sábado, 12 de mayo de 2012
La Piedad
Al fin Roma cayó en mis manos
Gigante en las ansias de un niño
Columnaje en inmortal grandeza
Lo moderno lo antiguo en ejemplar
abrazo
Las eras grabadas en los muros
Roma de mañana cubierta de neblina
Imponente Señora de su gloria
Muchacho apenas acaricié tus formas
Tus costados alcores tus colinas
De entre la selva aquella majestuosa
La Piedad de Miguel Ángel
Desde un ángulo parece que decía
Vente luego a conversar conmigo
Fui aquí y allá
Y me detuve a conversar con ella
Y me entretuvo
Ya la luz habíase ido
Sólo unos reflectores resaltaban la armonía
Sensación indescifrable de Piedad
Esa joven carnalísima —así me pareció—
Inconsciente del hombre que sostiene
Entre sus brazos
Espléndida mujer
Madre Joven con su hijo en su regazo
Que no parece madre sino novia
Todo lo domina
Todo lo evalúa
Todo lo fulgura
Con su mano delicada al aire
No señala nada y lo señala todo
Roma perenne pasajera colosal
Amazona cabalgando entre sus ruinas
Cuántos te pretenden manceba vestal
Cuántos envidian tus portentos
Tú siempre a ras de siglos la fugaz
Entre el fuego supremo de la vida
Veré reír en Roma eternamente
A esa niña desnudamente tierna
Que arrulla entre sus alas su Jesús
Pablo Mora
Roma, 1967
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Muy linda poesia. Me atrapo desde el principio cuando mencionaba la bella Roma. Estaba intentando conseguir hoteles en roma para pasar unos dias de diversion en la capital Italiana
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