martes, 13 de agosto de 2013

Mi copa por la vida

Mi copa por la vida Pablo Mora A Fidel en sus 87 años
Fresca, pronta, alegre, cabizbaja. A veces agridura, dulceamarga. A ratos torpe, en fuga pensativa. Sorpresivamente alada. Reciamente atuendo. Oscuramente lumbre. Breve lechuza lujuriosa. Temblor, magia, pluma, serranía. Alegría, música, amanecer. Incandescencia, revelación, azar. Buena, próxima, lejana. Larga, corta. Misterio, cercanía. Alba, sol, rocío, penumbra, nieve presurosa. Estrella, ala, gemido, canto, trino. Collage, arte, poesía. Alborozo, secreto, fracaso, marcha, contramarcha, triunfo. Ángel, vuelo, lecho, pan. Hosca, difícil, comprensiva. Latido, danza, pas de deux. Camino, raíz, ramaje, savia, canto, nido. Aleteo, presagio y aventura. Rescoldo, llama, hoguera. La mentira, la indolencia, la verdad. Súbitamente viva. Humanamente cierta. Airadamente tierna. Nocturnamente yendo. Quehacer, destino, enigma. Lo que sucede, sucedió o ha de suceder. Desnuda levedad a ras de suelo. Luchar. Atravesar. Desafiar. Resistir. Sobrevivir. Jugar con la muerte. Sueño, juego, paso, triunfo, resplandor, asombro. La forma en que acontece el tiempo, el otro río. El modo en que amanece el hombre. La forma intrincada de los sueños. La manera de llevar las horas. De llevar los días. De llevar la sombra. Sed de abrazo y vuelo. En vuelo al sol de la noche, al corazón de la oscuridad, para amanecerla en luz. Semilla, lucha, siembra. Hasta el último segundo, el último rincón, el último lugar. Esperanza de fe plenificada. Furiosa tempestad de noche y día. Es la arena enredada entre las olas, el mar que se desborda sobre el risco, feliz morada del soñar antiguo sobre el azul espejo de las aguas. Es la mirada de la noche en vela, el paso de los duendes sobre el mar, el relente susurro de los árboles, la sal, la espuma, el sol, las madrugadas Lejana, silenciosa, larga sombra. Alta vigilia, rastro de la tierra. Bramido sordo de la parda luz. Ventanas, goznes, muros, quemaduras. Clamor del hambre, grito poderoso. Infinita orilla, aire detenido. Sagrada apuesta, vengativa luz. Paloma, caracol y compraventa. Feraz, gloriosa, repentina, ilesa. Íntima soledad amenazada. La línea precisa del abismo. Para llegar a tientas a la nada. Desde el morir al no morir viviendo. Del otro lado de la sombra en luz. Amplio solar de pena y amargura, recinto para el llanto y la alegría, larga tonada, larga travesía. Viejo estribillo en clave de ternura. Duro aguijón para la suerte dura, ardua vereda la de cada día, ancho portón para la misma vía, hondo estallido en tiempo de premura. Ruta sin fondo en la lejana infancia, donde el azul peregrinaba un día sin darnos cuenta de su gris fragancia. Lanza en ristre, con firme rebeldía va nuestra vida en fúlgida arrogancia, componiendo su propia sinfonía. El asunto es acompañar la vida a sol y sombra, donde sea preciso; saber de donde nos sacó el hechizo y contar con la última embestida. No importa el llanto o la final salida, la vida es solamente el compromiso de estar donde la vida misma quiso: al lado de la vida de por vida. Abundarán ventiscas y huracanes al dar con el confín de nuestros días cuando en batalla, casi como canes, lidiaremos las propias agonías. Disputarán, entonces, nuestros manes llanto, grito, dolor y rebeldías. Hoy levanto mi copa por la vida. (Gustavo Pereira).

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