viernes, 5 de octubre de 2012

Juguemos a la patria Pablo Mora Porque tu luz en las tinieblas resplandece. Porque clara luce tu sombra en la distancia, la noche de tu lumbre. Porque nunca como hoy te sentimos tan vecina a nuestro insomnio. Porque a diario nos compruebas que existe algo más acá de las estrellas, donde titilan las entrañas de tus hijos; que claramente existe el más acá poblado de miserias y de sueños vespertinos. El más acá del horizonte. El más acá de tu entrecejo, de tu ira, desasosiego, tempestad y grito. Porque siguen los imperios velando tu riqueza, defendiendo a dentelladas, a mordiscos, su trono y poderío mientras la guerra se decreta; sigue, crece, se desborda y multiplica. Arrecia cerca de los golfos, cerca de los mares, cerca del hombre y sus tormentos. Verdadero asalto a mano armada, arrebatando conciencias, minerales, alboradas; mundos y submundos ante la colosal supermandad del odio. Porque comienzan a escasear los perfumes de oréganos, cardones, tunas, semerucos, damas de medianoche, andiduras, guayanas, flaconías. Frente a las viejas casas solariegas, el sol, el solaraje, la rabia, la llagadura, el desvelo, la ternura. Porque arrastramos muerte todavía. Porque combatimos con el caballo azul del amor, el blanco de la libertad y el rojo de la vida, el combate y alarido. Porque persiste angustia, soledad, silencio, crispación y grito, aguijoneando, arañando nuestro tiempo, circundando las voces desgarradas del barranco. Porque morimos un poco cada tarde de miseria ante el viento huracanado de la larga letanía de este dolor definitivamente inhumano. Porque persiste el desgarramiento, la llamarada, la brasa, la hoguera. La hojarasca, la bazofia cotidiana. Porque hacen falta jinete, cabalgadura, lontananza, sabanas para la canción de la victoria. Porque bebemos nuestra agua a precio de dólar. Porque casi no alcanza el sudor para la leña. Porque el yugo se encarama en la cerviz y nuestra piel quema como un horno por el ardor del hambre. Porque seguimos con el hambre todavía. Porque seguimos descalzos todavía. Sedientos todavía. Carcomida la conciencia desde adentro, desde lejos, desde afuera, desde siempre, desde cerca, hasta las cejas. Porque oímos el clamor, el griterío, el hambre en su galope. ¡Juguemos a la patria! Escondamos los dados a los dioses. Hijos del Mañana, escuchemos la melodía del futuro. Comencemos de nuevo. Acumulemos paz, previendo las luchas que faltan todavía. Acumulemos sueños y verdades, lo que importa es la luz de los caminos. ¡No más odio! ¡No más cólera! ¡Sólo el hombre! ¡Nuestra condición! ¡Sólo campos, huertas, sementeras! ¡Sólo arados para el hombre! ¡Sólo hogares para el hombre! ¡Sólo amor, el viril amor del hombre por su hermano, su llanto y esperanza! ¡Menos fuerza para la guerra! ¡Más valor para la paz! ¡Defendámonos de la infinita goleada de la muerte, la más eterna de todas las goleadas, desde esta inmortalidad que somos a sabiendas de que el jaque final estará siempre en otras manos! ¡Soñemos con la paz! ¡A juego limpio, apostemos a la patria! ¡Juguemos a la patria! pablumbre@hotmail.com

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