miércoles, 10 de junio de 2009

Palabras antes de las palabras

Joaquín Mª Aguirre

(Prólogo de "Poiesología")


Entendemos que la Poesía y la Crítica son dos movimientos convergentes desplazados en el tiempo. Al acto creador, responde la voz del crítico, que no es más que la de un lector responsable, quien toma las armas del intelecto conmovido, sacudido por el choque con la palabra ajena que comprende suya instantáneamente.
El gran descubrimiento —un descubrimiento al que solo algunos pocos tienen acceso— es que las palabras que recogemos de los textos son nuestras, siempre han sido nuestras. Son reconocidas, en un acto de desvelamiento, de sacudirse el polvo del desconocimiento, como propias.
El acto final, la mística final, es la comunión total y absoluta entre creador, palabra y receptor. Esta fusión rompe las barreras a través de la profundidad emergente del acto comunicativo, en el que las distancias se anulan y el espacio de la comunicación se hace tiempo denso, instantaneidad del tiempo recuperado, de la existencia reencontrada.
El Creador se hace tal en la Palabra. El Lector se hace Creador en la Palabra. Y la Palabra hace creadores a ambos en la explosión de la Belleza-Verdad.
Esta Trinidad sin misterio es la que permite navegar por los mares de la historia poética reconociendo como parte de la Patria olvidada cada fragmento de belleza que se encuentra diseminada por las obras y las palabras de otros.
Somos Ulises; regresamos a la Patria de la Belleza navegando por mares de experiencia, vivencias necesarias para comprender-reconocer nuestros destinos en los augurios que nos interrogan en cada encuentro poético.
¿Por qué siempre escucho mi voz en la Belleza? ¿Por qué me asaltan como recuerdos tantos pasajes hermosos escuchados por primera vez? Porque la Poesía me hace crecer, me hace avanzar hacia un destino interno que se me hace reconocible en cada transformación, en cada etapa de mi propia y necesaria metamorfosis. Solo cuando estoy preparado para reconocer la Belleza, ésta me asalta.
Golpes de Verdad y Belleza son los que hacen girar la ruedas de la vida; impulsos de reconocimiento en la Palabra del Otro que se me ofrece como espejo. Hermandad estética; fraternidad de la vida.
¿Quizá la Belleza inicial del Universo explosionó llenando cada ínfima partícula de sus efectos? Puede que la Ley General que rige el movimiento del Universo, la Ley del Todo, sea la que logre restituir la armonía perdida y que, finalmente, el Universo al completo estalle en un schilleriano coro de voces surgidas de todos los rincones. ¡Alegría!
Y rebeldía...
Sí, Belleza que sacude, que hace evolucionar y revoluciona. No más parálisis estética. Poesía dinámica; poesía como la vida: movimiento. Poesía-impulso, energía que ayude a salir del sopor, del letargo, del olvido, de lo inhumano.
Quizá se necesite una nueva ciencia, la Poiesología, para comprender estos movimientos que son del Alma, de los Pueblos y de la Historia.
Los que se acerquen a estos textos del Poeta y Profesor Mora deben estar preparados para un viaje intenso, conmovedor. Un viaje que traspasa al lector la percepción del conjunto. Una escritura que busca el mismo efecto que la pincelada impresionista: que la sabiduría de la mirada realice la fusión final.
Los textos aquí reunidos nos piden que mantengamos con ellos la misma relación dialógica que el autor ha mantenido con la Poesía: encuentro metabólico con la Palabra.
La auténtica Crítica es también Creación. Solo es posible en el Diálogo, en un encuentro de tú a tú. La Crítica no juzga la Obra real; convierte el encuentro en fecundo diálogo. La verdadera dimensión de la Obra de Arte está en su capacidad para hacernos hablar, para que venzamos la tentación ponzoñosa del silencio.
Creo que Pablo Mora estaría de acuerdo conmigo en señalar que el camino de la Verdad poética, esa verdad especular que nos enfrenta a nosotros mismos en los versos del Otro, solo es accesible por los senderos de la epifanía, como un destello que nos reconcilia con el Otro y nos funde en el abrazo simbólico del reconocimiento de la debilidad y la grandeza humanas.

Joaquín Mª Aguirre Romero
Universidad Complutense de Madrid

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