martes, 24 de enero de 2012
Un nuevo sol en clave de sí
Un nuevo sol en clave de sí
Pablo Mora
¿Valdrá cambiar los sacos de balas por cuerdas en esta hora?
¿Valdrá que llenemos las almas y los campos con la palabra paz?
¿Valdrá en este momento, de Andrés Bello “La oración por todos?”
¿Valdrá el canto de los niños? En paz queremos crecer...
¿Valdrán los poemas urgentes de Pablo Mora, y las cartas de Saramago y García Márquez?
Lil Rodríguez
¿Valdrán las preguntas de Lil Rodríguez, de Neruda, de Jesús? ¿Valdrá el canto de los niños, los cantos iraquíes por la paz, los nuestros, los de más allá? ¿Valdrá la santidad de los tugurios? ¿Valdrán las pomarrosas de la aldea, los araguaneyes, samanes, apamates? ¿Valdrá la pena seguir viéndonos? ¿Valdrá saber qué los árboles esconden, lo que saben los caminos? ¿Valdrá el esplendor de las raíces, las uvas negras del destierro? ¿Valdrá que las cocuizas nos visiten, que la rosa siga desnuda, que el jueves vaya después del viernes, que hablen las estrellas, que converse el humo con las nubes, que las hojas se suiciden, que los martes sean bisiestos, que ceniza camine junto al fuego? ¿Valdrá que el encaje se desteja, que la noche se desate, que el mar se zafe?
¿Valdrá que los vientos se amontonen, que desfile el pensamiento, que la luna sea testigo, que despierte la espesura, que sean iguales los espejos, que los poetas nos convenzan, que el aullido se desborde? ¿Valdrá acabar con la justicia, quedarse en la miseria, saldar la cuenta con los perros, extraviarse en el camino? ¿Valdrá esperar el día de la victoria, llamar a Dios? ¿Valdrá seguir haciendo la palabra? ¿Valdrá pensar en el regreso, valdrá pensar, mirar, amar, morir?
¿Valdrá sentir la muerte en los talones? ¿Valdrán los pinos asombrados, la canción de la mirada, el canto del asombro, las lágrimas del viento? ¿Valdrá volver a las espigas? ¿Valdrá acercarse a los difuntos? ¿Valdrá el silencio de las ranas, la pulpa del deseo, el anticipo de la muerte, la paz, el lauro, la memoria, la nueva madrugada? ¿Valdrán los jirones de sueldo, los retazos del agua, los charcos del dólar, la señal del centavo? ¿Valdrá acercarnos a la vida, aprender el nombre de las noches, vivir con el destino siempre en guerra, añadir algo al mundo? ¿Valdrán los niños de Najaf y de Falluja? ¿Valdrán los acentos en la muerte, el asombro de la luciérnaga, la vecindad del enemigo, el enigma de las ollas, la estirpe de las horas, el reino de la calle, la dignidad del hombre? ¿Valdrá la pena no hacer ruido, despertar el alba, poseerla?
¿Valdrá sacar el beso de la espuma, oírle la risa a las cascadas, oler la locura de las rosas, escuchar la soledad, dirigirle la palabra? ¿Despertar a latigazos el silencio, descargar nuestros almácigos, encontrarse con la albada, nombrar al mundo? ¿Jugar a lo imposible, sacar la flor de las cenizas, llevar a peso las palabras, morir de asombros, cerrar los ojos a la luna? ¿Saber bien dónde hay barro, en qué lugar hay sangre, dónde queda la razón y dónde la justicia o la injusticia? ¿Construir la nueva levadura, preguntar por la alegría? ¿Estar a tono con la rabia y la ternura? ¿Salvar la memoria antes que los bribones nos la borren? ¿Rescatar las preguntas de los otros, salvar las respuestas de los niños? ¿Avivar el fuego, sacudir asombros, fundir los versos, despertar la clarinada, escuchar el alarido, llegar vivos a la muerte, asolear la eternidad, salvar al hombre? ¿Valdrá quitarle un minuto a Dios para dárselo a los hombres? ¿Valdrá recuperar el micrófono de Óscar Arnulfo? ¿Mantener abierta la palabra, reinar sobre la muerte, apuntalar el sueño, alentar el alba, el nuevo sol, el nuevo día?
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