras la madre su bocado implora. Un niño que en harapos llanto apaña. Una manera de sabernos vivos mientras cruzamos noche, tempestad, neblina, vendaval y cangilón, pena, chaparrón, vida o sobrevida.Diciembre: villancicos, serenatas, cuando bajan los ángeles a tierra para sentirle al hombre su quejido. Diciembre: lumbre, diapasón y canto. El abrazo temprano a nuestra madre que empieza, que prosigue, que culmina. Diciembre: el timbre con que el viento invita a seguirle los pasos a la vida, envueltos en rastrojos de la muerte. Remanso suspendido en la jornada para tomarle el pulso al ventisquero, a la tormenta, al rayo, al huracán.Sabor a trigo, a leche a miel, a rosas, a durazno, que como un corazón recién nacido al despuntar el día palpita entre los dedos de las hojas por su sola dulzura sostenido. Himno con que cantamos a la vida en busca de una humanidad en paz tras un amanecer de cara al hombre, de espaldas a la noche que nos cruza. Tras un amanecer que al fin alumbre un día con la noche esclarecida de azul mañana que la fe vislumbre.


II


La luz en lontananza que nos mira. Infinito fulgor acurrucado en nuestros pies, en nuestras vagas sombras. Los árboles, la noche, entre los nidos. Un duendecillo en medio de la fronda. Los hombres tras la tierra prometida. Soplo de brisas, canto, resplandor. Fabuloso recuerdo alborozado. El hombre, tierno niño, desenfunda la alegría escondida entre la infancia. Pasos del viento, chispas de luciérnagas. Paso del Tiempo, paso de la gloria con que engañamos a las propias penas.El hombre encandilado por sus sueños. El hombre a solas con su propia sombra. Noche de luces, noche iluminada. Para un Dios que ría como un niño. Para un hombre que ría como un Dios. Silencio y soledad, clara ternura, añoranza sutil sin aspaviento, hacia la luz total de nuestras cosas, hacia la luz total de la esperanza.La dulce sombra del común destino mientras murmura alrededor la noche, arrodillada en los fogones yertos. Oscuridad de noche confundida en medio de la lumbre peregrina, encima del estruendo del misterio. Fragancia matutina, gloria breve. La clara majestad de los caminos. El tiempo fatigado de infinitos, el que a la muerte sin cesar nos lleva.Una luz, un candil intermitente, soledad de un ligero arrobamiento, sólo de asombros infinitos llena, la vida es una gloria suspendida. Descubrirse, encontrarse, hallarse, abrirse, desencerrar la pauta que nos falta. Vivir sin miedo, en libertad, de veras. Toparnos con el corazón silente que nos oye, nos sigue y nos conoce. Dar con el lagrimón de la vereda, latigazo que a todos atribula.Gozo, bondad y sobre todo paz para la buena voluntad del hombre. Tras esta oscuridad que nos circunda. La cresta de un lucero que nos mira, por el postigo corazón mirando. Pausa para mejores madrugadas. Una pregunta en pie para los hombres. Para el pobre que nunca tiene nada. Para el triste que llora su amargura.


III


Júbilo, alumbramiento, bienvenida. Ara en fulgor para el altar del tiempo. Luz en la voz y luz en las miradas. Gloria en la luz y en el amor del día. Llamarada de paz para la nave colmada de borrascas en la noche. Algo mejor para el mañana incierto. De nuevo niños con asombro puro.Aire de claridad en la amargura. Cósmica fuerza sobre el mundo alzada. Los pájaros, los árboles, la tarde, al habla con la brisa y con los hombres. Victoria de la noche de luceros saturada, victoria de la vida. La sangre universal cuando concilia la Tierra con los seres y la Nada.Dios acicateando resplandores. La ternura del hombre florecida. Paz, goce, amor, en yunta con la vida, para una humanidad en pie de guerra. Latido de corderos y de ángeles anunciando la paz a los pastores. Paso del tiempo, paso de las cosas. Paso del hombre a solas con su sombra.Estrella en el camino de los magos. Estrella para el hambre de los pobres. Lumbre para escaparnos de la muerte cuando la noche necia nos persigue. Manera de decir que Dios existe sin que nadie conozca sus resabios. Vieja costumbre de jugar a Paz entretanto la tierra se desangra.Deseo de partir al infinito. De cara hacia el misterio. Para siempre. Luz de la luz, en gozo reverente, deslumbrando los tránsitos finales. Balcón por donde un niño al mundo asombra con sus hombros cargados de juguetes. La noche fulgural donde nacemos cuando a morir apenas comenzamos.


IV


Un niño con nosotros de la mano la puerta del misterio nos descubre. La sombra de la aldea galopando auroras, portachuelos, madrugadas. Definitivamente encandilados frente al día en que el odio no amanezca, seguimos puntualmente el paso al sol, esquivando las garras de la guerra.Hurgándole el pavor a la jauría, ceñido el hombre de esperanza, sigue hacia la luz fugaz de sus fogones, hacia las cumbres donde duerme en paz. Calienta el pan, la claridad calienta. Apura el vino, la piedad apura. Bendice el fuego, la bondad bendice. Santigua el día, su morral santigua.De viaje hacia el confín del vuelo, el hombre confía plenamente en su destino, pregunta por la noche al mediodía, al tilín por la suerte de su infancia. Tilín, tilín, tilín, la campanada anuncia la llegada de la aurora, el transparente gozo de la luz, el esplendor triunfal de la alegría.¡Ay del que viva lejos de su infancia, del que no sepa de ningún lucero, del que ignore el color de las ovejas y del que ausente de su ser delire! ¡Feliz quien con Francisco, atento, asista al canto matinal de los turpiales! ¡Feliz el simple labrador que sueña en ver crecer la flor en sus plantíos!Diciembre altivo en las fulgentes eras. Diciembre en el fulgor de la alegría. En los ojos azules de los ángeles y en el hambre del pobre y su quebranto. Diciembre, alumbramiento, bienvenida. Diciembre, asombro, arrobo y fogonazo. Diciembre, claridad en la amargura, para el pobre que duerme en el barranco.




jueves, 26 de noviembre de 2009

Sleepless Night Photomarathon



Sleepless Night Photomarathon


During the most talked about event taking place on Miami Beach, participants were assigned three topics to photograph during Sleepless Night; Indoor Activity, Outdoor Activity and Crowd Scene. The winning entries listed below will be exhibited in Miami Beach City Hall's 4th Floor Gallery during Art Basel/Miami Beach, 2009.Award JudgmentSleepless Night PhotomarathonNovember 7-8, 2009On Monday, November 16, 2009 the judges of the Sleepless Night Photomarathon met to review the submitted photographs.The judge’s panel was comprised by Scott Weber - Associate Professor of Photography Barry University, Chendo Pérez - President of Fotomission and Pavlova M. Greber - Executive Director of Fotomission. Present on behalf of the City of Miami Beach were Mary Heaton - Grants and Operations Administrator and Gary Farmer - Cultural Affairs Program Manager.After a careful and rigorous consideration of each of the participants’ images the judges disqualified Zone One – North Beach in the first round of judging. Very few participants registered in Zone One, and of those, none met the criteria requirements of the contest.The images that remained for competition were those of:Zone Two-Collins ParkZone Three-City Center, Lincoln Road, Espanola WayZone Four-Ocean Drive & Washington AvenueThe judges considered the artistic and aesthetic values of the images as well as the technical aspects of the image capture. Based on these criteria the award of the jury is as follows:


BEST OF SHOW

Luis MoraAwarded for the criteria expressed above and the unique and creative sensibility of his image.


Zone 2
1st: Mireya Alfonso2nd: Marlon Richardson3rd: Anaely Delgado
Zone 3
1st: Anthony Jordon Jr.2nd: Yulie Reutovich3rd: Laury Garcia


Zone 4
1st: Levi Schulze2nd: Richard Benitez3rd: Nikos SboukisThe judge's decision is final and irrevocable.PRIZES:


Best in Show - $400 + Their winning photograph professionally mounted using PlexiFoto courtesy of Tropicolor (value of $1,235.00, an official INSOMNIAC Sleepless Night T-shirt, a Special Edition "Sounds of Sleepless Night" CD, and a Bustelo Espresso Coffee Brick1st Place (Zones 2-4) - $200 (ea.) + Their winning photograph professionally mounted using PlexiFoto courtesy of Tropicolor (value of $715.00), an official INSOMNIAC Sleepless Night T-shirt, a Special Edition "Sounds of Sleepless Night" CD, and a Bustelo Espresso Coffee Brick2nd Place (Zones 2-4) - 1 Voucher (ea.) for 1 night's stay at a fabulous hotel on Miami Beach (TBD) + Their winning photograph professionally mounted using PlexiFoto courtesy of Tropicolor (value of $330.00), an official INSOMNIAC Sleepless Night T-shirt, a Special Edition "Sounds of Sleepless Night" CD, and a Bustelo Espresso Coffee Brick3rd Place (Zones 2-4) - 1 Voucher (ea.) for dinner for two at a special Miami Beach restaurant (TBD) + Their winning photograph professionally mounted using PlexiFoto courtesy of Tropicolor (value of $230.00), an official INSOMNIAC Sleepless Night T-shirt, a Special Edition "Sounds of Sleepless Night" CD, and a Bustelo Espresso Coffee BrickWe thank all who participated and hope to see you again next year







martes, 24 de noviembre de 2009

HICIMOS LA MOCHILA





La Blinda Rosada


PABLO MORA

Poeta venezolano, finalista de la Primera Marathon Electrónica de Poesía 1988 organizada por la Fundación de Poetas. A continuación, su trabajo premiado.


HICIMOS LA MOCHILA


y nos volvimos vagabundos

Apoyamos las palabras sobre la sangre

Cargamos los dados en la apuesta

Arrestamos al viento al sol las mariposas

Supimos del alma del silencio

de la piedra que alguna vez fue estrella

del sagrado terror de la locura


Fuimos un retrato del alma de la tierra

Dejamos pasar la noche por encima de nosotros

mientras las islas no se cansaban de bañarse


Nos hicimos a la lluvia

Matamos la tristumbre

Rompimos alfileres paraguas y repisas

Inventamos ratos penas alegrías y tardanzas

Echamos un vistazo al mundo


Nos provocó quedarnos solos en la tierra


Faltó ponerle trampas a la muerte


Pablo Mora




domingo, 22 de noviembre de 2009

Testamento






Testamento



Habiendo llegado al tiempo en que

la penumbra ya no me consuela más

y me apocan los presagios pequeños;


habiendo llegado a este tiempo;


y como las heces del café

abren de pronto ahora para mí

sus redondas bocas amargas;


habiendo llegado a este tiempo;


y perdida ya toda esperanza de

algún merecido ascenso, de

ver el manar sereno de la sombra;


y no poseyendo más que este tiempo;


no poseyendo más, en fin,

que mi memoria de las noches y

su vibrante delicadeza enorme;


no poseyendo más

entre cielo y tierra que

mi memoria, que este tiempo;


decido hacer mi testamento.


Es este:

les dejo

el tiempo, todo el tiempo.





Eliseo Diego


jueves, 19 de noviembre de 2009

El poeta es un estorbo





El poeta es un estorbo
Pablo Mora

A propósito del Encuentro con el Poeta Juan Calzadilla en Aragua

El poeta es un estorbo, ya lo sé. Lo mejor que llega a expresar de sí no da pie para que se le considere un ciudadano de provecho. Lo que dice no es por cierto lo más edificante que de un buen ciudadano pueda oírse. Ni será tan divertido su tono como para que se le aplauda por eso. Y si fuera próspero. Y si llegara a expresarse bien, sin miedo ni remordimiento tampoco ganará puntos para que le asignen por eso una butaca de primera fila en el Congreso. Ni la audacia de su discurso conmoverá tanto como para esperar de él que tome las riendas saltando al coso de los asuntos públicos armado de una flor y una metralleta. Nada brillante se encontrará así pues en su discurso para que yo, tomado en trance, ponga por él mis manos sobre el fuego. Pues ni el alma del peor virus de mala muerte estará ausente cuando para juzgarlo al lector le toque apretar el gatillo. (Juan Calzadilla).

Los poetas, en la posmodernidad, escasean. Y, sin embargo, los seudopoetas abundan.El verdadero poeta, ese que si le quitan la posibilidad de escribir prefiere la muerte a la vida; ese que escribe por necesidad; ese que penetra el ser de las cosas y que es profeta porque ve “lo abierto”, lo verdadero, lo que subyace; ese que no se queda con la mera contingencia, sino que habita lo formal; ese hombre (antes que estorbo) — ¡temo! — está en peligro de extinción. (Chester Thomas C.).

La creencia de que en la tradición literaria española existe una profunda riqueza que ha de saber aprovechar sabiamente nuestra actual poesía, es un tremendo estorbo. (Enrique Falcón). Los poemas de Pablo Neruda no alcanzan a explicarse sin el estorbo de su figura de poeta militante. Así los de San Juan sin el estorbo de su mística gracia. Como ningún Cantar de los Cantares sin el leve estorbo de su esplendoroso amor. Y menos al Vallejo sin el hosco muñón de su lluviaje.

La poesía siempre es acción, del sentimiento, de la sensación, del acto creativo, nunca resultado definitivo, porque todo poema es una pieza de un engranaje y de un proceso nunca acabado. El poeta observa siempre la realidad con detenimiento, después trabaja una traza, y otra, con esmero, para cosechar el poema con la atmósfera necesaria que nos sumerja en el universo que quiere construir. Al mismo tiempo, dosifica los elementos y les busca su función, clara, precisa y adecuada. La actividad de cualquier poeta, como la de todo artista, consiste en percibir las cosas con más claridad que el resto de los mortales, con lo que es fácil comprender cómo, para muchos, el vate resulta un estorbo, aunque al mismo tiempo se le mire con envidia, como si fuera un alma delicada, capaz de sentirse herido por cualquier realidad. La poesía, entonces, es una forma de percibir las cosas y convertirlas en lenguaje, porque todo arte es un lenguaje especial. (Silvano Andrés de la Morena).

Vulgar estorbo, pálido follaje… vivo dentro de cuatro paredes matemáticas alineadas a metro. Me rodean apáticas almillas que no saben ni un ápice siquiera de esta fiebre azulada que nutre mi quimera. Uso una piel postiza que me la rayo en gris. Cuervo que bajo el ala guarda una flor de lis. Me causa cierta risa mi pico fiero y torvo que yo misma me creo pura farsa y estorbo. (Alfonsina Storni).

“Temido, odiado, amado, el escritor posee el deseo de ser a la vez un estorbo para el mundo que es y un creador del mundo que puede ser”, subrayó Fuentes. El poeta almacena estorbos, esconde tesoros, guarda nombres que no fueron, alfabetos violetas y palabras ocres de una tinta ponzoñosa. Ejerce el pasatiempo de todo desahuciado: asusta a los niños y llora de martes a viernes. (Gabriel Fuster).

Al poeta, al soñador, al sueño amigo de los años, como a un estorbo nos apartan, enmudecen y destruyen… “Sólo estamos de estorbo aquí en la tierra.” (Mario Andrés Campa Landeros).

pablumbre@hotmail.com









Doña Bárbara revisitada: una aproximación desde el presente
Roger Vilain


Centro de Investigaciones y Estudios en Literatura y Artes (CIELA)Universidad Nacional Experimental de Guayana (Venezuela)rvil35@hotmail.com


Localice en este documento

Resumen: La obra de Rómulo Gallegos da un golpe sobre la mesa en tanto arte narrativo. Junto con la urdimbre novelesca, que implica el quehacer de un escritor maduro, supuso además un modo de aproximarse, literariamente, al vasto y complejo abanico de lo hispanoamericano. En líneas generales la praxis regionalista intentó vislumbrar el carácter local, la simbología propia que desde el plano de la literatura es posible crear sobre la base de nuestras realidades, de nuestras condiciones de vida, de nuestros valores y características, tanto geográficas como sociales. En función de su formación positivista, Gallegos pretendió llevar a cabo el mandato según el cual resulta imperativo sobreponerse a cierto determinismo geográfico, es decir, luchar contra las adversidades de la selva o el llano, empinarse y sortear dificultades marcadas por la naturaleza a la que pertenecemos. Sólo así sería posible progresar. Únicamente de esta manera la luz de la civilización vencería a las tinieblas de la ignorancia, hondamente representadas en la dupla dicotómica barbarie-civilización. Lo auténtico, lo propio, lo “nuestro”, es necesario considerarlo pero partiendo del hecho ineludible de que asimismo lo reconocemos para doblegarlo. El medio agreste, la condición salvaje e indómita del paisaje venezolano están ahí para reexaminarlos, para revalorizarlos por vía doble: 1.- afirmando y percibiendo su fuerza, su reciedumbre, su influencia en nosotros, y 2.- batallando contra ellos en afán civilizatorio. Tales elementos se hallan en la novela que nos toca. Sin duda, el condicionamiento ambiental juega rol preponderante en la psicología y el carácter de los personajes. Doña Bárbara, Marisela, Santos Luzardo, evidencian un claro paralelismo con las fuerzas de la naturaleza, con la avasallante energía telúrica, para bien o para mal, de los llanos venezolanos. Se trata de una característica fundamental que circunscribe la narrativa galleguiana al ámbito del regionalismo hispanoamericano. Sin embargo, en este trabajo partimos de la hipótesis de que en Doña Bárbara existen otros elementos, quizá poco estudiados, probablemente menos tomados en cuenta a la hora de leer la novela. Y es que en Doña Bárbara podrían manifestarse algunos rasgos conductuales de la sociedad venezolana que encontramos hondamente instaurados en el presente, asunto propiciador de otro elemento de peso si indagamos sobre su actualidad, que es indudable: el hecho de que probablemente no se han dejado atrás ciertas conductas, atinentes a la ciudadanía, reñidas con la civilidad.Palabras clave: Doña Bárbara, regionalismo, ciudadanía, civilidad.

La obra de Rómulo Gallegos da un golpe sobre la mesa en tanto arte narrativo. Junto con la urdimbre novelesca, que implica el quehacer de un escritor maduro, supuso además un modo de aproximarse, literariamente, al vasto y complejo abanico de lo hispanoamericano.
En líneas generales la praxis regionalista intentó vislumbrar el carácter local, la simbología propia que desde el plano de la literatura es posible crear sobre la base de nuestras realidades, de nuestras condiciones de vida, de nuestros valores y características, tanto geográficas como sociales. En función de su formación positivista, Gallegos pretendió llevar a cabo el mandato según el cual resulta imperativo sobreponerse a cierto determinismo geográfico, es decir, luchar contra las adversidades de la selva o el llano, empinarse y sortear dificultades marcadas por la naturaleza a la que pertenecemos. Sólo así sería posible progresar. Únicamente de esta manera la luz de la civilización vencería a las tinieblas de la ignorancia, hondamente representadas en la dupla dicotómica barbarie-civilización.
Lo auténtico, lo propio, lo “nuestro”, es necesario considerarlo pero partiendo del hecho ineludible de que asimismo lo reconocemos para doblegarlo. El medio agreste, la condición salvaje e indómita del paisaje venezolano están ahí para reexaminarlos, para revalorizarlos por vía doble: 1.- afirmando y percibiendo su fuerza, su reciedumbre, su influencia en nosotros, y 2.- batallando contra ellos en afán civilizatorio.
Tales elementos se hallan en la novela que nos toca. Sin duda, el condicionamiento ambiental juega rol preponderante en la psicología y el carácter de los personajes. Doña Bárbara, Marisela, Santos Luzardo, evidencian un claro paralelismo con las fuerzas de la naturaleza, con la avasallante energía telúrica, para bien o para mal, de los llanos venezolanos. Se trata de una característica fundamental que circunscribe la narrativa galleguiana al ámbito del regionalismo hispanoamericano.
Sin embargo, en este trabajo partimos de la hipótesis de que en Doña Bárbara existen otros elementos, quizá poco estudiados, probablemente menos tomados en cuenta a la hora de leer la novela. Y es que en Doña Bárbara podrían manifestarse ciertos rasgos conductuales de la sociedad venezolana que encontramos hondamente instaurados en el presente, asunto propiciador de otro elemento de peso si indagamos sobre su actualidad, que es indudable. Ante el conjunto de hechos originadores de un perfil ético circunscrito a cierta idea de justicia en la que el imperio de la ley juega un papel principal, ante un código moral en el que prevalece la noción de respeto al otro y a las instituciones, ante el valor de la educación como fuente primordial para hacerse de las herramientas indispensables con las que construir una república próspera, cuyos ciudadanos son los responsables del porvenir tanto propio como colectivo, frente a semejante propuesta, típicamente galleguiana, es posible observar cómo en la Venezuela de la época se configura sin cortapisas el personaje acomodaticio, el que desde el poder pretende transgredir, violentar, cambiar a su antojo la reglas de juego -es decir la ley- el que, haciendo las veces del pícaro, aprovecha cuantas oportunidades se le presentan para sacar partido a determinadas situaciones echando a un lado el orden legal, la condición de ciudadanía, esgrimiendo engaños y embaucando a quienes se convierten en víctimas de su hacer. Cabe entonces preguntarse, a la luz de lo dicho hasta ahora, si en la Venezuela del presente habremos dejado atrás ciertas conductas reñidas con la civilidad.
La preocupación de Gallegos por la educación para sobre sus hombros fraguar un mejor país es manifiesta. Sambrano Urdaneta y Domingo Miliani (1991: 18)) sostienen al respecto lo siguiente:
Gallegos comienza a publicar en La Alborada y en El Cojo Ilustrado. En la primera inserta varios ensayos, con los cuales quiere contribuir al enrumbamiento de aquella Venezuela que suponían en alborada. Particular énfasis pone en los problemas educacionales del país. En cinco artículos analiza factores que inciden sobre el hecho educativo (…) Su primer artículo lo inicia con esta reflexión, que va a ser una de las claves de su vida intelectual: “El cultivo de los hombres es el único método viable de avigorar con energías de savias puras el organismo desmedrado de un pueblo. Enriqueciendo las unidades, ciudadanos, se enriquece la cifra total: Estado”.
Yace aquí una muestra de cómo el novelista concibe el país en relación con las coordenadas necesarias para trazar la ruta en función de su desarrollo, de su acceso a la modernización. En Doña Bárbara (1973: 18) lo podemos leer con claridad:
Días después Doña Asunción abandonaba definitivamente el Llano para trasladarse a Caracas con Santos, único superviviente de la hecatombe. Quería salvarlo educándolo en otro medio, a centenares de leguas de aquellos trágicos sitios.
En un libro intitulado La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo (2008), Axel Capriles da cuenta de la viveza criolla como forma de vida enquistada en nuestra sociedad. Más allá de que tal condición se presenta con mayor o menor arraigo en ciertos estamentos sociales y en ciertas individualidades, el pícaro, el vivo, el águila, el lince, el avispado, la metralla, el avión, el de las espuelas afiladas o el zorro viejo, atraviesan la “venezolanidad” y forman parte importante de ella a la hora de llevar adelante cualquier intento por aproximársele.
El mito del héroe tiene mucho que ver aquí, continúa explicando Capriles: “Nacemos y crecemos bajo la luz de una consciencia épica” (2008: 39). Y en efecto, terminamos siendo quienes al mirarse al espejo, por ejemplo, encontramos la huella profunda de las gestas inigualables de la independencia. A falta de celebrar la heroicidad de los civiles, de manera permanente recordamos y hacemos nuestras, cargándolas como propias, las hazañas de los héroes militares que vencieron nada menos que al imperio español.
La coexistencia en nuestra sociedad del héroe y el pícaro es notoria. De alguna manera vive en nosotros el primero, sumergido en un código de honor lleno de virtuosismo, y el pícaro, alejado de éste como quien se deshace de una pesada carga. En relación con el héroe y el pícaro que habita en nosotros, sostiene Capriles (2008: 50) que ambos enarbolan
Una forma idiosicrásica de disociación producto de la operación inconsciente de una de las más antiguas leyes de la dinámica psíquica: el balance entre los opuestos, las inevitables compensaciones que ocurren cuando una actitud se hace extrema y monopoliza la consciencia, hecho que paradójicamente activa la aparición de su contrario y lo obliga a llevar una vida autónoma y a actuar anárquicamente desde el inconsciente.
El pícaro, íntimamente asociado con el personaje socarrón que se hace patente en nuestros días, tiene su cuota de presencia en Doña Bárbara. Gallegos, probablemente sin proponérselo, realiza un fresco de la sociedad venezolana del momento en el que trascendiendo la condición antagónica civilización-barbarie, tan referida y harto señalada en los manuales y textos escolares de literatura hispanoamericana, muestra un país donde el vivo, el avispado, el transgresor (en el sentido menos virtuoso del término), el que se acomoda a las circunstancias y se aprovecha de ellas bien sea a través del engaño, del fraude o de otro ardid afín a su causa, pretende alcanzar cierto estatus o mantenerse en posición privilegiada.
La mujerona es hasta cierto punto ejemplo de ello. En la obra, en algún momento el narrador dice de ella que “doña Bárbara resultaba incapaz de concebir un verdadero plan. Su habilidad estaba únicamente en saber sacarle enseguida el mayor provecho a los resultados aleatorios de sus impulsos. Pero esta vez no acudieron en su ayuda las circunstancias”. (D.B.: 99), con lo cual se manifiesta una característica fundamental del personaje, no otra que su incapacidad para organizar, sistemáticamente, un plan racional que llevar adelante y, sobre la base de su desarrollo ulterior, obtener el beneficio producto del trabajo, del esfuerzo, del quehacer previsto en el esquema realizado. Es necesario apelar a las circunstancias, improvisar en función del aquí y el ahora ante lo que se presenta como una suerte de vivencia susceptible de aprovecharse echando mano de actitudes y actuaciones producto de la inspiración momentánea.
Para los venezolanos del presente resulta muy negativo el hecho de que los tilden, o lo que es peor, el hecho de que ellos mismos puedan creerse ingenuos, tontos, presas fáciles de la viveza ajena. La contraparte de semejante condición es sumamente valorada, implica sentirse protegido por la sagacidad, ser capaz de repeler trampas, evitar trácalas en detrimento de sus intereses. En esta descripción relativa a doña Bárbara aparece reflejado lo anterior:
Entretanto, doña Bárbara, sin mezclarse en la querella, había demostrado un interés creciente a medida que Santos hablaba. Ya bien impresionada -y muy a pesar suyo- desde que lo vio aparecer en la puerta de la jefatura, acabó de hacérselo simpático la habilidad con que él le había arrancado al extranjero despreciativo la confesión que necesitaba. En parte, por la astucia misma, que era lo que más podía admirar en alguien doña Bárbara (…). (D.B.: 106).
Notemos que la astucia, la habilidad de Santos Luzardo impresiona a la mujer. Tales son los elementos que admira primeramente. Asimismo, su carácter se perfila mejor cuando, en lo atinente a sus afanes de vincularse con poderes sobrenaturales, se dice a propósito de ella: “Era, en efecto, una de las innumerables trácalas de que solía valerse doña Bárbara para administrar su fama de bruja y el temor que con ello inspiraba en los demás”. (D.B.: 49). La astucia, las mañas, las habilidades para desenvolverse en el seno de la vida social, las trácalas, todo este conjunto de cualidades anidan en nuestro personaje. Arturo Úslar Pietri (1992: 371) lo perfiló muy bien cuando escribió: “Es la viveza la condición más admirada y es el triunfo de la astucia contra la fuerza lo que más se aprecia”.
La “legalidad conveniente”, de igual modo, es un elemento que marca de manera contundente las acciones en la novela de Gallegos. Esa es una característica que en nuestro país se mantiene intacta, es un hecho extrapolable que pareciera estar presente a lo largo de nuestra historia, incluidos los días que corren. También es posible toparse con lo que Capriles (2008: 114-115) llama “el espíritu del desorden”, es decir,
El pícaro (…) es sólo una cara del arquetipo (…) Si nos acercamos al consejo de los dioses de la mitología teutónica nos dirá que su nombre es Loki y, enseguida, su mente, su inventiva, su duplicidad, sus trucos, sus bellaquerías, su humor, sus chistes y su mofa sarcástica nos sonarán en el oído como algo conocido. Para Karl Kerényi “Loki es el bribón divino, el fomentador del desorden, un elemento indispensable en todo orden, no absolutamente diabólico pero por ningún respecto moral” (…) ¿Cuánto hay de Loki en nuestros pícaros que no poseen valores definidos, no conocen el principio del orden y marchan a la deriva regidos por sus instintos y apetitos? Ciertamente, mucho.
En efecto, las reglas de juego en Venezuela funcionan grandemente como “cercas” móviles manipulables por el pícaro en cuestión, cofrade del poder, empinado por encima de la legalidad. Tal desorden, dentro de la aparente rutina, dentro de lo que es transgresión asociada a la viveza, a la capacidad acomodaticia o a la picaresca social que nos engulle, es consustancial con cierto comportamiento en sociedad, en el presente y desde hace mucho tiempo. Leamos al respecto un fragmento de la novela:
Artera fue la táctica empleada por doña Bárbara cuando recibió aquella carta donde Luzardo le participaba su determinación de cercar Altamira. Nada podía agradarle menos que esta noticia de un límite a quien, cuando se le ponderaba su ambición de dominio, solía replicar socarronamente:
-Pero si yo no soy tan ambiciosa como me pintan…(D.B.:97).
En nuestra cultura, tradicionalmente imbuida en la noción del pícaro, las normas, las leyes, el orden legal no son herramientas lo suficientemente apreciadas en su funcionalidad. Lo anterior supone un estado de cosas donde importan mucho más las formas que permitirán violar reglas sin ser descubiertos, o burlar estamentos que nos obligan a comportarnos de determinada manera, sin que por ello opere el sentimiento o concepción de que realizamos un acto que merece castigo, o cuando menos el repudio moral, generalizado, es decir, la sanción que le es concomitante.
Así, se tiende a confundir el Estado con el individuo, con el poderoso, que también es el vivo, quien transgrede a propósito lo establecido para estar un paso adelante cuando las circunstancias lo ameritan para dar el zarpazo. Doña Bárbara lo ilustra muy bien al exclamar: “¡Que este papel, este pedazo de papel que yo puedo arrugar y volver trizas, tenga fuerza para obligarme a hacer lo que no me da la gana!” (D.B.: 108). De esta manera se sabe consciente de que, sin mayores obstáculos, puede triturar lo que la ley exige en tanto palabra escrita, en tanto condición de obligatorio acatamiento para todos.
La democracia, la modernización que implica pensar en un país con instituciones sólidas, con un sistema político administrativo eficaz, lleva a consideraciones que suponen el poder siempre en función de la justicia y la legalidad, siempre subordinados a ésta. Pero la Venezuela del presente, así como lo vislumbrable en Doña Bárbara, refieren un personalismo que hace dependientes el mando y el cargo del coyuntural carácter empático con quienes gobiernan en un momento dado. Mujiquita lo ilustra muy bien: “-¡Ah, caramba, chico!- exclamó Mujiquita, y en seguida-: Mira: el general no es malo; pero, aquí entre nos, en todo quiere llevar la batuta. Tanto en lo civil como en lo judicial, aquí no se hace sino lo que él dispone”. (D.B.: 196). Y además, continúa luego argumentando, explicando a Santos Luzardo cómo debe comportarse si desea que sus diligencias prosperen:
-(…) Como comprenderás, en el caso de tu peón, o tus peones, mejor dicho, yo no he dejado de pasearme por la presunción del asesinato; pero en estos momentos, acaba de salir la hoja, es impolítico decir que se trata de un crimen y…
-Y como tú estás aquí para complacer a Ño Pernalete y no para administrar justicia…-atajó Santos.
Y Mujiquita, encogiéndose de hombros:
-Yo estoy aquí para completarles la arepa a mis hijos, que la pulpería no me la da completa (…) Aguárdame un momento. Todavía no se ha perdido todo. Déjame ir a torear a mi toro (…)
-¿No te lo dije? Yo conozco muy bien a mi tercio. Al general no le ha gustado que te hayas dirigido a mí y no a él. De modo que te aconsejo que vayas allá y te le metas bajo el ala. Así es como se consiguen las cosas con él. (D.B.: 196).
Es que en la novela, para la contraparte de la civilización -la barbarie-, hacer a un lado la norma general, desechar lo consensuado, burlar las leyes e intentar ubicarse más allá de ellas es aplaudido, juzgado de la mejor manera, equivale a obtener un plus de salvaguarda a favor de los intereses de un particular. Si las reglas no funcionan para algunos, si existen sólo para dar la impresión de organización, de competencia jurídica y desarrollo institucional, entonces -y esto es válido, notémoslo, incluso para el presente- se vive al borde de la barbarie, o al borde de la modernidad democrática, siempre abrazados con el hecho incierto de que la incertidumbre puede más que la tranquilidad, reflejada aquélla en las normas de obligatorio acatamiento para todos.
Adherirse a la autoridad del Estado es una condición sine qua non que los valores ciudadanos y el país, como un todo, exigen sin cortapisas. No hacerlo implica una concepción del poder que se aleja de la modernidad aludida anteriormente. Con razón Capriles (2008: 146) explica que
Los recién llegados al poder, como resultado de sus proezas de guerra, fueron incapaces de crear un sistema de derecho que tuviera prestigio y reconocimiento en sí mismo. Ese vacío fue llenado con la filiación y los vínculos personales del caudillismo.
Y asimismo, Úslar Pietri (1992: 393) nos recuerda algo parecido:
El mal de la viveza debió extenderse y fijarse en las propicias condiciones de pobreza e inestabilidad de nuestro siglo XIX. En la guerra civil endémica y la constante mudanza de situaciones.
Ya desde el siglo XVII se habían señalado los venezolanos por un rasgo que las gentes de la época llamaban “viveza de ingenio”. Oviedo y Baños, en su encendido elogio de Caracas, dice: “sus criollos son de agudos y prontos ingenios, corteses, afables y políticos”.
El “mal de la viveza”, como lo llama Úslar Pietri, es de vieja data en nuestras geografías. Ha sido reportado, comentado, referido, a veces a modo de chiste, en ocasiones para criticarlo con severidad, pero lo cierto es que atraviesa por completo la identidad -permítanme utilizar esta expresión- venezolana. Minimizar la importancia o majestad de un cargo, saltarse a la torera ciertas normas con carácter de ley, pretender la obtención de beneficios, cualquiera sean éstos, en función de simpatías, de lazos amistosos, de constantes acomodos y entendimientos ocultos con quienes detentan el poder circunstancial, aprovechar la “chispa” propia, el ingenio agudo, el hecho de ser un “avispado” para llegar a las metas por una vía más corta, finalmente produce una perversión generalizada donde debería existir la conducta recta y vertical ante la autoridad, es decir, el reconocimiento del Estado.
Como las normas y leyes de alguna manera suponen el control parcial de ese salvaje que anida en nosotros, que aflora y crece desmesuradamente si no tiene límites y contrapesos, si no se “cerca” a través del orden legal, tal y como pretendía hacer Santos Luzardo con los linderos propios y ajenos a fin de frenar el robo de sus tierras, entonces es necesario recordar que las leyes, antes que punitivas, se orientan al prescriptivismo, suponen, como bien nos lo dice Capriles (2008: 149), “la internalización de la sociedad en nosotros mismos”. Tal condición prescriptiva hace pensar en una sociedad moderna, una en cuyo seno los ciudadanos acatan, sin distingo de cualquier índole, el mandato legal y, es más, son capaces, en tanto ciudadanos, de valorar, defender y enaltecer las leyes y sus principios como parte irrenunciable, fundamental, del entramado político, económico, social que les posibilita una mejor forma de vida en convivencia. Tomando en cuenta lo anterior, ¿hasta dónde hemos llegado? ¿Cuánto tendremos aún que recorrer? La novela de Gallegos puede ayudarnos a pensar la respuesta.

Nota:
[1] En adelante, las referencias textuales tomadas de la novela serán señaladas con sus iniciales (D.B.) y a continuación el número de página respectivo.

Referencias bibliográficas
Capriles, Axel (2008). La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo. Caracas: Santillana.
Gallegos, Rómulo (1973). Doña Bárbara. Buenos Aires: Espasa Calpe.
Sambrano Urdaneta, Óscar y Domingo Miliani (1991). Literatura hispanoamericana. Tomo II. Caracas: Monte Ávila.
Úslar Pietri, Arturo (1992). Medio milenio de Venezuela. Caracas: Monte Ávila.

© Roger Vilain 2009
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero43/dabarba.html



lunes, 16 de noviembre de 2009

me quedo con mi soledad







me quedo con la arruga y el amor

Rada



me quedo con mi soledad afín con mi soledad azul con mi soledad atroz con mi soledad felina me quedo con mi soledad arena con mi soledad arruga con mi soledad amiga con mi soledad severa me quedo con mi soledad lunada con mi soledad salvaje con mi soledad gemida me quedo con la arruga del amor me quedo con mi soledad espuma con mi soledad antigua con mi soledad bendita con mi soledad adentro me quedo con mi soledad añeja con mi soledad futura con mi soledad soñada con mi soledad florida me quedo con mi soledad eterna con mi soledad dorada con mi soledad trapera me quedo con mi soledad a secas me quedo con mi soledad gaviota con mi soledad ansiada con mi soledad genuina me quedo con mi soledad preñada me quedo con mi soledad alada con mi soledad a pie con mi soledad francisca con mi soledad cristiana me quedo con mi soledad dormida desnuda presente descalza me quedo con mi soledad insomne despierta con mi soledad ahumada me quedo con mi soledad al hombro me quedo con la soledad sin mí


A Freddy Ñáñez

En: Sombra Antigua Colección Dragones de Papel. Abril de 2005



domingo, 15 de noviembre de 2009

Palabra y canción vertical






Palabra y canción vertical


Mery Sananes


A Pedro Mir



Y cómo vamos a hablar de patria
si la tierra no reconoce los linderos
que les coloca el hombre
si su siembra crece de ambos lados
de un madero que dejó de ser árbol
para convertirse en despeñadero y
centinela de frutos ajenos y suspiros
arrebatados

Creímos que algún día la tierra
sería ancha y extendida como una
casa sin puertas ni ventanas en las
que cabría la alegría y la esperanza
y por ello alguna vez hicimos del
bosque una encrucijada de metales
sin saber que el fuego que manaba
de sus arterias iría a herir nuestra
propia sombra

Y se nos fue la ilusión prendida
de la risa rota del último niño aturdido
por la devastación de sus sueños
y sus cuadernos de dibujar estrellas

Y ahora resulta que no hay patria ni casa
ni risa ni niño sino una tristeza que cabalga
en los mariposales del alma como si fuéramos
transeúntes de una historia que no nos
pertenece

Qué se nos hizo la esperanza
que condujo tantas nubes a convertirse
en ríos cristalinos
qué se hizo la canción que entonaba
la tierra en las madrugadas de los frutos
regados en las empalizadas de los párpados

No sabemos ya ni cómo recoger los pedazos
de lo que fuimos de tanto desgranar asombros
donde sólo había muerte sin sepultura

Y ahora que apenas somos silentes
espectadores de un tiempo sin colores
ni brisa no atinamos siquiera a escribir
el epitafio de una patria vestida de cielo
y aromada de arroyos que sólo sabe
de horizontes quebrados de unas aguas
que se alejan mar adentro dejando su huella
de sequía sobre los surcos de un rostro
aquejumbrado

El precipicio se llevó las palabras
las aturdió hasta hacerlas perder la ternura
de que estaban hechas y el aroma de café
que brotaba de sus gerundios
nos quedamos con un grito aherrojado
que tiene un sabor a metal y a camino minado
y nos quedamos callados en vez de ir
en busca de la canción de la que nacimos
olorosa a maíz a jobo y a azafate de melados

¿Desistiremos acaso de toda ilusión?
¿Entregaremos la muerte que aún nos queda
sin que el pecho se destroce de tanto vacío?

Hay que poner la palabra de pie vertical
como el tallo de un maguey
con hondura de pozos artesianos con una savia
nueva que inunde los vasos comunicantes
de la rota ingeniería que nos sustenta
y salir a sembrarla en los vericuetos de
nuestra incertidumbre hasta que brote
una canción que acalle por siempre
este tropel de tristezas en que se nos ha
convertido la existencia




Empezamos







Empezamos midiendo con la mano el patio, el cielo de la antigua escuela ahora solamente sopesamos el llanto de la muerte en pie de guerra cuando niños jugamos al castillo los sueños se mecían en las sienes diciembre —lumbre en colosal niñura— algo mejor para el mañana ignoto de nuevo niños —el reloj del tiempo—. ¡Que nunca se nos nuble el horizonte! ¡Que nunca más la nieve se enrojezca! Ante el niño fundido en la trinchera: ¡Menos fuerza, Señor, para la guerra y más valor para fraguar la paz!

Pablo mora








miércoles, 11 de noviembre de 2009

Si vis pacem...





Si vis pacem…
Pablo Mora





Los intereses vitales de Estados Unidos, en torno a los cuales se organiza toda la actividad del Departamento de Defensa, comprenden: Proteger su soberanía, su territorio y su población. Prevenir la emergencia de hegemones o coaliciones regionales hostiles. Asegurar el acceso incondicional a los mercados decisivos, a los suministros de energía y a los recursos estratégicos. Disuadir y, si es necesario, derrotar cualquier agresión en contra de Estados Unidos o sus aliados. Garantizar la libertad de los mares, vías de tráfico aéreo y espacial y la seguridad de las líneas vitales de comunicación.


En referencia a las dimensiones del escenario en el que se dirime la hegemonía mundial, éste se modificó sustancialmente con algunos acontecimientos paradigmáticos, cada uno de los cuales con implicaciones y secuelas de diferente carácter: La derrota de la guerra en Vietnam, el estallido del mundo socialista y el “ataque del terrorismo”. Efectivamente, el horizonte se amplió pero su control se hizo más difuso. Ni el mayor hegemón, constituido ahora como poder global, actualmente vulnerado, es capaz de dominar todas las fuerzas sociales, organizadas o descontroladas, que lo conforman. En este contexto el diseño de estrategias y el propio pensamiento estratégico se colocan en un lugar central dentro de la organización de la dominación y la competencia. Esto repercute en la tonalidad militarista que han ido adquiriendo las relaciones mundiales, y que tiene evidentes y profusas manifestaciones en la vida cotidiana y en la creación de imaginarios, y explica por qué la teoría y la praxis militar se han ido comiendo los espacios de expresión de lo político.


Cuando de nuevo la cultura de la guerra enarbola sus huestes y banderas, recae en manos del diseño y el pensamiento estratégico de la hegemonía mundial unipolar la ocasión de optar definitivamente por la guerra o la paz. Si vis pacem, para bellum, nos lo dice claramente De Re Militari. Llegó la hora de definiciones claras y precisas. Como lo desea Federico Mayor: “Pasar de una cultura de guerra a una cultura de paz. Una conciencia de paz —para la convivencia, para la ciencia y sus aplicaciones— no se genera de la noche a la mañana ni se impone por decreto. Se va fraguando en el regreso —después de la decepción del materialismo y del servilismo al mercado— a la libertad de pensar y actuar, sin fingimientos, a la austeridad, a la fuerza indomable del espíritu, clave para la paz. Corresponde a las generaciones presentes la casi imposible tarea bíblica de ‘transformar las lanzas en arados’ y transitar desde un instinto de guerra —forjado desde el origen de los tiempos— a una conciencia de paz. ¡Aprender a conocer, a hacer, a ser y a convivir! ‘Evitar el horror de la guerra a nuestros descendientes, construyendo los baluartes de la paz en el espíritu’ de todos los pobladores de la Tierra.


Recoger las preguntas de los niños para que nunca el hombre pierda asombro. Nombrar la libertad, la vida, el fuego, la fuerza de los sueños de los ríos, las canciones, las hierbas de la tarde. Morir cantando, sacudir asombros, darle vida a la tierra, la alegría a la lluvia, color al arco iris, romper cercas, sembrar enredaderas, amanecer con nuevos alumbrajes. Preparar un manjar que a todos sacie, a la gacela bajo el tamarindo.


domingo, 8 de noviembre de 2009

Si vis pacem, para bellum






Si vis pacem, para bellum


Pablo Mora



oír el llamamiento y presentarse en el patio de honor tomar el arma la lumbre genital en la batalla celarla antes después y en la faena alistarse entrenarse permanentemente partir de madrugada irse al frente a primera línea o retaguardia con trinchera o sin trinchera enfrentando al enemigo fuego a fuego defendiendo atacando resistiendo calada en el fusil la bayoneta empuñar la destreza necesaria sentir el apoyo del certero impacto de los misiles los ángeles custodios de la justa oír rumores nunca divulgarlos saber que el arte es una guerra en grande
hablar de vez en cuando de temas menores ir formando gestos lentamente usar la propia mano como almohada trasplantar los recuerdos hacer correr un pedazo de oscuridad sobre otro recortar el espacio que queda entre las cosas sacar de circulación nuestra imagen cambiar la propia imagen periódicamente cambiar de imagen cada tanto como se cambia sueño cada noche
crear un marco para cada cosa cuidarse de poseer características ajenas a nuestro destino oír todas las verdades y todas las mentiras descifrar cuidadosamente cada una de las sorpresas vespertinas o de fines de semana fin de año o fin de siglo cambiar de voz de nombre y de oficio para averiguar lo imposible comprender la semiótica de las iguanas y las lagartijas
subir a la locura por la parte más accesible reparar el pensamiento para a los escamoteos de las cosas escapar de las miradas de los otros después de la propia mirada luego de la mirada de las cosas desmadejar las líneas de la mano entremezclar los ojos y las cosas desencajar el silencio del sueño aprender a olvidarse del recuerdo
quebrar el hipnotismo de las cosas desenfrentarse de la vida y mirar hacia un ojo que no nos hipnotice inventar respiraciones nuevas inventar el regreso del mundo después de su desaparición llevar una mirada de repuesto o comprar alguna en el mercado inventar otra mirada y si aún faltare algo inventar también otra forma más concreta del hombre
aprender a afinar la guitarra con la puntería exacta del fusil para marchar al combate con el pueblo recoger lo poco que existe y crear lo que no existe empezar a no reflejarnos ya en los charcos disolver para siempre nuestro grotesco oficio de encuadernar la nada adorar hasta la demencia la rebelión de Adán y Eva tomar en cuenta las notables diferencias entre un Pontífice y un Poeta de la Liberación valerse de la ocasión para renovar las seguridades de la alta y distinguida estimación
despertar al silencio de la vida abrir el oído al ojo o echarle ojo al oído hacer silencio para darle paso a la luz colocar acento al tiempo antes de las palmadas de la muerte escuchar el aplauso de los pájaros cuando revienta en diapasón el día a pesar del estruendo de las hambres
reconquistar nuestro origen reconocer que no hay quejido mayor que el del amor estar atento al parte de guerra saber que existen caminos que no hay que seguir ciudades que no hay que asediar o atacar ejércitos que no conviene hostigar preguntas que no hay que contestar y hasta órdenes que no hay por qué cumplir dejarse ser dejar que toda cosa sea a pesar de tener que competir partir andar luchar llegar vivir auscultarse encontrarse y aceptarse hundirse hurgarse ser sentirse serse
saber lo estrictamente indispensable participar en el engaño en el ardid la situación o la apariencia llevar la astucia al máximo posible adaptarse a la situación sobre todo a la situación ajena avanzar por caminos tan insólitos que nunca el adversario logre descubrir dar con el más vulnerable de los puntos batirse en retirada o perseguirla contar con la moral el ánimo el terreno el clima el mando la ocasión y la doctrina
descubrir el esquema general del enemigo como el agua adaptarse a las formas nuevas usar ataques directos e indirectos pulsar la ventaja y desventaja de la hazaña protegerse del árbol que se agita del pájaro que se espanta del polvo alborotado del llanto de la bandera en el contrario frente
distinguir claramente entre terreno accesible deleznable angosto accidentado fronterizo clave convergente difícil o mortal conocer al enemigo como a sí mismo para que nunca la victoria sea amenazada conocer las fuerzas naturales el fuego el risco el agua por la escarpa contar con el agente secreto inevitable administrar pertrecho y proyectil
adelantar vivir sobrevivir resistir hasta el último combate huir de frente atacar de retirada volver caras triunfar en la derrota ir entre escaramuza y sorpresivo encuentro halando la explosión del lauro rechazar la sentencia de la muerte asumir alto el triunfo de la vida
blandiendo diapasones subversivos llevar hasta la cima la bandera y desplegarla en rancho en cada aldea hasta colmar la lágrima del pueblo coronada la lucha asegurar la militancia plena por la belleza y la verdad del hombre como un golpe de amor en cada miedo como un claro de tierra en la mirada
desentrañar secretos al asombro grabar el sueño entre los árboles estar en el centro de la vida de por vida tener mucha imaginación para ver la realidad asumir absurdos enigmas laberintos y zozobras perpetuar la gloria del mundo en un grano de maíz mantener la espada en la trocha que corresponda abrir compartir la luz al mismo tiempo que la noche oscura encender lámparas en el túnel de la infamia enloquecida empuñar las manceras del arado
dejar crecer el verso la vigilia el abrazo el amor la vida el juego no hay que podar la paz tal vez la rosa extasiarse asombrarse ser lumbre vino juego trashumancia ver a Dios desnudo sin hacerle caso uno no sabe si lo oyen las estrellas las piedras por la noche a solas vuelan en cada cuarto oscuro sombra insomne habrá algún árbol donde nadie llegue un horizonte que el hombre no alcance un hombre encuandecido un frailejón donde la lejanía a solas viva
saber del hospedaje del silencio mirar atentamente el horizonte mientras la muerte nos espera un rato mientras la tarde se despide lenta mientras la selva hacia la noche viaja
saber de la escritura de las piedras del colosal silencio de los grillos abrirle los postigos al crepúsculo tantearle a los sueños sus señales fundir los versos en tenaz acero
hacer caber a Dios en un dedal al Sol en el ojo de una hormiga al mar en los labios de una perla mientras la luz ensimismada duerme
ser lámpara en la noche de la aldea sin aldaba sin llave sin silbido reconocer el sueño entre la luz hasta bajarnos de la sombra in albis y encontrar otro insomne en el camino
recoger las preguntas de los niños para que nunca el hombre pierda asombro nombrar la libertad la vida el fuego la fuerza de los sueños de los ríos las canciones las hierbas de la tarde morir cantando sacudir asombros darle vida a la tierra la alegría a la lluvia color al arco iris romper cercas sembrar enredaderas amanecer con nuevos alumbrajes preparar un manjar que a todos sacie a la gacela bajo el tamarindo
conocer las entrañas de las hojas el corazón del bosque y sus vitrales el páramo sus cuitas y plegarias desenterrar el misterio de la rosa ahuyentar la sombra y sus reveses escapar del ladrido de la calle del hosco muñón del peregrino del puñal que en la acera nos espera o del barco que acecha nuestras costas dar con el ámbar del primer arroyo traspapelar la terquedad del lunes aullar juntos delante de los cielos escucharle al pobre su alarido compartir esperanzas con el árbol expulsar el despojo mutilado ser libres así el fuego nos cercene quitar algunas comas al crepúsculo ver la noche sin que nadie contradiga eludir la risa ensangrentada dar con una migaja de soledad marina atravesar tragedias agonías alero interrogante incertidumbre
dar forma al vacío ojos al poema para que pueda cruzar la calle alas a Dios para que llegue al hombre robarle sin que sepa una sonrisa al sol en la arboleda cruzar no la aurora sino el alma en que ampara su soñar aupar asolear la eternidad escuchar la soledad y dirigirle la palabra llegar con los ojos abiertos a la mirada final pedirle a la luz que nos espere reprocharle al alba su tardanza correr con el peligro de la vida
acercarse a los que sueñan o sollozan o tienen hambre y sed bajo el cielo verse en el que tiene más de mil años de pedir pan y sueño en el que no tiene camino que seguir detenerse a la orilla sangrante de una pena adentro de las pequeñas casas de cartón escuchar el sonido de las lágrimas
acordarse del viaje hacia la sombra alumbrar la maravilla encender relámpagos asombrar al tiempo sentir las sombras fundar los sueños amar al viento limpiar el poder cuando corrompa unir lo posible con lo imposible llevar el infinito a cuestas sentarse en el lugar del hambre llevar a peso las palabras reinar sobre la muerte salvarse juntos saber cuándo con qué fuerza de qué modo asumir nuestro destino
salvaguardar al hombre que florece la lumbre lubricante de la piedra descargar nuestros almácigos vivir mientras el alma nos suene morir cuando la hora nos llegue ver regresar la primavera pasar a tiempo la palabra abrirse desgarrarse con el otro
pronunciar la palabra decisiva confirmar que la civilización no es más que una injusticia armada que la poesía es una insurrección que el poeta no se ofende porque le llaman subversivo cuando le dicen insurgente decidirnos por la libertad de la palabra hasta hacerla timón en nuestras manos para el hombre que empina su bravura
rebelarse en la muerte bochornosa ir tras la flora del variado enigma llegar a la mejilla de la tarde amar la tierra amar al monte al hombre los cangilones de hambre a la intemperie rescatar las preguntas de los otros preguntar por la rosa por el hombre
recobrar la palabra germinal su legendaria esquina memoriosa la pródiga semilla sobre el campo las claras madrugadas fornicantes transgredir lo decible y permisible frente a una palabra enmascarada fantasiosa una clave articulada lujuriosa pertinente una palabra activa digna apasionada certera cruda furente fehaciente empuñada insomne verdadera una palabra que golpee al mundo y acompañe al hombre urgida llameante inextinguible adecuada al enigma universal y al majestuoso corazón del hombre a pulso de vinagre vino y júbilo dejar que asome la palabra el hombre
oírle los crujidos a las horas palpar la inofensiva algarabía sumarse a la marea la insurgencia ataque o contraataque necesarios ponderar las armas de los perros y los pájaros el diapasón del bosque del silencio los pozos de las rosas y los muertos la rosa que nos lleve a las estrellas recobrar el derecho de las piedras conjugar sueño polvo soledades al paso de los soles que nos resten que el sueño siempre cumpla su promesa advertir que el rumor de un pueblo almado es más bello más puro que el rocío hallarle el pan a quien lo pierda o sueñe concurrir al llamado de las flores cuando sangre el costado de la rosa pendientes del clamor de las palomas cuando aceche penumbra horror borrasca de noche retroceden los relojes

toparse acompañarse entusiasmarse adherirse juntarse desaislarse asociarse zurcirse reunirse llevar en el pañuelo una granada ya pase lo que pase por si acaso alumbrarle el sendero a las luciérnagas alzar al sol la lluvia las fogatas velar por el camino de la aurora andar con el hermano que nos quede a la huerta perdida de la aldea para ver qué semillas recoger es tiempo de arrumbar los macundales de encontrarse de nuevo con las topias usar el cielo en caso necesario a la tierra en ausencia de sus manos emborronar de lluvia los poemas de lidia en lidia al alimón al quiebro en busca de la obranza volar sobre el misterio de la arena labrar el día rasguñar el cielo dejar en batallón nuestros silencios deslindar terredad de abatimiento legado salvación andaje velas darle de beber a las botellas darle tiempo al camino a que regrese porque a las noches también les da sueño

De: Sangre Zurcida