miércoles, 10 de junio de 2009

Palabra de Sábato

Pablo Mora



Yo he visto muchas cosas en mi larga vida, y he pasado muchísimos peligros, pero también he tenido mucha suerte, porque estoy vivo. Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Tengo una esperanza demencial de que algo grande pueda consagrarnos a cuidar afanosamente la tierra en la que vivimos. Creo que lo esencial de la vida es la fidelidad a lo que uno cree su destino, que se revela en esos momentos decisivos, esos cruces de camino que son difíciles de soportar pero que nos abren a las grandes opciones.
Unidos en la entrega a los demás y en el deseo absoluto de un mundo más humano, resistamos. Ésta es una hora decisiva no para este o aquel país, sino para la tierra toda. Sobre nuestra generación pesa el destino, es ésta nuestra responsabilidad histórica. Frente a la más grande encrucijada de la historia, ya no se puede avanzar más por el mismo camino. Importante que nuestra cultura termine de deshojarse.
Creo que hay que resistir. Hundirse en experiencias hondas como el amor o la solidaridad. Hacer de los obstáculos nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer. El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria. Cada uno de nosotros es culpable ante todos, por todos y por todo. (F. Dostoievski). Como centinela, todo hombre ha de permanecer en vela. No hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante, ni otra forma de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy y aquí.
Lo humano del hombre es desvivirse por el otro hombre (E. Levinas). El hermoso consuelo de encontrar el mundo en un alma, de abrazar a mi especie en una criatura amiga. (F. Hölderlin). Cuando nos hagamos responsables del dolor del otro, nuestro compromiso nos dará un sentido que nos colocará por encima de la fatalidad de la Historia. Creo en los cafés, en el diálogo, creo en la dignidad de la persona, en la libertad, siento nostalgia, casi ansiedad de un Infinito, pero humano, a nuestra medida.
No sabemos adónde nos llevarán los actos que vemos. Estamos a tiempo de revertir este abandono y esta masacre. Esta convicción ha de poseernos hasta el compromiso. Hay hombres y mujeres que sostienen su condición humana en medio de la precariedad. Ellos han comenzado a generar un cambio basado en el amor y la solidaridad, pero antes debemos aceptar que hemos fracasado. Hay algo que nos falla y es la convicción de que únicamente los valores del espíritu pueden salvarnos de este gran terremoto que amenaza a la humanidad entera.
Infatigablemente, siempre gana la vida, con el coraje de seguir luchando. Sólo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido. Abracémonos en un compromiso: salgamos a los espacios abiertos, arriesguémonos por el otro, esperemos, con quien extiende sus brazos, que una nueva ola de la historia nos levante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario