martes, 2 de abril de 2013

Por un arma en paz

Por un arma en paz Pablo Mora Buscaremos madrugadas, insomnios rotos, infantes llantos, tempestades; nidos solos, silencios desbocados, aguas frescas, subversiones; patrullas, trincheras, rabias; luces, truenos, mayos; caprichos, persistencias, claridades. Buscaremos claveles y jazmines, voces, verdades y canciones; proyectos y bandejas, arados y charapos; albricias tempraneras, calles, plazas; frailejones, pancartas, esperanzas; presentes infinitos, aspavientos, macundales; vientos, sueños, contras, azabaches, persistencias, bendiciones. Sabremos de arrebatos; del columpio de la rabia, del camino que lleva al desespero; de las edades del grito y la asechanza; de la vagina, de la pereza, de las prisas; del hambre, del ladrido imperial, de los bellacos. Sabremos del instante, del naufragio, de las amargas grietas del roble; de los burdeles del aire, de las esquinas del sueño; de los apellidos del árbol, de las arenas del mal; de los basurales del pobre, de los molinos sin viento, de las entrañas del daño. Sabremos de las distintas caras cristianas; de los entierros sin hombros; de los suburbios sin santos; de los jirones de sueldo; de los retazos del agua; de las gargantas sin voz; de los charcos del dólar; de los gemidos del banco; de la señal del centavo. Armaremos salones, cajas, calles, plazas; armaremos casonas, sueños, soles, tardes; milagros, camerinos y tarimas; aceras, consignas, faroles y banderas. Armaremos de acero los cantos. Hasta de dos en dos armarnos y amarnos hasta el fin. Echaremos las sombras al viento, a las espaldas los arroyos del tiempo, las barricadas sin paz. Revisaremos listas, nóminas, retratos. Contrataremos, solicitaremos, inscribiremos a Dios. Perdonaremos a la cizaña, a la ortiga, a los zancudos, a los cables, a la luz, a los técnicos, a su trabajo subliminal. Volveremos al sitio, al encuentro, al abrazo, con la frente en el cielo y el arma sin voz. Caminaremos despacio jardines, arrebol, sabana, aldea, alba, barrio, luna, madrugada. Juntaremos casa, avío, diapasón, resabios, fincas y razones; víveres, dinero, el aceite, los garbanzos, el carriel. Cuenta rendiremos. Ajustaremos tragos, brindis, trasnochos, alegrías. Tornaremos al cimiento, a los caminos, a las ruanas, al cuatro, las veredas. Contaremos con el voto de los pájaros, con el aplauso de la tarde, con la confianza del vino, con las señas de la luz. Alistaremos las mesas, las jarras, las cafeteras, los manteles. Iremos a la marcha de los árboles. Al murciélago trizas volveremos. Echaremos el resto, apañaremos el sol. Daremos nuestra vida por un arma en paz. Contemos con la vida. Cantémosle a la tierra, al bahareque, al oro, al riesgo, al desafío. Inspeccionemos armas, demonios, insignias, santidades; andanzas, amenazas, mensajes, bodegas, secretos y arsenales químicos, biológicos, nucleares. Desenterremos el mal y sus secuaces. Reunamos tantos inspectores como sea posible. Crucemos las fronteras del imperio. Ingresemos en sus antros, en el fondo de sus cajas negras. Desarmemos sus desvergonzadas locuras, con la fuerza de la paz. De “Sombra Antigua”

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