¿Por qué escribir?
Pablo Mora*
¿Por qué escribimos?
Mario Vargas Llosa: Escribo porque aprendí a leer de niño y la lectura me produjo tanto placer, me hizo vivir experiencias tan ricas, transformó mi vida de una manera tan maravillosa que supongo que mi vocación literaria fue como una transpiración, un desprendimiento de esa enorme felicidad que me daba la lectura. En cierta forma la escritura ha sido como el reverso o el complemento indispensable de esa lectura, que para mí sigue siendo la experiencia máxima, la más enriquecedora, la que más me ayuda a enfrentar cualquier tipo de adversidad o frustración. Por otra parte, escribir, que al principio es una actividad que incorporas a tu vida con otros, con el ejercicio se va convirtiendo en tu manera de vivir, en la actividad central, la que organiza absolutamente tu vida. La famosa frase de Flaubert que siempre cito: "Escribir es una manera de vivir". En mi caso ha sido exactamente eso. Se ha convertido en el centro de todo lo que yo hago, de tal manera que no concebiría una vida sin la escritura y, por supuesto, sin su complemento indispensable, la lectura.
Jorge Semprún: Si lo supiera, tal vez no escribiría. Quiero decir, si lo supiera con certeza, si a cada momento pudiese proclamar taxativamente, sin vacilar, por qué escribo, y para qué, para quién o quiénes; si así fuera, tal vez no escribiría. O sea que escribo, en cierta medida, para encontrar respuestas al porqué. Escribir no es un acto reflejo, ni una función natural. No se escribe como se come o se ama. No se agota en el hecho de escribir el portentoso, o doloroso, o lo uno y lo otro, milagro de la escritura. No se agota, al escribir, el deseo inagotable de la escritura. Tal vez porque sea ésta la mejor forma de sobrevivir. ¿Por qué escribo? Tal vez para sobrevivir a la muerte, la necesaria muerte que me nombra cada día.
Nélida Piñón: Yo escribo porque el verbo provoca en mí desasosiego, afila los mil instrumentos de la vida. Y porque, para narrar, dependo de mi creencia en la mortalidad. Con la fe en que una historia bien contada me arrebate las lágrimas. Sobre todo cuando, en medio de la exaltación narrativa, menciona amores contrariados, despedidas hirientes, sentimientos ambiguos, despojados de lógica. Escribo, en conclusión, para ganar un salvoconducto con el que deambular por el laberinto humano.
Rosa Montero: Escribo porque no puedo detener el constante torbellino de imágenes que me cruza la cabeza, y algunas de esas imágenes me emocionan tanto que siento la imperiosa necesidad de compartirlas. Escribo para tener algo en qué pensar cuando, en la soledad tenebrosa de la duermevela, por la noche, en la cama, antes de dormir, me asaltan los miedos y las angustias. Escribo porque mientras lo hago estoy tan llena de vida que mi muerte no existe: mientras escribo, soy intocable y eterna.
Javier Marías: Escribo para no tener jefe ni verme obligado a madrugar. También porque no hay muchas más cosas que sepa hacer, y lo prefiero y me divierte más que traducir o dar clases, que al parecer sí sé hacer. O sabía, son actividades del pasado. También escribo para no deberle casi nada a casi nadie ni tener que saludar a quienes no deseo saludar. Porque creo que pienso mejor mientras estoy ante la máquina que en cualquier otro lugar y circunstancia. ( Jesús Ruiz Mantilla / EL PAIS – GDA).
¿Por qué escribir?
“Porque el arte insufla vida a lo que no tiene vida, muerte a lo que es eterno. Porque en realidad el arte es preferible al maravilloso terror de la vida. Porque el mundo se vuelve a inventar cada día. Porque escribir, en la inmensidad inimaginable de todos los espacios, es todavía la mayor de las aventuras.” (Robert Coover). “Escribo para mí mismo, para comprenderme mejor o incluso para liberarme de un peso que me agobia. Escribo a veces como si fuera un juego, sí, como si fuera verdaderamente un juego. Cuando el amor, la patria, el tiempo o la belleza se me escapan, es a través de la escritura como los reencuentro... como restablezco la unión con las paredes del mundo que se derrumban en mi interior.” (Mamad Darwix).
“No sólo por la capacidad de maravillarse y por el gozo estético que la satisfacción de tal necesidad puede procurar. Sino para romper con la banalidad de los actos corrientes y así tomar conciencia de que algo se agita en mi interior, de que la emoción está ahí y de que a través mío puede ser creadora. Escribo para ser yo misma y para hacer que mi pueblo exista.” (Mircea Dinescu).
“Porque el fantasma porque ayer porque hoy: / porque mañana porque sí porque no/ Porque el principio porque la bestia porque el fin:/ porque la bomba porque el medio porque el jardín/ Porque góngora porque la tierra porque el sol: / porque san juan porque la luna porque rimbaud / Porque el claro porque la sangre porque el papel: / porque la carne porque la tinta porque la piel / Porque la noche porque me odio porque la luz: / porque el infierno porque el cielo porque tú / Porque casi porque nada porque la sed / porque el amor porque el grito porque no sé / Porque la muerte porque apenas porque más / porque algún día porque todos porque quizás” (Oscar Hahn).
“Escribir es comenzar a zapar subterráneamente la lógica que sustenta el tejido discursivo del mundo. Se escribe para mostrar un desacuerdo fundamental con lo instituido. Escribimos para poner en evidencia una contradicción que precede al ser; incluso a todo lo que respira. La escritura como disidencia, como contradiscurso heterodoxo; pensar la escritura como doxografía que enmienda el texto del mundo y descoloca la palabra oficial recusando sus aristas más encandilantes, no iluminadoras. Sí, porque toda palabra oficial "encandila pero no ilumina", lo cual quiere decir que la palabra cuando se instituye y se hace gubernativa pierde su eficacia redentora y conviértese, ipso facto, en bambalina huera y desteñida, inflada de eufemismos y retóricas vacuas.“ (Rafael Rattia).
«¡Para escribir mejor!» (Max Jacob). «Escribo para ser rico y para ser estimado» (Paul Morand). «Escribo para no pensar» (André Doderet). «Escribo para acortar el tiempo». (Knut Hamsun). “Porque uno siente el deseo o la necesidad. Para divertir o divertirse. Para enseñar algo a alguien. Para mejorar el mundo. Para dar a conocer sus ideas. Para liberarse de la angustia. Para ser famoso. Para ser rico. Por costumbre.” (Primo Levi). «Lo que me empuja (y me ha empujado) a escribir es esa necesidad de hacer que siente todo hombre». (Claude Simon).
Escribir
«En los tiempos y en las condiciones en que vivimos, creo que la creación artística (musical, poética, etc.) continúa siendo uno de los últimos refugios que existen». (Andrzej Kusniewicz). «En nuestros días el arte es sin duda el único refugio, así como el único campo de experimentación para llegar a una imagen del ser humano no desgarrada». (Crista Wolf) “Escribo porque no aprendí a atarme los cordones de los zapatos.” (Giorgio Manganelli).
“¿Por qué el hombre siente la necesidad de la literatura? Necesita a la literatura para barrer la basura de nuestros espíritus. La necesita porque nos aporta esperanza, coraje, fuerza. ¿Por qué siento yo la necesidad de la literatura? La utilizo para transformar mi vida, mi entorno, mi mundo mental. Cincuenta años de vida literaria me permiten decir que nunca me he reído de la vida, que nunca he travestido la vida, ni tampoco he embellecido la vida. He vivido a través de mis obras, he combatido a través de mis obras.” (Ba Jin).
“Porque nunca estoy completamente satisfecho con lo que he escrito, y me gustaría, de una forma u otra, corregirlo, completarlo, proponer otras soluciones. La necesidad de escribir siempre ha sido para mí lo mismo que borrar, sustituir algo de lo escrito por algo aún por escribir. Pienso en el libro que no escribiré jamás, pero que me gustaría poder leer, poder colocar junto a otros libros amados. Es en ese libro en el que pienso, ese libro que no ha sido escrito por nadie y que podría ser mi libro.” (Italo Calvino).
“Porque la escritura, en definitiva, es la más libre de las ocupaciones: sólo se necesita un bolígrafo, papel y soledad. Por último, porque yo me agarro a esta idea arcaica de que el Hombre, por definición, es un animal que cuenta historias, que esta facultad le salvó una vez, hace mucho tiempo, de la extinción y que es posible imaginar que ella puede ayudarlo en el impasse en el que se encuentra hoy.” (Bruce Chatwin).
“Muchas veces me he visto obligado a contestar a la pregunta de por qué escribo Al principio, cuando era muy joven y tímido, utilizaba la breve respuesta que daba André Gide a esa pregunta y contestaba: «Escribo para que me lean.» Si bien es cierto que escribo para que me lean, con el tiempo he aprendido a completar con otras verdades mi sincera respuesta a la pregunta de por qué escribo. Ahora, cuando me hacen la inefable pregunta, explico que me hice escritor porque 1) quería ser libre, no deseaba ir a una oficina cada mañana, 2) porque vi a Mastroianni en La noche de Antonioni; en esa película —que se estrenó en Barcelona cuando tenía yo dieciséis años— Mastroianni era escritor y tenía una mujer (nada menos que Jeanne Moreau) estupenda: las dos cosas que yo más anhelaba ser y tener
Casarse con una Jeanne Moreau no es fácil, tampoco lo es ser realmente un escritor. Por aquellos días, yo tenía una vaga idea de que no era sencillo ni una cosa ni la otra, pero no sabia hasta qué punto eran dos cosas muy complicadas, sobre todo la de ser escritor. (Enrique Vila-Matas).
Dejar de ser escritor
Escribir vale la pena, no conozco nada más atractivo que la actividad de escribir, aunque al mismo tiempo haya que pagar cierto tributo por ese placer. Porque es un placer y es —como decía Danilo Kis— elevación: «La literatura es elevación. No inspiración, les ruego. Elevación. Epifanía joyceana. Es el instante en que se tiene la impresión de que, en toda la nulidad del hombre y de la vida, hay de todos modos unos cuantos momentos privilegiados, que hay que aprovechar. Es un don de Dios o del diablo, poco importa, pero un don supremo.»
Un escritor debe tener la máxima ambición y saber que lo importante no es la fama o el ser escritor sino escribir, encadenarse de por vida a un noble pero implacable amo, un amo que no hace concesiones y que a los verdaderos escritores los lleva por el camino de la amargura, como muy bien se aprecia en frases como esta de Marguerite Duras: «Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos.»
Plantearse escribir es adentrarse en un espacio peligroso, porque se entra en un oscuro túnel sin final, porque jamás se llega a la satisfacción plena, nunca se llega a escribir la obra perfecta o genial, y eso produce la más grande de las desazones. Antes se aprende a morir que a escribir. Y es que (como dice Justo Navarro) ser escritor, cuando ya se sabe escribir, es convertirse en un extraño, en un extranjero: tienes que empezar a traducirte a ti mismo. Escribir es hacerse pasar por otro, escribir es dejar de ser escritor o de querer parecerte a Mastroianni para simplemente escribir, escribir lo que escribirías si escribieras. Es algo terrible pero que recomiendo a todo el mundo, porque escribir es corregir la vida —aunque sólo corrijamos una sola coma al día—, es lo único que nos protege de las heridas insensatas y golpes absurdos que nos da la horrenda vida auténtica (debido a su carácter de horrenda, el tributo que debemos pagar para escribir y renunciar a parte de la vida auténtica no es pues tan duro como podría pensarse) o bien, como decía Italo Svevo, es lo mejor que podemos hacer en esta vida y, precisamente por ser lo mejor, deberíamos desear que lo hiciera todo el mundo: «Cuando todos comprendan con la claridad con que yo lo hago, todos escribirán. La vida será literaturizada. La mitad de la humanidad se dedicará a leer y a estudiar lo que la otra mitad de la humanidad habrá escrito. Y el recogimiento ocupará la mayor parte del tiempo que será así arrebatado a la horrible vida verdadera. Y si una parte de la humanidad se rebelase y se negase a leer las lucubraciones de los demás, mucho mejor. Cada uno se leería a sí mismo.»
Leyendo a los otros o a nosotros mismos, poco margen veo yo para estallidos bélicos y mucho en cambio para la capacidad de un hombre para respetar los derechos de otro hombre, y viceversa. Nada menos agresivo que un hombre que baja la vista para leer un libro que tiene en sus manos. Habría que partir a la búsqueda de ese recogimiento universal. Se me dirá que se trata de una utopía, pero sólo en el futuro todo es posible.
(Escribió: Enrique Vila-Matas.)
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