viernes, 2 de julio de 2010

Juguemos al hombre





Juguemos al hombre
Pablo Mora
Viernes, 02 de julio de 2010



Caminemos tras la nueva aurora en compañía. Fortalezcamos la casa del hombre. Vivamos con el destino siempre en guerra, en guerra a muerte con la muerte. No hay tiempo que perder. Será la última experiencia si queremos resarcir vida, patria, libertad y pan. Conversemos con la esperanza muerta, con el deseo difunto, con el sueño ido, con la sangre rebelde del olvido. Mientras vivamos, juguemos al hombre, a la mañana; a la vida, a su paciencia, a su escondite.
Guardemos la alegría, la rabia, la ternura, para cuando el pueblo salga o llegue o nos convide. Demos grandes zancadas hacia nosotros. Regresemos con el viento en armas a reclamar algunas y otras cosas. Escuchemos los relinchos de la noche. Conozcamos las lluvias subterráneas. Abramos la trocha que nos lleve al hombre, al mundo y a la vida. Fundemos un mundo, un país con palabras verdaderas, dignas, apasionadas; las que nos dirán cuándo, con qué fuerza, de qué modo asumir nuestro destino. A proteger al pueblo con palabras. A presenciar todas las agonías. No aullemos como perros solitarios en la noche del crimen. Carguemos con el fardo y echémonos animosamente a los caminos matinales que ilumina la esperanza.
Rompamos todas las jaulas. De regreso del futuro, conquistemos la utopía. Seamos hombres con nostalgia de futuro. Juguemos, soñemos con la Paz. Al pie de la derrota, mientras la luna canjea el puesto con la muerte, fundemos la razón mientras podamos. Saquemos a la calle nuestra furia. Alcemos la esperanza entre las manos. El triunfo acuartelado por ahora. Aparecerá siempre algún cocuyo, así algunas noches haya apagones de luciérnagas.
Amémonos los vivos a los vivos, que siempre no estaremos como estamos. ¡Jamás, hombres humanos, hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera, en el vaso, en la carnicería, en la aritmética! ¡Jamás tanto cariño doloroso, jamás tan cerca arremetió lo lejos! ¡Ah, desgraciadamente, hombres humanos, hay, hermanos, muchísimo qué hacer! ¡Cuándo nos veremos con los demás, al borde de una mañana eterna, desayunados todos! Calla, crepúsculo futuro y recógete a reír en lo íntimo de este celo de gallos ajisecos soberbiamente, magníficamente ennavajados. ¡Cae agua de revólveres lavados! Vamos, pues, compañero; nos espera tu sombra apercibida, nos espera tu sombra acuartelada.
Camaradas, varios días el viento cambia de aire. Como insomnes almácigos en guardia, en la cárcel con sueño de esperanza, estará nuestra sombra cuestionando. Esto es urgente, el tiempo apremia, el día. ¡Saludemos al sufrimiento armado! Halemos al mundo. Bebamos, nosotros que venimos de beber luceros en las altas copas de los pinos frescos. Caigamos en cuenta de esta vigilia creadora, cuando a fuego lento se decide la definitiva soledad del mundo. Velemos eternamente la emboscada. Justifiquemos esta guerra, este insomnio. Seamos labriegos de nuestra propia voz. Somos la palabra que está naciendo, la misma que se detiene y volcará como campana su acero y su sonido hacia todas las mañanas.
¡Juguemos al hombre y a la vida! ¡Pan y paz para el hombre de este tiempo!




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