viernes, 9 de julio de 2010

HUMANISMO SOCIALISTA INTEGRAL







HUMANISMO SOCIALISTA INTEGRAL
Pablo Mora

Crisis y educación


“La crisis que nunca existió pero que —como la "materia oscura"— hace notar sus efectos, también lo hace sobre la educación. Acostumbrados a pensar todo siempre en términos económicos, el problema educativo se plantea como una adecuación entre inversión y resultados. La educación es un factor más en un sistema que busca la eficacia social y esta se concibe como rentabilidad. Sin embargo, esto no es más que ingeniería social, un pensamiento que se distancia de la educación como la forma en que la persona busca su propio camino a través del conocimiento. Cada vez más, la educación se concibe como una mediación para conseguir unos fines más que como un proceso de maduración y crecimiento personal. Que se vea en la educación la forma de superación social no es malo; que solo se vea eso, sí.
La crisis específica del modelo educativo es que está reflejando los condicionamientos sociales que están configurando la educación misma. Los resultados de la educación han de medirse en el modelo de persona y de sociedad que es capaz de producir y no solo como una herramienta para regular las crisis económicas. La circularidad del proceso se hace evidente, ya que es el sistema educativo el que ha producido los sujetos que han provocado las crisis. O se entiende esto o estamos condenados a producir sujetos que seguirán produciendo los mismos tipos de crisis. Habrá que pensar en un nuevo modelo para evitar caer en lo mismo.”


Joaquín Mª AguirreEditor Revista Espéculo
No, 45, Julio – Octubre 2010




En función de un marco referencial filosófico sólido, de una weltanschauung que apuntale las concepciones y ejecuciones académico-administrativas de la Universidad Venezolana del dos mil, sustentadas en los mejores basamentos axiológicos de una filosofía afianzada a su vez en el hombre y su compenetración con el contexto vital en que se desenvuelve, proponemos, como razón de ser universitaria, una visión del mundo enmarcada en el Humanismo Integral, en la naturaleza humana, dentro de las óptimas posibilidades y proyecciones del hombre, de modo que como institución matriz venezolana alcance a realizar su esencia y su compromiso existencial contextual.
Humanismo Integral que, según uno de sus portaestandartes, Jacques Maritain, respeta, real y efectivamente, la dignidad humana y reconoce derecho a las exigencias integrales de la persona, (siendo) capaz de engrandecer al hombre en la comunión". Humanismo Integral que "requiere a un tiempo que el hombre desarrolle las virtualidades en él contenidas y la vida de la razón, y trabaje para convertir las fuerzas del mundo físico en instrumentos de su libertad". Es decir, que implica "un progreso en el descubrimiento del mundo de las realidades espirituales". (Jacques Maritain).
Humanismo Integral que habría de llamarse preferiblemente Humanismo Científico Creador, puesto que implica la plena consideración de las capacidades del hombre para perfeccionarse a través de sus propios esfuerzos, perspectivas o proyectos. Humanismo Creador que hace suyos los postulados del Humanismo Socialista, en cuanto aboga por el desarrollo de las potencialidades del hombre, quien sería el encargado de plasmar su propia historia, en tanto creador de sí mismo. Humanismo que refrenda los principios del Humanismo Positivo representados en una ontología dialéctica del hombre en cuanto creador individual, creador desindividualizado y creador social. Equivalente a su vez al Humanismo Científico - Social a partir de la consideración de la interdisciplinariedad como requisito indispensable del progreso de la ciencia y de la gestión humana.
Confrontando los valores del mundo por descartar y sus contrapartes del mundo por lograr, las principales dicotomías en que afianza su visual la visión filosófica propuesta, el Humanismo Científico Creador, son: orden - coordinación; poder - responsabilidad; repetición - creación; explotación - valoración; obediencia - conciencia; deber - necesidad; privilegio - esfuerzo; dominio - participación; temor - audacia; convergencia - divergencia; obligación - compromiso; sumisión - autonomía; improvisación - racionalización; autocracia - consenso; esclavitud - libertad.
Se trata de interpretar al hombre y a su entorno como un proceso y un sistema abierto, dentro de un equilibrio estable con visiones de cambio planeado. Con Bogdan Suchodolski, se sostiene que "el desarrollo del hombre se materializa a través de sus actividades, que deben pasar por la prueba de los distintos tipos de criterios objetivos: el criterio de la verdad para la actividad científica, de la eficiencia para la actividad técnica, de la forma para la actividad artística, y de las fuerzas productivas y las relaciones sociales para la actividad económica". (Erich Fromm).
La universidad venezolana camino del siglo venturo suscribiría el pensamiento de Marek Fritzhand, cuando sostiene que "el ser humano que vive una vid significativa y valiosa es aquél que halla la felicidad y la consumación en actividades que transforman la naturaleza y la sociedad. Por encima de todo, estima su libertad y su autonomía, no como una libertad y una autonomía ajenas ala sociedad, ajenas a la comunidad humana, sino vinculadas al pueblo, por el pueblo y para el pueblo. El hombre sólo puede conquistar la felicidad y la perfección auténticas cuando asocia su propia felicidad y perfección con las de los otros". (ídem).
Del Humanismo Socialista Integral o Creador surge una nueva visión para la educación que Suchodolski explica así: "La práctica revolucionaria conduce a la construcción de un nuevo orden. La educación puede ayudar a construir un nuevo futuro para la humanidad; y ello no aisladamente, como los utopistas esperaban, sino al servicio de las fuerzas sociales que levantan el nuevo orden social". (Bogdan Suchodolski).
En una palabra, se trata de que la universidad venezolana de cara al venidero siglo recobre su razón de ser, revitalizando sus acciones, planes, programas y proyectos, consubstanciándose con su medio, con su contexto, de modo racional, efectivo y promisor; respondiendo por la formación de un tipo de hombre integral, dueño de sí mismo y de su entorno, en cuanto actor - creador social; antes que como esclavo de los demás hombres, donde unos y otros se objetivan mutuamente como cosas, instrumentos, útiles o medios, a espaldas de la dignidad humana, de la dignidad del dinamismo humano.
Dentro de los parámetros de liberación y vinculación de la educación con la praxis revolucionaria liberadora a través de un auténtico Humanismo Científico Creador, la Universidad Venezolana debería estar en condiciones de encontrarse consigo misma, a partir de una desindividualización o co - creación social; de un "enfrentamiento" de su medio a través de una efectiva cooperación liderizadora.
Dentro de los avatares a que pueda estar sujeta una concepción del mundo oculta entre los proyectos de nuestras casas universitarias, hemos de comprender que "unidad en la acción, diversidad de la ideología, aperturas de puertas a la especie humana y su continua humanización (o creación); una universidad para pensar "críticamente"; una nausea existencial frente a una sociedad que parlotea sobre libertad, que proclama los derechos y necesidades del individuo; mientras por otro lado reprime brutalmente la emancipación socioeconómica de los pueblos que luchan por ella", (Bárbara y John Ehrenreich) son, entre otras, las ideas que ha de sustentar el verdadero Movimiento Universitario Revolucionario en aras de perenne creación, de efectiva imaginación socio - creadora.
En suma, el Humanismo Integral propuesto debe contar con la concepción del mundo implícita en la técnica como logos epocal, determinante en el proceso universitario, en su proyecto - entwurf -, en la manera concreta de encarar el mundo, la circunstancia y los otros, los semejantes. Tal humanismo, en cuanto concreción de las potencialidades, "virtualidades" del hombre, debe brotar y afincarse en la técnica ineluctablemente, en la técnica que "confirma y determina la existencia y modos de comportamiento existenciales del hombre contemporáneo". (Ernesto Mayz Vallenilla).
En tal sentido, Ernesto Mayz Vallenilla presenta una rotunda, categórica conclusión: "En cuanto manifestación de su racionalidad, la técnica no se opone necesariamente al eros. Si está guiada por éste la técnica puede ser un instrumento de insospechada fecundidad para lograr, mediante sus aportes y realizaciones materiales, diseñar y garantizar una convivencia perfectamente humana entre los hombres. En cuanto expresión objetiva de la racionalidad del hombre, a la vez que como manifestación y testimonio de su conciencia genérica, en la tecnificación del universo (y, por ende, en las relaciones interhumanas) puede albergarse el germen de un nuevo humanismo". Ibídem). (ibídem).
Al aludir Mayz Vallenilla a la técnica, en relación al ethos, a "la morada espiritual en que se halla instalado originariamente el hombre, a partir de la cual se proyecta y diseña el sentido de su gestarse histórico", especifica:: "Si el desarrollo de una sociedad en vías de industrialización reclama una preparación crecientemente técnica, con no menor necesidad se nota ahora que, al par de ella, es perentorio que se promueva una educación cuyos fines se dirijan a potenciar las fuentes que alimentan el ethos. Por estar encaminada al rescate de lo más hondo y originario en el hombre, semejante tarea exhibe los rasgos que distinguen a un auténtico humanismo. Por ello, si no negamos el énfasis que se pone en acrecentar la enseñanza científica y tecnológica en Latinoamérica - lo cual nos parece justificado -, consideraríamos un grave error, de consecuencias imprevisibles, debilitar y aun desterrar en nombre de aquélla la impostergable necesidad de intensificar y extender la educación humanística. Sólo ella, en tanto fortifique y estimule el ethos del hombre latinoamericano, será capaz de salvaguardar nuestro porvenir y nuestro destino frente a la creciente penetración que despliega el imperialismo técnico. (...) La técnica, en cuanto visión planetaria del mundo, tiene también "su" humanismo. Pero no es semejante "humanismo" el que reclama Latinoamérica en la coyuntura actual" (Ibídem). Por supuesto que el humanismo al que alude el filósofo no es otro que el Humanismo Integral al que hacemos referencia: un humanismo que rescata al ethos en su más amplia acepción.
Definitivamente, frente al simple especialismo de la universidad tradicional, la universidad hoy más que nunca precisa una orientación humanística, un "humanismo integrador", capaz de dotar al individuo de un sistema de ideas válido para su tiempo, dentro de valores del conocimiento, la moralidad y el arte. Entre otros, Manuel García Morente y José Ortega y Gasset estaban convencidos de que la ciencia era el gran fenómeno humano transformador de las valoraciones contemporáneas, substrato y fundamento de las actividades del hombre contemporáneo; pero también reconocían que la vida tenía necesidad urgente de certidumbre y cosmovisiones que la ciencia sola por su propia exigencia de diversificación y especialización no podía dar. Porque mientras las ciencias diversifican y epecializan, las humanidades universalizan e integralizan.
Por ello, Ortega y Gasset considera que se precisan respuestas "culturales" cimentadas en soluciones científicas o viceversa. Esta labor integradora de lograr sistematizar el hormigón histórico cultural de acuerdo con el avance de las ciencias era para el filósofo español la tarea básica de la universidad. (Féliz Santolaria Sierra).
Por todas estas múltiples razones tórnase urgente la humanización del Sistema Hombre. "El objetivo general de una sociedad industrial humanizada puede definirse así: el cambio de la vida social, económica y cultural de nuestra sociedad en tal forma que estimule y fomente el crecimiento y lo vivo del hombre antes que viciarlo; que active al individuo antes que hacerlo pasivo y receptivo; que nuestras capacidades tecnológicas sirvan al crecimiento del hombre." Erich Fromm) "No se trata de desarrollar la producción por desarrollarla, sino de asegurar la total evolución del individuo partiendo del progreso científico y técnico, del progreso de la producción, del progreso social." (M. B. Kedrov).
Ante el dilema ciencias - humanidades y cómo lograr eficazmente la integración de las ciencias y las humanidades en la enseñanza universitaria, no debe buscarse la solución de manera aditiva solamente, sino proyectarse una solución integradora: no se trata de un mero agregado de cursos ni de agregar trabajos de laboratorio al Plan de Estudios de la ciencia. Al contrario, hemos de preguntarnos con Mario Bunge: "¿Por qué no ensayar el cultivo de una actitud filosófica en las ciencias naturales y sociales, y de una actitud científica en la filosofía y en las llamadas humanidades?". (Mario Bunge).
Justamente, según los entendidos, de eso es de lo que se trata: no de atiborrar de conocimientos caprichosos a científicos y humanistas, sino de crear en ellos, progresiva y sabiamente, actitudes que equilibren y alimenten sus respectivas especialidades. Al tiempo que se forman especialistas y técnicos, la universidad debe orientarse hace la formación de hombres dotados de una amplia sensibilidad social, política y económica. Consciente de ello, la universidad venezolana, particularmente la de corte tecnológico, ha de avivar, racionalizar y perfeccionar el área denominada Estudios Generales.
"A través de ellos, en lugar del viejo, gastado y retórico intento de proporcionar al estudiante una vaga reminiscencia de las clásicas "humanidades", lo que se trata es de abrir y despertar su comprensión para los profundos e insoslayables problemas que conforma nuestro propio tiempo por obra, justamente, de los impresionantes cambios y transformaciones que en todos los órdenes ha suscitado la revolución científica y tecnológica. De tal manera, adiestrando y ejercitando su visión en esta perspectiva que impide y combate activamente el "aislamiento" del especialista, no sólo se le dota de una auténtica circunvisión epocal que le permite acercarse y aprehender mejor la verdadera situación que confronta el hombre y lo humano en nuestro tiempo, sino a la vez de un instrumento (teórico y pragmático) que potencia su aptitud y lucidez para enfrentar y resolver con éxito las complejas y variables situaciones que posiblemente le depare la praxis si asume la elevada responsabilidad de abrir caminos y trazar nuevos rumbos en el seno de su correspondiente polis". (Mayz Vallenilla).
En este orden de ideas, la gestión educacional de la universidad se ha de situar en un profundo contacto y unión con la sociedad, con el pueblo, con su trabajo, con su vida, con las contradicciones sociales que éste padece, donde el profesor universitario, en cuanto educador orgánico y democrático, está llamado a ser un intelectual que oriente al pueblo, lo ayuda en su organización, comparte sus luchas y se educa en ellas y con él. (J. E. García-Huidocbro).
Nuevamente, en lenguaje de Mayz Vallenilla, la desindividualización y creación social del individuo y de la universidad, implícitas en el Humanismo Integral, entiéndense como la destrucción "de la falsa perspectiva de una "sujetividad" mal entendida, despojando el horizonte hacia la nostredad y otredad esenciales y fundamentales para un existir comunitario". (Mayz Vallenilla).
"Sólo proyectando y realizando su vida desde aquella nostredad, puede el hombre reconciliarse consigo mismo y vivir dignamente con los otros dejando ser a éstos lo que son: verdaderos semejantes (...) La semejanza se funda y emerge, en tal forma, de aquella nostredad, como estructura fundamental de la subjetividad. Desde ella y por ella el hombre se experimenta y nota como miembro de una comunidad, en la cual convive y coexiste con los otros en cuanto semejantes". (ídem).
Mutatis mutandis, el andamiaje académico universitario ha de comprender que su erlebnis o experiencialidad es sobre todo amor y, su contrario, muerte. Es cita, emoción, ofrenda, entrega, elevación, don de sí. Intercambio, comprensión, goce, regocijo, comunión. El ser desnudo. La Vida pura. Olvido, muerte, sueño y justicia. Donde cada actor, cada quien, "uno mismo" desaparezca, dándose todo entero, se desintegre, se funda en los demás, aceptando todo, compartiendo, debatiendo, deliberando todo, para que al final de esa zambullida pueda reaparecer asumiendo, entonces, a los demás. Comprendiendo a plenitud que la vocación de la "teatralidad universitaria" es ante todo el don de sí para poder asumir a los demás en omnicomprensiva convivencia. (Theodor Adorno et alii).







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