sábado, 25 de agosto de 2012
ALICIA
Ríete de este torpe muchacho que te quiere
Pablo Neruda
Aire de abril para mi luz andina,
para mi cafetal, para mi aldea,
florida de tristeza campesina,
de soledad, de musgo y de vereda.
Abril, amor, para el alero azul,
para el zaguán, también adormecido
de esperar tu presencia azul marina
y la fuga de amor en primavera.
Desde niño anhelaba tu color:
el de mi cerro y mi colina azul
cabalgando, risueño, por el cielo.
Aire de abril, amor, para la lluvia
con nieve y con neblina aquí en Turín,
abril, por fin, para nacer contigo!
Amor, con la montaña a tus espaldas,
tornas azul y campesina y mía,
la grama verde entre tus pies se ríe,
azul azul los Alpes y tus ojos.
Adormecida Bardonecchia sueña
en el juego de amor de nuestra vida;
sólo tu pelo, miel como tu alma,
entrelaza la brisa con tu risa.
Y, lejana, a mi ansia le sonríes
mientras la primavera, alborotada,
nos encuentra sentados en la espera.
¡Afortunadamente, amor, azules
son tus ojos, tus sueños y tu vida
para dar con el sol de nuestros sueños!
Amor, por qué olvidarme de tus senos,
si fueron los primeros sorprendidos
la madrugada aquella que un muchacho
amaneció durmiendo entre tu pecho.
Y cómo acariciábamos, ¿te acuerdas?
Mientras ellos graciosos, juguetones,
alzaban sus ojitos como niños.
Al fin los bautizamos: Rafael
Y Zaida, con las lágrimas del sueño.
Y todas las mañanas madrugaban
con ganas de jugar al escondido,
rosados de dormir entre tus manos.
¿Verdad, amor, que así fue? Solamente
amanecí jugando con tus senos.
Una tarde de sol y soledad
Frente a tu risa desafiando el Alpe.
Turín. Abril. 1968
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