sábado, 21 de septiembre de 2013

Pablo Neruda Padre Otoñabundo

Pablo Neruda Padre otoñabundo A cuarenta
años de su luz rodea con su mano la nueva sombra del ala que crece nace en los bosques de la ceniza terrestre y teje los altos besos del follaje lo arrastra la rabia del viento los vientos de la noche tenebrosa de vientos vientos de la aurora del verbo árbol de largas ramazones reclinado en la semilla ilumina las palabras con su silencio mineral de tiempo y de especie de fuego brasa y espíritu de agua estrella y dolor corazón de pan de harina de trigo rumoroso que el tiempo lava y desenvuelve ordena y continúa su poesía parte y regresa regional dolorosa y lluviosa —lluvia y humareda— a punto el pan para la guerra raíz vuelo fogarada venido de alturas insondables secreto y oscuro en sus orígenes solitario y fragante ruta entre los montes sacude su canto cristalino en las praderas riega los campos y da pan al hambriento camina entre las espigas semillas para la América subterráneo submarino se junta con el camino de todos desciende como gota entre la paz sulfúrica y las olas profundas como un ciego regresa al jazmín de la gastada primavera del aire al aire como una red vacía fue entre las calles y la atmósfera llegando y despidiendo conversa a pleno día con fantasmas solares explora la cavidad del material escondido en el secreto de la tierra determina las relaciones olvidadas del otoño y del hombre alta ciudad de piedras escalares madre de piedra espuma de los cóndores alto arrecife de la aurora humana escala torrencial párpado inmenso ola de plata dirección del tiempo campana patriarcal de los dormidos sube conmigo amor americano yo vengo a hablar por vuestra boca muerta a través de la tierra juntad todos los silenciosos labios derramados afilad los cuchillos que guardasteis ponedlos en mi pecho y en mi mano acudid a mis venas y a mi boca hablad por mis palabras y mi sangre América en tu mano Amerikúa canto de sol y terribles presagios noche triste de espigas y de versos negros no se rinde la novia sumergida en la garganta pastoril de América en el sur los dignos antepasados de tu estirpe se remontan a las alturas de Los Andes se codean de tú a tú con los cóndores para encontrarse verso a verso entre tus fauces piedra con piedra en tu mundo hijo de Wiracocha de Moctezuma Guaicaipuro estrella dulce aquella diosa india América enterrada guardaste tanta hambre águila herida habla con las palabras de la sangre acude a las venas de la lucha entre hierros y volcanes derramada la herida se hace un silencio de agua diluido en la esperanza esperó largo tiempo solo con el corazón acongojado por la oscuridad de la noche de pronto apareció una luz y otra luz el camino se llenó de luces presenció las maravillosas danzas rituales y escuchó hasta que salió el sol la belleza que florece en la oscuridad la deliciosa música que invadía el camino en la verdad o en el error hasta sus últimas consecuencias decidió que su actitud dentro de la sociedad y ante la vida debía ser también humildemente partidaria sus deberes de poeta no sólo le indicaron la fraternidad con la rosa y la simetría con el exaltado amor y con la nostalgia infinita sino también con las ásperas tareas humanas del hambre y el llanto la ternura y la cólera el grito la tristumbre la agonía a puro sol escribe a plena calle a pleno mar en donde puede canta sólo la noche errante lo detiene no se cansa de ir y de volver no le para la muerte con su piedra y sigue y sigue porque sigue y canta porque canta y porque canta a plena luz camina por la sombra ni un hombre más que pase sin que reine ni una mujer sin su diadema cree que los que hicieron tantas cosas deben ser dueños de todas las cosas y los que hacen el pan deben comer y deben tener luz los de la mina y de alguna manera decidir dónde plantar los árboles de nuevo nacido para nacer para volver a ser vuelve furia y perfume está en su sitio de siempre no hay luna que no lo conozca ni caminos que no lo esperen hijo de la lluvia en movimiento perpetuo un hombre claro y confundido lluvioso y alegre enérgico y otoñabundo galopando en el viento sobre el caballo de la lluvia vieja lágrima enterrada que vuelve a ser semilla aceptó la pasión desarrolló el misterio y se abrió paso entre los corazones del pueblo le tocó padecer y luchar amar y cantar le tocaron en el reparto del mundo el triunfo y la derrota probó el gusto del pan y el de la sangre en la casa de su poesía no permanece nada sino lo que fue escrito con sangre para ser escuchado por la sangre canto fecundación su poesía trabaja haciendo harina es una insurrección no se ofendió el poeta porque lo llamaron subversivo esperamos cada día cambios inmensos vivimos con entusiasmo la mutación del orden humano la primavera es insurreccional al poeta debemos exigirle sitio en la calle y en el combate así como en la luz y en la sombra el honor de la poesía fue salir a la calle fue tomar parte en este y en el otro combate no se asustó el poeta cuando le dijeron insurgente no vivió en sí mismo vivió la vida de los otros su vida una vida hecha de todas las vidas asumió el deber antiguo de los poetas la defensa del pueblo el amor debe poner sobre la mesa sus cartas de fuego su premio ese momento grave de su vida cuando en el fondo del carbón de Lota a pleno sol en la calichera abrasada desde el socavón del pique subió un hombre como si ascendiera desde el infierno con la cara transformada por el trabajo terrible con los ojos enrojecidos por el polvo y alargándole la mano endurecida le dijo con ojos brillantes “te conocía desde hace mucho tiempo hermano” ése el laurel de su poesía ese agujero en la pampa terrible de donde sale un obrero a quien el viento y la noche y las estrellas de Chile le han dicho muchas veces “no estás solo hay un poeta que piensa en tus dolores” compatriotas del mundo kinchiltunes de amor llegó la hora del trece calendario perfecto de los tiempos de la serpiente de plumas encantadas hasta las hondas lejanías del guillatún la machi está alegre por el vendaval mientras él viene del surco del sentir llega a la tierra de su voz para cantar una canción desde sus alas crecientes dice amor y el mundo se puebla de palomas de suavizadísimos vestigios construyó con hacha cuchillo cortaplumas madererías de amor y edificó pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivieran los ojos de su amada el volumen azul de su dulzura y allí donde respiran los claveles desplegará un traje que resista la eternidad de un beso victorioso algo pasa y la vida continúa ya todo lo que falta será azul lo que ya necesita es florecer y eso es trabajo de la primavera este presente liso como una tabla fresco esta hora este día limpio como una copa nueva álzalo ofrécelo a la vida llévalo a la calle y al jardín paséalo ponlo frente al sol tintinéalo recuérdalo nada en él de cobarde o de maldad —del pasado no hay una telaraña— echémoslo al voleo dejémoslo correr grabémoslo hondo en el fogón defiéndelo consiéntelo quiérelo hazlo surco arado sueño cabecera hazlo árbol fuego girasol lucero arroyo fogonazo campanada vereda fogarada resplandor álzate temprano ábrete camino sube la cima donde ondean —de noche— las luciérnagas tú eres tu camino tu aldabón ándate silencioso fraternal silbando en el camino asegura furente la batalla elévate soldado en el fragor a pesar del presagio corre vuela en el viento en la sierra en la arboleda ¡Tú sólo eres un sol alienta brilla! ¡Tú siempre tu presente sueña alumbra! ¡Sube a nacer conmigo hermano! Pablo Neruda Padre otoñabundo Catatumbo de sangre americana al fin el mundo supo de tu sombra al borde de tus últimos latidos Vástago de raigambre diluviana interrogaste al tiempo en cada aurora y frente al mar, clavada tu mirada velaste con tu propia rebeldía Fueron tus resistencias permanentes y con todas las buenas intenciones regaste por el orbe tu semilla Camarada araucano obligatorio por el sol de tu sueño planetario tendrás siempre una América en tu mano Pablo Mora

No hay comentarios:

Publicar un comentario