jueves, 8 de marzo de 2012

En torno a Tàpies







En torno a Tàpies


Pablo Mora



En ocasión del reciente fallecimiento del pintor, escultor y teórico del arte, del artista español Antoni Tàpies, (Barcelona, 1923) uno de los grandes referentes mundiales del arte abstracto, último gran representante español de la vanguardia pictórica y escultórica abstracta, maestro revolucionario del arte de vanguardia del siglo XX, evocamos la exposición que presentara en el año 2000 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. En el año 2003 recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Complutense. Además de haberse hecho acreedor del Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1990), la Medalla Picasso de la Unesco (1993) y el Premio Velázquez de Artes Plásticas del Ministerio de la Cultura de España (2003). El rey de España, Juan Carlos I, le otorgó en abril del 2010 el título de marqués. En 1984, el artista creó la Fundación Antoni Tàpies con el fin de promover el estudio y el conocimiento del arte moderno y contemporáneo. Para Ann Temkin, comisaria de pintura y escultura del MoMa: “Se ha ido uno de los grandes héroes del arte del siglo XX”. Tàpies dejó su impronta en incontables pintores, muchos españoles, pero también europeos y americanos, como Lucio Fontana o Robert Rauschenberg, con los que estableció una conversación dentro de los cauces de la pintura abstracta. Ha tenido la fortuna de vivir cincuenta años más después del final de la II Guerra Mundial, lo que le ha permitido seguir innovando.”

De su obra, así la explicó: “En mí solamente manda la intuición. Cuando me enfrento a una obra, sólo me dejo guiar por el instinto…Tengo la ilusión de saber dar forma a una cierta visión de la realidad. Yo sé lo que quiero contar, pero no hay nada que explicar. Cada uno tiene que ver lo que tiene delante. Por eso suelo prescindir de los títulos y si los pongo son alusivos a algún elemento del cuadro, no a su contenido.”

En la primavera del 2000, tuvimos ocasión de disfrutar de su enorme exposición en el Museo Reina Sofía de Madrid, donde pudimos comprobar que estábamos delante del “Poeta de la Materia,” lo que hace definir su estilo por la palabra “matérico.” En el desfile por un sinnúmero de salones, navegamos entre rugosidades, rasgaduras, grietas, cruces y signos de su mitología personal, de trazo enigmático y estilo inconfundible. Sus usos cromáticos del ocre, el negro y el blanco, así como sus más experimentales empleos de la materia pictórica o su grafología de cruces, manchas y textos deleitaron nuestro embelesamiento ante su obra, inmenso canto a la libertad.

“A finales de los años ochenta, sostiene la Fundación que lleva su nombre, Tàpies reforzó su interés por la cultura oriental, una preocupación que ya se había ido gestando en los años de la posguerra y que se convirtió cada vez más en una influencia filosófica fundamental en su obra. Las obras de los últimos años han constituido esencialmente una reflexión sobre el dolor —físico y espiritual—, entendido como parte integrante de la vida. Influido por el pensamiento budista, Tàpies consideraba que un mayor conocimiento del dolor permitía dulcificar sus efectos, y de este modo, mejorar la calidad de vida. El paso del tiempo, que ha sido una constante en su obra, ha adquirido en ese último período nuevos matices, al vivirlo como una experiencia personal que comporta un mejor autoconocimiento y una comprensión más clara del mundo.”

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