jueves, 29 de octubre de 2009

El ser nacional




El ser nacional

Pablo Mora

Jueves, 29 de octubre de 2009


Enfermo o no nuestro ser nacional, “eso que alguien llamó el alma nacional, disforme, enrevesada, múltiple, enmarañada, revuelta, nos identifica en la diversidad, nos iguala en la desemejanza, nos solidariza en la injusticia, nos equilibra en el isocronismo y la pretendida uniformidad etnocentrista que los imperios y sus alabarderos promueven como artículo de fe.” (Gustavo Pereira).
A la luz de esta concepción, cabe preguntarse: ¿El concepto del alma nacional, como un conjunto de acumulaciones hereditarias, no tiene razón de ser en Venezuela? ¿Debemos sustituir las baldías generalizaciones sobre la llamada alma nacional? ¿Acaso el elemento definitorio en el concepto de Nación no es la voluntad nacional? ¿Acaso lo que verdaderamente caracteriza a una nación no es la voluntad de nación? ¿Acaso el sentimiento nacional no persiste, dentro de la generosa corriente integracionista que sacude nuestras generaciones más jóvenes, entendiendo como éxito de la integración el que logremos armonizar la realidad del sentimiento nacional con la impretermitible exigencia de la integración regional y subregional, es decir, en la solidaridad pluralista? ¿En verdad, este país está perdiendo su alma? ¿Dentro del vaciamiento del espíritu y la ausencia de utopías concretas, prevalece una bien orquestada conspiración contra las conciencias?
¿Dónde, entonces, nuestros valores de solidaridad, patriotismo, soberanía, latino americanismo, integración, cooperación, ponderación del sacrificio, dignidad? ¿Dónde nuestras tradiciones, ese bagaje espiritual con que nos provee el pasado para nuestro viaje al porvenir? ¿Ese presente, potencia de futuro? ¿Ese ser que va siendo, fluyendo, en función de porvenir?
¿Urge crearle un marco digno a nuestra existencia humana, nacional, recuperar nuestra propia esencia en un como renacimiento espiritual, delante de tanta truculencia, desmoralización y desesperanza? ¿O tendremos que suicidarnos lentamente, decidirlo día a día con frialdad y astucia? ¿Asomarnos a la muerte diariamente? ¿O asirnos a la vida, a la paz, la resurrección, la sobrevivencia?
¿O rogar que nunca se nos nuble el horizonte, que nunca se nos cierren los caminos, que siempre amanezcamos con el alba, dispuestos a abrazarnos con la vida? ¿Rogar para que a pesar de las sombras, de las llagas del camino, la esperanza la enciendan los cocuyos?
¿Desaparecerá El Miedo y todo volverá ser Altamira? ¿Tierra ancha y tendida, toda horizontes como la esperanza, toda caminos como la voluntad? ¿Tierra propicia para el esfuerzo, como lo fue para la hazaña, tierra de horizontes abiertos, donde una raza buena, ama, sufre y espera? (PSA)
pablumbre@hotmail.com


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