jueves, 28 de febrero de 2013
Decálogo del articulista de opinión
Pablo Mora
Las opiniones no se deben combatir sino por medio del raciocinio. A las ideas no se las fusila. Conde De Rivarol
Primero.- Asumir el oficio como un detenido, paciente, libre y responsable ejercicio de criterio a modo de serio intento de mediación cultural en cuanto liderazgo de opinión.
Segundo.- Estar consciente que toda opinión nace de un profundo convencimiento sobre aquello que se desea expresar y comunicar, a sabiendas de que debe estremecer, debe divertir y ser capaz de mover todas las pasiones.
Tercero.- Saber que opinar es una condición que se desarrolla dentro de esferas irrenunciablemente democráticas, puesto que sólo la democracia permite el libre juego e intercambio de las opiniones y el derecho, en resumidas cuentas, a manifestar una idea dentro de unas reglas que permiten su impugnación, su rebatimiento o su eventual acuerdo.
Cuarto.- Convencerse de que opinar constituye un vehículo certero para poner ideas en movimiento, para sentar las bases de un debate público que cubre diversos aspectos de la realidad, sean éstos de procedencia económica, social, política, cultural o crítico–ideológica.
Quinto.- Advertir que opinar equivale a un ejercicio ético que cumple un rol catalizador, provocador y pedagógico, lejos de toda letra muerta, de cualquier lujo de responder a vanidades y objetivos particulares; menos a acceder a un territorio de vejaciones y desplantes, insultos y reparos de naturaleza personal como si se tratase de una compensación psíquica frente a alguna neurosis intelectual.
Sexto.- Entender la opinión como un hecho indiscutiblemente democrático, en el que tienen cabida todos los puntos de vista, todas las aproximaciones imaginables y del que el público espera se le puedan ofrecer respuestas a sus inquietudes, solución a sus conflictos, despejamiento de sus dudas y alteración de sus juicios.
Séptimo.- Concebir el trabajo de opinión como una tribuna abierta y responsable para el debate y la deliberante confrontación, sin cortapisas ni juicios preestablecidos.
Octavo.- Comprender que se trata de contar con un espacio donde puedan cruzarse todos los caminos de opinión, sin distingos ideológicos, religiosos o de cualquier índole.
Noveno.- Darle plena cabida al diálogo fecundo con el lector para sentar las bases de un intercambio donde participen dos miradas, dos objetivos y dos fuerzas que luchan para comprenderse o incomprenderse, con el interés de amalgamar una sólida matriz de opinión.
Décimo.- Tejer una correspondencia inmediata, sistemática y justa con unos lectores que merecen el respeto y la participación clara en el proceso de la formación de opinión mediante el discutir de ideas y planteamientos que alcanzan una cuota generosa de perpetuidad ante la problemática regional, nacional o universal.
FUENTE: Santaella, Juan Carlos: El ejercicio responsable del criterio. En: Diario El Universal, jueves, 28-11-96, página 20, 5º Cuerpo.
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