domingo, 15 de abril de 2012

Poesía de Pablo Mora




Poesía de Pablo Mora

Ibar Varas


Estimado Pablo: Te felicito una vez más. Me alegra que tu trabajo poético llegue a tantos ojos y potreros donde tu palabra puede pastar y reverdecer sin necesidad de llamar a la primavera. Yo no sé qué es la poesía, solo me limito a escuchar su voz que me estremece como si besara todo mi ser. Esa voz yo la trasmito. Creo que siempre nos falta buen oído aunque la emoción nos ponga al borde del llanto cuando escucho el Quinteto en Do Mayor de Schubert o la Séptima, la Quinta Sinfonía y otras maravillas de Beethoven. A mí las palabras me despiertan a veces y tengo que levantarme para escribir lo que escucho en la soledad y el silencio del mundo. También se me anticipan y yo no sé si está bien que coloque una palabra aquí o allá o si lo que digo tiene significado. No importa, la poesía no es una teoría del conocimiento ni una variante del psicoanálisis para que alguien que nos lea constate nuestro estado de salud mental. La poesía es el pan que compartimos, el vino que nos vuelve transparentes, el crepúsculo que lucha por ser eterno, el relámpago que ilumina el sendero y nos evita caer en la soledad, es la bala contra el silencio, la puerta que detiene la nevazón, el alerce que vive millares de años para constatar cuan precarios son los arreos con que los átomos nos designan. La poesía altera el lenguaje, lo vuelve transparente, pero su afán no es convertir al lenguaje en el ser mismo de la poesía, como en filosofía pensaban los filósofos del lenguaje. La poesía torna alegre el trabajo y nos concede la vida eterna cuando nuestros ojos se reflejan en otros ojos y a ese pasmo y estremecimiento lo llamamos amor. La poesía es un acto de amor.

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