domingo, 15 de noviembre de 2009

Palabra y canción vertical






Palabra y canción vertical


Mery Sananes


A Pedro Mir



Y cómo vamos a hablar de patria
si la tierra no reconoce los linderos
que les coloca el hombre
si su siembra crece de ambos lados
de un madero que dejó de ser árbol
para convertirse en despeñadero y
centinela de frutos ajenos y suspiros
arrebatados

Creímos que algún día la tierra
sería ancha y extendida como una
casa sin puertas ni ventanas en las
que cabría la alegría y la esperanza
y por ello alguna vez hicimos del
bosque una encrucijada de metales
sin saber que el fuego que manaba
de sus arterias iría a herir nuestra
propia sombra

Y se nos fue la ilusión prendida
de la risa rota del último niño aturdido
por la devastación de sus sueños
y sus cuadernos de dibujar estrellas

Y ahora resulta que no hay patria ni casa
ni risa ni niño sino una tristeza que cabalga
en los mariposales del alma como si fuéramos
transeúntes de una historia que no nos
pertenece

Qué se nos hizo la esperanza
que condujo tantas nubes a convertirse
en ríos cristalinos
qué se hizo la canción que entonaba
la tierra en las madrugadas de los frutos
regados en las empalizadas de los párpados

No sabemos ya ni cómo recoger los pedazos
de lo que fuimos de tanto desgranar asombros
donde sólo había muerte sin sepultura

Y ahora que apenas somos silentes
espectadores de un tiempo sin colores
ni brisa no atinamos siquiera a escribir
el epitafio de una patria vestida de cielo
y aromada de arroyos que sólo sabe
de horizontes quebrados de unas aguas
que se alejan mar adentro dejando su huella
de sequía sobre los surcos de un rostro
aquejumbrado

El precipicio se llevó las palabras
las aturdió hasta hacerlas perder la ternura
de que estaban hechas y el aroma de café
que brotaba de sus gerundios
nos quedamos con un grito aherrojado
que tiene un sabor a metal y a camino minado
y nos quedamos callados en vez de ir
en busca de la canción de la que nacimos
olorosa a maíz a jobo y a azafate de melados

¿Desistiremos acaso de toda ilusión?
¿Entregaremos la muerte que aún nos queda
sin que el pecho se destroce de tanto vacío?

Hay que poner la palabra de pie vertical
como el tallo de un maguey
con hondura de pozos artesianos con una savia
nueva que inunde los vasos comunicantes
de la rota ingeniería que nos sustenta
y salir a sembrarla en los vericuetos de
nuestra incertidumbre hasta que brote
una canción que acalle por siempre
este tropel de tristezas en que se nos ha
convertido la existencia




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