miércoles, 10 de junio de 2009

El terror de Dios

Pablo Mora




¿Cuál el misterio de los tantos ochos, cuál el terror funesto de los mayos, cuál Venezuela para el 2008, el porvenir en un febrero cabe, portan el mismo traje los 28, qué de este junio, de este viernes 8, cuánto sabrá tu asombro de los gatos, sabrán los sueños algo de nosotros, saben los hombres del terror de Dios, sabrá el 28 del terror de Dios? ¿Acaso ya aprendimos a leer, nadie sabe leer en el Gobierno, nadie del pueblo sabe bien leer, América Latina no lo sabe? ¿Qué de las boinas rojas, las azules, qué casa la que vence las sombras, cuál la proeza de la autonomía, hasta cuándo disputa, controversia para frenar celadas, apetencias, privilegios de obispos y truhanes? ¿Son semejantes todas las victorias, las Beatrices tendrán misma cara, la discusión no cuenta entre nosotros, habrá alguna semana sempiterna, de cuál poeta la última palabra, cuál el grito mayor de libertad, cada estudiante mundo de promesas, tormenta de alegría, esclavo apenas? ¿Acaso son idénticas las luchas, qué enigma esconde cada oscuridad, qué denuedo, coraje, el más glorioso, qué batalla, eclosión, la más audaz, qué sabe la derecha de la izquierda, de qué color se viste la igualdad, de quién la libertad de la miseria, quién el que dijo libertad primero, quién la borró de tajo en la pradera? ¿Cuándo somos de veras lo que somos, contamos con raíces en la tierra, contaremos con vida para siempre, la amargura del barrio quién probó, el confesorio cuánto adentro esconde, cuántos credos la nueva penitencia? ¿Está tu paz de parte de la guerra? ¿Cuándo serán barridos los bribones, cuándo los traficantes de la guerra, cuándo la enhiesta sombra de la escoria? ¿Cómo pasarse entera la palabra? ¿Por fin entenderemos el enlace? ¿Dónde está tu país, tu país dónde? ¿En el hoy, el aún, el todavía? ¿En la desolación de la memoria? ¿En qué pestaña, en qué ceja del odio? ¿En qué sueño, en qué reto o clarinada? ¿En qué enramada, en qué tugurio, en qué? ¿En qué alameda, en qué tardanza, a pie? ¿En qué rastrojo, cerro, llagadura? ¿En qué infierno, en qué gloria, altar o cielo? ¿En qué delirio, insomnio, madrugada? ¿Por encima del tiempo en diagonal? ¿Cuál el valor del orden económico, cuál el tenaz silencio pontificio? ¿Podrás combatir contra el mundo entero, asumirás el triunfo de la vida, la militancia plena, la belleza, la justicia de cara al sol del hombre? ¿Dónde, dónde hundiremos las preguntas, en dónde limpiaremos las respuestas? ¿Qué hacer con la palabra de la pólvora, qué con el pueblo mientras mira cielo? ¿Se multiplica y vive la palabra? ¿Quién dice que perecerá la idea? ¿Quién carga con más ácido muriático? ¿A qué lugar nos llevará esta lluvia, a qué crepúsculo esta aciaga tarde? ¿Por qué estarán los vientos separándonos? ¿Cuándo podrás salirte de tu sombra? ¿Quién que sea no es gota en el alambre? ¿En verdad creerá en nosotros Dios? ¿De qué lado estará la suerte yendo, de qué lado los bárbaros están? ¿Quién al árbol le quita la mirada, quién con las amapolas la agarró, para quién el aviso de los muertos, quién del polvo podrá escapar riendo, quién hay que no esté en pie de muerte andando, quién nos cortará el hilo de la muerte, quién nos dará la mano, su pañuelo, el amigo que casi nunca vemos, la noche rumorosa de luceros?

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