¿Qué es para mí el teatro?
Día Mundial del Teatro
Al preguntárselo Jean Louis Barrault, actor y director francés, uno de los máximos exponentes del teatro del siglo XX, se respondía: Es sobre todo amor y, su contrario, muerte; es, por definición, poesía, puesto que sólo existe en el momento del acto creador. Como el amor es cita, emoción, ofrenda, elevación, don de sí, intercambio, comprensión, comunión; en fin, goce, aleluya, sacrificio, regocijo, orgía. Es a la vez místico y profano, hay en él santos y prostituidos. Va de la catedral al burdel y viceversa.
Aparece en las ceremonias mágicas de los bosques primitivos, así como en las celebraciones religiosas de la antigüedad. Aparece en el atrio de nuestras iglesias, y aparece en el acto sexual más bestial. Con acceso a lo visible y lo invisible, lo natural y lo sobrenatural, al equilibrio y la desmesura, a la carne y al espíritu, a la luz y a la sombra, es el arte más abierto y, por consiguiente, sólo puede servir a
Nada tiene que ver ni con la moral, ni con el catecismo, ni con la ley, ni con la interdicción, ni con el bien que oprime, ni con el mal que acepta, ni con posiciones tomadas, ni con el partidismo, ni con la propaganda y su explotación política. Debe mantenerse abierto a todos, testimonio o denunciador de todo aquello que estrecha, substrae, disminuye, sofoca: De todas las imposturas.
Es el Ser desnudo,
Es y debe seguir siendo a la vez el más religioso de los oficios y la más desordenada de las profesiones. Socialmente, el teatro es olvido, muerte, sueño y justicia; individualmente, es don de sí, arte de la voluntad; estéticamente, es el arte del presente, es decir, el arte carnal, magnético, por excelencia. No sólo se dirige a la vista y al oído, sino también al sentido mágico, divino: Al sentido del tacto; con sus centros emisores y sus radares. Es el Arte hechicero.
Fuera de eso, no se sirve al Teatro, sino que se sirven o nos servimos del teatro. No está hecho para acentuar aquello que separa a los hombres, sino al contrario, para volverlos a unir. No está hecho para la división, sino para la unión. No está hecho para sustentar los odios, sino para facilitar el intercambio y la comprensión.
Es necesario ante todo, que uno mismo desaparezca, dándose todo entero, se desintegre, se funda en los demás, aceptando todo, dirigiendo todo, para que al final de esa zambullida pueda reaparecer asumiendo, entonces, a los demás. Esa es, bajo formas profanas, la vocación del teatro: el don total de sí para poder asumir a los demás.
Esta, la profesión apasionada, la delirante definición del teatro que nos dejara uno de los mejores actores de todos los tiempos, el gran hombre de teatro, el actor Sol, Jean-Louis Barrault, a modo de visión de vida, de concepción del mundo, de weltanshauung, a partir de su experiencia escénica, donde yendo de lo interior individual a lo interior colectivo , la dignidad humana se debate entre deseos, desechos, rechazos, complejos, impulsos, egoísmos, salud, asombros, vicios, vida, insomnios, muerte. En fin, -repitámoslo comprendió como hemos de comprenderlo perfectamente que el teatro es sobre todo amor y, su contrario, muerte. Es cita, emoción, ofrenda, elevación, don de sí. Intercambio, comprensión, goce, comunión. Regocijo, orgía. El ser desnudo.
Fuente: Adorno, Theodor W. et alii: El teatro y su crisis actual . Caracas, Monte Ávila Editores, 1979, pp. 79-89.
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