sábado, 19 de enero de 2013

Catalino “Tite” Curet Alonso Coquí de pueblo y suceso Venezuela, Agosto, 2003 Camilo Manrique falleció. Plantación adentro, camará. Sombras son las gentes nada más... “Plantación adentro”, canción de Tite Curet Alonso, popularizada por Rubén Blades y Willy Colón Sabiéndote ciertamente asomado a los pesares, los asombros más que mares para la lumbre presente. Vislumbraremos luceros bordados entre la hierba mientras fanal en rocío Palmaflora te recuerda. Sigue invocando la vida que no tan sólo la muerte, entre soles tu partida mientras te cubra la suerte. Primorosa, dulce aurora, en jardín de madrugada, alba, jazmín, muy señora, te despide como hada. Sueño de lumbre en azul, fogarada, sol, lejura, la lejumbre cuando jura entre ventanas de tul. Dormido pétalo en cierne, tras el negro mestizaje, en frágil, leve equipaje nada la muerte discierne En alta mar sin confín, ramazón y ramalazo, un mismo y único hartazgo: encontrar el mismo fin. El nacimiento es marea, ráfaga, botonadura, pena, dolor, llagadura, aunque nadie casi crea. Cielo arriba, cielo abajo, sortilegio, nube, cumbre, por donde va la costumbre de este triste embudo viejo. Feroz, enceguecida, en su infinita constancia, encubierta en su fragancia siempre la parca homicida. Ya Tite Curet Alonso —lumbre, varón, argamasa— con su muerte en este agosto comprueba lo de la causa. Catalino Curet Alonso, guayamés de pura cepa, curtido al son de la mar lejos murió de su arena. Del Barrio del Hoyo Inglés, al Barrio Obrero en Santurce, del Caribe hasta su cielo no hay ola que lo perturbe. Salsa de pura conciencia, de negritud caribeña, zarza mestiza, caribe, como se escucha en La Perla. El más grande de la salsa, lo dice la negra Lil, el de la cara más linda sin conocer casimir. Caras lindas de su gente, caras de su raza prieta, llanto, pena, paz ausente, grito que en la vida reta. En San Juan, en Nueva York, supieron de este cartero que traerá desde el cielo las misivas de su Dios. Cronista de alto coturno, su pluma la más fecunda el caribe afán inunda, dejando al hermano turno. Indio de raza cautiva, Decano sólo del sol, en Saint Joseph, Baltimore, te consiguió la furtiva. Con sabor de pura salsa, cuentero al cual más cuentero, lo tiene Dios en su casa alborotando su cielo. Poeta culto del barrio, indio de sangre sonora, plantación adentro, el barrio, el mundo entero lo llora. Negro negrito por fuera, orgulloso de su raza, debajo de aquella pena más que alianza pan su alma. Plantó bandera y escudo, nunca de segunda mesa, testigo de la pobreza, con los pobres siempre estuvo. Buen albañil, sentimiento, amante sin contraseña, con la mano en la conciencia, amanecer caribeño. Tropicalísimo loco, de la salsa la locura, muy cercano a la negrura por lo que tuvo de poco. Feliz, efectivamente, acero, nervio, fulgor, pa’ que los pobres afinquen el tambor de su ilusión. Con más de dos mil canciones, setecientas ya grabadas, cabalga sobre la gloria de sus cien mil cabalgatas. Juglar, jaguar antillano, jaguar cortando la tarde, el rugido de su pueblo le corría por la sangre. La esencia del guaguancó en carcajada final, la que hasta el diablo bailó, la sentirá el huracán. La fuerza de la justicia volcada en su cancionero, boicoteada, hoy pernicia, liberarán los salseros. Tres grandes para la América: Celia Cruz, Juancito Torres, Catalino Curet Alonso, más inmortales que el bronce. Con plena idea de su gente cuando llegue su momento, cuando el gringo por su cuenta nos devuelva nuestro sueño. Porque Juanito Alimaña ése sí que sabe de eso, esconde en amplio bostezo parte de una y otra maña. Como alma que lleva el diablo sale detrás con el viento en sorprendente portento rezándole al Santo Pablo. Plantación adentro, Dios, agosto del 2003, tan sólo en un dos por tres se nos murió un viejo sol Encendido en su garganta Catalino no murió, quedó sembrado en canción, florecerá en dulce planta De frente en página entera salió con el alba al mundo a pregonar el submundo con la más grande arrechera. Catalino Curet Alonso, Tite, coquí, camarada, ancho boricua fogoso, abrazo, nunca celada. Coquí, de noche coquí, marejada, timbre, grito. nocturno duende caribe, intermitente alarido. No te decimos adiós aunque te vas de regreso al cielo que te parió Coquí de pueblo y suceso. Pablo Mora Venezuela http://www.habanaelegante.com/Fall2003/Ecos.html

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