sábado, 26 de noviembre de 2011

Vivos todavía




Vivos todavía

Pablo Mora


Vivos todavía bajo el granado trigal de la noche insomne, rumorosa de viento alto y de luceros. Llegar vivos a la muerte. Llegar a enero vivos todavía. Luz, luz, luz, fuera de la luz la muerte tras un amanecer que al fin alumbre un día con la noche esclarecida de azul mañana que la fe vislumbra. Detrás de una tarde, de una lluvia, puede estar esperándonos la muerte. Partir es un asunto dolorido. El hombre es un gran dolor en viaje. Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir. Este mundo es el camino para el otro que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar. (Jorge Manrique). La palabra, soplo de aire apenas, que, desde la primigenia mañana del génesis, tiene poder de creación. (José Ortega y Gasset).


El asunto es acompañar la vida a sol y sombra, donde sea preciso; saber de donde nos sacó el hechizo y contar con la última embestida. No importa el llanto o la final salida, la vida es solamente el compromiso de estar donde la vida misma quiso: al lado de la vida de por vida. Abundarán ventiscas y huracanes al dar con el confín de nuestros días cuando en batalla, casi como canes, lidiaremos las propias agonías. Disputarán, entonces, nuestros manes llanto, grito, dolor y rebeldías. Florecer libremente, éste es el éxito, encontrar la grandeza en lo pequeño, navegar entre mares levantiscos, en la espuma de todos los misterios. Irse cantando entre la luz, cantando la indómita belleza de los días, dejar que el viento cumpla sus destinos, moverse, trasladarse, abrir banderas. Rizar el agua, embellecer las horas, quedarse en la altura y lo profundo, en la puerta frutal de las veredas. Vivir en prodigiosa fortaleza, crear mil rutas, aventar caminos, florecer libremente, éste es el sueño. Vuela la vida como el sueño vuela. Vuelan los días, los apremios vuelan. Espacio, tiempo, glorias esperanzas, de ventura en ventura, todo es vuelo. Lo que es, eso fue ya, y lo que fue eso será en soledad y vuelo. Abrumado de alturas y estrecheces de vuelo en vuelo se desplaza el sueño. Soplo de viento en el estadio abierto, el camino tremendamente largo cabe en el vuelo de una golondrina. ¡Cuánto cansancio, soledad, desvelo, cuántas horas de marcha, cuánto vuelo andando, andando, andando, andando, andando!

Por la puerta de arrastre que me espera entré esta noche con mi propia vida, entré seguro en portentosa lidia, seguro de esta puerta y su quejido. Por la puerta de arrastre me convido a la lucha del hombre, a su corrida, a la vida que a tientas me sostiene entre tercios y pases justifieros. Por la puerta de arrastre me sostengo junto a mi sombra y mi fugaz latido, junto al velón, junto al feliz lucero. Por la puerta de arrastre alguna noche saldrá la sombra de mi propia sombra, la que se irá al final será la vida. Hay la muerte girando por la acera Hay una lluvia que de reojo mira. La sombra de la muerte que reúne. La tarde, el silencio, el sinsentido. El infierno, el infierno de los hombres. Señales de estar vivo y en peligro. Hay un fragor de fin y de derrumbe. Una esquina que salta de emboscada. Un niño que entre lluvias llanto apaña. Hay mil pruebas mortales que vencer. Hay un miedo, un quejido, una impotencia. Toda la ira y la amargura juntas, la encendida razón de la locura debajo del hermano miserable. La noche fulgural donde nacemos cuando a morir apenas comenzamos.



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